domingo, 29 de septiembre de 2024

CRÍTICA: "LA SUSTANCIA" (Coralie Fargeat, 2024)

 

Espejito, espejito…

LA SUSTANCIA(2024) êêê

DIRECTOR: Coralie Fargeat.

INTÉRPRETES: Demi Moore, Margaret Qualley, Dennis Quaid, Gore Abrams, Tom Morton.

GÉNERO: Ciencia ficción / DURACIÓN: 140 minutos / PAÍS: Reino Unido / AÑO: 2024

    Segundo largometraje de la directora parisina Coralie Fargeat tras la escalofriante Revenge (2017), una película enmarcada dentro del subgénero rape & revenge (violación y venganza), que obtuvo el premio a la Mejor dirección y Dirección Novel en el Festival de Sitges con un gran trabajo físico de la protagonista, Mathilda Lutz, dando oxígeno a una mujer a la que un tipo agrede sexualmente y que, junto con sus dos cómplices, abandonan en medio del desierto dándola por muerta. Pero no lo está, y su venganza será implacable.

    El talento de la realizadora francesa se ve confirmado en su nueva propuesta, La sustancia, que nos presenta a Elisabeth Sparkle (Demi Moore), una veterana actriz que dejó atrás sus mejores tiempos y ahora conduce un programa de fitness para la televisión. Debido a su edad es despedida por el jefe de los estudios, Harvey (Dennis Quaid), por lo que ya no tiene ingresos y está desesperada. Tras sufrir un accidente de tráfico es ingresada en un misterioso hospital en donde alguien le ofrece una sustancia que la transformará en una versión mejorada de sí misma, un alter ego más joven, bello y perfecto. El revolucionario producto inyectable la convierte en un pibón llamado Sue (Margaret Qualley), pero tiene unas indicaciones estrictas: debe pasar una semana en su cuerpo mejorado seguida de otra en su cuerpo real, y así sucesivamente. Si rompe este ritmo, las consecuencias serán nefastas.

     De la belleza, el envejecimiento y la perpetua mirada masculina heteropatriarcal trata la nueva cinta de Coralie Fargeat que se impone como una cruda fábula que nos incita a la reflexión sobre el culto a la juventud, la imagen y la marginación de las actrices y modelos cuando llegan a una determinada edad en cumplimiento de unos estrictos cánones de belleza. Escrito está, Demi Moore da vida a una antigua actriz y sex symbol (lo que en la vida real fue en sus años dorados en la gran pantalla), reconvertida ahora en monitora de ejercicios aeróbicos para la televisión. Un día, debido a su avanzada edad, cancelan su programa y acepta el uso de un extraño tratamiento que le permite transmutarse en un alter ego más joven y vital. Así, de su contenedor corporal, un mero cascarón, surgirá la jovencísima y atractiva Sue, con todos los atributos que una mujer anhela y un hombre desea.  

    La directora fija y amplifica su mirada sobre el cuerpo de Sue con planos de detalles, ángulos y encuadres que la cosifican y nos sitúa dolorosamente ante el espejo mostrando nuestra obsesión por las apariencias y condición de vouyeurs. Estimulada por los ecos de la corriente de “La Nueva Carne” entre cuyos mejores popes se encuentra David Cronenberg y la magistral obra de Oscar Wilde El retrato de Dorian Gray, Fargeat crea con La sustancia una punzante sátira sobre los repugnantes códigos por los que se rige desde siempre el show business, mostrando cómo una actriz que antaño ganó un Oscar se ve ahora desplazada por la mella que ha dejado en su cuerpo el inexorable paso del tiempo, dejándola sin su único medio de subsistencia. Algo que al productor sin escrúpulos (un zafio y repulsivo Dennis Quaid), le importa un carajo, pues demanda carne fresca.      

     Todos coincidiremos en que el culto a la imagen y la belleza se ha sobredimensionado en los últimos tiempos con las redes sociales, y el estúpido narcisismo de influencers, streamers, youtubers y demás ralea, aunque los que tenemos cierta edad ya conocimos un fenómeno de más baja intensidad con las top models de los años 80. Sin embargo, todos somos conscientes de que en la industria audiovisual los actores pueden seguir brillando como estrellas en papeles protagónicos encarnando a atractivos galanes aun siendo sexagenarios o septuagenarios, es el caso de José Coronado, Richard Gere, George Clooney, Brad Pitt, Tom Cruise… algo que parece vetado a las actrices, relegadas a papeles secundarios y que una vez traspasada la barrera de cuarentena comienzan a ver cómo sus agendas se vacían y sus carreras descarrilan siendo relegadas a papeles secundarios. Finalmente, La sustancia acaba derivando en una alegoría grotesca sobre nuestros peores males: la cosificación de la mujer, el sexismo, el machismo, la exposición y mercantilización de la intimidad y el desprecio a los ciclos naturales de la existencia. Un final monstruoso que tal vez sea nuestro verdadero yo reflejado en el espejo deforme de nuestra conciencia.



jueves, 19 de septiembre de 2024

CRÍTICA: "LONGLEGS" (Osgood Perkins, 2024)


El aliento de Satanás

“LONGLEGS”  êêê

DIRECTOR: Osgood Perkins.

