La tierra tiembla
SAN ANDRÉS êê
DIRECTOR: BRAD
PEYTON.
INTÉRPRETES: DWAYNE JOHNSON, ALEXANDRA DADDARIO, CARLA
GUGINO, PAUL GIAMATTI, HUGO JOHNSTONE-BURT, ART PARKINSON.
GÉNERO:
CATÁSTROFES / EE.UU / 2014 DURACIÓN: 114 MINUTOS.
Si para algo ha
servido esta nueva vuelta de tuerca al cine de catástrofes titulada San
Andrés
y dirigida por Brad Peyton (Viaje
al centro de la Tierra: La isla misteriosa) es para invitarme a un
nostálgico viaje en el tiempo en el que me veo, siendo un cándido infante,
delante de un mastodóntico cine de cerca de dos mil butacas esperando en la
cola para entrar a ver Terremoto (Mark Robson, 1974), film
resultón protagonizado por Charlton Heston y la bella Ava Gardner en el que la
ciudad de Los Ángeles se veía asolada por un fuerte seísmo y con la que
Hollywood comenzaba a dar señales certeras del poderío que la industria podía
generar en cuanto a efectos digitales y de sonido probando el nuevo
sensorround, con la intención de conferir un realismo escalofriante a este tipo
de películas de desastres naturales aunque olvidaran pulir unos guiones que
repetirían esquemas en décadas futuras.
Me da la impresión
que este tipo de artefactos tiene ya una limitada capacidad para enganchar al
público de hoy acostumbrado a ver todo clase de tragedias en los informativos
de todo el mundo. San Andrés nos presenta a Ray
(Dwayne “The Rock” Johnson), uno de los más experimentados miembros de la
brigada de rescate de los bomberos de Los Ángeles que está a punto de
divorciarse de su mujer, Emma (Carla
Gugino), de quien se siente todavía enamorado pero está a punto de divorciarse
porque la pérdida de una hija ha deteriorado el matrimonio. Emma está a punto
de irse a vivir con su nuevo novio, un multimillonario que se ofrece para
llevar en su avión privado a San Francisco a su otra hija, Blake (Alexandra Daddario), pues el plan es que se encuentre allí
con su padre una vez que regrese de de Nevada, donde ha tenido lugar un potente
terremoto. Esa misión le permite volver a Los Ángeles pilotando un helicóptero
y rescatar a su todavía mujer después de que otro violento seísmo destruya gran
parte de la ciudad. Los dos partirán hacia San Francisco para rescatar a su
hija Blake, pero en esa ciudad se ha desatado la furia de la falla de San
Andrés.
Tópicos
personajes para una historia muy típica, algo que como apuntaba se viene
repitiendo de manera cansina desde hace décadas, tal vez desde aquella
lejanísima San Francisco (W. S. Van Dyke, 1936) que con Clark Gable en el
papel estelar reproducía el gigantesco terremoto que asoló la ciudad de San
Francisco en abril de 1906. El gran problema de San Andrés es la
sensación déjà vu que proyecta, la impresión de ser un refrito de otras
películas de desastres en donde, sin andarse con medias tintas y apoyándose en
unos impactantes efectos digitales, se destruye de manera espeluznante las
ciudades de Los Ángeles y San Francisco. A
pesar del esquematismo del guión, habrá espectadores que disfruten de su
aspecto lúdico sabiendo que todo se desarrollará de manera previsible,
olvidándose de lo inverosímil de su trama y el manido componente melodramático.
Los efectos
CGI son lo más llamativo de una cinta que, mucho me temo, pasará pronto al
olvido sin erigirse en referencia. Penalizada por lo endeble de su argumento y
con actuaciones realmente mediocres (salvando tal vez a ese sismólogo al que da
vida Paul Giamatti), como no podía ser de otro modo en un film de acción
protagonizado por Dwayne Johnson, Brad Peyton se tira al barro
de un espectáculo vertiginoso que incluye contados toques de humor y que no es
sino otra simple propuesta que sigue las coordenadas que marca el subgénero,
unos códigos invariables en donde la magnitud de la tragedia se ve con
distancia debido al infantil planteamiento en el que ni siquiera importa el
recuento de víctimas. En fin, película palomitera realizada con un presupuesto
medio que puede colmar las exigencias mínimas de los estándares que demanda el
público de multisalas pero que no logrará alojar ni una sola secuencia en mi
martirizada memoria cinéfila.