miércoles, 21 de abril de 2021

CRÍTICA: "NADIE" (Ilya Naishuller, 2021)

 

Una historia de violencia

“NADIE” êêê

(Nobody)

DIRECTOR: Ilya Naishuller.

INTÉRPRETES: Bob Odenkirk, Aleksey Serebryakov, Connie Nilsen, Christopher Lloyd, Gage Munroe, Michael Ironside, Colin Salmon.

GÉNERO: Acción / DURACIÓN: 92 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2021.

   Ilya Naishuller, director del film de culto Hardcore Henry (2015), una montaña rusa filmada sin concesiones que no da respiro al espectador y que al mismo tiempo es una experiencia sensorial y vertiginosa que no se corta a la hora de mostrar la violencia de un modo salvaje fusionando la narrativa y el look visual del videojuego con el espectáculo cinematográfico, nos presenta ahora su segundo largometraje titulado Nadie.

   Su argumento se centra en Hutch Mansell (Bob Odenkirk), en apariencia, un padre de familia corriente. Una noche, unos ladrones entran en su casa y él renuncia a defenderse y a defender a su familia en la creencia de que así evita males mayores. Su actitud es vista como como un acto de cobardía y decepciona a su hijo Blake (Cage Munroe) y a su esposa Becca (Conie Nielsen), que comienzan a distanciarse de él. El incidente le recorcome por dentro hasta conseguir que salga a la luz su lado más oscuro.

   Protagonizada de manera virtuosa y socarrona por Bob Odenkirk (el abogado Saul Goodman de la serie Breaking Bad y del spin off Better Call Saul), sin duda lo mejor de la función y que es presentado como héroe de acción maduro que parece seguir la estela de Liam Neeson dando vida a un padre de familia trabajador, previsible y en ocasiones patético que esconde una personalidad explosiva, una especie de action hero con gran pericia en la lucha cuerpo a cuerpo y con las armas. Lo demostrará cuando tras despachar piadosamente a la pareja de ladrones que entraron en su casa, se tenga que enfrentar a un despiadado líder de la mafia rusa y a su ejército.

      El director ruso Ilya Naishuller ambienta la función con excelentes temas de Nat King Cole, Nina Simone, Pat Benatar y Louis Armstrong para dar forma a un artefacto tan extremo como atractivo que fusiona la violencia visceral y el humor negro y que sirve de lucimiento para Odenkirk, que luchará contra todo y contra todos para salvar su vida y la de su familia.

     La función tiene similitudes con la saga John Wick, nada extraño porque el libreto viene firmado por Derek Kolstad, el guionista de la serie protagonizada por Keanu Reeves. Tampoco nos sorprendería que Nadie, que bebe de los códigos genéricos del cine de acción, sea la primera entrega de otra saga y el nacimiento de otro actioner maduro como el citado Neeson o Bruce Willis. Resulta evidente que otra de las referencias que han tenido en cuenta los responsables  de Nadie es la magnífica película de David Cronenberg Una historia de violencia (2005), pues la película de Naishuller parte de una premisa casi idéntica, pero el director ruso se las apaña para dotar a la función de un toque cómico que la aleja de aquella (la sed de venganza de Mansell se enciende cuando constata que los ladrones que entraron en su casa se llevaron la pulsera de gatitos de su hija), una dinámica divertida en sus espectaculares y desmedidas secuencias de acción en donde reina un inmenso Bob Oderkink, convertido en una devastadora máquina de matar, un destroyer absolutamente infalible movido por la ira de la nobleza y la mirada fría de la rabia de un don nadie de la clase media que se rebela haciendo que la violencia adquiera su propia lógica interna. El aficionado al thriller de acción encontrará en Nadie unas set pieces llevadas a extremos hilarantes maravillosamente coreografiadas y rodadas con un ritmo endiablado que no dificultan su estructura narrativa.


jueves, 15 de abril de 2021

CRÍTICA: "LA COLUMNISTA" (Ivo van Aart, 2019)

 

La periodista justiciera

“LA COLUMNISTA” êêê

DIRECTOR: Ivo van Aart.

