viernes, 23 de noviembre de 2018

CRÍTICA: "BURNING" (Lee Chang-Dong, 2018)


Una historia de perdición
BURNINGêêêê
(Lee Chang-Dong, 2018)
    

   Lee Chang-Dong no es de los cineastas coreanos más conocidos por estos lares. Sin embargo, cuenta ya con media docena de largometrajes de una calidad notable. En su nueva película, Premio FIPRESCI en el pasado Festival de Cannes, adapta un relato corto de Haruki Murakami que nos acerca a Jongsu (Yoo Ah In) un joven repartidor que al hacer una entrega se encuentra por casualidad con Haemi (Jun Jung-seo) una chica de su pueblo que era vecina suya y de la cual se enamora. La joven le pide que cuide a su gato durante un viaje a África. A su regreso, Haemi le presenta a Ben (Yeun Steven) un joven misterioso y rico que conoció allí. Un día, Ben le revela un pasatiempo muy extraño y poco después, Haemi desaparece.


    Burning es la historia de una obsesión y al mismo tiempo un relato sobre el fracaso personal y la perdición. La minimalista trama avanza de un modo sinuoso, silencioso y a veces contemplativo en la presentación de unos personajes diametralmente opuestos tanto en el carácter como en su situación social en el entorno. Por un lado tenemos a Jongsu, que tiene aspiraciones de escritor, trabaja en lo que puede y se encarga de la casa familiar en el pueblo y de una vaca que su padre no puede cuidar porque está detenido a causa de una agresión. Su sensación es de abatimiento, no progresa, no tiene amigos y su profundo amor no es correspondido por Haemi; el sofisticado Ben es todo lo contrario, su tren de vida es elevado, conduce un Porche, visita locales exclusivos, sabe cocinar y su don de gentes hace que tenga muchos amigos. Como cúspide del triángulo tenemos a la hermosa Haemi, preocupada por los niveles de pobreza en África, tan liviana, evanescente y soñadora.


      Poco a poco la atmósfera se va tornando más misteriosa y enrarecida, la tensión se masca cuando Haemi desaparece sin despedirse de nadie. En el desarrollo argumental no hay alteraciones bruscas, pero una calma tensa anticipa la tragedia. Con filamentos de thriller, Burning es mucho más que un drama sobre ricos y pobres o sobre ganadores y perdedores, hay algo insidioso en la personalidad del sibarita, distante y desconcertante Ben, una cínica ambigüedad que causa una incontrolable ansiedad en Jongsu, víctima de un amor volátil, abocado ya a una espiral fatalista que teñirá la gélida luna de sangre. Sobre la nieve queda escrito su fracaso, también el de un mundo que da la espalda a los dramas cotidianos. Hermoso, triste y perturbador relato de tono existencialista. De lo mejor del año.

sábado, 17 de noviembre de 2018

“OVERLORD” (Julius Avery, 2018)


 La esencia del Mal
 OVERLORD  êêê
(Julius Avery, 2018)


   Tuve la oportunidad de ver la ópera prima del director australiano Julius Avery titulada Son of a Gun (2014), un thriller aceptable como artefacto de pura evasión que protagonizado por Ewan McGregor versa sobre un joven que es condenado a prisión por un delito menor y que encuentra allí la protección del criminal más famoso de Australia. Overlord es segunda película pergeñada a raíz de una idea de Billy Ray que también ha colaborado en el guión. La acción nos sitúa en la Segunda Guerra Mundial antes del Día D, cuando un grupo de paracaidistas estadounidenses caen tras las líneas enemigas en Francia para realizar una misión crucial. Pero a medida que se acercan al objetivo, comienzan a darse cuenta de que algo más que una simple operación militar se está gestando en la aldea ocupada por los nazis.


   Producida por J.J. Brams, existe ya una notable filmografía que mezcla el cine de terror y bélico (una de las más famosas es Zombis nazis que dirigió Tommy Wirkola en 2009), pero Overlord  tal vez sea una de las mejores muestras de este subgénero. En un paisaje reconocible de las clásicas películas bélicas, la trama que poco a poco se va bifurcando hacia los oscuros dominios donde tiene lugar un festival de horror. El que se deriva de los experimentos nazis en la búsqueda del inmortal supersoldado. Como si de una versión terrorífica de Malditos bastardos se tratara, la misión del grupo de soldados de derribar una torre de control que los nazis han situado en la iglesia de un pueblo francés, se impone como la excusa para sumergirnos en su espeluznante sótano del terror, epicentro de las más crueles aberraciones, en donde un émulo del Dr. Josef Mengele (el ángel de la muerte de Auschwitz) se eleva como icono imperecedero del Mal que destila la esencia pura del nazismo. 


