Distrito apache
“SHORTA. EL PESO DE LA LEY” êêê
DIRECTOR: Frederik Luis Hviid y Anders Olholm.
INTÉRPRETES: Jacob Ulrik Lohmann, Simon Sears, Tarek
Zayat, Issa Khatabb, Özlem Zaglanmak, Arian Khasef, Josephene Park.
GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 108 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2020.
Debut en el largometraje de los cineastas daneses Frederik Luis Hviid y Anders Olholm que anteriormente habían rodado un corto cada uno de ellos. La trama de Shorta, digámoslo ahora, no resulta nada original y los ecos referenciales nos remiten a Asalto a la comisaría del distrito 13 (John Carpenter, 1976), Los miserables (Ladj Ly, 2019), El odio (Matthieu Kassovitz, 1995), por poner algunos ejemplos, pero la pareja de directores logran imprimir cierto sello personal tomando como escenario la Dinamarca actual, una sociedad multicultural y segregada rebosante de tensiones raciales. Talib, un joven inmigrante musulmán de segunda generación entra en coma tras un enfrentamiento con la policía y muere bajo tutela policial. Mientras, los agentes de policía Jens Hoyer (Simon Sears) y Andersen (Jacob Ulrik Lohmann) realizan una patrulla rutinaria por el gueto de Svelgarden. Tras conocerse la noticia de la muerte del joven Talib se desatan violentos disturbios en el vecindario, que se convierte en un infierno para los agentes que, además, custodian a un joven magrebí que han detenido.
Se supone que la función es una severa denuncia sobre la brutalidad policial y los tics racistas de los agentes encargados de hacer cumplir la ley, pero lo cierto es que la pareja de directores nos interna en un barrio de Copenhague con índices de criminalidad alarmantes, lo que sirve de contrapeso a esa principal premisa dotándola de una justificación. La acción discurre cuando dos policías son atacados en su coche patrulla y permanecen atrapados durante una jornada completa acechados por las bandas que los persiguen buscando venganza. Custodiando a un joven preso árabe que han detenido y que intentará ayudarles a encontrar una salida en ese “territorio apache”, los roles se invierten y serán ellos los perseguidos. Además, las diferentes personalidades de los policías (el impulsivo Andersen con tendencia xenófoba, y Hoyer, con un talante más calmado y comprensivo) se ven alteradas al comprobar que, en según qué situaciones, los principios y el crédito moral se resquebrajan.