jueves, 29 de agosto de 2013

CRÍTICA DE "DOLOR Y DINERO"


Bay expone las vergüenzas del “sueño americano”
DOLOR Y DINERO êêê
DIRECTOR: MICHAEL BAY.
INTÉRPRETES: MARK WAHLBERG, DWAYNE JOHNSON, ANTHONY MACKIE, ED HARRIS, TONY SHALHOUB.
GÉNERO: COMEDIA NEGRA / EE. UU. / 2013  DURACIÓN: 130 MINUTOS.   


    Todos los aficionados saben que Michael Bay (Los Ángeles, 1965) es un director destroyer conocido por rodar artificiosas películas de acción de gran presupuesto en las que abundan la destrucción, las explosiones y la pirotecnia. Debutó con Dos policías rebeldes (1995) que tuvo su secuela en 2002, y entre sus grandes éxitos se encuentran pestiños como La Roca (1996), Armageddon (1998) y la estruendosa saga Transformers. Por lo absurdo de la historia parece mentira, pero nos recalcan varias veces que lo que se narra DOLOR Y DINERO está basado en hechos reales, un film modesto para el que Bay sólo ha contado con 25 millones de dólares.


      En forma de comedia dramática de acción, el film nos sitúa en el Miami de mediados de los 90 para presentarnos a Daniel Lugo (Mark Wahlberg) y Adrian Doorbal (Anthony Mackie) que entrenan muy duro en el gimnasio cada día. Culturistas de profesión, dedican más tiempo a cuidar su cuerpo que a ninguna otra faceta que suponga un esfuerzo mental. Lugo adora el fitness, pero es un trabajo que le da poco dinero, cuando piensa que se dedicará a ello toda la vida, se agobia, es por eso que se decide pasar a la acción y dar un gran golpe.


       A Lugo y Adrian se les une Paul Doyle (Dwayne Johnson) un ex presidiario que entrena con ellos, y así forman una banda para extorsionar y secuestrar a un empresario adinerado. El plan parece dar resultado, pero cuando están empezando a disfrutar de su éxito, comienzan los problemas. Pues lo que no esperaban es la reacción de su víctima, a quien habían dado por muerto, y que lo primero que hace cuando se está recuperando en un hospital, es contratar los servicios de un detective privado retirado, Ed DuBois (Ed Harris), con la única intención de que localice a sus raptores y vengarse de ellos.


      Marcando distancia con el cine que hasta hoy ha sido su seña de identidad, Bay logra sus mejores resultados con esta película sin pretensiones que nos narra la burda y sangrienta historia de la banda Sun Gym, tres delincuentes aficionados con apuros económicos que se dedicaron a secuestrar, robar y asesinar. Y el caso es que a uno no le queda más remedio que reírse ante las situaciones absurdas, delirantes y macabras que genera la trama y en las que se ven envueltos sus descerebrados protagonistas (esa en la que al tipo que van a asesinar estrellándole con el coche le ponen el cinturón de seguridad, la cadavérica barbacoa que se monta Dwayne Johnson en plena calle…). Una comedia negra que arrastra por el fango ese espejismo al que llaman “sueño americano” y que destila sátira y veneno por los cuatro costados. Algo muy distinto a lo que el director californiano nos tenía acostumbrado hasta le fecha, que exhibía con insultante énfasis la bandera americana en todos sus espídicos artefactos.


     DOLOR Y DINERO ni mucho menos es Fargo (1996), pero pocas películas alcanzan el nivel de excelencia de la obra de los Coen, aunque no anda muy lejos en sus intenciones al seleccionar un suceso impactante de la crónica negra para presentarnos a unos personajes estrafalarios que frustrados con los escasos réditos económicos de su sacrificada profesión, ven en el crimen la posibilidad de despegar y formar parte de una respetable comunidad. El problema es que para el nuevo oficio se necesita un vivero mayor de neuronas de las que sus cerebros son capaces de generar, más astucia e inteligencia de la que unos anabolizados tipos dedicados a inflar bíceps pueden desarrollar, por lo que el atajo fácil para conseguir conquistar el ansiado “american way of life” acabará convirtiéndose fiel espejo de su estupidez.


