Como tendremos
tiempo de analizar otros títulos del director y productor William Lustig (1955, El
Bronx, Nueva York) he querido detenerme en una trilogía muy querida por el
aficionado al cine de serie B y exploitation, Maniac Cop,
que producidas y escritas por el también director y guionista Larry Cohen, se han convertido con el tiempo en películas de culto que
representan un tipo de cine muy anclado a su época (años 80 y principios de los
90) y que, con sus virtudes y defectos, sigue siendo muy reivindicado. Un cine
para el que no se necesitaban coartadas morales y a sus responsables les
importaba un carajo lo políticamente correcto. El caso es, y esto no hay quien
lo ponga en duda, que esta clase de películas y esta manera de hacer cine siguen
viviendo en la nostálgica cinéfila de millones de espectadores de varias
generaciones en todo el mundo.
MANIAC COP (William
Lustig, 1988)
Una serie de
brutales asesinatos aterrorizan a la ciudad de Nueva York. El caos se apodera
de las calles y las víctimas son despedazadas sin ningún tipo de compasión. Mientras,
los ciudadanos se defienden como pueden y la prensa anuncia que el asesino es
un policía. Para calmar los ánimos de la gente, la policía arresta al oficial Jack Forrest (Bruce Campbell) que está
considerado un tipo problemático, pero su compañera, Theresa Mallory (Laurene
Landon) está convencida de su inocencia. Cuando el detective Frank McCrae (Tom Atkins) su superior, aparece muerto, Forrest decide
involucrarse en el caso. Cuando está a punto de descubrir la verdadera
identidad del asesino, se revelará un hecho insospechado, y es que el difunto
oficial Matt Cordell (Robert Z´Dar) parece haber vuelto a la vida, sediento de
sangre y de crímenes y convertido en el temible “Maniac Cop”. Así, Cordell que
había sido brutalmente asesinado en la cárcel por los reclusos arrestados por
él, parece haber resucitado y nadie está salvo.
Sólo 85 minutos
son suficientes para componer una sórdida sinfonía de horror y muerte que se
mueve entre el thriller de justicieros urbanos y el slasher, subgénero éste
último que había iniciado ya su decadencia tras su visceral explosión en los 70
y 80, pero al que la pareja Lustig/Cohen desean rendir un sentido homenaje. No diré
que Maniac
Cop, que parte de una premisa poco original, sea un film deslumbrante,
pero sí que el género no sería lo que es hoy sin la influencia de este tipo de
películas grindhouse, de ahí su halo de pequeña joya. Antes de continuar, sería
conveniente señalar que el imponente rostro de Robert Z´Dar (que aunque trabajó en una treintena de películas es
recordado por este papel) se debe a una enfermedad genética caracterizada por
el crecimiento anormal de los huesos de la cara, tanto el maxilar inferior como
el superior. Z´Dar falleció el 30 de marzo de 2015 a los 64 años.
Aunque estoy seguro de que la cinta tendría
más fuerza si Cohen hubiera pulido un poco más el guión dando más relevancia a
la situación de una ciudad aterrorizada con la simple visión de un policía
(algo que plantea solamente en una ocasión con una chica en un coche) la función
resulta entretenida tanto en la primera parte; con la policía desconcertada
ante la posibilidad real de que uno de los suyos sea un maníaco asesino; como
en la segunda, con el clímax delirante de la entrada de Maniac Cop en la
comisaria. Con un presupuesto ajustado incluso para la época de un millón de
dólares, Maniac Cop contiene un ritmo frenético y unas escenas de acción
rodadas de manera contundente, al mismo tiempo que lanza una denuncia velada
sobre la inseguridad ciudadana en urbes como la Nueva York de la época, y creando
un nuevo mito del terror, un policía maníaco de tintes sobrenaturales y con la
cara desfigurada a quien da oxígeno de forma eficaz el fallecido Robert Z´Dar. Aunque
a la cabeza del reparto encontramos actores de culto como Tom Atkins y Bruce
Campbell, al espectador le interesará saber que realizando un cameo aparecen
Sam Raimi y el boxeador Jake LaMotta, a quien Robert De Niro dio vida en la
Magistral Toro Salvaje (Martin Scorsese, 1980).