   Con buenas interpretaciones de todo el reparto (especial mención para Wyatt Russell, hijo de Kurt Russell y Goldie Hawn, y del afroamericano Jovan Adepo), el film se abre con una escalofriante escena en la que el avión que transporta a los paracaidistas es atacado por las baterías antiaéreas alemanas siendo agujereado como un queso emmental, secuencia que nos muestra el nervio de Avery para para planificar la acción y crear una tensión dolorosa. Aunque la función por momentos desprenda un tufillo de exaltación patriotera, los aficionados al género saludamos este estreno con gran júbilo.   

“MILLENNIUM: LO QUE NO TE MATA TE HACE MÁS FUERTE” (Fede Álvarez, 2018)


Una Lisbeth Salander poco atractiva
MILLENNIUM: LO QUE NO TE MATA TE HACE MÁS FUERTEêê
(Fede Álvarez, 2018)
     

   Película de encargo para Fede Álvarez (firmante del remake de Posesión infernal y No respires) en la que encontramos muy poco del talento en sus anteriores obras y que parte de un guión muy flojo y con una protagonista que me resulta muy poco atractiva. Aquí Lisbeth Salander (Claire Foy) y el periodista Mikel Blomkvist (Sverrir Gudnason) se ven atrapados en una red de espías, ciberdelincuentes y funcionarios corruptos del gobierno. En realidad, estamos ante la adaptación de una novela de David Lagercrantz que continúa la saga literaria del fallecido Stieg Larsson.


    Poco podemos salvar de este gélido thriller firmado por el cineasta uruguayo Fede Álvarez que nos presenta a una heroína despojada de todo componente bizarro y de su megnética y tortuosa personalidad. Aquí todo es aflicción fingida y tensión a medio gas en el desarrollo de un argumento que tiene que ver con el control informático de los misiles de todos los países del mundo. Lo cierto es que Salander ha cambiado mucho con respecto a aquella que conocimos encarnada por Noomi Rapace y Rooney Mara, pues ahora se nos muestra más cercana a la figura de James Bond e incluso Jason Bourne que a aquella enigmática heroína de barrio que castiga sin piedad a los hombres que maltratan a las mujeres y ayuda a resolver casos de asesinos en serie. Y es que tratar de salvar al mundo de un desastre nuclear es algo que no encaja dentro del imaginario de los lectores de Larsson y sus adaptaciones cinematográficas. El periodista Blomkvist tiene en la función un papel insustancial y la trama se desarrolla sobre un paisaje glacial  en donde se planifican una serie de secuencias de persecuciones, peleas cuerpo a cuerpo y tiroteos que intentan camuflar las carencias del guión sin conseguirlo. Eliminada la tensión sexual, la sordidez, la atmósfera oscura y la carga de profundidad psicológica, poco hay que rascar en este artefacto sin alma.  


lunes, 12 de noviembre de 2018

"BOHEMIAN RHAPSODY" (Bryan Singer, 2018)


Explosivo artefacto musical
 BOHEMIAN RHAPSODY  êêê
(Bryan Singer, 2018)
   
  
    Biopic sobre la legendaria banda británica Queen y su carismático frontman Freddie Mercury. La película está dirigida por Bryan Singer (Sospechosos habituales, X-Men, Superman Returns: El Regreso, Valkiria) y narra el meteórico ascenso de la banda rock a través de sus míticas canciones y peculiar sonido, sus crisis cuando Freddie Mercury (Ramik Malek) quiso volar en solitario dejando que su vida viajara a lo loco y sin freno, y su triunfal reunión en víspera del multitudinario concierto Live Aid organizado por Bob Geldof, en donde el cantante, enfermo ya de sida, lidera a la banda en uno de los conciertos de rock más grandes de la historia. Bohemian Rhapsody se remonta al origen de la banda, que siempre se pareció más a una familia y que ha influido en varias generaciones de músicos formando parte ya del imaginario colectivo universal.


   El cine además de cultura y arte es también un negocio, y la película biográfica firmada por Singer tiene más de producto diseñado para asaltar las taquillas contando con el apoyo de los millones de fans que la banda tiene en todo el mundo, que de película escrupulosa sobre los avatares de Queen desde su fundación y haciendo un somero recorrido por su itinerario musical. Bohemian Rhapsody profundiza poco en la compleja personalidad de Mercury subrayando sus rasgos más superficiales, fachada que escondía una mente confusa, un carácter ambiguo y un cinismo tan fascinante en lo divertido como en lo trágico. Pero el caso es que la película resulta competente en su vertiente de explosivo espectáculo musical, realizando un sugerente recorrido por los temas más populares del grupo. 