      Provocativa, irreverente, gamberra y atroz (los gags sobre la religión, el sexo, el racismo y la obesidad son constantes) la nueva propuesta de Bay se mueve entre la denuncia a los ritos de una sociedad en su demencial superficialidad y la conciencia crítica de un director que es capaz de exponer sin complejos sus vergüenzas: la exacerbada proyección sobre la cultura del éxito puede ocasionar terribles consecuencias. Pocas veces he visto a Mark Wahlberg rayar a este nivel de excelencia interpretativa, mucho menos a Dwayne Johnson desplegar tal cantidad de registros, ambos, junto a Anthony Mackie, forman una tan soberbia como esperpéntica sociedad.


        Así es Michael Bay, capaz de castigarnos con armatostes olvidables como Transformers y de sorprendernos con una cinta que surca los vericuetos del thriller convencional para finalmente derrapar por los sinuosos territorios de la comedia dramática. Puede que en esta ocasión la realidad supere a la ficción, lo seguro es que todo espectador que se adentre en esta rara avis acabará obteniendo más de lo que suponía, un relato rebosante de momentos hilarantes, escenas tragicómicas y, lo más importante, la demostración palmaria de que Bay también sabe dirigir a actores de carne y hueso. 

jueves, 22 de agosto de 2013

CRÍTICA DE "EL LLANERO SOLITARIO"


Una larga e insufrible tontería
EL LLANERO SOLITARIO ê
DIRECTOR: GORE VERBINSKI.
INTÉRPRETES: ARMIE HAMMER, JOHNNY DEPP, TOM WILKINSON, WILLIAM FICHTNER, RUTH WILSON, ELENA BONHAM CARTER.
GÉNERO: AVENTURAS / EE. UU. / 2013  DURACIÓN: 149 MINUTOS.   

    Mucho tiempo ha pasado desde que la figura de El Llanero Solitario fuera creada para la radio por la inspiración de George W. Trandle y posteriormente desarrollada por el novelista Fran Striker. Fue exactamente en 1933 cuando irrumpió ese Ranger enmascarado del viejo Oeste que con su uniforme azul galopa sin cesar a lomos de su caballo blanco Silver/Plata para impartir justicia acompañado de su sagaz y lacónico compañero, el indio comanche Tonto (nombre original que en algunos países  se cambió por el de Toro por considerarlo peyorativo). Después de míticas series televisivas, cómics y alguna que otra película olvidable dedicada al personaje, la exitosa pareja de la saga Piratas del Caribe, es decir, el director, Gore Verbinski, y el protagonista, Johnny Depp, intentan repetir la fórmula sacudiendo el polvo a unos personajes octogenarios con la intención de crear una franquicia a partir de esta primera entrega que no es otra cosa que una larga retahíla de sandeces.   


      En 1933, en un museo de San Francisco, un niño escucha por la radio las aventuras de El Llanero solitario, por lo que se acerca al diorama que tiene por atracción un indio muy  anciano. Para su sorpresa, el piel roja está vivo y reconoce en él a Tonto (Johnny Depp), el compañero de aventuras del Llanero. Pronto el guerrero espiritual nativo le contará las historias que convirtieron a John Reid/El Llanero Solitario (Armie Hammer) en un hombre de ley y una leyenda para la justicia.


       Peligrosas aventuras como cuando El Llanero, junto a un grupo de Rangers de Texas, persiguen a una banda de forajidos liderada por el despreciable villano Burt Cavendish (William Fichtner). La banda monta entonces una emboscada en la que aparentemente no quedan supervivientes, pero gracias a la ayuda de Tonto un Ranger sobrevive, será el momento de que se ponga una máscara, y montando su caballo blanco Silver, intentará, junto a su nuevo amigo, que se imponga la justicia y que caiga todo el peso de la ley sobre los forajidos.


      Sangre, sudor y lágrimas (sobre todo esto último) les costará a los responsables de esta tontería que ha costado 250 millones de dólares recuperar lo invertido. Y todo ¿para qué?, más allá de la belleza expositiva de unos majestuosos escenarios naturales, uno se muestra incapaz de comprender –y mucho menos asimilar- lo que Verbinski ha querido hacer con esta aburrida adaptación en la que se adivina una estúpida traslación de las constantes que “tan bien” funcionaron en la saga Piratas del Caribe, adaptando su estrambótica acción a los rituales y códigos del salvaje Oeste


     Como a este cronista tampoco le emocionó nunca la popular y estrafalaria saga y tampoco estoy para perder el tiempo con chorradas de este tipo, que sin ningún aspecto reseñable sólo existe para hacer caja, tendré muy en cuenta su más que presumible batacazo comercial (el fracaso crítico es ya una realidad) mientras me tomo un Daikiri y le doy unas caladitas a un Montecristo… A ver si estos niñatos se dejan de engañabobos y por la décima parte de lo que ha costado este pestiño se proponen hacer un cine más serio.


