LA NOCHE SE MUEVE êêêêê
(NIGHT MOVES)
DIRECTOR: ARTHUR
PENN.
INTÉRPRETES: GENE
HACKMAN, JENNIFER WARREN, SUSAN CLARK, MELANIE GRIFFITH
GÉNERO: THRILLER
/ EE. UU. / 1975 DURACIÓN: 96 MINUTOS.
Arthur Penn (1922-2010) de trayectoria
liberal, se había labrado un gran prestigio como director teatral en Broadway
cuando Hollywood le contrató para dirigir su primera película, El
Zurdo (1958), un western rupturista y atípico sobre la figura de Billy
“El Niño” con un Paul Newman superlativo. Perteneciente a la Generación de la
Televisión (de la que también forman parte Robert Mulligan, Martin Ritt, John
Frankenheimer, Sidney Lumet y Robert Altman) a mediados de los setenta rueda
este policíaco con un magnífico guión original de Alan Sharp, que supone una
buena muestra de las inquietudes filosóficas de su autor y su debilidad por los
personajes traicionados y frustrados, que sólo a base de un expresivo cinismo
son capaces de soportar el peso de su existencia.
Tras un
excesivo paréntesis, en 1981 dirige Georgia, un relato sobre la vida de
un grupo de amigos en el devenir de los acontecimientos políticos y sociales de
los Estados Unidos. Sus últimas películas, Agente doble en Berlín (1985)
insustancial historia de espionaje, Muerte en invierno (1982) olvidable
policíaco, y Dos chiflados en apuros (1989), sirven como evidencia de la
progresiva decadencia de este importante autor.
LA
NOCHE SE MUEVE narra la historia de un ex futbolista metido a detective
privado, Harry Moseby (Gene Hackman)
a quien un actriz retirada contrata para buscar a su hija adolescente, Delly (Melanie Griffith) que ha
desaparecido. El detective acepta el trabajo un poco hastiado de investigar
simples casos de divorcios que le reportan pocos beneficios y muchas
insatisfacciones. Mientras tanto, Harry ve confirmada la sospecha de que su
mujer le engaña, lo que unido a sus fracasos profesionales le deja un vacío de
triste amargura. Encontrará a la joven desaparecida en Florida, viviendo con un
tipo mayor, extraño y muy liberal, el detective no sabe que se encuentra ante
el caso de su vida.
Con resonancias a “El sueño eterno” de
Raymond Chandler, este es un film al
que tengo un especial cariño porque cuando lo vi siendo un mocoso influyó en la
debilidad que desde pequeño he sentido por la figura del loser, convirtiéndose en un ejemplo de aquel cine negro intelectual
de la época y construido con el más puro estilo clasicista del género. El realizador sabe imprimir su complejo
sello personal para ahondar en las contradicciones humanas y exponer una visión
pesimista de la realidad no exenta de un atisbo de esperanza. La búsqueda más
difícil para Harry, el investigador, el ajedrecista que acaba dando vueltas a
una noria de sórdidos intereses es la de su propia identidad, no hay laberinto
más complicado que el que uno construye para encontrarse a sí mismo, dentro de
ese paisaje de abismo y distorsión que fueron los 70.
Particularmente
patética a la vez que ungida por un cáustico cinismo, es esa escena en la que
un deprimido Harry se encuentra en casa viendo un partido de fútbol americano
por la televisión, cuando su mujer, Ellen
(Susan Clark) que regresa del cine, donde a la salida Harry la vio besándose
con un tipo, va y le pregunta: “¿Quién va
ganando?”, y Harry responde “Nadie, sólo que unos pierden más que otros”.
Una escena que
simplifica la crítica ironía de este original director, más apreciado en Europa
que en su país, y que contando con una no muy extensa filmografía debería
ocupar un lugar privilegiado en la historia del cine. Cabe destacar la
presencia de una jovencísima Melanie Griffith enseñando fugazmente sus
adolescentes y pecosas tetitas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario