sábado, 31 de diciembre de 2022

LAS 5 MEJORES PELÍCULAS DE 2022

 1- "GLADBECK : EL DRAMA DE LOS REHENES" (Volker Heise, 2022)

   La mejor película documental que he visto en años lleva el título en español de Gladbeck: El drama de los rehenes (Volker Heise, 2022), que distribuida por Netflix comienza sin ningún marco de presentación, sin voz en off y utilizando exclusivamente  imágenes reales para narrar el drama acaecido en agosto de 1988 cuando dos tipos con antecedentes penales, Hans-Jürgen Rösner y Dieter Degowski, tras entrar en la sucursal bancaria Deutsche Bank de Gladbeck, en Renania del Norte-Westfalia, toman como rehenes a un empleado y una empleada del banco y se dan a la fuga en un Audi 100 con 300.000 marcos entregados por la policía. Más adelante subirá a bordo del vehículo una nueva pasajera, Marion Löblich, la novia de Rösner.

    Lo que hace de Gladbeck: El drama de los rehenes un documental aterrador es que está confeccionado con imágenes de archivo de la televisión, cámaras de vigilancia y grabaciones de audio, apartándose de las reflexiones subjetivas y comentarios de expertos que contienen siempre algún sesgo ya sea de forma involuntaria. Heise reniega de ello y muestra la escalofriante realidad al mismo tiempo que ilumina la condición execrable de los seres humanos, la de los criminales y la de los que abjuran de cualquier clase de ética para capturar “la gran historia”, aunque aquí sólo vemos miseria moral. A raíz de la tragedia de Gladbleck las leyes cambiaron para la prensa, pero uno tiene la impresión de que, entre los medios amarillistas, el público morboso y la ineptitud y cobardía policial, la vida sigue igual. La mejor película del año.   


2- "AFTERSUN" (Charlotte Wells, 2022)  

   Brillante ópera prima de la directora y guionista escocesa Charlotte Wells por la que se alzó con el premio Gotham Independent Film Award como directora revelación. Aftersun nos presenta a Sophie (Francesca Corio como Sophie niña y Celia Rowlson-Hall como Sophie adulta) que tenía 11 años a finales de la década de los 90 cuando disfrutó de unos días de vacaciones en Turquía con su padre, Calum (Paul Mescal), sin sospechar que serían las últimas. Los días que pasaron en un resort en la playa le sirvieron a su padre para sumergirse en sus propios sentimientos y quizás, dar un nuevo rumbo a su vida. Ahora, veinte años después, Sophie recuerda con añoranza esas últimas vacaciones con su padre, mientras intenta reconciliar al padre que conoció con el hombre que no conoció.

   Puede que sí, puede que la distancia sea el olvido, Sophie vive en Escocia con su madre, y Calum, su padre, en Londres, el cariño entre ellos es sincero, y evidente también el desconocimiento mutuo. Sophie acaba comprendiendo que su padre es además un hombre, presumiblemente con problemas o severos conflictos existenciales. La vemos ya adulta rememorar esos días en  las grabaciones (tema central de la función) de aquellos tan banales como extraños días de vacaciones, sus escarceos con un niño con el que se besa, perdiéndose en la noche con un grupo mayor de jóvenes que escuchan música y beben alcohol por la noche y se divierten en la piscina por el día… mientras a su padre se le ve cada vez más abatido, aunque nada sabemos del motivo de su aflicción, tampoco de su vida en aquella época ni ahora, pero sí que Sophie acaba intuyendo las complejidades del mundo adulto, esforzándose en cubrir de la manera más afable el expediente familiar en aquellas lejanas vacaciones que discurrieron sin que Calum expusiera ante su hija su zozobra vital, su angustia íntima. Y Sophie, sólo una niña, no pudo mitigar su dolor. Obra maestra.

 

3- "AS BESTAS" (Rodrigo Sorogoyen, 2022)

    El director madrileño Rodrigo Sorogoyen nos traslada a la Galicia rural para narrar la historia de Antoine y Olga (Denis Ménochet y Marina Foïs), una pareja francesa que se instaló hace tiempo en una aldea. Allí gozan de una vida tranquila cuidando y vendiendo los productos de su huerto ecológico y rehabilitando casas en ruina. Aunque su convivencia con los lugareños no es tan idílica y tienen muy pocos amigos en la zona. Todo se complica cuando sus vecinos, los hermanos Anta, Xan y Lorenzo (Luis Zahera y Diego Anido) hacen todo lo posible para echarlos del pueblo porque no se pliegan a sus intereses consistentes en que se instale en el lugar un parque eólico. Poco a poco la tensión se irá haciendo insoportable.

