sábado, 28 de junio de 2014

CRÍTICA DE "UNDER THE SKIN"

La carne, sus peligros y tormentos.
UNDER THE SKIN êêê
DIRECTOR: JONATHAN GLAZER.
INTÉRPRETES: SCARLETT JOHANSSON, PAUL BRANNIGAN, ROBERT J. GODWIN, KRYSTOF HADEK, SCOTT DYMOND.
GÉNERO: CIENCIA- FICCIÓN / EE. UU. / 2012  DURACIÓN: 108 MINUTOS.   
           
     Todo el mundo se pregunta cómo ha logrado el pavo de Jonathan Glazer que Scarlett Johansson se desnude totalmente en esta película. Hay mucha gente que piensa que ese es el único reclamo de UNDER THE SKIN, yo no estoy de acurdo con esa afirmación, aunque no me cuesta reconocer que estamos ante un ejercicio estilístico que puede resultar tan aburrido como farragoso para el gran público. Lo cierto es que Glazer sorprende a propios y extraños con un relato que resulta sobrecogedor y bello en su aspecto visual. La historia nos narra cómo unos alienígenas aterrizan en la Tierra (concretamente en Glasgow, Escocia) para llevar a cabo una misión específica: abducir a los confiados autoestopistas para transportarlos  a su mundo, donde la carne humana está considerada una delicatesen a la altura de la trufa o el caviar. Para ello cuentan con la colaboración de una infiltrada en la Tierra, una atractiva mujer (Scarlett Johansson) que sirve de cebo a los incautos.


      Diez años ha estado Jonathan Glazer en pergeñar el que supone su tercer largometraje tras Sexy Beast (2000) y Birth (2004), el cineasta, firmante de algunos de los mejores videoclips de las últimas décadas, utiliza algunos recursos que se nos antojan consecuentes como el uso de la cámara oculta para rodar escenas espontáneas en la calle y utilizar a algunos transeúntes como actores en la película, algo que potencia el toque realista y el sentido críptico de la función. Otro gran acierto son los escenarios elegidos, las gélidas playas y montañas de Escocia y las húmedas calles de sus vetustas  ciudades, transitadas por una fauna variopinta  de palurdos y algún chulo de discoteca. UNDER THE SKIN avanza con un ritmo pausado y, como queda apuntado, no resulta aconsejable para ese público que huye de las complejidades, pues algún despistado puede creer por los tráilers que estamos ante un film con muchas semejanzas con Species (Roger Donaldson, 1995) y se estará equivocando totalmente, tal vez su film referente sea El hombre que vino de las estrellas (Nicolas Roeg, 1976) que contaba con el reclamo de David Bowie y con el que sí guarda algunos puntos en común.


      Basada en la novela Bajo la piel de Michel Faber (editada en España por Anagrama) la cinta abraza los contrastes como señales discordantes de dos dimensiones: la belleza e impenetrabilidad de la alienígena enfrentada a la vulgaridad y los instintos primarios de las personas abducidas, el aspecto anodino del vestuario de Scarlett Johansson propio de una choni poligonera y que se aleja de la imagen que proyecta en casi todas sus películas, su mirada neutra e impasible, sin sentimientos, en la que ningún inocente repara para evitar el peligro. Algo que puede ser tomado como una alegoría sobre la atracción de la carne y sus tormentos y la insensibilidad del ser humano para mirar más allá de la superficie.

Con gran miscelánea de géneros que van desde la ciencia-ficción y el thriller pasando por el drama psicológico con cierta pátina erótica, UNDER THE SKIN  es un film que ataca más por la vía sensitiva, sensual y visual que por lo atractivo de unos diálogos que quedan siempre en segundo plano y que están forzados por los contactos que tiene la alienígena con sus potenciales víctimas en su deambular conduciendo una furgoneta por las desangeladas calles de Glasgow. Llama la atención que el magnetismo, el hechizo de Scarlett y su generoso y por nuestra parte ansiado desnudo, se produzca de una forma gradual en cada uno de esos encuentros  en los que arrastra a los pardillos (simples carnazas) hacia la nada. El espectador tendrá tiempo para sentirse fascinado, incómodo, absorbido, aburrido, desorientado, abducido, de todo hay en un relato que le va exigir que rellene demasiados huecos. Una labor de composición pictórica exultante y una fotografía atmosférica y envolvente convierten el extraño viaje por Escocia en toda una experiencia donde predomina la imagen, la sugerencia y las sensaciones del mejor cine contemplativo. Que el chico afectado por neurofibromatosis sea el único al que deje escapar la bella depredadora da que pensar sobre el alcance de su oculta humanidad, una ternura mucho más lacerante cuando, tras un intento de violación,  se tiene que desprender de una piel a la que había cogido verdadero afecto.

