domingo, 8 de diciembre de 2024

CRÍTICA: "LA VIRGEN ROJA" (Paula Ortiz. 2024)

 

La maté porque era mía

 “LA VIRGEN ROJA”  êêê

DIRECTORA: Paula Ortiz.

INTÉRPRETES: Najwa Nimri, Alba Planas, Aixa Villagrán, Patrick Criado

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 114 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2024

 Cuando allá por 1977 el gran Fernando Fernán Gómez estrenó Mi hija Hildegart, estreno al que asistí, yo ya había leído todo lo que encontré sobre la trágica historia de Hildegart Rodríguez Carballeira y su madre, la obsesiva y castrante Aurora Rodríguez Carballeira. De hecho, estaba ya disponible el libro “Aurora de sangre” del escritor anarquista proscrito por la dictadura franquista Eduardo de Guzmán, en el que se basa la cinta. En cualquier caso, hoy disponemos de una amplia bibliografía sobre el caso, además de un documental dirigido por Marcos Nine titulado igual que la película que nos ocupa, La virgen roja.

    Hagamos en escueto resumen histórico: Nacida en 1879 en Ferrol, la activista por las libertades de la mujer y defensora de la eugenesia Aurora Rodríguez Carballeira decidió poner en práctica un experimento científico que según sus deseos debía representar a la mujer del futuro, y en donde las emociones quedan fuera. Así, Aurora busca quedarse embarazada y para ello elige a un progenitor biológico sano que resultó ser un cura castrense leridano que nunca reclamaría a la criatura. El fruto de aquella relación sería Hildegart, nacida ya en Madrid en 1914 y sobre la que Aurora proyectó la estricta mecánica de un programa hecho a medida que convertiría a Hildegart en una eminencia que con los años se hizo famosa por ser la abogada más joven de España con 16 años.

   Escribió 16 libros y más de 150 artículos, militó en el PSOE, formación que, desencantada de su política, abandonó para militar en el Partido Republicano Democrático Federal y criticó el marxismo que antes había abrazado. La noche del 9 de junio de 1933, su madre, recelosa y con miedo a perder el preciado objeto de su creación le disparó tres tiros en la cabeza y uno en el corazón, matándola en el acto. Tenía 18 años y había comenzado las carreras de Filosofía y Letras y Medicina. A pesar de que la teoría de la película que nos ocupa el motivo que prioriza como causa del asesinato fue su relación con el escritor socialista Abel Velilla, lo cierto es que las disputas entre madre e hija eran continuas y Hildegart había intentado separarse de ella varias veces, pero su madre respondía con amenazas de suicidio. Finalmente, cuando Aurora vio que su hija se separaba de su proyecto, decidió destruirla. Como el escultor que, tras detectar una ínfima imperfección en su obra, la destruye.

    Con un bagaje de cuatro largometrajes a sus espaldas, la directora Paula Ortíz nos ofrece una nueva adaptación de este hecho real con Najwa Nimri dando oxígeno a Aurora, la mujer que tiene como misión convertir a su hija Hildegart, encarnada por Alba Planas, en la mujer del futuro, una intelectual brillante y un referente de la sexualidad femenina. Pero a los 18 años Hildegart comienza a disfrutar de la vida y conoce al activista Abel Velilla (Patrick Criado), que la ayuda a explorar un nuevo mundo emocional y así alejarla del férreo control de su madre. Sin embargo, Aurora, que teme que su hija se distancie de ella, hará todo lo posible por destruir la relación. Una noche de verano de 1933 las dos mujeres se enfrentan dramáticamente poniendo fin al Proyecto Hildegart.

     Junto a El 47, la mejor película española del año, y Casa en llamas, La virgen roja es una de las películas más interesantes del año tanto en el apartado técnico (gran labor de ambientación, vestuario, fotografía, dirección artística), como interpretativo, con un apasionante duelo con Najwa Nimri dando vida a una Aurora de carácter seco, tenaz e inflexible y Alba Planas metida en la piel de una Hildegart subyugada y siempre envuelta en una atmósfera asfixiante. La virgen roja requiere que el espectador se sitúe en el contexto histórico: el cambio de régimen de la dictadura de Primo de Rivera al comienzo de la Segunda República en un principio ilusionante, esperanzadora, siempre caótica y finalmente desastrosa. Un periodo rebosante de enfrentamientos, asesinatos, quema de conventos, hechos trágicos, reivindicaciones utópicas y en donde cada cual hacía la guerra por su cuenta. El sustrato perfecto para que emerja una mujer paranoica y de ideas excéntricas como Aurora, el recipiente que guarda en sus entrañas el germen de la mujer que liderará a las mujeres del futuro, una experta en sexualidad femenina y revolución social, transgrediendo el papel (invisible) que la mujer tenía asignado hasta entonces en una sociedad dominada por los hombres.

