jueves, 31 de marzo de 2022

LAS MEJORES PELÍCULAS DE CULTO: "BARRA DE LABIOS" (LIPSTICK, 1976)

 

Si el sistema falla, tú decides

“BARRA DE LABIOS (LIPSTICK)”

DIRECTOR: Lamont Johson.

INTÉRPRETES: Margaux Hemingway, Chris Sarandon, Mariel Hemingway, Anne Bancroft, Perry King, Robin Gammell, John Bennett Perry.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 90 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 1976.

    Lamont Johnson es de los directores salidos de la televisión en los años 50 que menos gloria le han dado a este invento llamado cine. Su nombre aparece firmando muchos de los episodios de la mítica serie The Twilight Zone, conocida en España por el título La dimensión desconocida. En 1967 dirige para la gran pantalla el drama de serie B A Covenant whith Death, y cambiando continuamente de género, tres años más tarde estrena El gran duelo (1970) un aceptable western con Kirk Douglas. En su filmografía no encontramos ningún film notable aunque sí alguno apreciable como Los que saben morir (1972) un relato bélico sobre unos oficiales nazis encerrados en un campo de prisioneros que planean una fuga. El caso es que este desconocido cineasta termino su carrera en el que había sido su medio natural, la televisión, pero antes nos había dejado una cult movie que, aunque carente de hallazgos y méritos cinematográficos, es un título recordado por varias generaciones de aficionados que eran jóvenes en el ya lejano año de estreno. Ellos encontraron suficientes elementos como para que Lipstick (1976) no quedara sepultada en el monte del olvido.

   La función sigue a la cotizada supermodelo Chris McCormick (Margaux Hemingway) que reside en Los Ángeles y vive en un apartamento con su hermana menor, Kathy (Mariel Hemingway). Un día, durante el rodaje de un spot publicitario de una barra de labios en la playa, conoce a Gordon Stuart (Chris Sarandon), el idolatrado profesor de música de su hermana pequeña, que insiste en que escuche sus composiciones, él está interesado por si ella le puede recomendar a gente especializada en el tema. Chris accede y le cita en su apartamento al día siguiente. Al principio todo se desarrollo con normalidad, tanto Chris como Stuart escuchan la extraña y enfermiza pieza musical hasta que una llamada del novio de Chris interrumpe la sesión y el profesor lo toma como un desplante. Cuando ella deja de hablar por teléfono, Stuart la acosa con insinuaciones sexuales, ella se siente acosada y le pide que se marche de su casa, pero él monta en cólera y forcejea hasta que la maniata y, después, la viola.

     

  Estrenada en 1976, un año que arrojó una de las mejores cosechas cinematográficas de la historia con títulos como Taxi Driver, Rocky, Todos los hombres del presidente, Novecento, Maraton Man, Cría cuervos, ¿Quién puede matar a un niño?, Asalto a la comisaría del distrito 13, El quimérico inquilino… la película de Lamont Johnson, cercana a los códigos del subgénero rape & revenge (violación y venganza), obtuvo malas críticas y un moderado éxito en taquilla. Vista hoy, no ha envejecido bien,  aun así, resulta refrescante su visionado, pues ver al hermano de Susan Sarandon dando oxígeno a un criminal repugnante y deleitarse con la belleza de Margaux Hemingway suponen ya grandes alicientes. Supermodelo y actriz, La nieta del escritor Ernest Hemingway tenía sólo 42 años cuando su vida se apagó víctima de una sobredosis de Fenobarbital. La arquitectura de Lipstick está construida en tres actos bien diferenciados: en el primero se nos muestra a la bellísima Chris en su trabajo diario de supermodelo en sesiones de fotos y publireportajes comerciales. Debido al empeño de su hermana menor, conoce a su profesor de música que, tras quedar para encontrarse en el apartamento de la modelo, acabará violándola: en el segundo y más largo acto asistimos al juicio por violación del cínico y asqueroso Stuart, del que sale absuelto; en el tercer y último acto tras un encuentro casual con Stuart, la que será perseguida, maltratada y violada será Kathy. Esto es algo insoportable para Chris que está decidida a cortar por lo sano.

     Estamos ante una película víctima de su época, y hoy resulta inconcebible que el violador, con argumentos absurdos como que porque una chica resulte sexy desee ser violada, sea absuelto con las pruebas y evidencias que se muestran, pero aún resulta más inverosímil creer en la inocencia que demuestra la adolescente Kathy para acercarse de nuevo a Stuart como si tal cosa después de haber violado a su hermana mayor. El tramo final es el menos convincente y más precipitado de la función, aunque nos regala una secuencia muy potente con Margaux enfundada en un vestido rojo y un fusil en las manos impartiendo la justicia que un tribunal la negó.

