domingo, 30 de junio de 2019

"LA INFLUENCIA" (Dani Rovira van Boekhott, 2019)


Cansina visita a lugares comunes
LA INFLUENCIAê
(Dani Rovira van Boekhott, 2019)


     Han pasado nueve años desde que Dani Rovira van Boekhott dirigió el corto El grifo (2010) sobre la vulnerabilidad de las personas mayores que viven solas. Tras esa aceptable y lejana experiencia debuta en el largometraje con La influencia, un film fallido de terror que sigue a Alicia (Manuela Vellés) que vuelve al hogar del que huyó siendo una niña, pero ahora convertida en madre de familia. Junto a su marido y su hija Nora (Claudia Placer) de nueve años, Alicia busca reconstruir su vida mientras su ve obligada a enfrentarse a un pasado que creía olvidado y aun cuerpo que se niega a morir: el de Victoria (Emma Suárez), la posesiva matriarca de la familia que ha caído en coma profundo y apenas sobrevive conectada a una máquina.

   
   Adaptación de la novela homónima de Ramsey Campbell, La influencia es poca cosa, un diseño de producción aseado y una malsana atmósfera gótica es lo único salvable de una función que amplifica todos los clichés y lugares comunes del género. Toda una retahíla de sustos ramplones que sólo surten efecto por la subida de decibelios. La película no aporta nada nuevo, y el trillado amparo de la brujería y el satanismo sólo tiene un valor simbólico que queda muy diluido en una narración sin lógica interna. 


   La influencia despide un molesto olor a naftalina debido a su rancia estructura argumental, unos tramposos trucos de guión y los sobresaltos causados por estruendosos golpes de sonido. Rebosante de personajes que no proyectan ninguna empatía y un chirriante efectismo visual, el relato llega a su clímax final desplegando un espectáculo grotesco con tropezones de gore, en donde se nos explica por qué la inquietante mamá representa la esencia del mal. Pero llegados a ese punto hace ya tiempo que dejó de interesarme todo lo que sucede en la pantalla. 

domingo, 23 de junio de 2019

“ROCKETMAN” (Dexter Fletcher, 2019)


Entretenido viaje por las entrañas del mito
ROCKETMANêêê
 (Dexter Fletcher, 2019)


     He de reconocer que Elton John, sin estar entre mis intocables ídolos musicales, tiene en su discografía con un puñado de temas que siempre repiquetean en mi saturada memoria musical (Your Song, Levon, Timy Dancer, Daniel, Crocodile Rock, Candle in the wind, Goodbye Yellow Brick Road, Don´t go Breaking my Heart, y, por supuesto, Rocket Man). Es algo que resulta innegable porque forma parte de una nostálgica banda sonora que rememora una época ya lejana pero presente en los recuerdos de mi infancia y juventud.


       Dirigida por el actor y director Dexter Fletcher en lo que representa su cuarto largometraje, Rocketman es la historia de Elton John (Taron Egerton) desde sus años como niño prodigio del piano en la Royal Academy of Music hasta llegar a ser una superestrella de fama mundial gracias a su duradera y fructífera relación con su colaborador y letrista Bernie Taupin (Jamie Bell)


    Es vox populi que el supertaquillazo Bohemian Rhapsody, avalado por la firma de Bryan Singer, lo tuvo que terminar Dexter Fletcher tras el despido de aquel. Algo que sin duda habrá influido para que Fletcher fuera elegido para tomar la batuta en este muy aseado biopic sobre el cantante de pop/rock británico. Rocketman es un entretenido musical al más puro estilo teatral, más sincero y oscuro que Bohemian y también –no es un contrasentido-, más colorista. La película ofrece una dosis de casi todo: la tensa relación con su madre y aún más tortuosa y fría con su padre casi siempre ausente, la amistad con su letrista BernieTaupin, los primeros escarceos sexuales, la asumida homosexualidad, las adicción a las drogas y el alcohol, el elixir del éxito y el lujo asiático, su incapacidad para dominar la fama, la sequía inspirativa, la soledad. Rocketman retrata a Elton John en su faceta más frívola, alegre, sórdida, patética y auténtica, con sus excesos, sus carencias, sus vicios, virtudes y contradicciones. Para este cronista, un film superior a Bohemian Rhapsody.
 

