Hay muchos directores españoles cuya filmografía se puede
contar en bodrios por km2 de celuloide: Julio
Medem se lleva la palma. Películas como Vacas, La
ardilla
roja,
Tierra,
Los
amantes
del
círculo
polar,
Lucía
y
el sexo, Caótica Ana y su último pestiño, HABITACIÓN
EN ROMA, son ejemplos lo suficientemente representativos de la
trayectoria artística de un cineasta que no tiene nada que contar y su
incesante, baldía, búsqueda de un
universo propio, un director con ínfulas de auteur
que en ocasiones hace gala de una cursilería tan patética como ridícula.
Para Habitación
en Roma (2010) se inspira en el film En la cama (Matías Bize,
2005) y nos sitúa en el verano de 2008. En un hotel del centro de Roma se
conocen dos hermosas mujeres; una rusa, Natasha
(Natasha Yarovenko), y otra española, Alba
(Elena Anaya). En la habitación del hotel se respira un ambiente cargado de
erotismo y sensualidad, durante toda una noche y las primeras horas de la
mañana surgen sentimientos nuevos que Alba y Natasha asumen con naturalidad,
dejándose llevar por emociones erógenas y sensitivas, desvelando sus vidas y, a
pesar de su mutua atracción física, el amor sincero hacia sus respectivas
parejas. Una aventura física que les tocará el alma antes de que por la tarde
cada una de ellas siga su destino.
No hay duda de
que el donostiarra Medem se considera un artista de pies a cabeza, pero resulta
extraño que pueda engañar a alguien intentando camuflar el goce físico de dos bellísimas mujeres (que se acarician, se
masturban y practican sexo oral), con el lirismo de un discurso que pretende
abrir en canal el corazón.
Todo es mentira, hasta las situaciones que se
suponen trágicas resultan risibles, teniendo en cuenta que lo mejor de la
función es la visión de los dos cuerpos desnudos de sus bellas protagonistas y
su entrega profesional en la convicción de que estaban creando una obra de arte.
Lo peor es que esta impostura falsamente poética parece iniciar una escalada
dramática insufrible, cuando en realidad concentra de forma ampulosa el vacío y
la banalidad de un cine sin alma, sin sustancia.
Excelente fotografía de un film que te hace preguntarte cómo intentar comprender un amor tan efímero como este, un encuentro más que casual donde se involucran no solamente sentimientos. Hace poco volví a ver esta película por HBO GO y me quede una vez más intrigada, un final que no me satisface de todo, pero así es la vida. A veces no nos da lo que anhelamos.
ResponderEliminarME ALEGRO, SPREZZATURA, DE QUE ASÍ SEA, A MÍ ME ABURRIÓ SOBERANAMENTE COMO TODO EL CINE DE MEDEM. SIN EMBARGO ME VUELVEN LOCO LAS DOS PIBAS, ANAYA Y YAROVENKO LLEVAN MI LIBIDO HASTA EL PAROXISMO, NADA EXTRAÑO EN UN VOYEUR QUE SÓLO CREE EN EL SEXO Y LA MUERTE.
ResponderEliminarCHAO, QUERIDA, VUELVE PRONTO.