    El toque mágico de este notable trabajo lo aportan la responsabilidad y entrega de todos los intérpretes sin que merezca la pena resaltar a uno por encima del otro, porque As Bestas es, ante todo, una película de personajes, presten atención al duelo interpretativo de Ménochet y Zahera en el bar cuando el bonachón profesor francés invita a los hermanos a una botella de vino y le explica al esquinado Xan las naturalistas y líricas motivaciones que le llevaron a instalarse allí. Xan, inteligente pero vacío de sentimientos, le responde relatando sus motivos, más crematísticos, y sus cada vez más apagados estímulos ante un horizonte sin futuro. Así, el espectador se sumerge poco a poco en un microcosmos angustioso hasta la previsible tragedia, que, desde el comienzo, en un rincón oscuro del bar, está latente. 


4- "SPEAK NO EVIL" (Christian Tafdrup, 2022)

   Cuarto largometraje del director danés Christian Tafdrup y primero que este cronista ha visto puesto que sus tres anteriores películas, Awakening, Parents, A horrible Woman, no se estrenaron en nuestro país en ningún formato. Espero visionarlas ahora a través de alguna plataforma siempre que me ofrezcan la posibilidad de los subtítulos. Speak No Evil nos relata la historia de una familia danesa Bjorn (Morten Burian), su esposa Louise (Sidsel Siem Koch) y su hija Agnes (Liva Forsberg), que conocen durante sus vacaciones en Italia a una familia holandesa formada por Patrick (Fedja van Huêt), su mujer Karin (Karina Smulders) y su hijo Abel (Marius Damslev). Conectan bien, y el matrimonio holandés los invita a pasar un fin de semana en su casa de campo en Holanda. Pero, a medida que pasan las horas, lo que se suponía que iba a ser un finde placentero se va transformando en una estancia desagradable por el extraño comportamiento de la familia holandesa, a pesar de que los daneses se muestran educados.

     Cristian Tafdrup consigue crear un clima de sospecha, malestar y repulsión que va in crescendo a medida que la actitud de los anfitriones se va haciendo más sombría y desagradable, pero la cobardía asociada a la educación recibida en uno de los países más desarrollados del mundo les cohíbe e impide que se rebelen, comportándose como inocentes corderitos sin oponer ninguna resistencia. Speak No Evil es un relato tortuoso y provocador que nos aboca a un abismo de sadismo en donde sólo reina el mal, el impactante y pavoroso final, que nadie olvidará jamás, se impone como una llamada de atención para todas esas personas pusilánimes que siempre ponen la otra mejilla.

- ¿Por qué nos hacéis esto? Pregunta Bjorn.

- Porque nos dejaste. Responde Patrick. 


5- "ALMAS EN PENA DE INISHERIN" (Martin McDonagh, 2022)

   

   Almas en pena de Inisherin nos sitúa en el año 1923 en una aldea de una isla remota frente a la costa oeste de Irlanda. Allí, dos amigos de toda la vida, Pádraic (Colin Farrell) y Colm (Brendan Gleeson) se encuentran en un callejón sin salida cuando Colm pone fin a su amistad de un modo abrupto. Pádraic se queda atónito y confuso, y ayudado por su hermana Siobhán (Kerry Condon) y Dominic (Barry Keogham), un joven con problemas, se esfuerza en reconstruir su relación, negándose a aceptar las negativas de su amigo de siempre. Cuando Colm le plantea a Pádraic un ultimátum desesperado, los acontecimientos se precipitan provocando consecuencias dramáticas.