"MAN IN BLACK INTERNATIONAL" (F. Gary Gray, 2019)


Un artefacto tonto e infantil
“MAN IN BLACK INTERNATIONAL” ê
(F. Gary Gray, 2019)


   Resulta bastante penoso  que F. Gary Gray, el tipo que dirigió Negociador (1998) uno de las mejores películas de acción de los años 90, del muy aceptable remake The Italian Job (2003), el magnífico thriller de venganza Un ciudadano ejemplar (2009) o la igualmente espléndida Straight out Compton (2015), sobre cómo el hip-hop salvó a un grupo de jóvenes en un peligroso barrio californiano, sea el mismo que firma esta estratosférica tontería titulada Man in Black International. Pero supongo que hay que comer y pagarse los lujos y esto es sólo un simple trabajo alimenticio en espera de algún proyecto más personal.    


    Con la mayor pereza sigo el argumento de estos nuevos hombres de Negro, recordemos, siempre han protegido a la Tierra de los parásitos del universo. En esta nueva aventura espacial que les esperan se enfrentarán a la mayor y más internacional amenaza hasta la fecha: un topo dentro de la organización que regula a la inmigración intergaláctica en nuestro planeta. Para luchar contra él contará con dos agentes: la agente H (Teresa Thompson) y M (Chris Hemsworth).


   Surgida como adaptación de unos cómics de culto, esta especie de spin-off homenajea al cine de espías al estilo de 007 y a la cultura pop, todo en vano porque la fórmula está ya muy gastada. Sólo cambian los personajes y la inclusión de una actriz afroamericana  para cubrir el expediente y seguir manteniendo la cuota racial. Pero los trajes siguen siendo negros, los alienígenas muy excéntricos y la cohabitación entre estos y los humanos se mantiene en su previsible rutina. Man in Black International es infantilona, superficial, con un Chris Hemsworth más tonto que nunca y una teresa Thompson que pone el punto de equilibrio a la estúpida aventura. Ni siquiera el cambio de escenarios (París, Londres, Marrakech) aporta ningún aliciente a esta disparatada y pobre parodia de 007 que ya ni recuerdo haber visto. Un truño importante.

X-MEN: FÉNIX OSCURA (Chad Stahelski


Hasta el gorro de superhéroes
X-MEN: FÉNIX OSCURAê
(Chad Stahelski, 2019)


     La enésima tontería sobre el universo de los superhéroes nos llega de la mano del debutante Simon Kinberg, que para el año 2020 tiene previsto el estreno de 355, un thriller de espionaje protagonizado por Jessica Chastain y Penélope Cruz. X-Men: Fénix oscura narra cómo los X-Men tienen que enfrentarse esta vez a un enemigo más poderoso: Jean Grey, uno de sus miembros. Durante una misión de rescate en el espacio, Jean casi muere al ser alcanzada por una misteriosa fuerza cósmica. Cuando regresa, esa radiación la ha hecho más poderosa, pero también más inestable. Mientras lucha contra la entidad que habita en su interior, Jean cae en una espiral fuera de control haciendo daño a aquellos que más ama, y comienza a destruir los lazos que mantienen unidos a los X-Men.


      Como apuntaba, el último despropósito de una adaptación Marvel al cine llega bajo la batuta de Simon Kinberg, el mismo que ya fracasó como guionista en X-Men: La decisión final (2006) y que visto lo visto, detrás de la cámara tampoco ha sabido aprovechar la oportunidad que le han brindado. Estamos ante un film aburrido rebosante de efectos visuales más efectista que eficaces para armar una historia de sobras conocida: Fénix, nacida como Jean Grey, sobrevivió a un accidente automovilístico en el que falleció su madre, y ella, con ocho años, acabó en la escuela para niños prodigios que dirige Charles Xavier. Tras ese prólogo, la acción nos sitúa en el espacio, durante una misión n la que Fénix acaba absorbiendo una cantidad desmesurada de energía cósmica. Ahora, el poder de su inusitada fuerza resulta muy atractivo para los extraterrestres invasores, pero le procurará serios problemas en su entorno con los X-Men. A pesar del excelente reparto (James McAvoy, Michael Fassbender, Jessica Chastain, Jennifer Lawrence…), X-Men: Fénix oscura no acierta nunca con el tono y las posibles lecturas sobre las diferencias generacionales y de integración entre mutantes se pierden en unos diálogos sin sustancia. A este relato sobre el lado oscuro de Fénix le sobra el aspecto solemne y varias secuencias de acción previsibles, hasta tal punto que parece una mala parodia de aquellos buenos tiempos de la saga que ya no volverán.  