     Dando vida a la abogada de Chris nos encontramos a Anne Bancroft, que pronuncia la mejor frase de una película con diálogos muy simples: “que el crimen exista es normal, puesto que los seres humanos no somos perfectos, pero el fallo de la justicia puede hacer más daño a la sociedad que el crimen”. Así es, pues es conocido que un gran número de violadores jamás se arrepienten ni reinsertan nunca. Nos advierten continuamente que nadie debe tomarse la justicia por su mano, pues la violencia genera más violencia y los resultados de la venganza siempre son trágicos. Pero hay quien piensa que cuando las instituciones fallan en la impartición de justicia pierden legitimidad, y si el sistema no protege a las víctimas, actuarán por su cuenta. Chris será absuelta del asesinato de Stuart y ella también aprenderá una lección que le sirva para no confiar nunca en seres extraños. Margaux Hemingway no nos regala una interpretación memorable, pero aún así llegó a ser nominada al Globo de Oro por esta actuación en una película que critica el funcionamiento de la justicia y la desvencijada moral de la sociedad.  

domingo, 20 de marzo de 2022

CRÍTICA: "AGUAS PROFUNDAS" (Adrian Lyne, 2022)

 

Un bodrio importante

“AGUAS PROFUNDAS” ê

DIRECTOR: Adrian Lyne.

INTÉRPRETES: Ben Affleck, Ana de Armas, Kristen Connolly, Tracy Letts, Jacob Elordi, Rachel Blanchard, Dask Minok.

GÉNERO: Thriller erótico / DURACIÓN: 104 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2022

    El viejo Adran Lyne ha querido reverdecer viejos laureles y triunfar como ya lo hiciera en la década de los 80 con Flashdance, 9 semanas y media y Atracción fatal, o en la de los 90 con Una proposición indecente y Lolita. Pero de desde el estreno de la aceptable Infiel (2002) el bueno de Lyne no había vuelto a situarse detrás de las cámaras. Para su vuelta ha elegido la adaptación de una novela de Patricia Highsmith de argumento retorcido para dar forma a un thriller psicológico que está muy lejos de lo que los tiempos y el espectador actual demanda. Así, Aguas profundas resulta tan trágicamente anticuada como lo puede ser el universo fuera de foco de un director que marcó una época ya lejana.

     Aguas profundas nos sitúa en Nueva Orleans y narra la historia de Vic Van Allen (Ben Affleck) un hombre adinerado desde que creó un chip para drones militares. Eso le permite, junto con su esposa, Melinda (Ana de Armas) llevar una vida muy cómoda sin tener que trabajar. El problema es que a Melinda le gustan las relaciones extramatrimoniales que el doliente Vic sólo permite para evitar el divorcio porque está loco por ella. Cuando los amantes de Melinda comienzan a desaparecer y algún cadáver llama a la puerta de la mansión del matrimonio, Vic se convertirá en el principal sospechoso.

    Transcurridas las casi dos horas de metraje, uno piensa que es imposible adaptar la novela de Highsmith de manera más plúmbea, con menos intriga y menos tensión emocional y sexual, que sí tenían aquellos títulos citados que el director ha intentado en vano remedar. A Vic nos lo presenta como un tipo hogareño que vive de las rentas y dedica el tiempo a cuidar de su inteligente hija de 6 años, a criar caracoles, editar una revista de poesía y fotografía y pasear en bicicleta. A su joven esposa, Melinda, nos la presentan como una insaciable ninfomaníaca que engaña a Vic con diferentes hombres, y flirtea con ellos delante de su marido sin ningún disimulo. Cuando los amantes de ella desaparecen o aparecen muertos el espectador puede llegar a pensar que lo evidente es a veces invisible a los ojos. ¿También a los de Melinda? Hay que ver la película para obtener respuestas, pero yo siempre he creído que lo evidente también necesita una demostración.

    Ben Affleck es tan buen director como incompetente intérprete, una vez más se queda fuera de registro cuando tiene que dar vida a un personaje sufriente que tiene que hacer uso de un estricto autocontrol para esconder sus verdaderos sentimientos. No está mejor Ana de Armas, encarnación de una figura estereotipada de seductora sensual y sádica que se regodea con gusto en el sufrimiento de su marido con sus flirteos en interminables fiestas regadas con abundante alcohol, y aunque Vic permanece imperturbable, la rabia le carcome por dentro. La ambigüedad de la narración nos hace creer que la furia que Melinda demuestra con la desaparición de sus amantes es impostada, que tal vez los celos sea lo único que puede provocar el deseo en ese hombre frío con el que se casó, y así encender en él la chispa que transforme su aburrida relación en un volcán de pasión.