BONO REGALO

martes, 24 de junio de 2014

ESPECTACULAR REBECCA DA COSTA EN “EL ENCARGO”


      Tal vez lo único salvable de la mediocre THE BAG MAN (David Grovi, 2014) sea la aparición estelar de la actriz brasileña Rebecca Da Costa (Recife, 1984), no puede ser de otro modo en un film absolutamente birrioso que se estrena en nuestro país el próximo viernes día 27 de junio con el título “EL ENCARGO” y que nos cuenta la historia de un criminal, Jack (John Cusack) que se esconde en un motel de carretera. El criminal ha matado a varias hombres cumpliendo el encargo de custodiar una bolsa de viaje cuyo contenido desconoce y que le está prohibido abrir. Ahora espera en el motel la llegada de su jefe, Dragna (Robert De Niro), que se asegurará que ha cumplido con intachable  profesionalismo su misión.


                    
     Por supuesto, la bolsa es un mcguffin, y toda la trama se construye en torno al enigma de su contenido que no desvelaré para no fastidiar el asunto a quien se muestre interesado en ver esta tontería. Por la película, con ínfulas indie y que se desarrolla en el motel y sus inmediaciones boscosas, desfilan una galería de personajes estrafalarios y verborréicos  y un Robert De Niro encarnando por enésima vez a un mafioso (¡qué asco, coño!), pero peor son sus cargantes e insustanciales diálogos revestidos de una pátina de trascendencia, que se ven salpicados por momentos de explosiva violencia, conformando un cóctel indigesto que asienta sus bases referenciales en los Coen de Sangre Fácil y el David Lynch de Carretera Perdida, aunque algunos personajes parecen deshechos de algunas películas de Tarantino. En fin, el guión tiene más agujeros que los cuerpos de Bonnie and Clyde, y la trama resulta loca e inverosímil.  


       Como apuntaba, lo único bueno es que en ella aparece REBECCA DA COSTA, la preciosa modelo y actriz brasileira de 30 años y 1´80 metros de estatura que fue descubierta por la agencia Elite Models a los 14 años, y a los 17 fue invitada a desfilar en La Semana de la Moda de Milán. Rebecca se trasladó a los Estados Unidos para estudiar arte dramático, pero su carrera como modelo es impresionante, pues ha trabajado para prestigiosas firmas como Yves Saint Laurent, Moschino, Armani, Donna Karan y Hugo Boss. En el cine la hemos podido ver en el thriller Braking at the Edge (2013), film firmado por Predrag Antonijevic en el que da vida a una mujer embarazada.  También podemos disfrutar de su presencia en el thriller de posesiones Mine Games (Richard Grey, 2014) y en el pestiño que acabamos de comentar una líneas más arriba, en el que da oxígeno a una mujer fatal en una sórdida y aburrida historia de crímenes y suspense.


                                                     

viernes, 20 de junio de 2014

CRÍTICA DE: "SAVAGED"

La venganza viene de otro mundo
SAVAGED êêê
DIRECTOR: MICHAEL S. OJEDA.
INTÉRPRETES: AMANDA ADRIENNE, TOM ARDAVANY, RODNEY ROWLAND, MARC ANTHONY SAMUEL, BRION DAVIS, RONNIE GENE BLEVINS.
GÉNERO: TERROR / EE. UU. / 2012  DURACIÓN: 95 MINUTOS.   
        