INTÉRPRETES: Katja Herbers, Genio de Groot, Rein Hofman, Bram van der Kelen, Claire Porro, Harry van Rijthoven.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 86 minutos / PAÍS: Países Bajos / AÑO: 2019.

    La ópera prima del director holandés Ivo van Aart es una producción para la televisión que fusiona el thriller con la comedia negra para presentarnos una historia en la que la protagonista, Femke Boot (Katja Herbers) es una mujer de mediana edad divorciada que trabaja como tertuliana en la televisión y tiene una columna en un periódico de tirada nacional. Femke escribe su opinión sobre tendencias y temas de actualidad, lo que le ha procurado fama de periodista polémica. Cada día recibe una ingente cantidad de mensajes amenazándola a través de las redes sociales. Un día, cansada del acoso al que es sometida, decide vengarse. Tras comprobar aterrada que las autoridades no hacen nada al respecto, decide tomarse la justicia por su mano.

     La columnista toca un tema de rabiosa actualidad, pues aunque internet y las redes sociales nos permiten comunicarnos con alguien en cualquier lugar del mundo, intercambiar impresiones, fotos, vídeos y toda clase de archivos, además de mantenernos informados de todo lo que ocurre en el planeta, también tiene una cara oscura y desagradable. A través de las redes sociales se puede hostigar, insultar, amenazar de muerte y diseminar el odio con absoluta impunidad bajo el amplio amparo de la libertad de expresión y el anonimato.

      Es un tema espinoso que ha causado depresiones, cancelaciones de cuentas e incluso el suicidio a las víctimas que lo han padecido. Lo cual nos confirma algo que ya sabemos: no vivimos en el mejor de los mundos, no existe sobre la faz de la tierra una criatura más cruel que los seres humanos y una parte nada desdeñable de nuestra sociedad es basura absolutamente tóxica. Tratando de hacer frente a esa escoria que la acosa, Femke Boot se convierte en una justiciera decidida y brutal.

   La columnista es, por supuesto, una película excesiva, una sátira corrosiva, provocadora e hiperbólica. Femke asesina con total impunidad y aunque sus asesinatos son tan contundentes como chapuceros, toma pocas precauciones cuando lleva a cabo sus sangrientas acciones como si la policía fuera tonta o no le importase que la descubran. Su vida se divide entre su trabajo como escritora y columnista, el tiempo que pasa en casa con su hija adolescente y su pareja, un escritor gótico de novelas de terror, y esa cada vez más adictiva y secreta vida nocturna en la que se transforma en una serial killer, convirtiendo las escenas de sus crímenes en una tabla de carnicero



   El director Ivo van Aart dirige de forma dinámica y enérgica la función con una visión tan cínica como eficaz, un relato que, y esto es lo mejor del film, puede que sólo esté sucediendo en la cabeza de Femke y en la novela que está escribiendo. Al final, vemos a nuestra protagonista hacer una entrada triunfal en el cóctel de la presentación de su libro vestida de blanco impoluto y con el rostro salpicado de sangre. Está feliz, luce exuberante, su bloqueo como escritora ha terminado.  


sábado, 10 de abril de 2021

CRÍTICA: "CAMPANADAS A MUERTO / HIL KANPAIAK" (Imanol Rayo, 2020)

 

El descanso de los huesos

“CAMPANADAS A MUERTO” êê

(Hil Kanpaiak)

DIRECTOR: Imanol Rayo.

INTÉRPRETES: Itziar Ituño, Eneko Sagardoy, Yon González, Asier Fernández, Iñigo Aramburu, Josema Bengoetxea, Itsaso Arana, Dorleta Urretabizkaia.

GÉNERO: Thriller rural / DURACIÓN: 95 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2020. 

    Nueve años han transcurridos desde que el director navarro Imanol Rayo debutara con 27 años con un libreto propio que adaptaba la exitosa novela homónima de Bernardo Atxaga Dos hermanos (2014), una película rodada en euskera. De aquella novela se publicaron más de una quincena de ediciones en euskera, pero la película de Rayo no tuvo tanta suerte y tras ser presentada en la sección “New Directors” del Festival de San Sebastián, pasó sin pena ni gloria para el espectador medio debido seguramente a su escasa distribución.

