La trama de Nerve se centra en Vee (Emma Roberts) una estudiante de
secundaria que se ve inmersa en un juego online de “Verdad o acción” (truth or
dare) y se da cuenta de que el juego sabe cosas de ella. La tienta con los
premios que más desea y la empareja con Ian
(Dave Franco) su chico ideal. Al principio todo parece genial: los fans de Vee
e Ian les animan mientras ellos superan retos más y más arriesgados. Pero todo
da un giro inesperado cuando lo que empiezan a jugarse es la vida. ¿Hasta dónde
se verá Vee capaz de llegar?
Se hace necesario señalar quiénes se
encuentran detrás de las cámaras de este inquietante thriller en el que la
protagonista se verá manipulada por una comunidad anónima de observadores, no
son otros que Henry Joost y Ariel Schulman, firmantes de aquel
aplaudido documental titulado Catfish (2010) sobre un joven
fotógrafo de Nueva York que es contactado por una niña de Michigan y viaja
hasta allí para conocerla.
La pareja también firmaron las entregas 3
y 4 de Paranormal Activity (2011 y 2012). Para este año tienen
previsto otro estreno interesante: Viral (2016) que narra la vida de
una joven que reside en una urbanización de los suburbios junto a sus padres y
su hermana y ve cómo su vida cambia completamente cuando un virus letal
comienza a extenderse por el vecindario. Nerve, que se estrenará en nuestro
país el próximo 12 de agosto, cuenta con un guión de Jeanne Ryan y Jessica
Sharzer, la música está compuesta por Rob Simonsen y la fotografía corre a
cargo de Michael Simmonds. Por último, subrayar que la pareja Roberts/Franco estará
acompañada en la función por Juliette
Lewis.
Ópera prima y única película dirigida
hasta el momento por el director australiano Paul China, Crawl tuvo una recepción
muy discreta en el Festival de Sitges a pesar de ser un film interesante en
algunos aspectos. La trama nos presenta al sórdido propietario de un bar de
mala muerte, Slim (Paul Holmes) que
contrata a un asesino a sueldo, El
Croata (George Shevtsov) para que elimina al dueño de un taller que le debe
dinero. Tras un accidente en el que muere su prometido, una inocente camarera
del bar de Slim, MarilynBurns (Georgina Haig) se convierte en
presa del mismo asesino. Ahora, prisionera en su propio hogar, la joven deberá
tomar medidas desesperadas para mantenerse con vida.
Con claras reminiscencias al cine de
Alfred Hitchcock, John Carpenter y los hermanos Coen y su ópera prima SangreFácil
(BloodSimple,
1984), Crawl se impone como un ejercicio de estilo y aprendizaje, una
obra más valiosa por sus formas que por un contenido aletargado que estira
innecesariamente algunas secuencias de forma estéril, con un suspense que
inicialmente pone énfasis en las miradas, los gestos, los silencios, los
ruidos, las cortinas mecidas por la brisa y puertas que oscilan para crear una
tensión que se adivina vacua y que conduce irremediablemente a golpes de
violencia seca y brutal. Sin apenas diálogos, con un ritmo pausado y recursos
narrativos muy simples, China condensa sensaciones, estética, atmósfera y
pulsión sin acabar de rematar la faena, sin la clarividencia contundente de las
obras que dejan poso.
Aun así, la película merece una
oportunidad, los intérpretes cumplen dignamente con su papel y la magnífica
fotografía de Brian J. Breheny se impone como un elemento vital de la función,
creando una ambiente que mantiene el interés del espectador y logra camuflar
algunos agujeros del guión dotando a la acción de un tono de suspense clásico, con
lentos y elegantes movimientos de cámara que nos sumergen lentamente en una
tensa calma quebrada por explosiones
sangrientas y viscerales.
Impecable
en el aspecto visual, rácana vertiente narrativa, Crawl nos presenta a un villano con similitudes con el personaje …
al que da oxígeno Javier Bardem en No es
país para viejos (NoCountryforOldMen, Ethan y Joel Coen, 2007) y nos
muestra la belleza inmarcesible de Georgina Haig, máximos protagonistas de una
historia en la que no falta el humor negro y que contiene algunas escenas muy
bien planificadas, como esa en la que
el asesino llega a la casa de la joven camarera que espera inquieta a su novio
y que denota un fluido trabajo de cámara, o esa otra que protagoniza la otra
camarera, Lauren Dillon, acercándose a gatas hacia su pervertido jefe para
sufrir los fuertes cachetes en el trasero que éste le propina. Todo para
culminar un viaje a la mente trastornada de un psicópata tan excéntrico como
expeditivo.