     Adrian Lyne ya demostró buen pulso para las complejidades psicológicas en su mejor película, La escalera de Jacob (1990). Sin embargo, se muestra incapaz de captar la esencia de la novela y alumbrar sin extravagancias lo que los protagonistas quieren el uno del otro. Nada de lo que sucede en Aguas profundas escandalizará a los que crecieron viendo cine en las décadas de los 70, 80 y 90 del pasado siglo, puede que en estos puritanos y hediondos tiempos que vivimos en los que prima la autocensura alguien se concierna con algunos de los movimientos corporales de Ana de Armas o con esa pueril masturbación en el automóvil que a mí me deja muy frío. Película fallida en todos los aspectos técnicos y artísticos que ni siquiera saca partido el imponente paisaje de Nueva Orleans. Cuando el final se acerca y estamos cansados de inocuos primeros planos, a nadie le importa ya los extraños y peligrosos juegos de un matrimonio tan extravagante como enigmático, y sólo el cutrerío que polariza toda la función puede estimular la tentación del placer culpable. Un bodrio.

sábado, 12 de marzo de 2022

CRÍTICA: "TRES" (Juanjo Jiménez, 2921)

 

El enigma de los orígenes

“TRES” êêê

DIRECTOR: Juanjo Jiménez.

INTÉRPRETES: Marta Nieto, Miki Esparbé, Francisco Reyes, Cristina Iglesias, Fran Lareu, Julius Cotten, Carmen Méndez.

GÉNERO: Thriller psicológico / DURACIÓN: 104 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2021

   Desde el debut en el largometraje del director barcelonés Juanjo Jiménez han pasado ya 21 años. Aquella ópera prima titulada Nos hacemos falta (2001) versa sobre un tipo que al salir de la cárcel se encuentra con un viejo amigo, la tumba de su madre, un nuevo hermano y un camión con un cargamento clandestino en el que viajar por el desierto. El trayecto les hará entender la falta que nos hacemos. No he visto esta película que se exhibió en el Festival de Montreal en la sección de largometrajes a concurso. ¿Alguien ha visto esta película? Creo que salvo los que asistieron a la proyección de la cinta en el citado festival y sus responsables no la ha visto nadie, como ocurre con tantas películas perdidas en la noche de los tiempos que mueren antes de haber nacido por no encontrar hueco en las salas.

   Tras ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes con su multipremiado cortometraje Timecode (2016), el director catalán nos presenta Tres, una historia que sigue a una diseñadora de sonido que pasa muchas horas en el estudio grabando efectos, mezclando y editando. El estudio es un refugio donde postergar las maltrechas relaciones que mantiene con su expareja, con su anciana madre y con los compañeros de trabajo. Aunque ella aún no lo sabe, está comenzando a desincronizarse. Como si fuera una película mal sonorizada, su cerebro procesa el sonido más tarde que las imágenes.

    La protagonista de la función, a la que conocemos por C., no está atravesando su mejor momento. Dijo adiós a su relación sentimental y también al apartamento donde vivía perteneciente a su ex, que ya tiene otra pareja. Tampoco su relación con su madre es muy fluida y será precisamente en su casa donde pernocte hasta que encuentre un nuevo piso. Sus problemas se agravan cuando comienza a percibir los sonidos desincronizados en varios “frames”, pero el desfase irá aumentando provocando una descoordinación auditiva que la sitúa en otra realidad. Con esa singular premisa, Juanjo Jiménez plantea una anomalía que, tal y como evoluciona el relato, puede ser entendida como un superpoder. Tal vez por el excesivo tiempo que pasa en el estudio de sonido, la protagonista tiene un aspecto doliente y cansado, pero su padecimiento le permite recuperar ecos, palabras y frases perdidas en el pasado. Con un buen trabajo interpretativo de Marta Nieto, una mujer angustiada y confundida, pero con voluntad para desentrañar el perturbador enigma que la asalta, y que poco a poco se irá deslizando por terrenos que el espectador no imagina apartándose del paraje del fantástico para desembocar en un drama familiar sobre los orígenes.

     En realidad, toda la película transcurre como si esa sensación vertiginosa espacio-temporal y el retardo en la percepción que sufre C., sólo fuera el vehículo para encontrar su verdadera voz, sincronizar las emociones y volver al lugar primigenio. Desde su afligida soledad, la protagonista debe romper el dique de su aislamiento para poder encontrar, entre el silencio y el sonido, el caudal de sentimientos anclados en los meandros de la memoria, recuperarlos para conseguir el equilibrio en la percepción, la estabilidad de sus emociones, la posibilidad de una isla donde los latidos de las imágenes estén armonizados con los del sonido, y tal vez, alcanzar así la paz espiritual. Queda el misterio, el viaje al pasado como descubrimiento personal, explorando hasta las últimas consecuencias el laberinto de su existencia y desentrañar el valioso arcano que se oculta allí, porque esa grieta entre imagen y sonido que invade el universo de C., acabará iluminando su porvenir. Interesante película.

sábado, 5 de marzo de 2022

CRÍTICA: "PREPARATIVOS PARA ESTAR JUNTOS UN PERIODO DE TIEMPO DESCONOCIDO" (Lili Horvát, 2020)

 

El laberinto del amor

“PREPARATIVOS PARA ESTAR JUNTOS UN PERIODO DE TIEMPO DESCONOCIDO” êêê

DIRECTOR: Lili Horvát.

