Cuando era sólo un estudiante, John
Carpenter ganó un Oscar por el cortometraje The resurretion of
Bronco Billy, tuvieron que pasar cuatro años para que firmara su primer
largo, Dark Star, una interesante historia de ciencia-ficción que
realiza con sólo sesenta mil dólares. En 1976 obtiene su primer éxito con Asalto
a la comisaría del distrito 13, una clásica cult-movie incluida en
todas las listas como una de las mejores películas de terror. Desde entonces,
este veterano director ha seguido especializándose en el cine fantástico o de
terror. La noche de Halloween (1978) es su película más
comercial, un auténtico exitazo de taquilla que ha dado lugar a multitud de
secuelas. De su filmografía, que comprende una veintena de títulos hasta la
fecha, destacan los clásicos: 1997: Rescate en Nueva York (1981), La
Cosa (1982), Christine (1983), Starman (1984). Otras obras
también interesantes del singular cineasta norteamericano, al cual sigo con
verdadera pasión, son: s Están vivos (1988), Memorias de un hombre
invisible (1992) que es, con mucho, su obra menos conseguida, En la boca
del miedo (1994), El pueblo de los malditos (1995), 2013: Rescate
en L. A. (1996). Carpenter es además de un buen guionista el autor de la
música de casi todos sus films.
Sinopsis: Jack Crow (James Woods) es un
mercenario sin escrúpulos y líder de un grupo de cazavampiros, tras eliminar a
una comunidad de vampiros en un pueblo de Nuevo México y mientras lo están
celebrando con alcohol y prostitutas, sufren el ataque de Jan Valek (Thomas Ian
Griffith) un vampiro de más de 600 años obsesionado por encontrar la cruz de
Berziers, una reliquia que le permitirá moverse a plena luz y ser finalmente
indestructible. En el ataque, Katrina (Sheryl Lee) una de las prostitutas, es
mordida por Valek, y queda a partir de entonces conectada con él y destinada a
ser un chupasangre. Crow, acompañado de su colega Montoya (Daniel Baldwin) y de
un cura enviado por el Vaticano (Tim Guinee) utilizará a Katrina para acercarse
a Valek y su grupo, tenderles una trampa e intentar acabar con ellos.
Con un guión de Don Jacoby según la novela
de John Steakley, John Carpenter desarrolla uno de los mejores films de terror
de los últimos años. Una historia que nos sumerge en el mundo de los no-muertos
y en la que el director nacido en Kentucky, con la perversidad que le caracteriza,
expone toda su fantasía sobre el vampirismo y la presencia amenazante del Mal.
Para ello, subvierte la personalidad tradicionalmente seductora de ese mito
legendario del terror, habitualmente envuelto en un aura romántica y fatalista,
para presentarlo como un ser sin escrúpulos, envilecido y depredador, que
únicamente arrastra consigo la muerte y la destrucción.
Gran entusiasta del western,
Carpenter declara:<< hice todo lo posible para quitarle todos los
elementos góticos al film porque no quería hacer una película de terror
convencional, no me interesaba hacerla al estilo de Roger Corman, por eso
ambienté la historia en el far-west... >>. Pero el cineasta no puede
disimular las ráfagas de western gótico fronterizo que destilan muchas
secuencias, porque salvando diferencias y constatando analogías es de lo que se
trata, de una película del oeste transformada, en la que los bandidos han sido
sustituidos por vampiros y con la que el director de La Cosa, en
un alarde de imaginación desbordante, dominio técnico y potente energía, rinde
homenaje a sus/nuestros admirados Hawks y Peckinpah.
Vampiros de John Carpenter comienza de manera trepidante y deslumbradora: una cuadrilla de tipos rudos de bajan de un vehículo high-tech portando un gran arsenal que incluye toda clase de armas automáticas, ballestas, lanzas, estacas... Poco a poco se van adentrando con esmerado sigilo en una granja aparentemente vacía, la tenebrosa luz de las linternas da paso a una orgiástica matanza al más puro estilo gore, donde los vampiros serán aniquilados de múltiples formas, a cual más dolorosa e insufrible. Con una puesta en escena que roza la perfección, elegante a pesar de estar tamizada por cierto tono de serie B, John Carpenter’s Vampires es a día de hoy la mejor película de su director, no exenta de un “incisivo” sentido del humor, elemento consustancial en toda su obra, un ritmo electrizante que en ningún momento decae y acorde con una inmejorable conjunción narrativa.
El film se presenta como imprescindible
para los amantes del género, lo es por su fastuosa estética en la línea de Abierto hasta el amanecer,
porque rompe con algunos tópicos de la mitología de los chupasangre y demás
malignos, porque es a la vez lóbrega y luminosa, porque desde un prisma inédito
enfrenta a los salvajes y sanguinarios no-muertos con una crueldad y ferocidad
aún mayor, la del ser humano, que al mismo tiempo que impone su ley, condena su
alma. Es de destacar la perfecta elección de un reparto armónico en donde
sobresale James Woods, que borda el papel de cazavampiros hosco y mal hablado,
así como la impresionante fotografía de Gary B. Kibbe.