martes, 27 de junio de 2023

LAS MEJORES PELÍCULAS DE CULTO: "CURSO 1984" (Mark L. Lester, 1982)

 

“CURSO 1984”  êêê

(CLASS OF 1984)

DIRECTOR: Mark L. Lester.

INTÉRPRETES: Perry King, Timothy Van Patten, Rody McDowall, Al Waxman, Michael J. Fox, Merrie Lynn Ross, Stefan Arngrim.

GÉNERO: Acción-Drama / DURACIÓN: 98 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 1982

      Dudo seriamente que salvo el filme que nos ocupa, tal vez la película Ojos de fuego (1984), adaptación de la novela de Stephen King protagonizada por Drew Barrymore, y la cinta de acción y venganza Comando (1985) con Arnold Schwarzenegger, nadie sea capaz de recordar otras películas de la extensa filmografía de Mark L. Lester, un director estadounidense de serie B que, ¡oh, sorpresa!, se ha convertido con el tiempo en un cineasta de culto. Pero así es, y entre esas cult movies firmadas por él también podemos citar el musical con Linda Blair Roller Boogie (1979), y la comedia protagonizada por John Candy Armados y peligrosos (1986).

     Curso 1984 nos cuenta la historia de Andrew Norris (Perry King), el nuevo profesor de música del Lincoln High School, un problemático instituto de Los Ángeles. Allí se topa con Peter Stegman (Timothy Van Patten) y su banda, un peligroso grupo de punkis que campa a sus anchas y hace la vida imposible a profesores y alumnos. Pero lo que Norris cree que es un problema menor con unos chicos conflictivos acabará convirtiéndose en un brutal baño de sangre.

     La película costó alrededor de un millón de dólares de la época y sólo en los Estados Unidos recaudó más de 6 millones y medio. Pero donde explotó de verdad fue en el mercado del vídeo doméstico, siendo una de las perlas más buscadas en aquel tiempo. Nada extraño para los que tenemos ya una edad, pues, aunque el argumento resulta muy previsible, sólo el hecho de que el rabioso tema principal de la función fuera Iam the future de Alice Cooper y que en el llamativo póster original figurará el lema “Somos el futuro… y nada puede pararnos”, hizo que la película se convirtiera en un poderoso reclamo para la juventud desengañada de los años 80.

      Al frente del reparto se encuentra Perry King, un actor secundario que sin embargo está presente en otras películas de culto como Matadero cinco (George Roy Hill, 1972), Días felices (Martin Davidson, 1974) Y Lapiz de labios (Lamont Johnson, 1976), y que aquí da oxígeno al profesor Norris, que se las tiene que ver con una pandilla de punkis nazis que trafican con cocaína y tienen atemorizados a todo el personal del instituto. Genial Roddy McDowall que, harto de la salvaje pandilla, se dispone a dar las clases con una pistola en la mano. El final resulta explosivo y demoledor, con Norris dando buena cuenta de la banda de punkis. Atención al papelito de Michael J. Fox, que por aquel entonces se llamaba sólo Michael Fox, y a la escena del profe haciendo preguntas de biología a punta de pistola. La película tuvo una flojísima secuela dirigida también por Mark L. Lester en 1990, Curso 1999, pero para entonces ya sabíamos que el futuro soñado era sólo una quimera.

domingo, 18 de junio de 2023

LAS MEJORES PELÍCULAS DE CULTO: "UN HOMBRE EN EL TEJADO" (Bo Widerberg, 1976)

 

“UN HOMBRE EN EL TEJADO”  êêêê

(MANEN PÅ TAKET)

DIRECTOR: Bo Widerberg.

INTÉRPRETES: Carl-Gustaf Lindstedt, Håkan Serner, Birgitta Valberg, Sven Wolter, Eva Remaeus, Thomas Hellberg, Ingvar Hirdwall.

GÉNERO: Thriller-Acción / DURACIÓN: 111 minutos / PAÍS: Suecia/ AÑO: 1976

      Para los lectores cinéfilos que no hayan oído hablar de él, Bo Widerberg fue un guionista y director sueco que murió a los 66 años de un cáncer de estómago en 1997. En su ciudad natal Malmö existe una pequeña plaza con su nombre en recuerdo de su figura y de su importante legado cinematográfico. Widerberg debutó en el año 1962 con el mediometraje El niño y el dragón, y entre sus películas más celebradas están Joe Hill (1971), Victoria (1979) y La belleza de las cosas (1995).