CRÍTICA: "EL SÓTANO DE MA" (Tate Taylor, 2019)


“EL SÓTANO DE MA” êêê
(Tate Taylor, 2019)


     Tate Taylor (La chica del tren) cuenta de nuevo con su actriz fetiche, Octavia Spencer, que ha trabajado en casi todas sus películas y ganado un Oscar con Taylor por Criadas y señoras, para narrar la historia de una mujer solitaria, Sue Ann, apodada Ma (Spencer) que entabla amistad con un grupo de adolescentes y decide invitarles al sótano de su casa para beber alcohol y que no sean molestados por la policía en un descampado. La condición que les impone es que no suban jamás arriba, eso sí, en el sótano pueden hacer lo que deseen. Cuando los jóvenes piensan que han encontrado el refugio perfecto para sus juergas, comienzan a sospechar de la actitud e intenciones de su anfitriona, y la fiesta degenera en pesadilla.


    Parece que el cine de terror se vuelve cada año más arriesgado, visceral y sangriento, como si se quisiera hacer un ejercicio de regresión a las décadas de los 70 y 80. El sótano de Ma nos hace evocar la atmósfera y la esencia argumental de grandes novelas de Stephen King como Carrie (sin elementos sobrenaturales) y de Misery trufadas con el cine teen de John Hughes. Al igual que en el clásico llevado al cine por Brian de Palma y protagonizado por Sissy Spacek, también aquí la protagonista se toma cumplida venganza por los abusos y vejaciones cometidos sobre ella en su época de instituto.


   El director logra casi inmediatamente que el espectador simpatice con Sue Ann, la servicial Ma, empleada de una clínica veterinaria a la que da vida espléndidamente Octavia Spencer, con el peso de la angustia de su alma y teniendo a la soledad como compañera. El film arranca cuando una madre (Juliette Lewis) y su hija de 16 años, llegan desde San Diego a un pequeño pueblo de Ohio. Ella comienza a trabar de camarera y su hija adolescente pronto hace amigos en el instituto, al tiempo que para divertirse fuman porros y se emborrachan. Ese primer tramo del metraje nos acerca a la típica historia high school, y el grupo de amigos, ante la dificultad de comprar alcohol siendo menores de edad, encuentran un aliado en Sue Ann que, como premio, les cede su sótano para sus fiestas. Es tras el descriptivo costumbrismo de la vida de un típico pueblo estadounidense, la relación entre madre e hija y los ritos de iniciación de la chica nueva, cuando se pasa a estudiar más detenidamente la trastornada personalidad de Ma para justificar sus acciones mediante unos explicativos flash baks sobre el origen de sus traumas. Todo está excesivamente subrayado intentando de dotar de profundidad psicológica a una historia que no lo necesita y que finalmente cae en el desbarre. Con Ma liberando a su bestia oculta.


sábado, 8 de junio de 2019

CRITICA: "EL HIJO" (David Yarovesky, 2019)


El reverso maléfico de Superman
“EL HIJO” êêê
(David Yarovesky, 2019)

   
   Tras varios cortos y un irregular largometraje (The Hive, 2015), David Yarovesky llega a un público más amplio con esta película cuya premisa parte de una misteriosa pregunta: ¿Qué pasaría si un niño de otro mundo realizara un estruendoso aterrizaje de emergencia en la Tierra y en lugar de convertirse en un héroe para la humanidad demostrara ser algo mucho más siniestro? En Brightburn (Kansas), un matrimonio de granjeros formado por Tori (Elizabeth Banks) y Kyle Breyer (David Dennan) siempre ha querido tener un hijo pero no ha podido ser. Cuando deciden criar a Brandon (Jackson A. Dunn) un niño llegado de la estrellas, descubrirán que éste posee unas habilidades muy especiales. El problema surgirá cuando se dan cuenta de que el niño no utiliza sus poderes para hacer el bien, pues el mal comienza a crecer dentro de él.