El título está muy bien traído porque en verdad todos los personajes principales son verdaderas almas en pena debido al aislamiento, la necesidad de afecto, el aburrimiento, la soledad, la estupidez y, por supuesto, el alcohol, tratándose de una comunidad sin más alicientes para la diversión que un pub. Por supuesto, los enfrentamientos entre Colm y Pádraic irán in crescendo a medida que avanza la función, enmarcada en el fragor de una guerra civil entre partidarios y contrarios a la independencia de Gran Bretaña. De la pequeña aldea se marchará la hermana de Pádraic, dejándolo aún más solo y huyendo de la atmósfera viciada, decadente, aburrida, turbia y sin futuro de la comunidad. Así, metafóricamente se libran dos batallas y una misma conciencia en sentido fraternal, y no hay nada más feroz (los españoles lo sabemos bien) que las guerras fratricidas, en las que el odio alcanza cotas espeluznantes y la piedad es sólo una simple quimera.  

jueves, 29 de diciembre de 2022

CRÍTICA: "ALMAS EN PENA DE INISHERIN" (Martin McDonagh, 2022)

 

El peso de la amistad

“ALMAS EN PENA DE INISHERIN” êêêê

DIRECTOR: Martin McDonagh.

INTÉRPRETES: Colin Farrell, Brendan Gleeson, Kerry Condon, Barry Keogham, Pat Short, David Pearse, Gary Lydon, Jon Kenny.

GÉNERO: Comedia dramática / DURACIÓN: 114 minutos / PAÍS: Reino Unido / AÑO: 2022

    El dramaturgo, guionista y director angloirlandés Martin McDonagh no cuenta en su corta filmografía con ninguna película despreciable, incluso su cortometraje Six Sooter (2004) es una pequeña joya que obtuvo el Oscar al Mejor Cortometraje en el año 2005. Fue tres años más tarde cuando debutó en el campo del largometraje con Escondidos en Brujas (2008), una muy aceptable comedia sobre dos asesinos a sueldo que se refugian la ciudad belga. De sus cuatro películas dirigidas hasta la fecha, Siete psicópatas (2012), que cuenta con un fantástico reparto y que versa sobre el rapto de un perro perteneciente a un mafioso, es la que menos me convence. Y poco tengo que añadir a lo que ya escribí en su momento sobre la multipremiada Tres anuncios en las afueras (2017), con la que Frances McDormand ganó su segundo Oscar (cuenta con un tercero ganado por su actuación en Nomadland) dando vida a una mujer cincuentona que, ante la desidia de la policía en su labor de encontrar al salvaje que violó y asesinó a su hija, decide contratar unas vallas publicitarias denunciando la situación y señalando al jefe de policía.

     Almas en pena de Inisherin nos sitúa en el año 1923 en una aldea de una isla remota frente a la costa oeste de Irlanda. Allí, dos amigos de toda la vida, Pádraic (Colin Farrell) y Colm (Brendan Gleeson) se encuentran en un callejón sin salida cuando Colm pone fin a su amistad de un modo abrupto. Pádraic se queda atónito y confuso, y ayudado por su hermana Siobhán (Kerry Condon) y Dominic (Barry Keogham), un joven con problemas, se esfuerza en reconstruir su relación, negándose a aceptar las negativas de su amigo de siempre. Cuando Colm le plantea a Pádraic un ultimátum desesperado, los acontecimientos se precipitan provocando consecuencias dramáticas.

    El título está muy bien traído porque en verdad todos los personajes principales son verdaderas almas en pena debido al aislamiento, la necesidad de afecto, el aburrimiento, la soledad, la estupidez y, por supuesto, el alcohol, tratándose de una comunidad sin más alicientes para la diversión que un pub. En un tono de comedia negrísima, McDonagh parte de una absurda premisa que, si nos paramos a reflexionar no lo es tanto: Colm y Pádraic son amigos desde siempre, pero llega un momento en que Colm, que toca el violín y debe estar cerca de los 70 años, siente que está desperdiciando su vida, y que los años que le quedan los quiere dedicar a componer melodías. Para ello, decide que tiene que alejarse de Pádraic, que es un buen tipo, amable pero bobo, pues junto a él no aprende nada, es aburrido, no le deja concentrarse en lo que realmente le interesa que es componer una melodía, e incluso un día se tiró dos horas hablándole de lo que encontró en la mierda de su burrita poni. Así, llega a la conclusión de que lo mejor es cortar la amistad y pedirle a su amigo que deje de hablarle. Sin embargo, Pádraic no está dispuesto a ello, y a Colm no le queda más remedio que hacerle una dramática advertencia: cada vez que le dirija la palabra se automutilará un dedo de la mano con la que toca el violín.