      No se puede ser más torpe, el inerme de Verbinski (un tipo al que sólo le reconozco una cinta medianamente aceptable, El hombre del tiempo, 2005) ha tenido la feliz idea de contar con el concurso de un actor tan cara de palo, inexpresivo y mediocre como Armie Hammer para dar oxígeno a un personaje de leyenda en el imaginario colectivo, situándole al lado de un Johnny Depp desatado en su exacerbado histrionismo y que no me logra arrancar ni media sonrisa forzada.


       EL LLANERO SOLITARIO desprende un tufo comercial despreciable en su descarada maniobra, una película fallida y atonal con un guión horroroso que se mueve a medio camino entre la comedia y el cine de acción y aventuras, un espectáculo lamentable que ni sus mismos responsables se toman en serio. Ni hablemos de las secuencias de acción, configuradas con unos efectos digitales que las convierten en algo esperpéntico, y unos flash-backs tan mal montados que desubican constantemente al espectador.


      Hay algo más, la infame función, montada como un nuevo vehículo para el lucimiento de Depp y su insoportable catálogo de muecas, aspavientos y tics, deja totalmente en la sombra al personaje principal, un Llanero sin carisma, torpe y desconcertado. El indio Tonto es el listo, un listo eso sí, imbécil, porque toda la película se traduce en una mala parodia que cabreará mucho a los fans sentimentales de los míticos personajes de ficción, entre los que gracias a Dios no me encuentro. De vergüenza ajena.

lunes, 19 de agosto de 2013

FUEGO EN EL CUERPO

FUEGO EN EL CUERPO
(BODY HEAT)
Policíaco - USA, 1981 - 110 Minutos - Color.
DIRECTOR: LAWRENCE KASDAN.
INTÉRPRETES: WILLIAM HURT, KATHLEEN TURNER, TED DANSON, RICHARD CRENNA, MICKEY ROURKE.

    
Lawrence Kasdan (Miami Beach, 1949) estudia literatura en la universidad de Michigan, escribe guiones que no coloca en ninguna parte, no obstante, es llamado por George Lucas para que colabore con él en el guión de El imperio contraataca (1980) de la que Lucas es productor y dirigida por Irvin Kershner. Firma también el libreto de En busca del arca perdida (1981) de Steven Spielberg, y El retorno del Jedi (1983) de Richard Marquand. Debido al éxito y al prestigio de algunas de estas producciones lleva a cabo su gran sueño, que consiste en dirigir sus propios guiones.

      Así, debuta en el año 1981 con Fuego en el cuerpo, y un par de años más tarde rueda Reencuentro, un relato intimista que narra cómo un grupo de universitarios se reúne tras quince años de separación con motivo de la muerte de uno de ellos. Silverado (1985) es un western con un reparto magnífico, que resulta atractivo por lo que tiene de homenaje a los clásicos del género. En 1983 realiza también uno de sus mejores films, El turista accidental, a medio camino entre la comedia y el drama cuenta la historia de un hombre que a causa de la pérdida de su hijo siente como se derrumba toda su existencia.  Te amaré hasta que te mate (1990) es una floja película basada en un caso verídico pero realizada con tal torpeza y desgana que es con mucho su peor película. Sin embargo, al año siguiente demuestra que sigue estando en forma con Grand Canyon (El alma de la ciudad), una reflexión sobre la violencia que genera el sistema de vida americano y que desarrolla su acción en Los Ángeles. Wyatt Earp (1994) un western tradicional, French kiss (1995), y el fallido film coral Munford (1999) son algunas de sus últimas películas.
   
      Fuego en el cuerpo es una tórrida historia policíaca en la más pura esencia de la literatura y el cine negro. En ella seguimos a la ambiciosa y hermosa Matty Walker (Kathleen Turner) que contacta con el joven abogado Ned Racine (William Hurt) y calculadamente, tras seducirle, le convence para que asesine a su marido, Edmund Walker (Richard Crenna) un rico industrial de los negocios  inmobiliarios, y así poder heredar la mitad de sus bienes. Con la ayuda de Ted Lewis (Mickey Rourke) un delincuente que debe un favor al picapleitos y se encuentra en la cárcel cumpliendo condena, planearán el crimen perfecto, pero no todo saldrá como Ned había planeado.

