domingo, 28 de agosto de 2016

CRÍTICA: "CUERPO DE ÉLITE" (Joaquín Mazón, 2016)

Ejemplo de la decadencia de la comedia española
“CUERPO DE ÉLITE”
(Joaquín Mazón, 2016)
      
    
   Del mismo modo que es justo señalar que el thriller español pasa por un momento dulce y ha aportado una serie de títulos potentes en los últimos años (La isla mínima, El Niño, Cien años de perdón, El desconocido) también se hace necesario subrayar que la comedia española está atravesando la peor época de su historia, y Cuerpo de élite sólo es la confirmación de esa triste decadencia. La trama gira en torno a la creación de un Cuerpo de Élite Autonómico, una agencia creada por el ministro del interior Boyero (Carlos Areces) que es tan secreta que nadie sabe de su existencia. Tras morir durante una operación el anterior equipo, se recluta a otro formado por el agente de movilidad madrileño Santi (Miki Esparbé), el mosso d´esquadra catalán Pep (Jordi Sánchez), el ertzaina vasco Gorka (Andoni Agirregomezkorta), la guardia civil andaluza Lola (María León) y el legionario ecuatoriano de Cuenca Byron (Juan Carlos Aduviri). Ellos son los elegidos para abortar un ataque terrorista que tiene en su poder la famosa bomba nuclear perdida en la playa de Palomares (Almería) en 1966, que se desprendió de un bombardero estadounidense. Superando sus diferencias, el equipo luchará contra el reloj para salvar el país.
    
     
     Subida a la estela dejada por la supertaquillera 8 apellidos vascos y su secuela, Joaquín Mazón nos presenta Cuerpo de élite, un pestiño aún más rancio e indigesto que repite los mismos tópicos y clichés no para intentar realizar una comedia decente sino con el objetivo único de asaltar la taquilla y dar gato por liebre, a ello se ha puesto ya Atresmedia con una fiebre propagandística inusitada. El caso es que a mí me gusta  la vis cómica de María León y el resto del reparto hace lo que puede con un guión zarrapastroso rebosante de gags trilladísimos  y escenas de acción rodadas de forma chapucera. Mazón lo fía todo a las típicas diferencias culturales, usos y costumbres de las distintas comunidades autónomas e intenta transgredir lo políticamente correcto con algunos chistes sobre el terrorismo etarra en uno de los segmentos más bochornosos de la función. De la pléyade de personajes obtusos forman parte también un gallego parlanchín, una funcionaria murciana con problemas de dicción para completar un retrato movido de familia ibérica al que pone la guinda un ecuatoriano de Cuenca de exaltado patriotismo. En fin, un desastre sin paliativos pergeñado sin chispa ni inteligencia y que no aporta nada al género.  



2 comentarios:

  1. No sé si el personaje del ministro Boyero es una referencia al crítico de los críticos.

    Un abrazo.

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  2. Pues también lo pensé yo, Ricard, en el mismo momento que saltó su nombre en la pantalla. Por cierto, lo bueno que tiene Carlos Boyero, con quien también comparto muchas opiniones, es que va por libre como tú y yo y no se casa con nadie aunque eso le haga ser muy odiado en esos círculos que se creen intocables en la cinematografía patria. Y es que los hay por ahí que venden sus criterios por un plato de lentejas agusanadas.

    Un abrazo.

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