    Rami Malek se impone como un clon casi perfecto de Mercury y su imponente caja de dientes, atrapando su aura magnética y su histrionismo, convirtiéndose en lo mejor de la función. El rodaje del film fue tortuoso, sufriendo cambios notables (de guión, de actor y de director) lo que sin duda ha influido en que la historia se quede corta para el cinéfilo impenitente pero muy atractiva para el público de multisalas.


"INFILTRADO EN EL KKKLAN" (Spike Lee, 2018)


Irregular y panfletario relato
INFILTRADO EN EL KKKLANêê
(Mar Taragona, 2018)
     
  
    Plan oculto (2006) es la última gran película de Spike Lee hasta la fecha pero en el entreacto hasta esta última producción pudimos disfrutar de una película producida por Netflix muy decente titulada Rodney King (2017) sobre el taxista afroamericano apaleado por la policía en 1992 en Los Ángeles, y de dos jugosos documentales sobre las figuras de Michael Jackson, Bad 25 (2012) y del boxeador Mike Tyson, Mike Tyson: Undisputed Truth (2013), porque sobre el remake de Old Boy (2013) es mejor cubrirlo con un tupido velo. En su nueva película el director nacido en Atlanta se basa en el libro autobiográfico de Ron Stallworth  que narra una historia real que tuvo lugar a principios de los años 70, época de agitación social y tensiones raciales. Ron Stallworth (Jhon David Washington) se convierte en el primer agente negro del departamento de policía de Colorado Springs. Recibido con escepticismo y hostilidad por sus mandos y demás compañeros, Ron no se arruga y decide seguir adelante y hacer algo por su comunidad infiltrándose en las filas del Ku Klux Klan.

  
   En clave de comedia negra, Spike Lee nos regala otra de sus películas doctrinarias y discursivas cercana al panfleto. Comprendemos y compartimos su rabia y temor ante un dirigente tan zafio, machista y racista como Trump –al menos el arriba firmante-, pero se equivoca al elegir una fórmula tan simple y lineal, sin apenas aristas. Lo de infiltrado es además, relativo, pues evidentemente el policía negro sólo mantiene conversaciones con el Klan por teléfono, mientras que es uno de sus compañeros blancos, agente al que da vida Adam Driver, el que se reúne con ellos en persona. Los subrayados resultan en muchos momentos molestos y muy tosca la retórica política. Lee intenta dar un poco de verosimilitud a Infiltrado en el KKKlan cuando al final muestra imágenes reales de lo acontecido el pasado año en Charlotteville, todo para hacer una torpe y nada sutil analogía del estado de las cosas en los Estados Unidos de la época en que sitúa su relato y la era Trump, uno de los momentos más siniestros y terribles de la historia de sus país.

viernes, 2 de noviembre de 2018

CRÍTICA: "EL FOTÓGRAFO DE MAUTHAUSEN" (Mar Taragona, 2018)


Testimonio gráfico del horror
EL FOTÓGRAFO DE MAUTHAUSENêê
(Mar Taragona, 2018)
     
   
   Guardo una primera edición de El fotógrafo de Mauthausen (RBA, 2002) terrorífico y notable testimonio gráfico que comprende una serie de fotografías realizadas tomadas por las SS en ese campo de exterminio que se salvaron de ser destruidas por los nazis cuando se acercaba su derrota. La clave estuvo en Francisco Boix, preso español en ese terrible campo de la muerte y empleado en el laboratorio fotográfico que consiguió sustraerlas y con ayuda de otros compañeros ocultarlas durante años. Boix, que fue un testigo importante en el proceso de Nuremberg, una vez derrotados los nazis, captó, con la misma cámara utilizada por las SS, los últimos coletazos del horror y la libertad y dignidad recobradas.


    En la película de Taragona es Mario Casas quien da oxígeno al barcelonés  Francesc Boix (1920-1951) cuyo testimonio, insisto, fue determinante para condenar a muchos jerarcas nazis en los juicios de Nuremberg de 1946. A la película se le notan sus limitaciones de presupuesto aunque está rodada con un suficiente nivel técnico y artístico si pensamos el intrépido reto que supone recrear un acontecimiento histórico de esas dimensiones, aunque aquí lo que importa es narrar la hazaña de Boix como eje central. Así, aplaudo más la loable iniciativa de acercarnos a aquel espeluznante suceso real que los resultados conseguidos en cuanto a atmósfera y personajes, que salvo el subrayado sobre la personalidad determinante y digna del protagonista, el resto queda muy difuminado. 


   En El fotógrafo de Mauthausen no se profundiza en las reflexiones que plantea y todo lo que narra de un modo esquemático lo hemos visto ya en multitud de películas, aunque reconforta ver tras los títulos de crédito, algunas fotografías reales como la del cadáver desnudo del comandante del campo de concentración de Mauthausen-Gusen, Franz Ziereis, colgado por los prisioneros de Gusen I en la verja del campo.