     Para este cronista, su obra más lograda, que es además es una de las mejores de la cinematografía sueca, es Un hombre en el tejado, que llegó a captar el interés de la crítica y el público internacional y que se ha mantenido igual de fresca casi cinco décadas después de su estreno. Basada en la novela policíaca de la pareja especialista Maj Sjöwall y Per Walöö, que escribieron una decena de novelas negras en los años 60, la historia comienza cuando el teniente de policía Nyman, que se encuentra ingresado en un hospital, es brutalmente asesinado con una bayoneta. Los inspectores de homicidio Martin Beck (Carl-Gustaf Lindstedt) y Einar Rönn (Håkan Serner) se harán cargo del caso. El oficial de policía asesinado era un hombre infame, sin escrúpulos, conocido entre sus compañeros por abusar de sus privilegios como policía y con multitud de quejas en contra suya.

     Un hombre en el tejado está segmentada en dos partes bien diferenciadas, una primera que se desarrolla como un interesante thriller procedimental que se extiende hasta el minuto 70, y una segunda parte que completa el metraje y que se impone como una rabiosa película de acción muy bien rodada y que da sentido al título cuando un selectivo y tremendamente preciso francotirador dispara contra unos policías desde un tejado en el centro de Estocolmo.

      En el primer tramo seguimos las pesquisas de los inspectores encargados del caso en una rutina de papeleo, llamas telefónicas, indagaciones e interrogatorios para tratar de aislar a un sospechoso que tuviera una razón sólida para matar de forma tan atroz al teniente de policía. Pero, claro, debido a que era un mal bicho, serán varias las líneas de investigación que se abren. Así, asistimos al ajetreo de las comisarías, las visitas pertinentes de los investigadores a la familia del policía asesinado y a los familiares de las otras víctimas, las que Nyman dejó a lo largo de su cruel trayectoria policíal. Porque si hay algo peor que un delincuente común, ese es un policía delincuente, y hay veces que el odio y la ira contenida durante años llega un día que explota, aunque, invariablemente, deje por el camino un reguero de vidas inocentes.

     Una vez identificado el asesino que, armado hasta los dientes se ha pertrechado en el tejado de un inmueble y que dispara a todo aquel policía que se le ponga a tiro, un hecho que coge a los inspectores Martin Beck y Einar Rönn tomando café con pastas en la casa de los padres del principal sospechoso, se va formando todo un enjambre de curiosos, periodistas y policías alrededor del edificio desde donde dispara el francotirador y que entorpecen la acción de los grupos especiales de operaciones, que tendrán una intervención desastrosa con un helicóptero debido a la habilidad del asesino que se mueve como pez en el agua, identificado como Ake Eriksson (Ingvar Hirdwall), un antiguo ex militar cuya esposa murió hace diez años por una negligencia de Nyman. El veterano inspector Martin Beck, cercano ya a la jubilación y con unos kilos de más, se ofrece voluntario pues piensa que esa es la acción de un hombre solo. Mala idea. Un hombre en el tejado es una brillante película rodada con atmósfera, precisión narrativa, profesionalidad técnica y una gran labor en la dirección de actores. La reflexión sobre de “aquellos polvos, estos lodos”, flota en un ambiente de desesperanza con el plano fijo a blanco y negro del francotirador abatido que clausura la función. Muy recomendable película.

martes, 13 de junio de 2023

CRÍTICA: "EL MAESTRO JARDINERO" (Paul Schrader, 2022)


Botánica y amor para expiar los pecados

“EL MAESTRO JARDINERO”  êêê

(MASTER GARDENER)

DIRECTOR: Paul Schrader.

INTÉRPRETES: Joel Edgerton, Sigourney Weaver, Quintessa Swindel, Esai Morales, Victoria Hill, Eduardo Losan, Rick Cosnett.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 111 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2022

     Mis lectores y mi círculo más íntimo saben de mi debilidad por el guionista y director Paul Schrader, firmante del magistral libreto de la película a la que homenajea este blog, Taxi Driver, también del guión de otras obras maestras como Toro salvaje y El ex-preso de Corea. En su faceta de director y guionista resultan de imprescindible visionado su ópera prima Blue Collar, Hardcore, un mundo oculto, El placer de los extraños, Posibilidad de escape y Aflicción. Con El maestro jardinero clausura su trilogía sobre la redención y los pecados capitales de los Estados Unidos, que contiene todos los temas recurrentes de su filmografía y que está compuesta además por El reverendo (2017) y El contador de cartas (2021).

