Tras el descenso al infierno, el camino a la redención
EL VUELO (FLIGHT) ««««
DIRECTOR: ROBERT ZEMECKIS.
INTÉRPRETES: DENZEL WASHINGTON, KELLY REILLY, DON CHEADLE, BRUCE
GREENWOOD, JOHN GOODMAN.
GÉNERO: DRAMA / EE. UU. / 2012 DURACIÓN:
138 MINUTOS.
Aunque Robert Zemeckis llevaba
una década trabajando con la técnica de la “captura de movimiento”, labor que
nos ha dejado algunos trabajos interesantes como Beowulf o Cuento de
navidad, su retorno a las películas con imagen real era muy esperado
por los aficionados que no olvidan que su pericia como narrador y creador de
imágenes nos ha regalado títulos tan espléndidos como ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, Regreso al futuro, Forrest
Gump o Náufrago. Un sólido
guión de John Gatins –que se podía haber ahorrado algunos personajes claramente
prescindibles- ha convencido al director nacido en Chicago para un regreso que
brinda a Denzel Washington uno de los papeles de su vida.
Tras un aterrizaje de emergencia
realizado con unas habilidosas y arriesgadas maniobras aéreas, el capitán Whip Whitaker (Denzel Washington) logra
salvar la vida de centenares de personas aunque cuatro pasajeros y dos
componentes de la tripulación mueren en el aterrizaje forzoso a campo abierto.
Whip es agasajado como un héroe nacional por haber evitado una tragedia de
grandes proporciones. Sin embargo, cuando se pone en marcha la investigación
para determinar las causas de la avería que ha dado lugar al accidente, se descubre
también que, probablemente, fue el piloto quien puso la vida de los pasajeros
en peligro debido a su alcoholismo.
En la primera secuencia de EL
VUELO vemos al capitán Whip, al que da oxígeno un colosal Denzel
Washington, despertarse en la cama tras una noche de alcohol, drogas y sexo con
su azafata, Katerina Márquez (Nadine
Velázquez) que se pasea desnuda por la habitación de un hotel mientras él
mantiene una conversación telefónica con su esposa, de la que está separado y
que le exige dinero para la nueva escuela de su hijo. Estos caractéres definen
más la personalidad de un crápula que la de un sóbrio piloto de una línea aérea
comercial, una cuestión que nos prepara para lo que va a suceder durante los
próximos veinte minutos en los que ya en el avión y tras tomar varios
lingotazos, una avería obligará al experimentado piloto a realizar una maniobra
casi milagrosa que evite un accidente de proporciones dantescas.
El espectador
asistirá a una escalofriante secuencia de tensión al límite con una visión
hiperrealista desde dentro del avión y algunos planos exteriores del aparato. La
espeluznante escena está rodada con tanta maestría que apenas son perceptibles
los efectos digitales y demuestra el talento de Zemeckis para rodar con
extraordinaria verosimilitud esos momentos de acción que te ponen los pelos
como escarpias,
y la resolución de la escena te invita a pensar que Dios puso las manos para
evitar una verdadera catástrofe, porque lo seguro es que el piloto no estaba en
condiciones para ponerse a los mandos de un aparato. Pero es a partir de
entonces cuando comienza lo más interesante de la función que, en una azarosa
progresión dramática, seguirá la evolución del protagonista que no quiere
asumir sus problemas con el alcohol y en su lacerante soledad nos mostrará la
estampa del héroe caído.
En ese descenso a los infiernos, Whip
conocerá a una jóven drogadicta que intenta rehabilitarse, Nicole (Kelly Reilly) con la que mantendrá una relación en la que
actuará como el dictado morál que hace más patente la vergüenza del piloto. Un personajes
éste que apenas tiene incidencia en la trama y que el guionista sitúa al lado
del protagonista para enfatizar su ruína moral y el doloroso proceso
autodestructivo en que está inmerso. Otro tanto podemos pensar del camello al
que da vida John Goodman, un estrafalario e innecesario personaje que
suministra cocaína a Whip pero que no resulta nada divertido y chirría dentro
del desarrollo fatalista de la trama. De todos modos, los personajes se
sostienen gracias a las brillantes dotes interpretativas de actores como Don
Cheadle, el avispado abogado elegido por la aerolínea para defender a Whip, y
Bruce Greenwood, el mejor amigo del piloto dentro de la compañía.
EL
VUELO es un magnífico film que tiene su más eficaz activo en el inmenso
trabajo de Denzel Washington, un actor camaleónico -¡pleonasmo!- con
prestancia, carisma, magnetismo y variados recursos interpretativos que estimulan
la vía emocional hasta el llanto, dotando de peso y hondura a ese clímax final del interrogatorio
que se eleva como la única oportunidad que concede al espectador para empatizar
con él, y el espectador deseoso de mostrar su afecto definitivo, cae rendido
ante una confesión purificadora que le conducirá por el camino de la redención
y la esperanza. The End. ¡Aplausos!
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