      El terror independiente o de serie B está hoy muy desprestigiado, y siendo sincero se podría decir que es algo que veíamos venir, se lo ha ganado a pulso gracias a los miles de subproductos que debido a su ínfima calidad no han tenido otro destino que la salida directa en DVD o engrosar las atiborradas páginas de descargas de la red como golosinas para frikis incondicionales. Acostumbrado a separar el grano de la paja, todavía uno guarda el suficiente olfato y capacidad instintiva como poder extraer alguna cosita interesante dentro del montón de inmundicia que es arrojado diariamente a las diferentes plataformas visuales. Es el caso de SAVAGED (2013) film independiente escrito, editado, fotografiado y dirigido por Michael S. Ojeda, que además es el responsables de los efectos visuales. Ahí queda eso.
     

      La trama sigue a una joven y atractiva chica sordomuda, Zoe (Amanda Adrienne) que se dirige en coche a Nuevo México a ver a su prometido, Dane (Marc Anthony Samuel). Durante el trayecto presenciará el asesinato de dos jóvenes indios a manos de sus perseguidores, un grupo de salvajes racistas. Zoe no puede hacer nada por salvarles la vida y ahora es ella quien tendrá que luchar por la suya. Al grupo no le cuesta mucho reducirla, violarla y asesinarla dejando su cadáver en el desierto a merced de los coyotes. Un brujo indio nativo de la zona encuentra su cuerpo e intenta resucitarla invocando al antiguo y vengativo espíritu de un jefe apache que habitará en su cuerpo sin vida. Una venganza que llega desde el mismo infierno y que no tendrá piedad con sus agresores.  


     SAVAGED es una nueva tabla de carnicero que no inventa la pólvora, pero Michael S. Ojeda confiere a su relato la suficiente energía como para que la cinta no pase desapercibida para el aficionado al gore e incluso al terror sobrenatural, que aquí van de la mano. Con su encantador batiburrillo que pone en la coctelera ingredientes del más sentido romance, el drama, el  gótico americano y el cine de posesiones con toques de ciencia ficción, nos encontramos con una bien aliñada menestra que logra fijar la atención del espectador sin importar demasiado las multirreferencias (La última casa a la izquierda, I Spit on Your Grave, El Cuervo, Los Renegados del Diablo) ni, consecuentemente, la labor interpretativa de todos sus intérpretes, que se limitan a cumplir con lo que el director, convertido en fascinante hombre orquesta, les pide.  

      No estamos ante un film para estómagos delicados aunque he visto niveles infinitamente mayores de brutalidad, pero la función no engaña a nadie desplegando cotas altas de bestialidad para el disfrute del aficionado al terror más visceral: atropellos, cuchilladas por doquier, destripamientos, decapitaciones y dosis sulfúreas de hemoglobina en una brutal orgía que irá in crescendo a medida que la lógica escala de la venganza marque sus pautas y se haga tan necesaria como implacable.



     Apoyándose en una fotografía quemada y polvorienta como el paisaje desértico donde se desarrolla la acción y en los códigos del subgénero rape & revenge (violación y venganza) aunque con la peculiaridad de que ésta no llega directamente de la víctima o algún allegado, sino de fuerzas incontrolables de otro mundo, una nueva dimensión, tal vez excesivamente hiperbólica en su romanticismo de ultratumba que aunque novedosa chirría en ocasiones: la excesiva dulzura y fragilidad de la víctima que con su discapacidad logra que el espectador empatice automáticamente con ella. Demasiado fácil. Del mismo modo, los clichés se repiten con la banda de rednecks desalmados, unos villanos malísimos que conforman un heterogéneo grupo en donde cada miembro, a cada cual más despreciable, tiene unas marcadas señas de identidad que le define, pero en el que siempre destaca un líder curtido y letal.


       SAVAGED no necesitaba esa arritmia que provocan los momentos de lacerante tristeza de los enamorados, si bien es lógico pensar que al director le interesa explorar las claves de la dramaturgia para conseguir un efecto más doloroso, físico y humano en la rigurosa y exacerbada carnicería, la lírica elevándose sobre la estúpida destrucción de la pureza y la inocencia, una forma de consagrar la fuerza del amor sobre la violencia  y la sangre derramada que anega una ilusión imposible. 

lunes, 16 de junio de 2014

UN DÍA DE FURIA (1992)

¿Y yo soy el malo?
UN DÍA DE FURIA
(FALLING DOWN)
Policíaco - USA, 1992 - 112 Minutos.
DIRECTOR: JOEL SCHUMACHER.
INTÉRPRETES: MICHAEL DOUGLAS, ROBERT DUVALL, BERBARA HERSHEY, FREDERIC FORREST.


