Ni excelsa
ni despreciable
SIN CITY: UNA
DAMA POR LA QUE MATAR êêê
DIRECTORES: ROBERT RODRÍGUEZ,
FRANK MILLER.
INTÉRPRETES: JOSH BROLIN, EVA
GREEN, JESSICA ALBA, MICKEY ROURKE, JOSEPH GORDON-LEVITT, ROSARIO DAWSON, BRUCE
WILLIS, POWERS BOOTHE.
GÉNERO: THRILLER /EE. UU. / 2014 DURACIÓN: 102 MINUTOS.
Rotundo fracaso en las taquillas de los Estados
Unidos, tanto que se está barajando su salida directa al mercado del DVD en
países como España, me dispongo a ver la segunda entrega cinematográfica basada
en una de mis novelas gráficas favoritas con ciertas reservas y alguna
esperanza de poder rebatir las malas críticas recibidas, que como era lógico
han terminado por contaminar al gran público. Tras el visionado, compruebo que SIN
CITY: UNA DAMA POR LA QUE MATAR no roza ni de lejos el listón alcanzado
por el film original pero tampoco es la película despreciable y aburrida que
muchos nos habían contado. El film sigue manteniendo un exuberante look visual
y resulta lo suficientemente entretenido como para captar rápidamente la
atención del espectador y a los fans del cómic, que se lo pasarán bien con un ejercicio
cinematográfico rodado con estilo.
Frank Miller y Robert Rodríguez
se encargan de nuevo de esta secuela ambientada en la oscura y peligrosa Sin
City, “La Ciudad del Pecado”, aunque en esta ocasión no cuentan con el concurso
de Quentin Tarantino. La trama gira en torno a Dwight McCarthy (Josh Brolin) quien busca vengarse de su ex novia, Ava Lord (Eva Green), una misteriosa e
imponente mujer que abandonó a Dwight para casarse con hombre poderoso y multimillonario
y ahora ha regresado para traerle más problemas. Por otra parte, la joven
bailarina y stripper del bar Kadies, Nancy
Callahan (Jessica Alba) intenta
superar la muerte del agente de policía John
Hartigan (Bruce Willis), el cual la salvó en dos ocasiones de ser violada. También
nos encontramos con Johnny (Joseph
Gordon-Levitt), que tiene la peligrosa misión de acabar con el mayor villano de
Sin City, el senador Roark (Powers
Boothe). Por otra parte, Marv
(Mickey Rourke) ayudará a Dwight a consumar su venganza.
Recuerdo que cuando era un crío pensaba
en lo difícil que debió de ser que El
Padrino II mantuviera la misma calidad (e incluso superior para mí) que
la primera entrega. Tan difícil que muchos años después, en 1990, pudimos
comprobar el tremendo fiasco que supuso la cochambrosa El Padrino III. Sinceramente
yo no esperaba que SIN CITY: UNA DAMA POR LA QUE MATAR superara el nivel de
excelencia e inspiración que la película seminal, pero esperaba algo más de un
artefacto supone todo un descalabro para el equipo artístico y técnico y para
las productoras The Weinstein Company y Dimension Films, aunque estoy por
asegurar que lejos de ser ese material de derribo que nos han querido vender, el film se eleva como una aceptable
continuación que debido a las enormes expectativas creadas ha supuesto una
ingrata decepción para mucha gente. Deberíamos analizar secuelas como las de El Exorcista o Alien Para darnos
cuenta de que hay desengaños mayores. Estamos ante una película que tiene como misión
principal cerrar algunos cabos sueltos de Sin
City y ampliar el universo de una ciudad ficticia aunque inolvidable en
donde la violencia, la corrupción, el sexo y la lucha por la supervivencia
apenas dejan resquicio para un romanticismo fatalista o suicida.
Claro que, diluido el factor sorpresa tras la
primera entrega, todo puede parecer reiterativo o excesivamente hiperbólico. Nada
hay que reprocharle a su competente elenco, en el que sobresale una
deslumbrante Eva Green de alarmantes
ojos verdes y con más curvas que la cordillera de los Andes, una peligrosa femme fatale rebosante de avaricia y perdición. También cumple el
proteico Powers Boothe, cuya
crueldad sólo es comparable a sus ansias de poder. Sin la corrosiva decadencia
y pulcritud del film original (se echa en falta al puntilloso Tarantino), las
tres historias desarrolladas avanzan a buen ritmo, teniendo como epicentro de
encuentros ese microcosmos de ambiente contaminado por el humo del tabaco, el
sudor el alcohol y la derrota que es el bar Kadies. Teniendo en cuenta que las
mejores historias ya se contaron en la anterior película y que iba a ser
complicado igualar su fuerza arrolladora, estamos ante un film aseado sin más
pretensiones que complementar el
peculiar universo creado en Sin City. Porque lo que resulta incontestable es el magnetismo onírico de sus
imágenes y la lograda atmósfera noir
y sensual de la función, dentro de una trama enfangada por los arquetipos que
habitan una ciudad lúgubre, infernal e ideal para el exceso y el pecado, para
la fatalidad del antihéroe. Podemos estar de acuerdo en que esta secuela no era
necesaria, pero una vez horneado el pastel ¿a quién le amarga un dulce?