     Rayo nos presenta ahora su segunda película titulada Campanadas a muerto (Hil Kanpaiak) que adapta la novela de Miren Gorrotxategi y rodada también en euskera. Un thriller rural que nos sitúa en los terrenos del caserío Garizmendi, donde aparece un esqueleto enterrado. Sin saber qué hacer, Fermín y su mujer Karmen (Iñigo Aramburu e Itziar Ituño) llaman a su hijo Nestor (Eneko Sagardoy) para que se haga cargo. A la mañana siguiente Fermín no aparece y Nestor descubre que los huesos también han desaparecido. Tras llamar a la policía, hasta el caserío acuden dos inspectores de la Sección Criminal de la Ertzaintza, Espeleta y Kortazar (Dorleta Urretabizkaia y Yon González), quien muestra un especial interés por el caso… y mientras se encuentran en el caserío, la campana de la ermita comienza a doblar a muerto.

     Campanadas a muerto no aporta nada novedoso ni sugerente al drama o el thriller rural, y aunque se aparta de los estilemas y fórmulas de películas como El séptimo día de Saura o Tarde para la ira de Raúl Arévalo, la temática incide en las rencillas enconadas, la venganza y el odio fermentado durante muchos años para armar, con la gelidez del cine polar francés, una historia de vendetta que adquiere su propia lógica interna y deriva en una tragedia cruelmente redentora. En las zonas rurales, la violencia reposa durante décadas, a veces durante toda una vida, y estalla en un instante a través de una escalada sangrienta e infernal. El problema de Campanadas a muerto es su arriesgada y confusa narrativa, con saltos temporales en los que apenas se advierten las transiciones y obligan al espectador a hacer un cansino esfuerzo de concentración para no perderse en el laberinto de sucesos y subtramas que jalonan el itinerario vital de esa familia entre el presente y el pasado. Estamos, una vez más, ante una historia cainita y fatalista que deja un reguero de cadáveres para abonar los verdes campos del interior del País Vasco, buen lugar para el descanso de los huesos.

     Campanadas a muerto (Hil Kanpaiak) está muy lejos de ser una película redonda, tal vez su mayor defecto sea su voluntad de trascender utilizando una narrativa elíptica abstrusa, inanes planos estáticos, recursos como la utilización del fuera de campo cuando se desarrolla una explosión de violencia, parcos diálogos y la irritante banda sonora de un chirriante orfeón para ambientar el silencio, que perfora como un estilete los oídos del espectador. Insisto, en la función se acumulan las muertes violentas, pero el relato carece de intriga y emoción. Los escenarios (poco aprovechados por el empeño de una cámara cercana y escrutadora) y personajes, poco comunicativos pero de intensas miradas, están cubiertos de negrura, de un dramatismo calculado e impostado que infunde al relato una apariencia de ejercicio de estilo. Pero sólo es otra trillada historia de venganza, pasiones criminales, odio subterráneo y abusos, cuyas raíces se hunden en el pasado pero que crecen en los lodos del presente retroalimentándose con una energía feroz hasta transformar la ira en muerte y tragedia.

martes, 6 de abril de 2021

CRITICA: "UN ILUSTRE DESCONOCIDO" (Matthieu DeLaporte, 2014)

 

El ladrón de vidas ajenas

“UN ILUSTRE DESCONOCIDO” êêêê

DIRECTOR: Matthieu DeLaporte.

INTÉRPRETES: Matthieu Kassovitz, Ludovic Berthillot, Eric Caravaca, Sophie Cattani, Mari-Josée Croze, Philippe Duclos, Siobhan Finneran.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 118 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 2014.