    A sus 54 años, el director neoyorquino Joel Schumacher cuenta con un currículum de más de una docena de títulos, la mayoría de ellos tan mediocres como prescindibles, films como: La increíble mujer menguante (1981), St. Elmos, punto de encuentro (1985), Jóvenes ocultos (1987), Un toque de infidelidad (1989), Línea mortal (1990), las dos secuelas de Batman -Batman forever (1995) y Batman & Robin (1997)-, o las más recientes Asesinato en 8 m.m. (1998) y Tigerland (2000) forman parte de una carrera muy desigual -algunos dicen de encefalograma plano- alterada positivamente en 1992 con Un día de furia, sin duda su mejor película, sima que no ha vuelto a alcanzar desde entonces, algo que el mismo cineasta reconoce. Inició su andadura profesional en los setenta en trabajos publicitarios y como diseñador de vestuarios en títulos como El dormilón e Interiores, ambas de Woody Allen, hasta que debutó con el telefilm The Virginia hill story. Pero, ¡sorpresa!, Última llamada (2002) es una estupenda cinta con guión de Larry Cohen y un soberbio Colin Farrell de protagonista absoluto, que tiene por todo escenario una cabina telefónica. Su último film estrenado, Veronica Guerin (2003) es un biopic sobre la vida de una periodista irlandesa que luchó en su país contra el narcotráfico y la corrupción política.


    Sinopsis: Un día de furia nos cuenta la explosión de cólera de un hombre normal, D-Fens (Michael Douglas) incapaz de dominar la tensión acumulada por nefastos acontecimientos personales -pérdida del trabajo, separación conyugal- que progresivamente le están haciendo sufrir un deterioro emocional y como consecuencia un desequilibrio psíquico. Todo esto le impulsa a iniciar un camino de violencia y destrucción. Tras él, persiguiéndole, se encuentra el detective Prendergast (Robert Duvall) en su último día de trabajo antes de jubilarse. D-Fens se dirige a la casa de su ex-mujer, la policía se teme lo peor.


    Es fácil que pasen los años y sigamos recordando la singular figura de Michael Douglas con camisa blanca, corbata y maletín en la mano avanzando con decisión por los inquietantes y devastados barrios periféricos de Los Ángeles, atravesando un área de acción abismalmente alejada del glamour y las bambalinas hollywoodienses. Falling Down es el crudo retrato de un hombre desesperado y estresado que un día estalla de la peor manera, lo hace, cuando al quedar atrapado en un atasco de tráfico abandona su coche para continuar a pié. En su camino, de forma gradual, se va haciendo petente la alarmante realidad que le rodea. D-Fens combate su depresión con agresividad, actúa inconscientemente porque lo ha perdido todo, arrojado a los infiernos de la demencia, del absoluto vacío, incapacitado para soportar la presión, se engaña a sí mismo y engaña a los demás, quiere arreglar lo que ya no tiene solución, recuperar lo que perdió para siempre.


    Schumacher, en su momento, tuvo que soportar las manidas críticas de los sectores más falsamente progresistas por la ambigua posición que toma respecto al problema de la inmigración, los inconvenientes y terribles derivaciones que en innumerables ocasiones este fenómeno pude originar (y de hecho genera). Claro que, quienes vertieron esas críticas viven en zonas residenciales y se aprovechan de un estatus burgués, totalmente apartado del caótico ámbito social que la película recrea y que por lo tanto desconocen. La excelente luz de Andrzej Bartkowiak nos introduce de forma magistral tras los pasos y el deambular de un ser anodino convertido en adalid trágico, que arrastra y lleva hasta el final su infortunio y sus miserias. Espléndida y agria película -con un Michael Douglas en su mejor papel y un Robert Duvall pluscuamperfecto como casi siempre- que con el tiempo ha ganado enteros y un sitio preferente en las estanterías de miles de devotos. Indicar también que además de ser una cinta polémica por el motivo antes reseñado, Un día de furia pasó a formar parte, casi inmediatamente, de esa galería de films malditos que cada cierto tiempo son miméticamente reproducidos en la vida real, es el particular homenaje que el psicópata de turno quiere rendir a la obra, y un modo acelerado de elevar a categoría de culto cualquier película. Magistral esa escena en la que el detective Prendergast le hace ver a D-Fens que está rodeado y que es mejor que se entregue, éste, entre sorprendido y asqueado le pregunta ¿y... yo soy el malo?.