      Contando con el concurso de sus dos actores fetiche, Farrell y Gleeson, el director angloirlandés nos enfrenta a la disyuntiva de dos personajes tozudos que persiguen objetivos distintos, pues uno quiere romper una amistad de borracheras y charlas banales que dura toda una vida, y el otro no está dispuesto a dejar de ser su amigo y cuyas explicaciones no le convencen. Ni uno ni otro cejarán en su empeño, aunque con sus respectivas actitudes peligre incluso sus vidas. Todo, incluso los momentos más lacerantes, tienen un toque de humor que de otra manera no serían asumibles, y el espectador comienza a reflexionar sobre los pasos que han definido su vida y sus relaciones con los demás. Si en verdad es más importante ser una persona condescendiente y amable o pasar a la posteridad por haber creado una sinfonía que puede pasar a la posteridad.

    Por supuesto, los enfrentamientos entre Colm y Pádraic irán in crescendo a medida que avanza la función, enmarcada en el fragor de una guerra civil entre partidarios y contrarios a la independencia de Gran Bretaña. De la pequeña aldea se marchará la hermana de Pádraic, dejándolo aún más solo y huyendo de la atmósfera viciada, decadente, aburrida, turbia y sin futuro de la comunidad. Así, metafóricamente se libran dos batallas y una misma conciencia en sentido fraternal, y no hay nada más feroz (los españoles lo sabemos bien) que las guerras fratricidas, en las que el odio alcanza cotas espeluznantes y la piedad es sólo una simple quimera.  

martes, 27 de diciembre de 2022

CRÍTICA: "AFTERSUN" (Charlotte Wells, 2022)

 

La herida de los recuerdos

“AFTERSUN” êêêêê

DIRECTORA: Charlotte Wells.

INTÉRPRETES: Paul Mescal, Francesca Corio, Celia Rowlson-Hall, Kayleigh Coleman, Sally Messham, Harry Perdios, Etham Smith.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 98 minutos / PAÍS: Reino Unido / AÑO: 2022

    Brillante ópera prima de la directora y guionista escocesa Charlotte Wells por la que se alzó con el premio Gotham Independent Film Award como directora revelación. Aftersun nos presenta a Sophie (Francesca Corio como Sophie niña y Celia Rowlson-Hall como Sophie adulta) que tenía 11 años a finales de la década de los 90 cuando disfrutó de unos días de vacaciones en Turquía con su padre, Calum (Paul Mescal), sin sospechar que serían las últimas. Los días que pasaron en un resort en la playa le sirvieron a su padre para sumergirse en sus propios sentimientos y quizás, dar un nuevo rumbo a su vida. Ahora, veinte años después, Sophie recuerda con añoranza esas últimas vacaciones con su padre, mientras intenta reconciliar al padre que conoció con el hombre que no conoció.

     No es difícil imaginar que Aftersun tiene un carácter autobiográfico, algo que, por otra parte, tiene escasa relevancia pero que a mí me ayuda a entender la hondura sentimental y psicológica de la narración y su corrosiva melancolía. La función nos sitúa en los años 90, pero como veremos son recuerdos en forma de flash backs a través de grabaciones con una cámara Mini-DV que en el presente visiona una Sophie ya treintañera. Hay pocas cosas que nos procuren sensaciones más hirientes que los recuerdos, incluso los buenos recuerdos, por el carácter efímero de la felicidad y el paso del tiempo. Sin embargo, sus aristas son mucho más punzantes y venenosas si te han dejado un poso de amargura. Tal vez los traumas nos persigan toda la vida y los sinsabores y las heridas de la infancia nunca lleguen a cicatrizar, también puede que un día la conciencia te haga llegar una carta con los remordimientos o una invitación a la reconciliación. Durante los días estivales que Sophie y Calum compartieron en un hortera y decadente resort playero turco no se distinguieron por grandes discordias ni reproches, pero sí observamos cómo aumenta la distancia entre padre e hija, a lo que contribuye la inmadurez y angustia existencial de él y la necesidad de Sophie de correr más que el tiempo para participar en los rituales del mundo adulto.  

