El debut de Kathryn Bigelow
DIRECTOR: Kathryn Bigelow,
Monty Montgomery.
INTÉRPRETES: Willem Dafoe,
Robert Gordon, Marin Kanter, J. Don Ferguson, Tina L´Hotsky, Lawrence Matarese,
Danny Rosen, Ken Call.
GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 85 minutos / PAÍS: EE.UU. /
AÑO:
1981
La ópera prima de Kathryn Bigelow firmada junto a Monty Montgomery se ha convertido con los años en una de las más preciadas películas de culto aunque en la época de su estreno pasó desapercibida. The Loveless, que originalmente se tituló Brakdown, es puro cine independiente que contiene varios elementos que nos ayudarán a comprender ese estatus de culto que la película ha alcanzado en las últimas décadas: representó el debut de una directora prestigiosa que, recordemos fue la primera mujer en ganar un Oscar a la mejor dirección, la película está codirigida por Monty Montgomery, que fue el productor de Twin Peaks y de Corazón salvaje de David Lynch, además de ser el famoso cowboy que aparece en el film de Lynch Mullholland Drive (2001) con el que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Monty también rodó junto a Lynch los episodios de la serie Hotel Room (1993).
Por otra parte, Willem Dafoe hace su primer papel como protagonista y acreditado (en La puerta del cielo no obtuvo acreditación), con un papel y una estética muy similar a la que luciría dos años después en Calles de fuego (Walter Hill, 1984), interpretación que le lanzaría a la fama. Por último, la película está coprotagonizada por el músico rockabilly Robert Gordon, un ídolo en los años 70 y 80 que llenaba las pistas con éxitos como “Rock Billy Boogie” y que contribuye con varios temas en la banda sonora de la película. No quisiera olvidarme de Marin Kanter, con una cerrera de escaso recorrido pero su presencia se impone como absolutamente magnética e inspiradora.
Con los apabullantes ecos referenciales de Salvaje (Laslo Benedek, 1953) y Scorpio Rising (Kenneth Anger, 1964), la acción nos sitúa a finales de los años 50 para presentarnos a Vance (Willem Dafoe) un desarraigado motorista que acaba de salir de la cárcel y hace una parada en una gasolinera rural para esperar al resto de su banda y dirigirse juntos a Daytona para asistir a una carrera. Cuando llegan Davis (Robert Gordon) y los demás, la estancia en el pequeño pueblo se prolonga pues uno de los motoristas tiene un problema mecánico con su motocicleta. Mientras tanto, la banda de moteros combate el aburrimiento en el pueblo bebiendo cerveza, escuchando rock & roll y dando gas a sus motos. Pronto la comunidad comienza a sentirse intranquila con la ruidosa presencia de la banda en el pueblo.
De narrativa morosa, en el escueto guión escrito por la pareja de directores no importa tanto la línea de diálogos como la cuestión artística y estética. De hecho, para la película, que comenzó su rodaje el 22 de septiembre de 1980 y duró sólo 22 días, Bigelow utilizó los recursos del Centro de Estudios Cinematográficos del MoMA de Nueva York para crear la ambientación y la atmósfera puramente lynchiana, que es donde más se nota la mano de Montgomery. En realidad, de lo que se trataba era de realizar un bello y evocador retrato de un tiempo idealizado y un lugar con sus usos y costumbres haciendo uso de un esmerado diseño artístico. Película de aprendizaje que Bigelow realiza a medias con Monty Montgomery cuando todavía se encontraba estudiando en Nueva York, y que denota ya una preocupación de la incipiente directora por la planificación y el empleo de una iluminación que ilustra la acción ajustándola a la época en que transcurre el relato dotando a la función de una hipnótica y opaca belleza.
The Loveless rebosa clichés y lugares comunes, pero la directora siempre ha declarado que le gustan los géneros cinematográficos comerciales llenos de tópicos y que resultan familiares para subvertirlos y que el espectador se sienta incómodo. Una motivación que seguramente tiene su origen en su vocación por el arte, pues recordemos que Kathryn Bigelow comenzó su carrera artística como pintora y grabando instalaciones de otros artistas. Interesada por el arte conceptual -detrás de cada obra siempre hay un concepto- y con gran sentido visual, se adelantó a la corriente indie que se pondría de moda en décadas posteriores, la crítica tildó a The Loveless como contemplativa, nihilista y pretenciosa. Tenían razón en las dos primeras calificaciones, pero ni mucho menos estamos ante una obra pretenciosa que puede ser entendida como un relato de gran plasticidad sobre la masculinidad y la iconografía del poder más cercano al videoarte que al cine experimental.
La cámara sigue a Vance a su llegada a la cafetería
cuando pide cigarrillos y algo para desayunar entablando una conversación con
la frustrada camarera. Los movimientos de cámara son lentos y los planos largos
poniendo énfasis en la imagen en detrimento de una trama que poco importa. The Loveless concluye
con un dramático clímax, pero durante sus 85 minutos de metraje la pareja de
directores nos ha dejado algunas vagas reflexiones sobre el racismo, los
prejuicios y el abuso en las comunidades cerradas, también sobre una sexualidad
decadente siempre estimulada por las mujeres. El equipo de motoristas no se
muestra violento en ningún momento y parten en busca de su horizonte tras la
tragedia final. Todos comprendemos que ellos han sido la chispa que ha hecho explotar
toda la podredumbre y la miseria moral de la comunidad. Una película muy
curiosa.