La única comedia que
me ha hecho reír en lo que va de año.
INFILTRADOS EN CLASE
DIRECTOR: PHILIP
LORD Y CHRIS MILLER.
INTÉRPRETES: JONAH HILL, CHANNING TATUM, ICE CUBE, ELLIE
KEMPER, DAVE FRANCO.
GÉNERO: COMEDIA /
EE. UU. / 2012 DURACIÓN: 109 MINUTOS.
Por fin este
cronista ha podido ver una comedia divertida. Para ser sincero, no recuerdo
casi nada de la serie televisiva
Jóvenes
policías, emitida a finales de los ochenta, que lanzó definitivamente a la
fama a Johnny Depp y en donde se inspira esta
INFILTRADOS EN CLASE, ya
que la televisión no es un medio que me entusiasme mucho. Sin embargo, esta
nueva visita al instituto (¿qué huella tan indeleble queda en las personas esta
fase de su vida para que una y otra vez el cine vuelva a las aulas?), en la que
Jonah Hill hace de actor, productor y coguionista, tiene momentos
verdaderamente hilarantes apoyados en la vis cómica de su pareja protagonista,
con un Ice Cube que se convierte en lo mejor de la función hasta que deja de
aparecer en pantalla.
Estamos
en 2005 y Schmidt (Jonah Hill) no
encuentra pareja para la fiesta de graduación de su instituto, algo que no
resulta ningún problema para Jenko
(Channing Tatum), el chico popular, guapo, musculoso, buen deportista. Un salto
en el tiempo nos traslada a la actualidad donde vemos a aquellos dos
adolescentes que nada en común tenían entonces, compartiendo aprendizaje en la
academia de policía con la intención de graduarse. Schmidt es listo, muy buen
estudiante aunque carente de fuerza y habilidades físicas, todo lo contrario de
Jenko, que es fuerte pero con el cerebro de un mosquito. De modo que entre los
dos se complementan para acabar convertidos en policías. Así que, tras una
sanción por un procedimiento ilegal, ambos acaban destinados en una misión al
mando del capitán Dickson (Ice
Cube), una investigación que les lleva otra vez al instituto, con la intención
de averiguar quién está distribuyendo una nueva droga sintética que está
causando furor, y cuya venta en el centro corre a cargo de Eric (Dave Franco).
Dirigida por tándem de directores Philip
Lord y Chris Miller (Lluvia de
albóndigas, 2009), INFILTRADOS EN CLASE
se presenta con mucha más incorrección política que aquella serie ochentera (el
atípico capitán de policía con sus frases malsonantes, Jenko golpeando a un
estudiante negro que además es gay, el perfil de uno de los villanos como un
fanático ecologista), sirviendo como guiño autorreferencial esa frase que
pronuncia un jefe de la policía al principio de la cinta: “Todo lo que hacen es
reciclar mierda del pasado y se creen que no nos damos cuenta”, advirtiendo de
antemano que su falta de originalidad es algo que se la suda a sus
responsables. Con ese descaro, el film avanza a buen ritmo dentro de los
códigos clásicos de las películas de colegas, formato cansino pero que sigue
dando su juego. Porque la película surca todos los estereotipos y clichés de un
modo autoconsciente y burlón, un humor en ocasiones zafio que se eleva por
encima de la acción que diseñan torpemente los realizadores en el último tramo
del metraje, un cambio de ritmo que penaliza considerablemente la calidad final
del producto.
Puede que el
título eche para atrás a más de uno a la hora de gastarse unos pavos en la
entrada de cine, aunque yo les aconsejo que no se lo piensen demasiado, pues si
la historia del guaperas matón del instituto y el empollón que se complementan
no parece una premisa novedosa, el éxito del artefacto y la apabullante
recaudación en los Estados Unidos (con un presupuesto de sólo 5 millones de
dólares) se debe en gran medida a la excelente química existente entre los
protas, atónitos al comprobar cómo han cambiado los tiempos: ahora los chicos
inteligentes y sensibles son los más populares del insti. En esencia la comedia
es burda, empero contiene escenas desternillantes (esa en la que vemos las
consecuencias de consumir la nueva droga, por ejemplo) y algunas delirantes
(atención al cameo final y a esa cosa que recoge del suelo con los dientes el
villano al final de la peli). No estamos
ante otra estúpida película americana, el invento tiene la entidad suficiente
para ser visionado por un sector amplio del público, en su argumento, tamizado
por la autoparodia, el revisionismo, la nostalgia y el autohomenaje, resulta
estimulante en su labor deconstructiva, y teniendo en cuenta que la comedia es
el género más difícil de todos, se ha conseguido un buen equilibrio entre lo
simpático y lo borde, la ordinariez y la elegancia.