LEONOR WATLING
(Madrid, 28 de julio de 1975) ya quedó sobradamente biografiada en este blog,
por eso sabemos que tuvo como primer deseo ser bailarina profesional, que
comenzó su carrera actoral en grupos de teatro amateur y que fue en 1993 cuando
debutó en el cine con un papel secundario en la ópera prima de Pablo Llorca Los jardines colgantes. También nos consta que participó en series
televisivas tan populares como Farmacia
de guardia y Querido maestro,
que su carrera como actriz cinematográfica está jalonada por títulos tan
conocidos como Son de mar
(Bigas Luna, 2001) y Hable con ella
(Pedro Almodóvar, 2002), que es la cantante y letrista del grupo Marlango
(extraña banda que fusiona el pop con el jazz y el blues) y que esta no es su
única conexión con la música, pues es la pareja sentimental del cantante y
compositor uruguayo Jorge Drexler.
He comentado en alguna ocasión que Leonor
Watling no pasará a la historia de la música a pesar de haber conseguido un par
de discos de oro con su grupo, y creo, de igual forma, que aunque será más
rememorada por su faceta interpretativa, no serán muchos los cinéfilos que la señalen
como una de las mejores actrices de nuestra cinematografía, a pesar de la
treintena de títulos en los que ha participado con un mayor o menor
protagonismo hasta le fecha.
Watling es una actriz resultona con limitados
recursos interpretativos que se ha ganado su espacio en la memoria del
aficionado más por los desnudos de su glorioso cuerpo que por sus dotes
dramáticas, desnudos tan poco eróticos como la visión de su exquisito cuerpo
inerte en la espléndida película de Pedro Almodóvar Hable con ella, aunque ya habíamos podido comprobar el poder
lúbrico de su cuerpo en el fallido drama de Bigas Luna Son de mar.
La actriz también lucía especialmente
bella y apetecible en Los crímenes de
Oxford (Álex de la Iglesia, 2008), un aceptable, calculado y cerebral thriller en el que compartía
protagonismo con Elijah Wood. Igual de jugosas son las secuencias de despelote
que nos regala durante su tórrida y peligrosa relación con Miguel ángel
Silvestre en el mediocre thriller Lo mejor de Eva (2012), un relato en
el que nadie se cree su papel de juez íntegra y rigurosa pero todo el mundo
sigue con interés la explosiva química de la pareja, en donde el componente
erótico no alcanza nunca un alto punto de ebullición aunque sí una magnética fisicidad, tensión sexual que se ve atenuada debido al evidente pudor de la
actriz. Se podía haber ido mucho más allá, pero aun así la desnudez de Watling
resulta siempre un placer para la vista.
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