       La empresa a la que dedica su vida Aurora requiere de una gran dedicación, un desafío descomunal de preparación formal y entrega rigurosa. Y es que a esa mujer prócer del futuro le falta la posibilidad humana para actuar por voluntad propia, lo más importante para un ser humano: la libertad. Hildegart va creciendo y se enamora de un activista que le pide que se una al partido socialista. Pero Aurora ve en él el peligro que puede desintegrar su proyecto, y boicotea la relación convirtiéndose así en lo que más dice odiar: una fascista. En La virgen roja encontramos también una alerta sobre la toxicidad de las ideologías cuando asaltan el poder y cómo las revoluciones sólo sirven para cambiar una casta por otra. Paula Ortiz logra generar tensión y un suspense con cierto tono gótico, y es en los ojos de hielo de la hierática Aurora, enferma de celos y aterrada por la pérdida del control de su hija, donde queda reflejado el fanatismo de toda instrumentación ideológica. Si la perfección es la meta, el fracaso está asegurado. 

sábado, 9 de noviembre de 2024

CRÍTICA: "JURADO Nº 2" (Clint Eastwood, 2024)


Los límites de la justicia

 “JURADO Nº 2”  êêêê

DIRECTOR: Clint Eastwood.

INTÉRPRETES: Nicholas Hoult, Toni Collette, J. K. Simmons, Kiefer Sutherland, Chris Messina, Zoe Deutch.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 117 minutos / PAÍS: EE. UU. / AÑO: 2024

    El actor y director Clint Eastwood de 94 años podía haber clausurado su larga carrera cinematográfica como realizador con la bonita, aunque irregular, Cry Macho (2021) y nos hubiera dado igual porque un cineasta que cuenta con tantas obras maestras en su filmografía ya se ha ganado un lugar destacado en el Olimpo de los dioses del Séptimo Arte. De hecho, su última película notable data de 2019, Richard Jewell, uno de esos lacerantes dramas en los que derivan las malas investigaciones policiales.

    No obstante, Eastwood, camino ya de los 95 tacos ha tenido la lucidez y energía para situarse una vez más detrás de la cámara para ofrecernos otra muestra más de su talento, tal vez el broche de oro que pone fin a una trayectoria tan larga como excelente. Jurado Nº 2 nos sitúa en el centro de una historia que tiene como protagonista a Justin Kemp (Nicholas Hoult), un escritor de revista cuya esposa está embarazada, honrado, pero con algunos problemas personales, que ha sido elegido para formar parte del jurado en un juicio por asesinato. Durante el proceso judicial el protagonista cree que podría tener alguna responsabilidad en el asesinato y se enfrenta a un dilema: admitir el crimen e ir a la cárcel o manipular al resto del jurado para condenar a un hombre inocente.

    Clint Eastwood siempre ha sido un director sobrio que nunca se ha perdido por laberintos narrativos extravagantes, firmando obras que alientan ciertas reflexiones, entretenidas y dedicadas a un público adulto. Jurado Nº 2 se impone como una hermosa nota de despedida que se enmarca dentro de esos parámetros situándose entre las mejores películas de un año de cine poco deslumbrante que ya agoniza.

     Eastwood siempre ha tenido una extrema debilidad por situar al hombre justo en el centro de sus temáticas, ya sea en el salvaje Oeste o en la jungla urbana, el hombre corriente que hace lo correcto, es decir, lo que Dios manda intentando mantener el control en situaciones difíciles. Aquí, el protagonista, interpretado con sutileza y matices por Nicholas Hoult, se siente agobiado por un dilema moral que sirve al director para crear una introspección psicológica y emocional del personaje, atrapado en una encrucijada ética y atenazado por el miedo, la culpa, la responsabilidad y las limitaciones de la ley en un devastador debate íntimo. No hay herida ni enfermedades que duelan más que las propias del alma.

       Tomada como testamento fílmico en forma de drama judicial, Jurado Nº 2 confirma lo que siempre he defendido: todos los ignorantes que han criticado al actor/director por sus inclinaciones políticas (un hombre defensor del respeto por la ley y amante del orden y la justicia), no saben que el artista ha mostrado más empatía y sensibilidad por los débiles, los desplazados y las personas que sufren que todos ellos juntos, que no aportan nada y se retoalimentan de eslóganes baratos que resuenan sin sentido en su cámara de ecos.

       El caso que se dilucida en los tribunales tiene toda la pinta de ser un caso criminal de violencia doméstica en el que Justin, el protagonista, cree estar involucrado de manera accidental. A medida que se desarrolla el juicio va hilando hilos a partir de un atropello que ocurrió un día lluvioso cuando se dirigía a su casa. No hay certezas, pero uno tiene que asumir esa premisa para incendiar la intriga y pensar en lo que haría si estuviera en el lugar de Justin. Para colmo, Justin es un alcohólico en proceso de rehabilitación. Nadie creería que cuando se produjo el atropello conducía sobrio.

