Cansina visita a lugares comunes
“LA INFLUENCIA”
ê
(Dani Rovira van Boekhott, 2019)
Han pasado nueve años desde que Dani Rovira van Boekhott dirigió el
corto El grifo (2010) sobre la
vulnerabilidad de las personas mayores que viven solas. Tras esa aceptable y
lejana experiencia debuta en el largometraje con La influencia, un film
fallido de terror que sigue a Alicia (Manuela Vellés) que vuelve al hogar del
que huyó siendo una niña, pero ahora convertida en madre de familia. Junto a su
marido y su hija Nora (Claudia
Placer) de nueve años, Alicia busca reconstruir su vida mientras su ve obligada
a enfrentarse a un pasado que creía olvidado y aun cuerpo que se niega a morir:
el de Victoria (Emma Suárez), la
posesiva matriarca de la familia que ha caído en coma profundo y apenas
sobrevive conectada a una máquina.
Adaptación de la novela homónima de
Ramsey Campbell, La influencia es poca cosa, un diseño de producción aseado y
una malsana atmósfera gótica es lo único salvable de una función que amplifica
todos los clichés y lugares comunes del género. Toda una retahíla de sustos
ramplones que sólo surten efecto por la subida de decibelios. La película no
aporta nada nuevo, y el trillado amparo de la brujería y el satanismo sólo
tiene un valor simbólico que queda muy diluido en una narración sin lógica
interna.
La influencia despide un molesto olor a naftalina debido a su
rancia estructura argumental, unos tramposos trucos de guión y los sobresaltos
causados por estruendosos golpes de sonido. Rebosante de personajes que no
proyectan ninguna empatía y un chirriante efectismo visual, el relato llega a
su clímax final desplegando un espectáculo grotesco con tropezones de gore, en
donde se nos explica por qué la inquietante mamá representa la esencia del mal.
Pero llegados a ese punto hace ya tiempo que dejó de interesarme todo lo que
sucede en la pantalla.