Tratado sobre una sociedad enferma
DIRECTOR: Arthur Penn.
INTÉRPRETES: Marlon Brando, Angie
Dickinson, Robert Redford, Jane Fonda, E. G. Marshall, Robert Duvall, Richard
Bradford, James Fox, Janice Rule.
GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 135 minutos / PAÍS: EE.UU. /
AÑO: 1966.
Perteneciente a la Generación de la Televisión
junto a realizadores tan importantes como Sidney Lumet, Robert Mulligan,
Stanley Kramer, Rober Altman y John Frankenheimer, el director Arthur Penn debuta en la pantalla
grande con El Zurdo (1958) un western innovador que con tono ácido
recrea la vida de un joven “Billy el Niño”, al que da vida toda una estrella
como Paul Newman. Con una corta filmografía en cine a pesar de su extensa
carrera, ya en la década de los 70 firma una de mis películas favoritas de
aquella época, La noche se mueve (1975) un atípico y
poderoso thriller protagonizado por Gene Hackman en una de sus mejores
interpretaciones.
La Jauría Humana (cosa rara, pero el título en español es
infinitamente superior al original y muy trillado La caza) sigue a Bubber
Reeves
(Robert Redford), un hombre que ha escapado de la cárcel y desorientado regresa
a su pueblo natal de Texas a pesar de que su intención era ir a México. Pero sus
vecinos, gente absolutamente degradada, emprenden una cacería como si fuera
otra de sus diversiones del sábado por la noche. Sólo el Sheriff Calder (Marlon Brando) un hombre
íntegro y cabal, tratará de evitar su linchamiento.
En los prósperos años 60, la degradación
moral de gran parte de la sociedad estadounidense es estudiada en esta película
por Penn con la precisión de un entomólogo, tomando como escenario un pequeño
pueblo de Texas. Con un sólido guión de Lilian Hellman a partir de la novela de
Horton Foote, el director nos entrega una visceral y dramática denuncia social
sumergiendo al espectador en las entrañas de una sociedad podrida y embrutecida
en una década en la que estaban muy presentes los conflictos raciales, los
derechos civiles seguían siendo pisoteados y los caciques millonarios imponían
a los sheriffs para comprar su voluntad y una lealtad total en la defensa de
sus intereses. Pero Calder (Marlon Brando en una de sus actuaciones más memorables),
es hombre honesto y de principios inquebrantables, que pone en riesgo su vida
(atención a la brutal paliza que recibe por parte de tres energúmenos borrachos
en una sala de la comisaría) para imponer la ley ante una muchedumbre
enloquecida, violenta, rebosante de miserias morales y vilezas.
Porque de eso se trata La Jauría humana, de la
intolerancia, el odio y la violencia ciega como un peligro siempre latente en
un cuerpo social materialista y sin valores (la exuberante fiesta por el cumpleaños
del ricachón Val Rogers y el servilismo de los empleados). La narración es precisa, marcando siempre de manera
excepcional el tempo cinematográfico, dejando que broten las emociones y
agilizando el in crescendo de la trama a medida que el alcohol va haciendo
efecto sobre una jauría humana que ahoga así sus frustraciones.
Una noche de excesos y tensión que
desembocará en un desolador clímax final, tan estremecedor como el vacío, la
tristeza y el hastío que siente el espectador cuando en la escena que clausura
el film ve caminar a Anna (Jane Fonda) magullada y desnortada, completamente absorta,
tras haber perdido a los dos seres que más amaba en una misma noche. A la maestría
en la dirección de actores de Penn se une la sentida banda sonora de John
Barry, pero sobre todo el superlativo nivel al que raya todo un elenco en
estado de gracia: desde E. G. Marshall encarnando al millonario, la lozanía de
Jane Fonda y Angie Dickinson, la atractiva y agreste presencia de Robert
Redford, el pusilánime empleado de banco al que da oxígeno Robet Duvall y un
inmenso, sublime Marlon Brando. En la época en que se filmó la película Estados Unidos
era un polvorín a punto de estallar, y Arthur Penn en esta magistral película arrastra
por el fango los centelleantes neones del American Dream enseñándonos
su reverso tenebroso y demostrando que es más fácil reunir a una jauría humana
para linchar a un hombre que a una multitud para luchar por una causa noble. Calder,
el sheriff íntegro y de valores inviolables, renuncia a su puesto obligado por
su dignidad y se marcha con su mujer del pueblo. Sabe que el mal no descansa,
que todo está perdido.