Unos juegos aburridos
LOS JUEGOS DEL HAMBRE: EN LLAMAS êê
DIRECTOR: FRANCIS LAWRENCE.
INTÉRPRETES: JENNIFER LAWRENCE, JOSH HUTCHERSON, LIAM
HENSWORTH, PHILIP SEYMOUR HOFFMAN, WOODY HARRELSON, STANLEY TUCCI, DONALD
SUTHERLAND.
GÉNERO:
CIENCIA-FICCIÓN / EE. UU. / 2013 DURACIÓN: 146 MINUTOS.
A nivel
comercial la saga Crepúsculo representó un filón que parecía inagotable para
Summit Entertainment y un enorme respiro para las taquillas en unos tiempos en
donde la hemorragia de espectadores sitúa a las salas de exhibición y a la
industria del cine al filo de la navaja. Cuando por fin la franquicia puso el
punto y final, todos los estudios intentaron imitar la misma fórmula comprando
los derechos de nuevas sagas literarias juveniles para su adaptación
cinematográfica en la búsqueda de la gallina de los huevos de oro. Así, hemos
asistido al estreno de multitud de artefactos que pretendían apostar por el
mismo caballo ganador: las dos entregas de Percy Jackson, The Host (La Huésped), Cazadores
de Sombras: Ciudad de Huesos… Pero ni éstas ni otras lograron captar el
interés del público al que estaban dirigidas. Sí lo logró Los Juegos del Hambre
(Gary Ross, 2012), primera de la serie de novelas de Suzanne Collins que llegó
a recaudar casi 700 millones de dólares en todo el mundo partiendo de un
presupuesto de apenas 80. Utilizando la misma maniobra que la citada Crepúsculo,
la última entrega, Los Juegos del Hambre: Sinsajo, estará dividida en dos partes
que verán su estreno en 2014 y 2015 respectivamente.
Esta segunda
entrega titulada LOS JUEGOS DEL HAMBRE: EN LLAMAS comienza donde lo dejó la
primera: Katniss Everdeen (Jennifer
Lawrence) vuelve sana y salva a su casa tras ganar los 74º Juegos del Hambre
anuales, junto a su compañero Peeta
Mellark (Josh Hutcherson). No obstante, ganar significa tener que hacer el
Tour de la Victoria por todos los distritos dejando atrás familia y amigos. A
lo largo de su camino, Katniss se da cuenta de que se está gestando una
rebelión en la que está implicado su amigo Gale
Hawthorne (Liam Hensworth), pero en
el Capitolio todo sigue bajo control, y el presidente Snow (Donald Sutherland), organiza una nueva edición de Los Juegos
del Hambre llamada “El Vasallaje”, que ocurre cada 25 años y que cambiará Panem
para siempre. Determinado a exterminar el rayo de esperanza que suponen Katniss
y Peeta, el político quiere enfrentarlos a ganadores de anteriores ediciones de
los Juegos con la intención de que no sobrevivan.
Había oído comentarios que aseguraban
que esta segunda película era mucho mejor que la primera en todas los aspectos
(técnicos, artísticos y narrativos), sinceramente, no me lo ha parecido. Francis
Lawrence ha intentado dotar de una mayor profundidad a una fábula de premisa
distópica para subrayar su carácter de denuncia política, así como los dilemas
morales que sitúan en una encrucijada a sus protagonistas, sobre los que Gary
Ross realizó un apañado esbozo en la anterior película. El problema es que la
función resulta en exceso discursiva y le falta acción, pues hasta pasada la
hora y media de metraje no hay nada en ese aspecto que resulte reseñable y,
cuando lo hay, no es como para tirar cohetes.
Como citaba en
mi crítica de la primera película, la premisa argumental no es nada original,
surgida bajo la influencia de aquella película de culto titulada Battle
Royale (Kinji Fukasuku, 2000), de clásicos de la literatura de anticipación
como 1984, de George Orwell, o el más
reciente The Running Man, novela de
Stephen King llevada al cine con el título de Perseguido (Paul Michael
Glazer, 1987) y que estaba protagonizada por Arnold Schwarzenegger. Con fidelidad al texto de Suzanne Collins, LOS JUEGOS
DEL HAMBRE: EN LLAMAS denota un celo exquisito por la puesta en escena y en
que cada personaje, con más o menos protagonismo, contenga unas constantes
sólidas que le definan, pero aunque encontramos momentos muy conseguidos (el ataque
de la niebla venenosa y de los monos), los dos primeros tramos de metraje se
nos muestran muy plúmbeos, lentos y sin fuerza dramática.
Supongo que a los fans de la obra de Collins, la
adaptación cinematográfica les hará visualizar los inquietantes escenarios a
modo de aventura épica del Imperio Romano, una sociedad cruel gobernada con
mano de hierro en aras del sometimiento brutal y perpetuo de los pueblos (gran
eufemismo que las terroríficas fuerzas del orden se llamen “Agentes de la Paz”).
Pan y circo, el gran espectáculo televisado en donde los contendientes a modo
de gladiadores se les invita morir con honor en la arena de los letales Juegos
del Hambre. Al vencedor, claro, se le dotará de provisiones y confort. Pero eso
es sólo un espejismo, sobre todo si alguno de ellos representa una esperanza
para el pueblo oprimido. Es ahí donde entra esa líder mesiánica llamada Katniss
Everdeen, una Jennifer Lawrence como lo mejor de la función, la gran heroína
capaz de sacrificar su vida por la libertad. Nada me interesa, por otra parte,
el triángulo amoroso de los tres destacados protagonistas, que me hace
recordar aquel tan fastidioso de la infumable Crepúsculo.
No hace falta insistir sobre la crítica implícita
a esa sociedad clasista donde los privilegiados viven en el Capitolio y el pueblo
llano en la miseria, es por eso que se está gestando una revolución que tiene
como misión acabar con la injusticias y abusos del poder. Normal, un pueblo con
miedo es un pueblo esclavo, pero esa idea ya se desarrolló mucho mejor en la
magnífica V de Vendetta.