    Aftersun nos habla de la paternidad y de la problemática con los hijos cuando los padres se han divorciado y los hijos viven lejos de alguno de ellos. Lo hace con sutileza, nostalgia y tristeza, porque en realidad padre e hija se conocen poco y, aun así, la pareja protagonista pone todo su empeño en guardar las apariencias y que todo resulte según los previsto en el guión tradicional. Las situaciones rutinarias de unas vacaciones convencionales se suceden durante casi todo el metraje: Sophie jugando a las máquinas recreativas con otro niño, haciendo amistad con unos jóvenes mayores que ella con los que juega al billar, la visita con su padre a una tienda de alfombras, tomando el sol en una tumbona y untándose de crema solar, un paseo en lancha para bucear… pero se hace necesario subrayar una de las escenas más sensibles y desoladoras del relato que tiene lugar durante una sesión de karaoke en donde Sophie baja al escenario para cantar de forma absolutamente desentonada Losing My Religion de R.E.M., y su padre no sólo se niega insistentemente a acompañarla, sino que se ofrece a pagarle unas clases de canto. Es para este cronista el momento más devastador y el que mejor refleja la marejada subterránea de insatisfacciones y sentimientos que hay entre padre e hija.

      Puede que sí, puede que la distancia sea el olvido, Sophie vive en Escocia con su madre, y Calum, su padre, en Londres, el cariño entre ellos es sincero, y evidente también el desconocimiento mutuo. Sophie acaba comprendiendo que su padre es además un hombre, presumiblemente con problemas o severos conflictos existenciales. La vemos ya adulta rememorar esas vacaciones en las grabaciones (tema central de la función), unos días de estío tan banales como extraños, sus escarceos con un niño con el que se besa, perdiéndose en la noche con un grupo mayor de jóvenes que escuchan música, beben alcohol y se divierten en la piscina por el día… mientras a su padre se le ve cada vez más abatido, aunque nada sabemos del motivo de su aflicción, tampoco de su vida en aquella época ni ahora, pero sí que Sophie acaba intuyendo las complejidades del mundo adulto, esforzándose en cubrir de la manera más afable el expediente familiar en aquellas lejanas vacaciones que discurrieron sin que Calum expusiera ante su hija su zozobra vital, su angustia íntima. Y Sophie, sólo una niña, no pudo mitigar su dolor. Obra maestra.

domingo, 18 de diciembre de 2022

"SAN FRANCISCO, CIUDAD DESNUDA" (Stuart Rosenberg, 1973)

 

Un thriller esencial de los 70

“SAN FRANCISCO, CIUDAD DESNUDA” êêêê

DIRECTOR: Stuart Rosenberg.

INTÉRPRETES: Walter Matthau, Bruce Dern, Lou Gossett Jr., Albert Paulsen, Anthony Zerbe, Val Avery, Joanna Cassudy.

GÉNERO: Thriler / DURACIÓN: 112 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 1973

    Basándose en la novela de los especialistas suecos Per Wahlöö y Maj Sjöwall, que cultivaron el thriller nórdico mucho antes que Stig Larssen con su exitosa trilogía Millenium, el director estadounidense Stuart Rosenberg (El sindicato del crimen, La leyenda del indomable, Brubaker) traslada la acción a San Francisco para dar forma a uno de los policíacos más reputados de la década de los 70, dotando al argumento de un tono más íntimo y desolador.

     Jake Martin (Walter Matthau) es un veterano detective de homicidios que investiga la masacre cometida en un autobús nocturno de la ciudad californiana de San Francisco. El tremendo tiroteo termina con casi todos los pasajeros muertos y entre ellos se encuentra el compañero de Martin, el detective Evans (Anthony Costello). El primer interrogante que se impone es: ¿qué estaba haciendo Evans en el autobús cuando se produce el tiroteo? Ya que se supone que en esos momentos debería haber estado de servicio a la espera de cualquier emergencia. En la investigación, los detectives Leo Larsen (Bruce Dern) y James Larrimore (Lou Gossett Jr.) ayudarán a Martin a Jake. La prioridad de Martin es encontrar al asesino, que cree que está conectado con un antiguo caso suyo, y averiguar las razones de la terrible  matanza. Son muchos los enigmas que envuelven el caso y será un trabajo policíaco arduo despejar todas las incógnitas.