INTÉRPRETES: Maika Monroe, Nicolas Cage, Blair Underwood, Alicia Witt, Dakota Daulby.

GÉNERO: Terror / DURACIÓN: 101 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2023

     El actor y director Osgood Perkins, hijo del mítico protagonista de Psicosis, Anthony Perkins, debutó en la dirección con la película titulada La enviada del mal (2015), una ópera prima que, a pesar de la floja recepción crítica, es en mi opinión su mejor film hasta la fecha, una película de terror en donde tres chicas encerradas en una escuela femenina en medio de un paisaje nevado verán cómo del lugar se apoderan unas fuerzas oscuras. Más irregular, aunque ni mucho menos detestable, me pareció su segundo largometraje, Soy la bonita criatura que vive en esta casa (2016), sobre una enfermera que se va a vivir a una casa llena de misterios para atender a una anciana escritora de novelas de terror. En el año 2020, Perkins estrenó una nueva y aseada adaptación del popular cuento de los hermanos Grimm Gretel y Hansel: un oscuro cuento de hadas.

     El director nos entrega ahora su cuarto largometraje, Longlegs, relato que sigue a Lee Harker (Maika Monroe), una joven y talentosa agente del FBI que le han asignado un caso sin resolver de un asesino que ha matado a diez familias en las últimas décadas. A medida que la investigación avanza y se complica descubre pruebas ocultas. Harker, que tiene una habilidad lindando con la telepatía, se da cuenta de que existe un vínculo personal con el despiadado asesino y debe actuar con rapidez para evitar otro asesinato.

       Longlegs es un caso típico del cómo una potente campaña publicitaria puede hacer albergar al aficionado unas altas expectativas que en demasiadas ocasiones se ven defraudadas, sobre todo si la campaña de marketing mayormente te la han hecho influencers a quienes personalmente no doy ningún crédito. Lo que está claro es que a Osgood Perkins le tiene que gustar mucho El silencio de los corderos, con la que Longlegs guarda muchas similitudes, aunque también hay guiños dedicados a Zodiac y otras películas del género. Tenemos a una agente del FBI novata que debido a sus habilidades intuitivas anda detrás de un asesino que masacra a familias enteras sin dejar rastro y que deja unas cartas escritas en un críptico alfabeto con la firma de Longlegs. Parece ser que el asesino manipula de algún modo al padre de familia para que asesine al resto de la familia y luego se suicida. Esto viene sucediendo durante décadas y la única pista es que las familias elegidas para las matanzas cuentan con una hija que cumple años el día 14 de un mes cualquiera.

    La agente especial Lee Harker es introvertida, retraída y solitaria, su rostro frío e inexpresivo parece delatar algún trauma y en su obsesión por resolver el caso parece esconderse el origen, unos flash-backs irán desbrozando algunas señales, una clave evidente la encontramos ya en la escena introductoria de la función.  Ambientada en el Oregón de los años 90 durante la presidencia de Bill Clinton, el espectador se ve pronto sumergido en una atmósfera ominosa y amenazante cortesía del fotógrafo mexicano Andrés Arachi con la utilización de lentes angulares que distorsionan los espacios y que configura un clima siniestro de continua alerta al que, finalmente, Perkins no sabe exprimir todo su potencial, perdiéndose por terrenos trillados y haciendo uso de trucos efectistas de ruidos y sobresaltos que hacen Longlegs carezca de originalidad. Tampoco es una novedad ver a un Nicolas Cage chillón y trastornado dando oxígeno a Longlegs, cuyo rostro parece haber pasado por varias cirugías realizadas por un carnicero.

     Longlegs no es una película despreciable, aunque está muy lejos de ser la mejor cinta de terror del año. Nos quedamos con el uso de la luz, la oscuridad y los encuadres de Arachi, con la interpretación de una Maika Monroe estoica y sufriente, con la nueva sobreactuación de un Nicolas Cage grotesco, y sobre todo, con la primera parte de la función, que nos introduce en un escalofriante caso siguiendo la investigación de Harker, las visitas a los lugares de las masacres y el vuelo de nuestra imaginación para adivinar la corriente subterránea que vincula a la agente especial con el caso y su sobreprotectora madre. Todo se derrumba al final ante la incapacidad de Perkins de idear algún subterfugio satisfactorio, utilizando como coartada la ocurrencia de unas muñecas diabólicas alentadas por Satanás. Un clímax tan anodino como artificioso. 



domingo, 8 de septiembre de 2024

CRÍTICA: "LA ESPERA" (F. Javier Gutiérrez, 2023)

 

¿Quién maneja los hilos?

