Buen cine comercial sin
complejos
COMBUSTIÓN êêê
DIRECTOR: DANIEL
CALPARSORO.
INTÉRPRETES: ÁLEX
GONZÁLEZ, ADRIANA UGARTE, ALBERTO AMMANN, MARIA CASTRO, MARTA NIETO, LUIS
ZAHERA.
GÉNERO: ACCIÓN / ESPAÑA
/ 2013 DURACIÓN: 104 MINUTOS.
El donostiarra Daniel Calparsoro parece encontrarse en
una etapa efervescente de su carrera. Hace pocos meses asistimos al estreno de la
irregular Invasor (2012) y ahora nos presenta la que hasta la fecha es la
película número ocho de su filmografía aunque, eso sí, sin dejar de lado sus
incursiones en el medio televisivo, para el que ha realizado la miniserie de
dos capítulos producida por Antena 3 Tormenta,
que pudimos ver el pasado mes de febrero. Amante del thriller, el cine de acción y las pasiones al límite (lo que le
convierte en una rara avis dentro del panorama nacional), Calparsoro nos
presenta esta especie de Fast & furious a la española que
nos narra la historia de Mikel (Álex
González) que está a punto de casarse con Julia
(María Castro) dueña de una prestigiosa joyería heredada de sus padres. Durante
su fiesta de compromiso, Mikel conoce a Ari
(Adriana Ugarte), una de las camareras del catering.
Automáticamente surge entre ellos una
fuerte atracción, y por más que Mikel intenta controlar su deseo, acabará entre
los brazos de ella y abandonando a Julia. Ari anda metida en el mundo de las
carreras ilegales de coches, algo que despierta el lado salvaje de Mikel, pero
lo que éste no sabe es que el encuentro con Ari no ha sido casual, pues forma
parte de un plan ideado por ella y su novio, Navas (Alberto Amman) y que en realidad a lo que se dedican es a
seducir a incautos para introducirse en sus casas y robarles. Las cosas se empezarán
a torcer cuando Ari se dé cuenta de que se está enamorando realmente de su
víctima, lo que desatará la furia de Navas haciendo que todo se vuelva
imprevisible.
Si el cine
español busca que el público juvenil regrese a las salas tendrá que ser con
artefactos como éste. Calparsoro lo ha intentado desde siempre con desigual
fortuna, aunque fue una lástima que su ópera prima y mejor película hasta la
fecha, la sórdida Salto al vacío (1994) tuviera tan mala distribución y como
consecuencia pasara tan desapercibida. Con estética de videoclip, COMBUSTIÓN
es un buen ejemplo de cine mainstream
que no desmerece de otros productos hollywoodienses rodados con presupuestos
infinitamente mayores.
Su pulcro aspecto visual, las adrenalínicas
carreras de coches de alta gama, la impenitente música electrónica a cargo de
Carlos Jean y las magníficas figuras que lucen su trío protagonista, son
elementos suficientes para que la función resulte atractiva para ese público
adolescente tan alejado de las propuestas que generalmente ofrece el cine
patrio, y que sólo busca un entretenimiento pasajero con alicientes como la
violencia, la velocidad a tope con coches de lujo, el sexo salvaje y la música dance cañera. El espectador se
encontrará con un relato más maduro que 3 metros sobre el cielo, las escenas
de acción están rodadas de manera más creíbles y la progresión dramática logra
mantener la tensión sin dejar que la narración caiga nunca en el ridículo.
Daniel Aranyó
ambienta los escenarios con una climática luz para dibujar auténticas postales
urbanas, una prueba del gusto de un todoterreno como Calparsoro para rodearse
de competentes artesanos. Dejando de lado los aspectos técnicos, COMBUSTIÓN
funciona por el buen pulso de su director y la labor de un trío protagonista
envueltos por una química especial; contengan la respiración cuando el
apasionado y visceral Álex González y la zorra seductora Adriana Ugarte fundan
tórridamente sus cuerpos en una escena soft-core que provoca hormigueos… sin
olvidarnos de un Alberto Ammann duro, cruel y camaleónico como pocos demostrar
su talento en todos los registros.
Como en casi todas las historias, hay una
víctima, que en este caso un tipo que se ve enredado en la tela de araña que le
tiende una mujer fatal, el camino a la perdición parece estar marcado para él
que creía haber encontrado la estabilidad económica y emocional tras un pasado
borrascoso que actúa de intrahistoria. El film, tamizado por una pátina cool y una estética sofisticada, en
ningún momento tiene proyección de trascender camuflando la simpleza de su
guión, actuando sólo como una muestra equidistante de buen cine comercial que
se presenta ante el espectador si ningún complejo.