jueves, 12 de junio de 2014

CRÍTICA DE: "WOLF"

Nihilismo atronador
WOLF êêêê
DIRECTOR: JIM TAIHUTTU.
INTÉRPRETES: MARWAN KENZARI, JACOB DERWIG, NASRDIN DCHAR, RAYMOND THIRY, CAHIT ÖLMEZ.
GÉNERO: THRILLER / HOLANDA / 2014  DURACIÓN: 121 MINUTOS.   
     
      Todavía es posible encontrar en ese cajón (de)sastre en el que se ha convertido la producción y distribución cinematográficas, algunas películas que nadie ve y con las que ir rumiando ante el descontento de las carteleras. Es el caso de WOLF (Jim Taihuttu, 2013), que si en nuestro país la conoce alguien es porque fue presentada en la última edición del Festival de San Sebastián, y que nos narra la vida de Majid (Marwan Kenzari), un joven y talentoso deportista árabe de kick boxing que sobrevive en los suburbios de una ciudad holandesa y que poco a poco se va labrando una reputación. La vida con sus padres es tensa, pues ha pasado una temporada en la cárcel por pequeños delitos, y que tiene encuentros casuales con su ex novia, Tessa (Bo Maerten). Majid sobrevive cometiendo pequeños hurtos y trapicheos, pero un día, el propietario de un gimnasio lo toma bajo su protección, y el jefe de una banda criminal, Hakan (Cahit Ölmez) se fija en él y se interesa por sus habilidades en el ring. Majid empieza a no tener claro lo que quiere y acaba metiéndose en un callejón sin salida.


      No he visto el anterior trabajo del DJ, guionista, productor y director Jim Taihuttu titulado Rabat (2011), aunque gente de la que me fío me cuenta que es un drama solvente en formato de road movie, pero desde luego esta nueva apuesta me ha resultado sumamente atractiva y gratificante. WOLF, que se nos presenta como una estimulante fusión entre Toro Salvaje (Martin Scorsese, 1980) y El Odio (Mathieu Kassovitz, 1995), sigue a un personaje magnético caminando siempre por un alambre, un tipo visceral que con su sola presencia intimida y tensiona un ambiente suburbial ya de por sí proclive a las sorpresas desagradables, un hombre al que su fuerza física convierte en poderoso sin tener en cuenta nunca la medida racional de sus acciones y decisiones, un lobo primitivo, irreflexivo y solitario al que su inviolable individualismo le hace moverse sin miedo por un lugar lleno de trampas (la desolación de esa especie de cárceles construidas en los suburbios de la ciudad), y al que una furia intempestiva, fruto de su desarraigo social, la desconfianza y el entorno donde ha crecido, le genera un problema tras otro hasta la encrucijada fatal. Rodada en refinado y portentoso blanco y negro, Taihuttu ha firmado un potente relato que no se olvida fácilmente, carente de todo dogma moral y un nihilismo atronador, y aunque nos enseña también el reverso sensible de su protagonista, jamás nos deja abandonar sus inquietantes y sórdidos dominios.  



     Película muy recomendable, una brisa de aire fresco ante tanta tontería insustancial, un ejercicio cinematográfico plenamente convincente que contiene la fisicidad, el escalofrío y la pulsión de la vida misma, con sus conflictos étnicos, generacionales y culturales. Por sus acciones, se hace difícil empatizar con el protagonista, y sin embargo Taihuttu lo consigue cuando poco a poco va acorralando a ese lobo salvaje que demuestra una terquedad incomprensible, una personalidad inexpugnable y una valentía sin límites, bien haciendo frente a la mafia (el crímen a otra escala)  o a las fuerzas de la ley. WOLF es un thriller urbano oscuro y absorbente que nos presenta a una nueva generación de delincuentes con muy poco que ganar y nada que perder, sus armas y sus límites. Majid lo tiene todo para triunfar en el cuadrilátero pero su desazón vital le carcome, quiere a su familia pero nunca lo demuestra, ama a sus chica pero no logra transmitir la sensibilidad y estabilidad para lograr retenerla a su lado, sabe que no hay futuro y la violencia es un mecanismo de defensa, el único recurso ante  la negra perspectiva. Su final  áspero y devastador cae como un martillo pilón sobre la conciencia de un mundo ajeno a los sufrimientos íntimos.