     A Paul Schrader se le acusa siempre de hacer la misma película, aunque lo mismo podríamos decir de otros directores con diferentes obstinaciones temáticas y a los que también se les adivinan claras influencias. No me detendré en ello, porque lo que nos debe de interesar de una película es su calidad técnica y artística, las claves de su arquitectura visual y narrativa. El maestro jardinero nos presenta a Narvel Roth (Joel Edgerton), un sabio jardinero de Gracewood Gardens. Sus días los dedica a cuidar de los jardines de esa ampulosa y señorial finca y a satisfacer… en todo a la rica viuda Sra. Havernhill (Sigourney Weaver). Todo se trastoca en la vida de Narvel cuando la Sr. Havernhill le pide que tome como aprendiz de jardinera a su problemática sobrina nieta Maya (Quintessa Swindel). Esta nueva situación va a sacar a la luz oscuros secretos del pasado violento de Narvel que aún hoy puede ser una amenaza para todos.

     El legado que dejará Schrader es magnífico, aun reconociendo que el aficionado puede prescindir de más de la mitad de su filmografía como director por su mediocridad y escaso interés. El maestro jardinero tal vez sea una de sus películas más sencillas, luminosas y optimistas, pues, aunque la redención a través del amor es una de sus frecuentes materias narrativas, aquí intenta que se respire de forma más espiritual y poética. Y sí, sus antihéroes son siempre seres atormentados y heridos viviendo en una encrucijada existencial, abatidos por los remordimientos, la fe y los tortuosos caminos de la expiación.

     Joel Edgerton, con el cuerpo totalmente tatuado de simbología nazi, da vida a un hombre con un pasado tormentoso y violento que hace una década formaba parte como miembro activo de un grupo de supremacistas blancos, pero ahora es un testigo protegido que ha encontrado un refugio ideal para su conciencia como encargado y maestro jardinero en unos hermosos e históricos jardines propiedad de una acaudalada dama de sociedad tan elegante como decadente, y que tiene a su cargo varios empleados jóvenes. Una voz en off nos relata lo que escribe en unos cuadernos (actividad que Schrader encomienda a muchos de sus personajes), sobre las características de algunas plantas y las metáforas sobre los distintos tipos de jardines en relación con la sociedad. La llegada de la sobrina nieta de la dueña, una joven y atractiva mestiza llamada Maya, con problemas de adicción a las drogas y con su pareja, un traficante de poca monta, pondrá patas arriba el pequeño oasis de Narvel. A partir de entonces, la narración girará en torno a la relación de Narvel y Maya, y comenzarán a aparecer los fantasmas de un pasado que el protagonista desearía olvidar, pero el pasado nunca nos abandona del todo y sólo es posible calmar la conciencia con el bálsamo del amor.

    El maestro jardinero puede servir como bonito broche de la citada trilogía, pero ni mucho menos es una película redonda. Reconocemos el estilo, las obsesiones temáticas, los códigos que guían a los personajes, los ecos bressonianos y la figura ineludible de la mujer como motor de ese cambio en el espinoso camino de la redención, el sueño tangible de la posibilidad de una isla. Sin embargo, los flashbacks sobre el oscuro pasado del protagonista se me antojan torpes, atropellados y escasamente clarificadores. Del mismo modo, la figura de esa anciana fría y coqueta a la que da oxígeno Sigourney Weaver se ve necesitada de un perfil más acusado, en ella se adivina el carácter altivo de una vida prepotente y clasista. El maestro jardinero carece de la fuerza dramática y emocional de otras películas de su autor. Narvel, ese hombre solitario de Dios, tiene menos aristas y profundidad psicológica que otros personajes salidos de la pluma de Schrader, y descoloca ese pardillo traficante a quien Narvel amenaza, y de cuyas garras quiere alejar a Maya para salvarla y ser perdonado a la espera de la gran catarsis. El problema es que todo está contado con excesiva gelidez, que me hubiera gustado que profundizara más en el pasado de Narvel y su relación con los supremacistas blancos del white power a los que delató, que la desangelada y extraña historia de amor estuviera narrada con más pasión física y sentimental.