El director catalán afincado en Los Ángeles Jaume Collet-Serra debutó con La
casa de cera (2005), un film de terror defenestrado por la crítica pero
que obtuvo una buena aceptación del público. Mejor acogida entre la crítica
especializada obtuvo LaHuérfana (2009), eficaz
fusión entre la intriga y el terror que cuenta cómo la adopción de una niña de
rostro angelical se convierte en una maldición para sus padres adoptivos. En 2011
el director español comienza su serie de colaboraciones con el carismático actor
irlandés Liam Neeson en una sucesión de thrillers que siempre han tenido buena
respuesta en la taquilla: Sin identidad (2011), Non-stop
(2014) y Una noche para sobrevivir (2015). Para 2017 tiene previsto el
estreno de una nueva colaboración con el actor en un nuevo thriller, The
Commuter, película que cuenta con la presencia de Vera Farmiga.
Infierno azul (The Shallows),
que se estrena el próximo 15 de julio en España, nos narra la historia de Nancy (Blake Lively), una joven que trata de superar la pérdida de su
madre. Un día, cuando se encuentra practicando surf en una playa solitaria,
queda atrapada en un pequeño islote a apenas unos metros de la costa, y aunque
está a sólo a 100 metros de la salvación, para alcanzarla tendrá que poner a
prueba todas sus habilidades y voluntad, pues un enorme tiburón blanco se
interpone entre ella y la costa.
Con disparidad
de opiniones ha saludado la crítica el nuevo artefacto de Collet-Serra, con
impresiones que oscilan entre las más entusiastas como la del crítico de “The
Guardian” Peter Bradshaw: “Con su austero
guión, su construcción inteligente y su impresionante fotografía (burda en su
concepto) se convierte en una obra maestra menor”; y la decepción de Todd
McCarthy de “The Hollywood Reporter”: “Una
película exploitation de tiburones de la vieja escuela, que ignora
obstinadamente todas las lecciones del cine de suspense”. Con un guión de
Anthony Jaswinski, música compuesta por Marco Beltrami y una fotografía de
Flavio Martínez Labiano, Infiernoazul (The Shallows)
puede convertirse en la auténtica sleeper de la actual temporada veraniega.
Por encima de actrices como Sharon Stone,
Kathleen Turner y Glenn Close, Linda
Fiorentino (Filadelfia, Pensilvania, 9 de marzo de 1958) es una de las
femme fatales más recordadas por los cinéfilos de mi generación, una actriz con
un carácter endiablado en el trato con los directores, equipos técnicos y compañeros
de reparto, pero con un indudable atractivo para el espectador, tanto por su
sinuosa y magnética personalidad como por sex appeal de chica corriente o
vecina de al lado. De ascendencia italiana, Linda sopesó estudiar derecho antes
de convertirse en actriz, pero se graduó en Ciencias Políticas por la
Universidad de Rosemont (Pensilvania). Debutó en la pantalla grande con la
tonta comedia romántica Loco por ti (Harold Becker, 1985), y
con ¡Jo,
qué noche¡ (AfterHours, Martin Scorsese, 1985) elevó
la temperatura de la audiencia con su papel de esqueleto de apetecible estampa
y predilección por los juegos sexuales perversos.
Desde esta etapa, hasta que vuelve a
situarse delante de la cámara en el drama ambientado en los años 20 Los
Modernos (Alan Rudolph, 1988) pasaron tres años en los que no contó con
la confianza de ningún director, debido en parte a la fama que adquirió su
fuerte temperamento. En 1991 trabajó junto a John Travolta en la infumable
comedia romántica y musical Grita (Jeffrey Hornaday).
Termítocles López contó con su concurso
para la película independiente y de corte experimental Las
cadenas del deseo (1992) y protagonizó junto a Charlie Sheen la nefasta
película de acción Recuerdos que matan (Larry Ferguson, 1992).
Seguidamente, protagonizó para la pequeña
pantalla un par de telefilms, Amenaza peligrosa (Sam Irving, 1993)
y el western Acuerdo desesperado (P. J. Pesce, 1994). Fue en 1994 cuando la
carrera de Linda Fiorentino pegó un
salto cualitativo al protagonizar el excelente film neo-noir Falsaseducción,
una película de bajo presupuesto dirigida por John Dahl con un potente guión de
Steven Barancik que sirvió de trampolín definitivo para el estrellato de la
actriz. The Last Seduction sentó las bases del personaje por el que se
recordará siempre a Linda Fiorentino, el de Bridget Gregory, una femme fatale
fría, calculadora, amoral y sin escrúpulos.
De no haberse estrenado en la televisión por
cable antes que en cines, Fiorentino hubiera sido una candidata firme por ese
papel en las nominaciones a los Oscar, pero debido a ello no fue ni siquiera
nominada. Aun así, el buen cinéfilo sabe que fue ella quien revitalizó el papel
de viuda negra en el cine de mediados de los 90, consiguiendo el Independent
Spirit Award, el BAFTA y el premio del Círculo de Críticos de Nueva York a la
Mejor Actriz. Un papel que quedaría adosado a su piel para siempre, como se
demostró con el fallido thriller dirigido por William Friedkin Jade
(1995), en el que daba oxígeno a una seductora y enigmática psiquiatra. Poco a
poco, la carrera de Linda fue languideciendo, y aunque todavía lograría un
cierto reconocimiento por su papel como único descendiente de Jesucristo en el
film Dogma
(Kevin Smith, 1999), y encarnando a la atractiva forense que prefería la
compañía de los muertos a los vivos en Men in Black (Barry Sonnenfeld,
1997), son pocos los espectadores que recuerdan títulos como Body
Count (1998), ¿De qué planeta vienes? (2000) o Escondido
en la memoria (1996) de nuevo a las órdenes de John Dahl.
