Un film desequilibrado con buenas
intenciones
UN DÍA PERFECTO êê
DIRECTOR: FERNANDO
LEÓN DE ARANOA.
INTÉRPRETES: TIM
ROBBINS, BENICIO DEL TORO, OLGA KURYLENKO, MÉLANIE THIERRY, FEDJA STUKAN, ELDAR
RESIDOVIC, SERGI LÓPEZ.
GÉNERO: COMEDIA /
ESPAÑA / 2015 DURACIÓN: 100 MINUTOS.
Su último film, Amador
(2010), sobre un hombre discapacitado y la joven en apuros económicos que, en
ausencia de su familia, le cuida en verano, me dejó bastante frío. Pero una
nueva película de Fernando León de
Aranoa, un director que nos ha brindado joyas como Familia, Barrio
y Los
lunes al sol, siempre es un espectáculo cinematográfico a tener en
cuenta por el aficionado. Con un potente y atractivo reparto internacional y
teniendo en cuenta que el director madrileño se mueve muy bien por el terreno
de la comedia dramática, Un día perfecto ha resultado una
pequeña decepción, León de Aranoa nunca encuentra el tono y aunque el elenco
cumple profesionalmente, la película carece de emotividad y se ve con mucha
distancia a pesar del esfuerzo de todos sus responsables.
En una zona de
guerra de Bosnia, los cascos azules tratan de controlar la situación y varios
personajes viven sus propios conflictos; Sophie
(Mélanie Thierry) quiere ayudar a la gente, Mambrú (Benicio del Toro) quiere volver a casa, y Katya (Olga Kurylenko) quiso una vez a
Mambrú. Por su parte, Damir (Fedja
Stukan) quiere que la guerra termine, Nicola
(Eldar Residovic) quiere un balón de fútbol, y B (Tim Robbins) no sabe lo que quiere. Un grupo de cooperantes
trata de sacar un cadáver de un pozo de una zona de conflicto. Alguien lo ha
tirado dentro para corromper el agua y dejar sin abastecimiento a las
poblaciones cercanas. Pero la tarea más simple se convierte aquí en una misión
imposible, en la que el mayor enemigo es la irracionalidad. Los cooperantes
recorren el delirante paisaje bélico tratando de resolver la situación como
cobayas en un laberinto.
El tema esencial
de esta película es la guerra, sin embargo no hay disparos ni refriegas de
carácter bélico a pesar de que el espectador siente el pálpito del conflicto y,
sobre todo, sus consecuencias. Sin que
ninguna interpretación destaque sobre la otra, León de Aranoa nos presenta un
film intimista que desarrolla su acción en uno de esos países balcánicos donde
la guerra (que como tal suponemos acabó hace tiempo) dura una eternidad y la
paz empieza nunca. Las fuerzas pacificadoras de los cascos azules parece que
tienen el control, pero la amenaza está siempre presente y hasta las acciones
más cotidianas resultan difíciles de realizar. Aunque no guarda similitudes con
nada de lo que su director ha realizado hasta la fecha, en Un día perfecto están
algunas de las constantes y obsesiones temáticas que conforman el universo de
su autor: el factor humanista y las injusticias, el sufrimiento de las víctimas,
la solidaridad, la amistad y la virtud de la honradez, en este caso
representada por el colectivo de cooperantes en misión humanitaria y en lucha
por superar los obstáculos del sistema teniendo en cuenta las necesidades de
los más débiles. El problema es que la película sufre un grave desequilibrio,
inconsistencia, y una indefinición que actúa como rémora en situaciones que se
me antojan forzadas.
Lo que sí
demuestra el cineasta es una técnica depurada que no había exhibido en sus
anteriores películas, alejándose del estilo naturalista y semidocumental de sus
obras de carácter social, algo que podemos disfrutar en postales visualmente
bellísimas de los escenarios naturales, en planos muy medidos y profesionales. Durante
todo el metraje se suceden los chistes, los momentos cómicos y mucha road
movie, pilar de un argumento que se resume en un grupo de cooperantes
internacionales tratando de sacar un cadáver de un pozo, alrededor del cual se
pueden inventar las situaciones que se quiera pero que es lo que es. Las relaciones
interpersonales entre el grupo apenas están esbozadas y como ejemplo puede
servir esa inane historia de amor entre Mambrú y Katya, un personaje
irrelevante éste último, aunque no tanto como un Sergi López en fugaz aparición.
Aún así, Un día perfecto no es un film desdeñable gracias al trabajo de
intérpretes como Benicio del Toro y Tim Robbins, que aunque no nos brindan su
mejor trabajo, rebosan talento y carisma al servicio de una historia que sin
llegar a ser auténticamente inspiradora rezuma dignidad y buenas intenciones. Uno
de los elementos más disonantes es la desafortunada selección musical, fuera
del contexto de un relato que nos pasea por una tierra testigo de las mayores
crueldades y por donde corrieron ríos de sangre, de ahí que la metáfora de la
cuerda se imponga como una llamada de alerta a la bondad de los corazones.