Secuela resultona aunque innecesaria
INSIDIOUS: CAPÍTULO 2 êê
DIRECTOR: JAMES WAN.
INTÉRPRETES: PATRICK WILSON, ROSE BYRNE, BARBARA HERSHEY, LIN
SHAYE, TI SIMPKINS, LEIGH WHANNELL.
GÉNERO: TERROR / EE.
UU. / 2013 DURACIÓN: 105 MINUTOS.
A diferencia de
otros seguidores de James Wan (que
recientemente nos ha presentado la magistral Expediente Warren: The Conjuring),
este cronista no creía necesaria una secuela de la exitosa Insidious (2011) y me
decantaba por dejar algunos secretos e interrogantes al albur de la imaginación
del espectador. En realidad, cada vez me gusta menos el cine excesivamente
masticado y repleto de subrayados. Pero el director malayo criado en Australia
sabe hacer cine, y cualquier cosa surgida de su efervescente imaginación debe
ser visionada por el aficionado. Lo cierto es que la película recaudó 40
millones de dólares en su primer fin de semana de exhibición en Estados Unidos,
un dato que nos puede dar una idea del enorme gancho que tiene este cineasta
aun en tiempos muy malos para la lírica.
El film comienza
con un intrigante flash back que nos muestra cómo fue la niñez de Josh (Patrick Wilson) y su encuentro
con la médium Elyse (Lyn Shaye).
Trasladados al presente y enlazando con el final de la primera entrega, los
Lambert han abandonado su residencia para vivir una temporada en la casa
familiar de la madre de Josh, Lorraine
(Barbara Hershey), un enorme caserón de estilo victoriano. En un primer momento,
todo parece discurrir en armonía, aunque pronto de que aquello que les acosaba
y torturaba en su vivienda también les ha seguido hasta aquí. Algunas señales
así lo indican: aparatos que se conectan solos, un piano que hace sonar una
melodía sin que nadie toque sus teclas, y el cada vez más extraño
comportamiento de Josh. No sólo eso, a su madre y a su esposa Renai (Rose Byrne) se les aparece una
novia fantasmagórica con muy malas pulgas. Suficiente para que la familia quede
convencida de que hay que pedir ayuda.
Con un guión firmado por Leigh Whannell
y el propio Wan, INSIDIOUS: CAPÍTULO 2, en la línea obsesiva del director por
los entes, poltergeist, fantasmagorías y casas encantadas, no aporta elementos
novedosos e incide en la misma cosmovisión de la película original
convirtiéndose en una prolongación de aquella tan fácil de ver como
prescindible. Insisto, Insidious no pedía a gritos una
secuela porque sus enigmas no reclamaban unas vueltas de tuerca que a la postre
resultan irrelevantes. Aun así, nos regala una primera media hora rodada de
forma elegante, en donde Wan demuestra su pericia en la dirección de actores,
planificación y control del suspense, aunque muchos trucos y sustos resulten ya
muy trillados.
Lo peor es que queda una hora
desconcertante y confusa a modo de tótum revolútum en donde vemos deshilacharse
las costuras de lo que no es más que un pastiche multi y autoreferencial que
desbarata la sutil sugestión de los primeros compases, asistiendo a una
sucesión de sustos y golpes de de sonido que nos alertan sobre la presencia de
los entes demoníacos, y aunque existe una cierta coherencia en el modo de
enlazar las dos entregas, la cohesión no
impide que algunos momentos parezcan impostados y otros rocen la comicidad.
En definitiva, INSIDIOUS: CAPÍTULO 2 es una
película menor en la filmografía de este director que rodada con el piloto
automático no se muestra demasiado pulcra con los pequeños y sugerentes
detalles, un artefacto apenas resultón y poco consistente, que nos regala un
clímax final tan previsible como los sustos que jalonan todo el metraje.