      En sus habilidades persuasivas está el convencer al jurado para que absuelva o condene al acusado y novio de la víctima. Justin sabe que convencer al jurado no es una empresa imposible, pasa en demasiadas ocasiones con decisiones apresuradas y movidas por prejuicios. Lo que supone una denuncia al sistema judicial, que es en definitiva lo que se está juzgando. Jurado Nº 2 tiene un magnífico guión lleno de giros verosímiles, aunque lo que más nos interesa es la lucha infernal en la conciencia del protagonista, los agujeros negros de la justicia y la vulnerabilidad ante el sistema de cualquier persona inocente.



lunes, 7 de octubre de 2024

CRÍTICA: "STRANGE DARLING" (J. T. Mollner, 2024)

 

Una aventura peligrosa

“STRANGE DARLING”  êêêê

DIRECTOR: J. T. Mollner.

INTÉRPRETES: Willa Fitgerald, Kyle Gallner, Barbara Hershey, Ed Begley Jr.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 96 minutos / PAÍS: EE. UU. / AÑO: 2024

    Han transcurrido ocho años desde el debut del director J. T. Mollner con la muy aseada película Ángeles y forajidos (2016), un western visceral, sangriento y sucio que nos presenta la figura de un cazarrecompensas que persigue el rastro de una salvaje banda de forajidos. Mientras junto estas letras veo que está programada en la sección oficial del Festival de Sitges la exhibición de su nueva criatura que lleva por título Strange Darling (Querido extraño), que en mi opinión es, hasta la fecha de hoy, la mejor película del año.

    Strange Darling narra cómo durante una noche de juerga una joven, The Lady (Willa Fitgerald), conoce a un hombre carismático y atractivo, The Demon (Kyle Gallner), sin imaginarse que es un asesino en serie. Lo que comienza como una aventura de una noche servirá para descubrir la verdadera identidad de su acompañante. La joven finalmente escapa, pero el asesino no la dejará huir tan fácilmente. Comienza entonces una persecución en la que el asesino en cada paso se acerca más a su presa.

     Narrada de forma no lineal y dividida en capítulos desordenados, en Strange Darling nada es lo que parece, por lo que recomiendo a mis lectores que no hagan caso a la sinopsis que acaban de leer, pues el director se encarga de subvertir la lógica interna del relato. Así, la función basa su efecto en varios aspectos esenciales: la tensión y dinamismo de la trama, el gran trabajo de todo el reparto, la narrativa alterada y una fotografía hipnótica a cargo de del actor Giovanni Ribisi que debuta como iluminador. Se hace conveniente subrayar que el orden no cronológico de los capítulos no es un mero capricho, pues sin esa estructura narrativa todo lo que el director cuenta carecería de sentido.

    Sí, ya sé que tenemos muchos ejemplos de películas con narrativas inconexas (Irreversible, Memento), y aun así la creatividad del guión de J. T. Mollner resulta sugerente y los saltos temporales nos ayudan a disfrutar la historia encajando todas las piezas del puzzle. Es curioso el virtuosismo del director para fusionar los planos y la música con el apoyo de una exuberante fotografía que utiliza asiduamente el color rojo como señal de alerta y el influjo de neones de color pastel. Cierto es que este cronista adivinó pronto los derroteros que tomaría la historia a pesar de la disfunción narrativa, aun así, son los giros de la trama, el subversivo juego del gato y el ratón, el humor grotesco, las escabrosas situaciones vividas por la pareja protagonista los elementos que maximizan el impacto de la intriga.

     Con especial mención al actor Kyle Gallner, que lleva una carrera en continuo ascenso y a la cautivadora Willa Fitgerald, que firma una de las mejores interpretaciones del año haciendo uso de un abanico de recursos dramáticos y sarcásticos, Strange Darling se sigue con interés desde el comienzo cuando vemos a la protagonista, The Lady, correr aterrorizada y ensangrentada a través de un bosque, Caperucita Roja huyendo del lobo feroz. Si bien he de reconocer que se me hace muy complicado escribir la reseña de esta película sin caer en spoilers que destripen algunos giros y sorpresas, pues lo recomendable es enfrentarse a su visionado con las menores referencias posibles, una montaña rusa de sensaciones que surgen a medida que vamos desbrozando el rol asignado a cada miembro de la pareja.


    Ejemplo de cine independiente, filmada en 35 mm y con cierta influencia del cine de Tarantino, Strange Darling no se detiene mucho en el perfil de los personajes, pero hay tiempo para fugaces apuntes sobre las relaciones tóxicas, el consentimiento, las perversiones, las denuncias falsas y la búsqueda incesante y desoladora de una conexión genuina.