domingo, 8 de junio de 2014

TIEMPO DE REPOSICIONES: EL ESPÍA QUE SURGIÓ DEL FRÍO (1965)

      
      El cine sobre espías siempre me ha resultado muy atractivo, sobre todo aquellas películas que centran su acción en el largo periodo de la Guerra Fría, una época en la que el espionaje alcanzó su zenit más tenebroso con el espionaje y el contraespionaje entre dos bloques graníticos: la URSS  y sus países satélites y Estados Unidos y los países occidentales. Basada en la novela homónima de John LeCarré, pseudónimo de David Cornwell, antiguo agente secreto británico, EL ESPÍA QUE SURGIÓ DEL FRÍO (1965) tiene como escenarios Londres, el Berlín occidental y el Berlín oriental a lo largo de varios meses de 1962, y nos narra  la historia de Alec Leamas (Richard Burton), agente de la inteligencia británica, soltero, con 20 años de servicio y que como no desea abandonar la clandestinidad para ocupar un puesto burocrático acepta una misión muy arriesgada. La misión consiste en hacerse pasar por un desertor, y para que ello resulte verosímil se las ingenia para desacreditarse y desacreditar a sus jefes  hasta que les expulsan de la agencia de inteligencia británica. De este modo, no encuentra muchas dificultades para introducirse en los círculos de espionaje comunistas. Sin embargo, el agente acaba descubriendo que su misión es una tapadera y un instrumento al servicio de un complot secreto.


      El film, con un carácter independiente y producido y dirigido por Martin Ritt, nos muestra de manera contundente y cruda el turbio entramado del espionaje en plena Guerra Fría, lo que le sirve a Richard Burton para crear una de las grandes interpretaciones de su carrera. Inolvidable su retrato de un ser solitario, desencantado, con demasiado apego al alcohol y que conoce a una bibliotecaria, Nancy Perry (Claire Blomm) de la que se enamora sinceramente. El gran mérito de Ritt, uno de los damnificados por la caza de brujas del senador McCarthy, es guiar al espectador por un lúgubre laberinto de espías y agentes dobles, de giros sin señalizar y momentos de tensión extrema sin que el espectador se pierda en ningún momento, ayudado por la sobrecogedora fotografía en blanco y negro de Oswald Norris que genera una atmósfera gélida, sórdida y de una decadente amargura.



       EL ESPÍA QUE SURGIÓ DEL FRÍO se puede ver hoy como un extraordinario film-documento alejado diametralmente del halo glamouroso, frívolo y paradisíaco de las películas de James Bond, Ritt recrea el latido cotidiano del espionaje, la desconfianza, la sombra permanente de la traición, la clandestinidad, la vigilia, las falsas identidades, la vida ascética y la tensión psicológica, el aroma mohoso, acre y asfixiantemente hermético que se respiraba en el Telón de Acero, un cosmos impenetrable para eruditos de la mentira y las trampas. Como el progresivamente derrumbado Leamas, desengañado por las cosas que ha visto y víctima de tramas que ni siquiera sospecha, Ritt dota al film de un barniz pesimista e implacable que lanza un mensaje demoledor sobre la conciencia humana, abocando al espectador a un final triste y deprimente, un clima emocional que pone al descubierto la manipulación política y la deshumanización de las potencias en conflicto (El Pacto de Varsovia y la OTAN) extremos que se tocan, que fabrican agentes dobles que lo mismo les da trabajar para un bando que para otro, inmersos en un inframundo siniestro que arruina vidas, que juega con el destino de la humanidad y en donde nadie conoce a nadie.