    Rodada en las playas de Miami Beach, ciudad natal del director, situada en la costa sudoriental de Florida, nos encontramos ante uno de los más elegantes y frecuentados centros balnearios de Estados Unidos. La exuberante vegetación y el calor pegajoso que se desprende de su clima tropical húmedo, nos hace evocar perfiles como el de la carnal “vampiresa” Matty Walker. Tomando como referencias ilustres dos films míticos del cine negro, como son Perdición (Billy Wilder, 1944) y El cartero siempre llama dos veces (Tay Garnett, 1946) el mayor acierto del film reside precisamente en mostrar de forma más o menos explícita lo que aquellas películas escamoteaban, debido claro está a la censura, y que no es otra cosa que el factor gráfico del erotismo, sin cuya plástica estoy convencido que Fuego en el cuerpo perdería muchos enteros. 

      Reconociendo pues, que Kasdan sabe extraer todo el atractivo erótico a las escenas de sexo y a la debutante Kathleen Turner, potente en su retrato al más puro y tradicional estilo de femme fatal, un sentido, el de la fatalidad, que no logra imprimir un carácter definitivo al relato, tal vez porque el realizador confiere una excesiva importancia a la relación casi animal, salvajemente lujuriosa que se trae entre manos la pareja protagonista, y que diluye de forma gradual-a pesar de la noche, el calor y la compleja historia- la trama policial, que seguimos a partir de un determinado momento con cierta desgana. Con todo, Body Heat es en su conjunto un thriller interesante, al que perdonamos algunas burdas líneas de diálogo como la siguiente:
    Ned - ¿Estás bien?
    Matty - Admirable, aunque con el ajetreo me sube la temperatura a cien.
    Ned - Precisarás una puesta a punto.
    Matty - y naturalmente tu tienes la herramienta justa.
    
      Escribo interesante porque resulta un buen intento por revitalizar el cine negro que en la época era prácticamente inexistente, y que al no contar ya con el corsé moralizante de la censura nos hace observar como el sudor, consecuencia del sofocante y húmedo calor, puede ser un estupendo lubricante para unos cuerpos que arden en deseo en un clima tropical que enciende la llama de la pasión. Resulta relativamente obvio para Matty sospechar -una vez que ha fisgoneado en la chaqueta que Ned ha dejado apoyada en la barandilla- que ese abogado de tres al cuarto, tan impulsivo y ardiente -Kasdan lo dibuja como un adicto al sexo, al que le ponen las tías con uniforme: camareras, enfermeras-, puede ser la víctima ideal para llevar a cabo el trabajo.  


     Del mismo modo que creemos totalmente factible que Ned, cegado por la bella y lasciva mujer, se vuelva manejable y acabe encoñado con ella, todo esto sin hacer caso de las advertencias de los colegas que le previenen de los peligros que le puede acarrear seguir con esas relación, aconsejándole que lo más racional sería escapar cuanto antes de sus redes. Ned Racine no sólo no hace caso, sino que está convencido que la pasión que ella le demuestra no puede ser falsa, nadie es capaz de fingir tan bien encima de unas sábanas, quizás si hubiera leído antes el anuario correspondiente al año 1968 del Instituto Wheaton Cougars sus huesos no se pudrirían en la cárcel, porque debajo de la fotografía de una sonriente colegial Matty reza: Mary Ann Simpsonla vampiresa”. Sus aspiraciones: ser rica y vivir en un país exótico. Ella acaba cumpliendo su sueño en algún lejano e insólito país, y un tipo, que se encuentra tumbado a su lado, le comenta el calor que hace, ella asiente sin tan siquiera mirarlo, dando a entender que una vez que ha conseguido lo que deseaba nada humano le importa.
     