Tal vez, algunos aficionados la recuerden
al lado de Paul Newman en la comedia de atracos Donde esté el dinero (Marek
Kanievska, 2000), y algunos más en el thriller irlandés Criminal y Decente (Thaddeus
O´Sullivan, 2000) en donde interpreta a una de las amantes de un criminal de
Dublín encarnado por Kevin Spacey. Concluyo esta especie de homenaje a esta
bella musa que me dejó huella recordando el último film que vi (no recuerdo si
en cine o en otro formato) protagonizado por la actriz de Filadelfia, En el
punto de mira (Kari Skogland, 2002) en el que daba vida a la mujer de
un fabricante de armas que es secuestrada por un hombre (Wesley Snipes) para
tratar de vengar así la muerte de su hijo durante un tiroteo en la escuela. Queda
el mito, y recordaremos siempre su aura de mujer independiente, dura,
sofisticada, hermosa, enigmática, fría y manipuladora que ha perseguido a la
actriz hasta su retirada de los focos, el glamour y las bambalinas. ¡GLORIA A
LINDA FIORENTINO!
Tras
el resultón corto rodado hace doce años Los elefantes nunca olvidan (2004),
el director venezolano Lorenzo Vigas
nos presenta su esplendoroso debut con el largometraje Desde allá, un potente
relato que se alzó con el León de Oro en la pasada edición del Festival de
Venecia, fue declarada Mejor Ópera Prima en el Festival de La Habana y Mejor
Película Iberoamericana en el Festival Internacional de Panamá. Nada extraño,
porque el film de Vigas es una pieza de cámara tan magnética como compleja.
En medio de una
Caracas convulsa, la película nos cuenta la historia de Armando (Alfredo Castro) un hombre de cincuenta años que trabaja en
su propio laboratorio de prótesis dental. En su tiempo libre busca a hombres
jóvenes en paradas de autobuses y les ofrece dinero a cambio de que les
acompañen a casa. Sólo busca compañía y observarles desnudos mientras se
masturba sin entrar en contacto con ellos. Pero Armando también tiene otra
costumbre, la de espiar a un hombre de edad avanzada, al que le une un vínculo
común en el pasado. Un día, Armando conoce a Elder (Luis Silva) un joven de dieciocho años líder de una pequeña
banda de delincuentes juveniles. Se lo lleva a casa sin que ninguno de los dos
intuya que de ese encuentro nacerá una relación entre ellos que los cambiará para
siempre.
Con un ajustado
presupuesto, rodada de manera sencilla y sin concesiones, Desdeallá,
guionizada y producida por el mexicano Guillermo Arriaga, nos presenta una
interpretación prodigiosa dotada de matices y un amplio abanico de recursos del
actor chileno Alfredo Castro, dando
oxígeno a Armando, un tipo al que, a pesar de gozar de un privilegiado estatus
económico, no ha sido tratado bien por la vida. Porque la vida es mucho más que dinero, que puede volverse absurdo e inoperante en los dominios del silencio, la herida del
tiempo y la soledad. Armando esconde su homosexualidad, estigma lacerante que
parece lastrar su errante sociopatía y reprimida sexualidad. Un tipo solitario
que no se encuentra a gusto en su piel, dueño de un alma castigada y de
errático itinerario. Desde alláse impone como una severa introspección sobre los tormentos de la condición humana y sus
tenebrosos senderos hacia páramos desolados por donde andan diseminados los
amargos restos del naufragio.
El encuentro de
Armando con Elder (magnífico también Luis Silva en su papel de fanfarrón de
frágil moral), que en su primer encuentro recibe una paliza del joven que,
además, le roba todo lo que lleva encima, lo cambiará todo. En lugar de
denunciar la agresión a la policía, se convierte en una figura auxiliadora del
joven homófobo, iniciando un turbio romance pasional donde la ternura que flota
en la superficie será barrida por la devastación de la inmediata marejada, por
las aristas punzantes de un drama desgarrador que no nace sólo de las
diferencias de clases o edad de los personajes protagonistas, también del
vínculo de ambos con el padre ausente, heridas que supuran desde el peor de los
crímenes. Evitando el morbo fácil y el
obsceno amarillismo, Lorenzo Vigas explora el sometimiento de la miseria humana
ante el poder (político, económico…), la alienación, las debilidades de una
sociedad enferma, miedosa y esclava en tiempos de crisis y abyección moral, de
vidas quemadas que apenas dejan cenizas. (êêêê)