    El comienzo de San Francisco, ciudad desnuda nos sitúa en una estación de autobuses. Vemos como un individuo (a la postre el detective Evans) vigila a otro que habla por teléfono desde una cabina y se sube al mismo autobús que él. En una parada, se sube otro tipo que se sienta en la parte de atrás y será el que ejecute la matanza con una metralleta. Casi todos los pasajeros caen muertos, incluidos los dos personajes que sirven de introducción al relato. La secuencia está filmada con un incisivo y pavoroso hiperrealismo, precedida de una gran tensión hasta que el desconocido se pone de pie y aprieta el gatillo. En una década con gran preocupación por los altos índices de criminalidad y tremendas tensiones sociales, lo que sigue es la acción policial, las diligencias e interrogatorios de los detectives que examinan el autobús y el esfuerzo del personal sanitario de un hospital por salvar la vida del único superviviente, que es también el único testigo que les puede aportar alguna información.

   La policía confirma que entre los fiambres del autobús se encuentra un detective de la policía, precisamente el compañero de Martin, un apesadumbrado Walter Matthau, que apenas habla ni tiene vida familiar y que se tomará el caso de una forma personal. Pero Martin no estará solo en la investigación, para acompañarle se le asigna a Leo Larsen, un novato encarnado por Bruce Dern que no para de hablar, risueño y que ve las cosas con más distancia, como un trabajo rutinario más. Dos personajes antitéticos aunque comunes en el cine buddy movie o película de colegas.

    Suele ser algo recurrente, los dos detectives tienen una personalidad muy diferente, la edad y la experiencia son condicionantes que han marcado el carácter de Martin (paradójicamente, el título original traducido, El policía sonriente, se refiere a él y no al novato), su talante y temperamento se han ido agriando con los años de servicio, solitario sin apenas vida sentimental, afligido, con la jubilación cercana, sin esperanza de una vida mejor, sin amigos ni vida social, con una mirada triste y un persistente gesto de amargura que proyecta lo asqueado que está de su profesión. Cuando aparece por su casa sólo pronuncia tres frases banales con su mujer y no tiene contacto con su hijo que es para él un desconocido. Su imagen desastrada está lastrada por la erosión que provoca con el paso del tiempo su trabajo. Su colega, al que da oxígeno Dern, aún goza de una vida que no se ha visto ensuciada por el penoso trabajo policial, es joven, sonríe, le encandilan las mujeres y no tiene todavía una familia que le sirva de espejo para sus frustraciones.

    El marco dramático de San Francisco, ciudad desnuda se impone como una afilada fusión del paisaje urbano y el alma de la mítica ciudad californiana en un tiempo de convulsiones sociopolíticas y altos índices de delincuencia, con la desangelada figura del policía devastado que vive con el último estímulo de vengar el asesinato de su compañero Evans en la masacre del autobús, un caso en el que su olfato de viejo sabueso no le fallará y que se resolverá, como casi todos, por un golpe de suerte o una casualidad. Junto a otros muchos thrillers de la época como Los nuevos centuriones (Richard Fleischer, 1972), San Francisco, ciudad desnuda capta a la perfección el latido de una época crispada, llena de tensiones e incertidumbres, en la que los abismos generacionales, los cambios sociales, la sensación de pérdida y el pesimismo vital tuvieron a la ciudad como testigo mudo. Un thriller brillante.

miércoles, 7 de diciembre de 2022

CRÍTICA: "LA NOCHE DEL 12" (Dominik Moll, 2022)

 

Procedimientos de una investigación

“LA NOCHE DEL 12” êêê

(LA NUIT DU 12)

DIRECTOR: Dominik Moll.

INTÉRPRETES:Bastien Bouillon, Bouli Lanners, Théo Cholbi, Johann Dionnet, Thibaut Evrard, Julien Frison, Paul Jeanson, Mouna Soualem.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 114 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 2022

    El director francés Dominik Moll cuenta en su filmografía con un par de títulos notables. La película que representó su ópera prima, Harry, un amigo que os quiere (2000), una comedia negrísima en la que Sergi López hace un magnífico papel dando vida a Harry, un amigo que se aparece de repente para ayudar a un matrimonio estresado que se encuentra de vacaciones con sus tres hijas. También me resultó muy convincente Sólo las bestias (2019), filme en el que Moll, con la precisión de un entomólogo disecciona las emociones y descubre los secretos de una serie de lugareños marcados por el ambiente gélido de una región francesa, por el aislamiento social y la insoportable rutina. Desnudando sus pasiones, sus engaños, su inabarcable hastío.

