La ansiedad de un loser
“DIAMANTE EN BRUTO (UNCUT GEMS)” êêêê
DIRECTOR: Ben y Joshua Safdie.
INTÉRPRETES: Adam Sandler,
Julia Fox, Kevin Garnett, Idina Menzel, Keith Stanfield, Eric Bogosian.
GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 135 minutos / PAÍS: EE.UU
/ AÑO: 2019
He de confesar que la anterior película de
los hermanos Ben y Joshua Safdie titulada Good
Time (2017) me dejó bastante frío a pesar del éxito crítico casi
generalizado. Protagonizada por Robert Pattinson, no consiguió engancharme la
alocada odisea de un tipo excéntrico a través de zonas muy peculiares de la
ciudad para intentar conseguir el dinero suficiente para sacar a su hermano de
la cárcel después de ser detenido en un chapucero atraco a un banco. A pesar de
ciertos hallazgos estéticos y visuales llamativos, la película me resultó muy
cargante en su cúmulo de absurdas y febriles peripecias.
Pero los hermanos Safdie ya
habían demostrado un talento efervescente que estaba buscando el cauce adecuado.
Lo han logrado con Diamante en bruto (Uncut Gems) sobre la base de un libreto
firmado por ellos mismos y Ronald Bronstein. El argumento del film se centra en
Howard Ratner (Adam Sandler) el
propietario de una joyería ubicada en el barrio de los diamantes de Nueva York
que vende exclusivamente a ricos y famosos. Tanto en sus chanchullos como en su
vida personal, Howard siempre asume el máximo riesgo, y por eso siempre está en
bancarrota. Ahora está a punto de culminar un jugoso negocio que comporta una
apuesta de alto riesgo que podría hacerle millonario. Para ello tendrá que
hacer equilibrios entre sus negocios, su familia, su amante y sus adversarios,
que le acosan incesantemente.
Benny y Joshua Safdie firman su mejor
película hasta la fecha con un relato taquicárdico referencialmente anclado en
el clima asfixiante y febril de los 70
cuando Nueva York era un hervidero infernal. Lo hacen con el concurso esencial de
un superlativo Adam Sandler, que deja aparcada su vis cómica y se echa la
película a la espalada dando oxígeno a un joyero al que todo le sale mal;
enredado en un matrimonio en demolición, encoñado de una bella amante con
aspiraciones con la que se desfoga y una importante deuda con un prestamista. Un
personaje capaz de estresar a cualquiera que pase unas horas a su lado, se
mueve por pálpitos y se lo juega todo a una carta. El dinero le quema en el
bolsillo porque es un ludópata, un obseso de las apuestas deportivas aunque los
signos no estén de su parte. Pero la suerte parece sonreírle cuando recibe un
ópalo negro iridiscente de varios
quilates que los mineros etíopes judíos le han vendido por una décima parte de
lo que pueden pagar por él en una subasta.
En ese punto, el espectador comienza a
adivinar que Howard es un perdedor, un loser
al que ningún golpe de suerte salvará de su condición hasta la tragedia final. Toda
su vida es una huida hacia delante, una ansiosa y vertiginosa carrera hacia el
abismo. En la vida de Howard entra la estrella de los Boston Celtics Kevin
Garnett, que se enamora del ópalo, le da suerte, irradia una energía especial,
y Howard se lo presta. La tensión va in
crescendo, es una carrera contra el tiempo, la sensación de agobio es tan
viscosa que el espectador, sin conectar empáticamente con ningún personaje, se
siente abrumado, alterado, la acción se convierte en una cuestión de
supervivencia.
Distribuida por Netflix, producida por A24
y Martin Scorsese, con el deslumbrante debut de la exuberante Julia Fox en el
papel de amante del espídico joyero (un personaje clave en el devastador clímax
final), Diamante en Bruto (Uncut Gems) es una historia sobre la
adicción al juego, pero sobre todo es un relato sobre un personaje desbocado
que vive al límite, sin aliento, capaz de desquiciar a cualquiera con su vitalidad,
verborrea, mentiras y quiméricas ilusiones. Contando con una deslumbrante
fotografía del iraní Darius Khondji que ilumina con desesperación y magnetismo
el paisaje urbano y una puesta en escena que da énfasis a los primerísimos
planos con el uso del formato anamórfico, los brothers Safdie apuestan por la
machacona música electrónica de Daniel Lopatin para horadar el cerebro del espectador excitado hasta el paroxismo. Diamante
en bruto (Uncut Gems) es algo más
que una película sobre la codicia, pues se impone como un triple salto mortal
sin red al vacío de una vida que sólo encontrará la paz en la quietud de la
oscuridad más absoluta. Como evidencia el seco y brutal final, un desenlace que
sólo pueden adivinar los que asumen el riesgo de caminar por el alambre y se
aferran a un espejismo para iluminar la esperanza. Gran película, una ausencia obscena en la última edición de los Oscar.