MANIAC COP 2 (William Lustig, 1990)
Para mí la
mejor entrega de la trilogía. Está claro que se notan los tres millones más
invertidos en esta secuela que se inicia justo donde lo dejó la primera, con el
policía asesino que creían muerto sembrando el pánico por las calles de Nueva
York, pero en lugar de seguir la historia de forma lineal, da un giro que
agradecemos y que sirve para introducir nuevos personajes y elementos
sobrenaturales que presentan a Matt
Cordell (Robert Z´Dar) como una presencia espectral y convertido en juez,
jurado y verdugo. Una evolución que puede tener cierta resonancia al mito Jason
Voorhees, que engrandece la historia y la eleva a otro nivel.
Maniac Cop 2 comienza
con un pequeño prólogo que nos recuerda el final de la primera entrega, seguidamente
surgen unos créditos más elaborados y enseguida se va al grano con Matt Cordell
enfangado como un criminal más en atracos y trifulcas callejeras, y transformado
en un ente mucho más terrorífico. La película incluye más escenas de acción y
mejor planificadas, con una trama que se centra más en la ira diabólica de
Cordell, en su condición de víctima ultrajada por el sistema. A lo largo del
metraje diremos adiós a Jack Forrest
(Campbell) y su compañera Theresa
(Mallory), algo que no sentó demasiado bien a sus fans pero que se debe asumir
con un desenlace coherente en venganza por la caza implacable que iniciaron en
la primera parte tratando de atrapar al oficial asesino.
Será un nuevo
detective, Sean McKinney (Robert Davi)
y su compañera, Susan Riley (Claudia Christian) quienes se encarguen del caso. Desplegando
unos efectos especiales más depurados, algo que notaremos en esa escena en que
Susan Riley es esposada desde fuera al volante de un coche que cada vez coge
más velocidad, resulta sugerente que Cordell se vea acompañado en esta ocasión
por un psicópata asesino de prostitutas, que le ofrece refugio cuando comete
sus crímenes. A destacar las secuencias de la masacre en la comisaría y la de
la de la galería de tiro, la disculpa del detective a Matt por lo ocurrido en
su juicio, ofreciéndole la posibilidad de que se defienda de nuevo y el fugaz
cameo de Danny Trejo en el calabozo. Un film muy recomendable y uno de los favoritos de Quentin Tarantino.
MANIAC COP 3: BADGE OF SILENCE (William Lustig,
1993)
Sin duda, la peor entrega de la saga. Tanto
es así que William Lustig renegó de
la cinta que apareció firmada por Alan
Smithee, que es el pseudónimo que utilizan los directores que no quieren
tener nada que ver con la película aunque hayan trabajado en su creación. Lustig
sólo trabajó 51 de los 85 minutos de metraje, el resto lo filmó Joel Soisson,
uno de los productores. Con el protagonismo de nuevo de Robert Davi, tenemos a un sacerdote vudú que devuelve la vida a Matt Cordell (Robert Z´Dar) el temible
e impresionante policía maníaco, que se dedicará a lo suyo, matar a quien se
interponga en su camino. Pero esta vez requiere los servicios de un santero
para resucitar a una oficial de policía muerta en un tiroteo, Katie Sullivan (Gretchen Becker) y víctima como él de las injusticias del
sistema. La tía le hace tilín, y juntos formarán una pareja tan demencial como
letal, provocando una carnicería sin precedentes. El detective encarnado por
Davi, lo intentará impedir.
Las varias
reescrituras del guión, no podía traer nada bueno, de ahí un libreto con más
agujeros que un campo de golf. Matt Cordell y su compañera de correrías (otro
ángel caído y abandonado por las instituciones y el sistema) forman una pareja criminal
en la onda de Bonnie and Clyde, aunque mucho más decadente, el problema es que
con un reducidísimo presupuesto (un millón de dólares como en el film seminal
pero cinco años más tarde), casi todo se nos muestra cutre y rudimentario. Y eso
que, aún con esa rémora, algunos efectos resultan logrados. Pero uno tiene la
sensación de que se guionizaba sobre la marcha sin mucho sentido y
preguntándose a cada momento, y ahora ¿cómo continuamos? En fin, una tercera
entrega disparatada debido a los problemas de producción y el penoso libreto
pergeñado por Larry Cohen. Tal vez por ello, William Lustig, con el padrinazgo
de Nicolas Winding Refn, y colocando en la dirección a John Hyams, esté
trabajando ya en una cuarta entrega que cuyo estreno está previsto para 2017.
PARA LEER
Cohen & Lustig (varios
autores)
Edita: Semana del
Cine Fantástico y de Terror de San Sebastian