     En su nueva propuesta, La noche del 12, el cineasta galo nacido en Alemania nos presenta a un grupo de la policía judicial de Grenoble, una sección de las fuerzas de seguridad en donde todos los investigadores se encuentran tarde o temprano con un crimen que son incapaces de resolver y que se convierte en su particular obsesión. Para Yohan (Bastien Bouillon), se trata del asesinato de Clara (Lula Cotton- Frapier). Los interrogatorios se suceden con la cadena de sospechosos, pero las dudas e inseguridades de Yohan no para de aumentar. Sólo existe una certeza: el crimen se cometió en la noche del 12.

    En formato de thriller procedimental, con un tono cercano al polar y tomando como escenario los parajes recurrentes del cine de Claude Chabrol, La noche del 12 comienza con un cruel asesinato nocturno en donde una joven llamada Clara es atacada por un encapuchado que la rocía con un líquido inflamable el rostro y la prende fuego muriendo poco después, quedando su cuerpo tendido en un parque solitario. La retahíla de sospechosos es muy amplia porque la finada había mantenido relaciones íntimas con muchos hombres. En la noche del crimen, nadie vio ni oyó nada, ni en el trayecto desde la casa de una amiga ni en el lugar donde se produjo el brutal crimen la policía encuentra ninguna pista. En Francia se abren alrededor de 800 investigaciones por homicidio cada año, un veinte por ciento de esos casos se quedan sin resolver. El caso real de Clara es sólo uno más. Aunque no para el investigador al cargo. Él y su equipo harán todo lo posible por aclararlo, pero la falta de pruebas y evidencias les conducirán finalmente a un callejón sin salida.

    Entre mis películas favoritas sobre interrogatorios se encuentran La ofensa (Sidney Lumet, 1973), aproximación brutal a la mente perturbada de un policía a quien da oxígeno Sean Connery; Arresto preventivo (Claude Miller, 1981) sobre el incisivo interrogatorio a un notario que se convierte en el principal sospechoso de la violación y asesinato de dos niñas; y Pura formalidad (Giuseppe Tornatore, 1994) sobre la detención y el interrogatorio de un escritor por el asesinato de una mujer. La lista sería larga, pero Moll se aleja de la pericia estricta y formularia de los interrogatorios por dos razones; la primera porque todos los sospechosos parecen tener una coartada sólida; la segunda, porque le interesa más definir de forma meticulosa los pasos de la investigación policial acercando al espectador a la realidad tangible del paso de los días sin poder evitar que la investigación se estanque en todas las direcciones. Y el espectador es consciente de la tensión que surge entre colegas quemados por la estresante e inocua labor y cómo su trabajo influye de forma determinante en sus vidas privadas, trastornándolas y ensuciándolas. Para llegar, finalmente, a la aceptación del doloroso fracaso.

    Moll se detiene esencialmente en dos personajes: el veterano agente judicial Marceau (Mouli Lanners) en pleno proceso de divorcio, aunque sigue amando a su mujer, que deseaba tener otro hijo y al ver frustrado ese anhelo con él y sin la paciencia necesaria, inició una relación con otro tipo del que ahora espera un hijo. Marceau es ya un alma en pena, irascible, sin estímulos, asqueado, frustrado porque ni siquiera quería ser policía, sino profesor de francés. Por otro lado, tenemos al solitario capitán Yohan (Bouillon) que combate el estrés subido a su bicicleta en un velódromo y que asiste impotente al paso del tiempo sin tener ninguna pista contundente que pueda arrojar luz sobre aquel horrible crimen cuando en la noche del 12 (no importa de qué semana, mes o año) una chica de 21 años fue quemada viva, y cuyo recuerdo es ya una sombra tenebrosa que le perseguirá toda su existencia. La irrupción del relato de una nueva jueza pasados tres años del crimen supondrá un nuevo impulso a un caso ya archivado y que será reabierto. Hay un último intento, pero la reflexión de Yohan ante ella va más allá cuando le confiesa que algo falla en la relación entre los hombres y las mujeres. Es fácil adivinar que detrás de las motivaciones del asesinato pueden estar los celos o el carácter de depredador sin escrúpulos del hombre. Así, el director francés más que en un misterio que sabemos irresoluble desde el inicio, esté siempre más interesado en la atmósfera provinciana absurda y banalmente enfermiza que lo propició.