“LA ESPERA”  êêê

DIRECTOR: F. Javier Gutiérrez.

INTÉRPRETES: Víctor Clavijo, Ruth Díaz, Pedro Casablanc, Luis Callejo, Manuel Morón.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 100 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2023

    Lejos queda ya el aseado debut en el largometraje del director cordobés F. Javier Gutiérrez con la película de tono apocalíptico titulada 3 días (2008), ganadora del Festival de Málaga. Tuvieron que pasar once años para que se situara de nuevo detrás de la cámara para firmar su siguiente y fallida película Rings (2017), un refrito de las anteriores entregas de la saga sin pizca de imaginación. El cineasta andaluz nos entrega ahora su tercer largo titulado La espera, un thriller rural y multirreferencial filmado con estilo y que mantiene el interés hasta el final.

     La función nos presenta a Eladio (Víctor Clavijo) el guarda de una finca de caza casado y con un hijo de 13 años al que enseña a cazar. Un día, el guarda acepta un soborno para aumentar el número de cazadores permitidos en una batida de caza, saltándose así las normas básicas de seguridad. Tras una tragedia que era previsible, su vida colapsa y lo que parecía un golpe de suerte del destino se convertirá en un descenso a los infiernos en el que Eladio verá cómo se pone a prueba su cordura.

     Siempre me ha resultado irritante el cliché instaurado entre la crítica oficialista de llamar western a toda película que desarrolle su acción en el medio rural y aparezcan algunas escopetas. Cierto es que en el film que nos ocupa el latiguillo adquiere cierto sentido. La espera nos sitúa en el paisaje reconocible de campos achicharrados por el sol y rostros sudorosos marcados por la atmósfera agreste. Un clima agobiante que necesariamente marca el carácter. La acción nos sitúa en un asfixiante verano en la Andalucía de los años 70, algo que junto a la inmensidad, soledad y oscuridad del campo aprovecha bien el director para imprimir tensión y convertir al protagonista, Eladio, en un improbable anti(héroe) que camina por el filo de la navaja para definir su condición de mártir o verdugo. 

    Se da por hecho que en una película que toma como escenario los ignotos territorios de la España vaciada con una trama que fusiona el thriller agrario y el folk horror el ambiente se nos aparezca viciado, áspero, opresivo y con un pálpito violento. En la tradición cinematográfica española sobran los ejemplos: La caza, La familia de Pascual Duarte, Furtivos, Los invitados, Los santos inocentes, El séptimo día, Bosque de sombras, La isla mínima, Tarde para la ira, As Bestas… Sin embargo, La espera acaba escogiendo el intrincado y negro sendero de lo sobrenatural en un inesperado giro que, aunque resulte paradójico, dota de sentido a la espiral de locura de Eladio.

      Estaba escrito, en la montería organizada peligrosamente con más escopetas de las permitidas y en la que el hijo de Eladio actúa de secretario, algo sale mal. Será la tragedia última que desencadenará el descenso a los infiernos del protagonista en plena sierra jienense. Abocado ya a un abismo de remordimientos, pesadillas y alucinaciones y con un deseo de venganza ciega. Eladio escuchará de boca del cacique de la finca la siguiente frase: “no hay mayor castigo para un hombre con conciencia que su pecado.” Él sabe que se refiere a la codicia, a la que, por otra parte, fue empujado por todos, incluida su mujer. Con un trasfondo de crítica social y drama familiar, vemos como cómo Eladio, un hombre atormentado por una tragedia íntima familiar, se va consumiendo por la culpa y el ansia de una venganza que no le servirá de expiación mientras su castigado y sucio cuerpo exhale un mínimo aliento.

     De nuevo el terrateniente, revestido de un aura maligna sobrenatural que recuerda al Robert De Niro de El corazón del ángel, se lo deja claro: “la tierra te maldice, te corrompe, y cuando te ha envilecido, te demanda tu sangre.La espera, iluminada con un tono ocre que quema, rodada con impactantes primeros planos y el uso de la panorámica, comienza a interesarnos más a medida que el protagonista va encontrando pistas que le sumergen en un turbio misterio en donde unas fuerzas oscuras le han guiado por el camino de la autodestrucción desde el principio. Eladio desafió al destino y hay un precio que pagar.