    El realizador francés Matthieu DeLaporte debutó en el año 2006 con la comedia La jungle, un film sobre dos inseparables hijos de papá que siguen viviendo del cuento y que tienen que sobrevivir en la jungla de asfalto parisina siete días y siete noches con siete euros. En 2012 codirigió junto a Alexandre de la Patelliére El nombre, otra comedia hilarante que nos presenta a un cuarentón triunfador que va a ser padre por primera vez, pero cuando le preguntan por el nombre que ha elegido para el niño, su sorprendente respuesta desatará el caos. Su última película, Lo mejor está por llegar (2019), también codirigida por Alexandre de la Patelliére, versa sobre dos amigos que, por culpa de un malentendido, piensan que a cada de uno de ellos le queda pocos meses de vida e intentarán recuperar el tiempo perdido.

      Para este cronista, su mejor película es hasta la fecha es Un ilustre desconocido (o Un gran desconocido, como la han titulado en Filmin), un relato estrenado en 2014 en el que junto al director interviene como guionista su inseparable amigo y colega Alexandre de la Patelliére, y que sigue a Sébastien Nicolas (Matthieu Kassovitz), un agente inmobiliario solitario y apesadumbrado que lleva una vida monótona y siempre ha soñado con ser alguien más. Pero no tiene imaginación, por eso se dedica a copiar las vidas de otros. Observa, sigue e imita los gustos de las gentes que conoce durante sus rutinarios días de trabajo. Navega a través de la existencia de los demás reproduciendo sus vidas. Pero ciertos viajes pueden representar un punto de no retorno.

      Aunque advierto que en ciertas situaciones el espectador se ve obligado a dejar suspendida la credibilidad, DeLaporte firma una magnífica y truculenta película sobre la usurpación de identidades por parte de un ser anodino y asocial que no se encuentra a gusto en su piel. Lo hace con una magistral interpretación  de Matthieu Kassovitz dando oxígeno  a Sébastien Nicolas, un tipo excéntrico, metódico, obsesivo en lo referente al orden y la limpieza y con un trabajo aburrido en una empresa de bienes raíces que sólo le sirve para escrutar a los clientes cuyas vidas le parecen atractivas y mimetizar así su identidad.

     DeLaporte da comienzo a la función con el protagonista en su casa preparando el escenario para suicidarse abriendo la llave del gas y dejando una carta de despedida. Pero eso es sólo el inicio de una sugerente y alambicada trama que a partir de ahí nos hará viajar al pasado. A Sébastien no le gusta su vida, no se gusta a sí mismo, a un sacerdote con el que estuvo de monaguillo le confiesa su infinito hastío. Él sabe que lo único que le ayuda a superar su zozobra y sobrellevar la insufrible rutina es meterse en la piel de otro. Para ello registra la voz del elegido, sus gestos, su mirada, su forma de caminar y vestirse, se cambia el color de la piel y el pelo, adoptando así un nuevo aspecto y personalidad. Es un artista del transformismo, pero esa mutación no sale gratis, y aunque él se siente cómodo y seguro, seremos testigos de los riesgos que corre. Un ilustre desconocido es un espléndido thriller psicológico con un argumento absorbente y abundantes giros sorpresas que encuentra sus mejores virtudes en un guión con retruécanos pero bien estructurado, en la pluscuamperfecta actuación de Kassovitz y en una ambientación elegante y cuidada.

     El punto de inflexión para Sébastien Nicolas se produce cuando, a través de su agente británica, conoce a Henry de Montalte (a quien también da vida Kassovitz), un veterano y famoso violinista que busca un apartamento en París. Henry es un tipo engreído y déspota que sólo se quiere a sí mismo y que dejó abandonada en París a su pareja y su hijo. Fascinado por su personalidad, Sébastien se convierte inmediatamente en su réplica, pero comete el error (o el acierto, lo entenderá el espectador) de involucrarse en su vida personal e intenta ayudar a esa madre y su hijo, que va para virtuoso del violín. Tal vez ese sea su modo de darles una oportunidad, una nueva vida, y de paso redimirse a sí mismo de una vida vacía y frustrante. DeLaporte nos sumerge en los recónditos meandros de una mente trastornada que sólo encuentra sentido a la vida siendo otro, asomándose al vértigo de un abismo tan emocionante como peligroso.