      En fin, muy aceptable muestra de cine negro de los ochenta, que incluye elementos sugerentes como la codicia, la humedad, la pasión, el sexo y el asesinato. También resulta determinante, para redondear el magma atmosférico, la melancólica música de saxo a cargo de John Barry, que eleva el clima libidinoso entre una maraña de ventiladores. Algunas lagunas de guión no desmerecen el buen libreto de Kasdan... y ¡ah!, Kathleen Turner, con problemas siempre para guardar la línea, reconoció haberse puesto verrionda durante el rodaje de algunas escenas ¿extraño? No, todos nos pusimos como burros en primavera sólo mirandola. 

viernes, 16 de agosto de 2013

VERA FARMIGA, ESPEJO DE MUSAS


    Aunque debutó en el cine con 25 años en el drama Retorno al paraíso (Joseph Ruben, 1998), la actriz estadounidense VERA FARMIGA (Clifton, Nueva Jersey, 4 de agosto de 1973), se ha convertido con el tiempo en un espejo de musas. Esto es así no sólo por su particular atractivo físico, también y mucho más  importante, por su lánguida elegancia y sus inmensas dotes dramáticas.


     Es la segunda de siete hermanos, no habló inglés hasta los seis años y recibió una estricta educación en un hogar católico ucraniano. Durante su infancia estudió piano y baile, y en su adolescencia estuvo de gira con una compañía de bailes folclóricos.


    Tras graduarse en el instituto, cambió  su sueño de ser optometrista por los estudios de interpretación (providencia divina que siempre agradeceremos sus fans), formación que obtuvo en la Universidad de Syracuse. Es en 1996 cuando debuta en Broadway con la obra Taking Sides, y un año más tarde lo hace en la televisión en la serie Roar, junto al tristemente desaparecido Heath Ledger.  


     . En la pantalla grande la hemos podido ver en el irregular thriller 15 minutos (John Herfeld, 2001), en el olvidable remake de El mensajero del miedo (Jonathan Demme, 2004), en otro mediocre thriller titulado La prueba del crimen (Wayne Kramer, 2006) y en extraordinario remake Infiltrados (2006) firmado por Martin Scorsese




      Aunque se cuenta que a veces ha utilizado un doble de cuerpo para sus desnudos, es el caso de la espléndida Up in the air (Jason Reitman, 2009), Vera es una actriz que nos ha regalado grandes desnudos y momentos eróticos memorables (vean sino La mencionada La prueba del crimen, Down to the bone, Never forever, In Tranzit, Iron Jawed Angels, por mencionar algunas).




      Sus últimas apariciones en cine han sido en la adrenalínica película de ciencia-ficción Código fuente (Duncan Jones, 2011), en el correcto film de espionaje El Invitado (David Espinosa, 2012), y en la impresionante cinta de temática sobrenatural Expediente Warren: The Conjuring (James Wan, 2013). Todavía no ha sido agraciada con un Oscar, pero logró el premio a la mejor actriz en el Festival de Sundance y el de la crítica de Los Ángeles por Down to the Bone, y tiene muchas posibilidades de ganar un EMMY por su participación en la serie Bates Motel.

LES DEJO CON VARIOS FOTOGRAMAS DE LA DOBLE DE CUERPO DE VERA FARMIGA EN UP IN THE AIR




miércoles, 14 de agosto de 2013

CRÍTICA DE "ELYSIUM"

Alegoría distópica como apunte para la revolución
ELYSIUM êêêê
DIRECTOR: NEILL BLOMKAMP.
INTÉRPRETES: MATT DAMON, JODIE FOSTER, SHARLTO COPLEY, WAGNER MOURA, ALICE BRAGA, DIEGO LUNA. WILLIAM FICHTNER.
GÉNERO: CIENCIA-FICCIÓN / EE. UU. / 2013  DURACIÓN: 131 MINUTOS.   

    He apuntado en alguna ocasión que la ciencia-ficción ha sido, es y será siempre un género genuinamente masculino. Todavía recuerdo el ya lejano estreno de la magistral Blade Runner en un cine barcelonés de más de 600 butacas en el que apenas media docena estaban ocupadas por mujeres. Nada extraño cuando uno ha observado desde pequeño a todas las grandes mujeres de su entorno apegadas a la realidad más estricta, con ilusiones y fantasías más tangibles y terrenales. Pero no deja de ser un contrasentido que, en la actualidad, sean mujeres las mejores novelistas del género (Ursula K. Le Guin, por ejemplo).


      Tras su celebrado debut con la excelente District 9 (2009), un clásico instantáneo que pasado el tiempo está siendo valorado en su justa medida, el sudafricano Neill Blomkamp, convertido ya en un referente para los aficionados a la Sci-fi y que en aquella realizó una denuncia severa sobre el Apartheid que sumió a Sudáfrica en la más absoluta ignominia y vergüenza, vuelve a la carga con ELYSIUM lanzando otra denuncia social que explora las cada vez más grandes diferencias entre ricos y pobres.   