INTÉRPRETES: Natasa Stork, Viktor Bodó, Benett Vilmányi, Zsolt Nagy, Péter Toth, Andor Lukáts, Attila Mokos.

GÉNERO: Intriga romántica / DURACIÓN: 95 minutos / PAÍS: Hungría / AÑO: 2020

     Segundo largometraje de la directora húngara Lili Horvát tras The Wesnesday Child (2015), sobre una pareja de jóvenes que viven en las afueras de Budapest realizando diversos trabajos no siempre legales. Se criaron juntos en un orfanato y tienen un hijo que sigue en la institución. El empeño de ella se centra en luchar desesperadamente por la custodia de su hijo. Su segunda y mejor película, Preparativos para estar juntos un periodo de tiempo desconocido se presentó en la edición de 2020 del Festival de Valladolid alzándose con la Espiga de Oro a la mejor película, mejor dirección novel y mejor actriz. La película narra la historia de Marta (Natasa Stork), una competente neurocirujana húngara de 40 años que ejerce su profesión en los Estados Unidos. Un día, durante un congreso médico en Nueva York tiene un breve encuentro con un colega de profesión también húngaro, János (Viktor Bodó) y se citan en el Puente de la Libertad en Budapest un día y a una hora concreta. Pero él no aparece. Marta lo ha dejado todo para comenzar una nueva vida con el hombre que ama. Cuando lo encuentra, él afirma no haberla visto en su vida.

      Preparativos para estar juntos un periodo de tiempo desconocido puede ser entendida como la historia o consecuencias de un flechazo, de un instantáneo amor fou, sin embargo, el relato va más allá cuando el hombre con el que había quedado en reunirse en el famoso Puente de la Libertad en Budapest no aparece, y cuando posteriormente se cruza con él, no la reconoce. El espectador (también la protagonista) comienza a sospechar que Marta se lo inventó todo, o tal vez, que el hombre está mintiendo. Estamos ante una premisa sugerente, no sólo eso, a partir de ahí, Horvát demuestra tener talento y buen pulso evitando que el relato derrape por el terreno del ridículo. Debe ser un deseo muy intenso el que siente Marta como para abandonar su acomodada vida en Nueva Jersey y trasladarse a su anquilosado país de origen movida por la ilusión de encontrarse de nuevo con el hombre por el que se siente profundamente atraída, sobre todo si pensamos en lo fugaz de aquel encuentro un mes atrás.

  Es, precisamente, su devastadora decepción cuando el tal János (neurocirujano como ella) le dijo que no la conocía de nada (momento en que Marta sufre un desmayo en la calle), cuando Marta decide visitar a un psicólogo y duda de de su propio estado mental sin estar segura ya de si aquel efímero affaire forma parte más de su irrefrenable deseo que de la realidad. Horvát, con indudable pericia, nos invita al itinerario de Marta por Budapest hasta lograr encontrar trabajo en el mismo hospital que trabaja János, estando más cerca de él profesionalmente y, más tarde, personalmente. Espiándole, preguntándose qué secretos esconde o si todo se debe a un trastorno emocional.

     Con la más que evidente influencia del cine de Krzysztof Kieslovski y una lección interpretativa de Natasa Stork, Lili Horvát nos propone una intrigante historia en donde más allá de toda lógica se encuentra el enigma del amor y la búsqueda desesperada de sus más puras esencias, reales o formando parte del universo de la fantasía. Porque el amor a veces nos confunde y nos arrastra por extraños derroteros, aparece y desaparece como una sombra inquieta por las húmedas calles de Budapest. Como un fantasma que duda en abrir su alma a otras condenas. Pero llega el momento de abrir las ventanas, de desnudarse y amarse en el frío suelo de un apartamento casi vacío y destartalado, del deseo carnal, de dejar atrás la hiriente fantasía y abrazar la realidad. En Preparativos para estar juntos… no resulta casual la profesión de los protagonistas, es en el apartado neuronal por donde discurre el caudal de los sentimientos, y el amor es un laberinto por donde transitan Marta y János pendientes de despejar la incógnita de si en verdad el amor existe, y si es así, ¿cuál es su misterio?