    
   El Hijo fusiona con eficacia el terror, la ciencia ficción y las historias de superhéroes para presentarnos a una especie de Superman en su cara más cruel y siniestra (la vertiente conceptual es idéntica a la del superhéroe de Krypton pero cambiando los valores), tanto que se venga con verdadera saña cuando alguien le hace daño o simplemente regaña o contradice. El primer tramo del metraje, con la presentación de la pareja que ve su vida alterada cuando una extraña nave se estrella dentro de los límites de su granja y por sorpresa encuentran a un niño que adoptan, engancha al espectador que pronto se dará cuenta que lo que parece un regalo de Dios poco a poco se convertirá en regalo envenenado. Así, todo parece transcurrir con cierta normalidad hasta que una noche Brandon sufre un ataque epiléptico que actuará de resorte para hacer brillar su lado más oscuro.


    En el guión, bien estructurado y escrito por los hermanos Brian y Mark Gunn, subyace un especie de terror primitivo a la paternidad, pero partiendo de una premisa sencilla tal vez se olvidan de explicar qué motivos puede tener ese Superman tan villano y lleno de ira y maldad para actuar así por cualquier mínimo incidente, sin ningún control sobre sus instintos más salvajes. Está claro que los responsables buscan muy pronto que no empaticemos con la cruel y volátil criatura, de ahí la angustia temprana reflejada en el rostro de Brandon y su facilidad para sustituir cualquier emoción positiva por odio. Con algunos momentos gores, una atmósfera malsana y aceptables interpretaciones, El Hijo es un entretenido homenaje a los cómics con un Superman en su reverso maléfico que no llega a la Tierra para salvar a la humanidad sino para contribuir lo más rápidamente posible a su exterminio. 

martes, 4 de junio de 2019

"JOHN WICK: CAPÍTULO 3 - PARABELLUM" (Chad Staheslki, 2019)


Un reguero de cadáveres
JOHN WICK: CAPÍTULO 3 - PARABELLUMêêê
(Chad Stahelski, 1997)

   
  Tercera entrega de la saga John Wick que vuelve a estar dirigida por el antaño especialista reconvertido en director Chad Stahelski, firmante de las dos entregas anteriores John Wick: Otro día para matar  (2014) y John Wick: Pacto de sangre (2017). Ahora, con 14 millones como recompensa por su cabeza, John Wick (Keanu Reeves) está en plena huida. Después de haber roto la regla de matar a alguien en el Hotel Continental, Wick debería haber sido ejecutado, excomulgado y con su membresía revocada, aún dispone de una hora de ventaja para huir, a partir de ese tiempo una legión de hombres y mujeres sicarios de todo el mundo tratarán de detenerle. Eso sí, encontrará una aliada que sigue creyendo en él.

      
   Una máxima que se debe seguir escrupulosamente en este tipo de películas de acción vertiginosa es que las secuelas tienen que ofrecer a los espectadores una dosis mayor y mejor de violencia hiperbólica. Es lo que nos encontramos en John Wick: Capítulo 3 – Parabellum, que eleva el listón de todo lo que hemos visto en los anteriores capítulos. Sobre todo en la primera media hora, que deja al espectador exhausto con unas endiabladas set-pieces en las que se amontonan los cadáveres, y Wick, como siempre, no se muestra muy ortodoxo en sus métodos de aniquilación. Dejando suspendida la credibilidad, al respetable no le queda otra opción que disfrutar de la extrema y trepidante acción, tan autoparódica y desprejuiciada como autoconsciente. Es cierto que esta saga no puede presumir de hacer una reflexión introspectiva sobre el hombre y sus comportamientos, a pesar de que a veces se trata de imprimir un tono trágico característico del neo-noir, pues es fácil deducir que todo el universo está inspirado por el thriller y el cine de acción asiático.


     John Wick: Capítulo 3 – Parabellum se regodea en el exceso dotando al relato de un tono épico y por momentos, hilarante. En resumidas cuentas, crear espectáculo a partir del continuo movimiento. Keanu Reeves me cae bien aunque hay otros intérpretes con mejores dotes dramáticas, pero tal vez Stahelski se olvida del desarrollo de los personajes para construir un mínimo arco dramático, con dos pinceladas nos presenta al sicario al que da vida Mark Dacascos y a esa guerrera del desierto que encarna Halle Berry. De lo que se trata es de montar un espectáculo hiperviolento, tan parco en diálogos como coreográfico en la planificación de las peleas. Liturgia que aman los que no quieren gastar en el cine ni una sola neurona.