      Lo Ángeles, año 2154. Los seres humanos están divididos en dos grupos: los ricos que viven en la estación espacial Elysium, y todos los demás que malviven como pueden en una Tierra devastada y superpoblada. Cuando un obrero con un pasado de delincuente, Max Da Costa (Matt Damon) sufre un accidente y recibe una dosis mortal de radiación, sabe que su única salvación es colarse en Elysium para servirse de las estaciones médicas de alta tecnología que usan sus habitantes y que les mantiene jóvenes y sanos.


     Con la ayuda de un mafioso, Spider (Wagner Moura), le ofrece un trato para ayudarle: una suma importante de dinero en efectivo o cumplir para él una importante misión consistente en extraer información de Elysium para su propio jefe, Spider le coloca a Max un exoesqueleto robótico que multiplica su fuerza y sus reflejos, pero que le convierte en un disco duro andante. Tras conseguir la información, vital para la igualdad entre seres humanos en mundos tan opuestos, su peligrosa hazaña es detectada por Rhodes Delacourt (Jodie Foster), ministra de Elysium que preserva a toda costa el lujoso tren de vida de sus habitantes, y que encargará a su fiel esbirro Kruger (Sharlto Copley) que localice a los rebeldes y los aniquile.


      Con un presupuesto mayor que con el que contaba en su ópera prima, Blomkamp logra con ELYSIUM un artefacto a su altura y demuestra ser un creador interesantísimo que se toma su trabajo muy en serio, algo de agradecer cuando además toma la ciencia-ficción como vehículo para indagar en el drama y la problemática de la inmigración y las abisales e insultantes diferencias entre los ricos y los pobres, iluminando así un metafórico edén, inmaculado, armonioso y confortable, donde la hedonista élite adinerada ha construido su propio Bel-Air en forma de paraíso extraterrenal, dejando que las clases medias y bajas se pudran en condiciones infrahumanas subsistiendo en ciudades subterráneas.


       ELYSIUM se eleva como una musculosa fábula distópica en donde la ingenuidad de su discurso puede dejar a los espectadores más avezados descolocados. No es mi caso, porque siempre puedo aferrarme a la asombrosa estética ciberpunk de un universo fantástico en donde los escarceos y las peleas entre rebeldes proscritos y cyborgs militarizados nos deparan unas estupendas escenas de acción rodadas a veces con un acertado tono semidocumental que resalta su verismo, y en donde la empatía de la platea con esos revolucionarios añade un plus de emoción y dramatismo, a lo que siempre ayuda una perfecta labor de vestuario y un magnífico diseño de armamento high-tech y artilugios biomecánicos.


      La mala baba de Blomkamp se hace notar en detalles que a muchos bobos les parecerán mosqueantes: en Elysium la clase pija y pudiente habla francés, en la Tierra el español es el idioma global. Certera aproximación clasista hacia una de las culturas (la nuestra, es decir, la hispana) de un desarrollo progresivo idiomático brutal y una de las más castigadas por la inmigración, la marginación y las desigualdades sociales, y de la que los destroyers como este cronista extraerán algún apunte positivo: somos muchos, somos fuertes, guerrilleros y orgullosos, y si continuáis discriminándonos y tratándonos como basura, os lo haremos pagar con intereses.



      Brillante en el apartado técnico; espléndido diseño de producción, efectos visuales y de sonido, escenarios y decorados hiperrealistas, apoyados en una desasosegante fotografía y una briosa banda sonora que oscila entre el tono lírico y el industrial a cargo del debutante Ryan Amon; y un apartado artístico que se ajusta como un guante de cirujano con un Matt Damon de inagotables recursos, una Jodie Foster elegantemente implacable, y un villano carismático y memorable (impresionante Sharlto Copley en un papel muy alejado del que desarrollara en el debut de este director), tan intimidantemente bestial como un dislocado personaje de videojuegos. Personalmente me hubiera gustado un final más agresivo, con más metralla subversiva, pero se adivina con nitidez el aliento al despertar ciudadano, indignados con las disímiles condiciones de vida, la corrupción política y la dictadura de la economía. ¡Tolerancia cero! Sí, para todos esos políticos, banqueros y empresarios corruptos que bajo el pelaje de la democracia han creado un mundo más mísero, inhumano, despiadado  e inhabitable.