miércoles, 29 de mayo de 2013

CRÍTICA DE "DEAD MAN DOWN (LA VENGANZA DEL HOMBRE MUERTO)"

Thriller atmosférico y de guión plano
DEAD MAN DOWN (LA VENGANZA DEL HOMBRE MUERTO) êê
DIRECTOR: NIELS ARDEN OPLEV.
INTÉRPRETES: COLIN FARRELL, NOOMI RAPACE, TERRENCE HOWARD, ISABELLE HUPPERT, DOMINIC COOPER, ARMAND ASSANTE.
GÉNERO: THRILLER / EE. UU. / 2013  DURACIÓN: 110 MINUTOS.   


    El danés Niels Arden Oplev, director de Millenium 1: Los hombre que no amaban a las mujeres (2009) hace su debut cinematográfico en Hollywood contando con la que fue la actriz principal de aquel film, Noomi Rapace, para dar forma a un oscuro thriller en el que la venganza, ejecutada de forma atronadora, adquiere su propia lógica. Tengo entendido que el guionista del invento, J. H. Wyman, llevaba trabajando en el libreto desde hace seis años, mi impresión tras ver la peli es que debería haberle dedicado seis años más, porque lo cierto es que hay cosas que se me escapan –y esto es raro-, momentos en que el ritmo decae de forma alarmante y muchos de los personajes son meros esbozos.


      DEAD MAN DOWN (LA VENGANZA DEL HOMBRE MUERTO) está ambientada en Nueva York y sigue a Víctor (Colin Farrell) que es la mano derecha de Alphonse (Terrence Howard), un mafioso neoyorquino que vive bajo la amenaza de un asesino que está matando a todos los miembros de su banda. Víctor vive en el mismo edificio que Beatrice (Noomi Rapace), una misteriosa francesa a quien hace compañía su madre, Valentine (Isabelle Huppert) y por la que Víctor comienza a sentirse atraído.



      Víctor descubre que Beatrice, que tiene medio rostro desfigurado, fue atropellada impunemente por un tipo borracho sin que tuviera el menor castigo, y que en realidad lo que busca es venganza. Pero también ella descubre que Víctor lo que pretende es vengar la muerte de su mujer y de su hija, que ese es el motivo de que trabaje para Alphonse y que su verdadera identidad es otra. Dos seres obsesionados y heridos que llevarán a cabo una oscura y violenta venganza.


       No diré que la función es un monumental descalabro, pero me esperaba mucho más del director al que conocimos por la adaptación de la primera y aseadita entrega de la trilogía  de Stieg Larsson. Cierto que la cinta se sigue con interés por la química y el extraño magnetismo que desprenden Farrell y Rapace, pero Oplev se empeña en frecuentar los códigos más trillados del noir sin imprimir nunca un sello personal, la trama avanza encorsetada, carente de naturalidad y algunos villanos (ay, esos mafiosos albaneses de opereta) deslucen la marcada sordidez que esconde el drama.



      Un Colin Farrell hierático y una Noomi Rapace resultona y decidida nos muestran los desgarros de sus respectivas almas como pretexto razonable para ejecutar su particular venganza en la peligrosa jungla de asfalto, la catarsis purificadora y definitiva para liberarse de los demonios interiores. La función podría haber tenido otro resultado más lucido, pues el film crea atmósferas y contiene un estimulante tono esteticista, pero su arritmia narrativa penaliza en exceso esas escenas intimistas que nunca logran convencer.


      La película comienza con tremendo tiroteo, algo que puede resultar atractivo para los aficionados a la acción; que termine con otra terrible balasera va en detrimento de la verosimilitud y es algo demasiado chusco y facilón para una premisa que anuda la fractura emocional de la torturada pareja protagonista en la tensión de un fluir de sentimientos alterados por el pulso débil del director, que juega a una fusión multigenérica y se pierde en un batiburrillo de nacionalidades sin encontrar nunca la luz, la inspiración. Los cadáveres se amontonan sin que tengamos noticias de la policía (¡hay que ver, con lo cinematográfica que es!), una tara más de un guión desequilibrado, espeso, convencional.



      El caso es que si uno lee la sinopsis puede soñar con un thriller sugerente tanto en su vertiente romántica como en la netamente criminal; el gran problema es que en el primer apartado todo se desarrolla con una languidez glacial; en el segundo capítulo la acción explosiva anula cualquier sutileza o ejercicio de estilo. Hay una escena impactante en donde Farrell libera a unas ratas hambrientas para que devoren a un tipo atado a una silla, secuencia que se produce cuando el espectador todavía estaba oliendo las galletas caseras que hace Isabelle Huppert. ¡Qué exquisitez!   

lunes, 27 de mayo de 2013

EL MEJOR TRÍO SEXUAL DE LA HISTORIA DEL CINE

   
     Ha llegado el momento de que celebremos una de las mejores secuencias sexuales de la historia del cine en general y latino en particular. La filmó el mexicano Alfonso Cuarón en su aclamada película de 2001 Y TU MAMÁ TAMBIÉN. Vamos con una pequeña sinopsis: dos jóvenes de 18 años de México D. F., Tenoch Iturbide (Diego Luna), hijo político de un alto cargo, y Julio Zapata (Gael García Bernal), perteneciente a una familia liberal de clase media, pasan juntos las vacaciones. Les une una gran amistad, de modo que se divierten fumando marihuana y se masturban mutuamente.

                         
                       

      En una boda familiar conocen a una deprimida mujer española, Luisa Cortés (Maribel Verdú), esposa de un primo de Tenoch diez años mayor que ellos. Para superar la crisis de su tormentoso y asfixiante matrimonio, Luisa decide acompañar a los dos chicos en un viaje a la playa de “Boca del Cielo”, en el estado mexicano de Oxaca. En una de las etapas del viaje, Luisa mantiene relaciones sexuales con Tenoch, lo que pone celoso a Julio. Para ser justa, Luisa decide tener sexo con Julio, lo que desata una pelea entre los tres. Harta de los niñatos, Luisa decide dejarlos, pero la convencen para que se quede. Una vez en la paradisíaca playa, Luisa y Tenoch se marcan un baile erótico regado con alcohol. Tras el cual, los tres se van a una habitación y comienzan a besarse y a acariciarse. La escena termina con un beso entre Tenoch y Julio, en un estado febril que hace saltar el mercurio.


   
      Por respeto a quien todavía no ha visto la peli, aunque tiempo ha tenido, no contaré nada de su triste, lacerante y magistral final. Sí diré que Y tu mamá también tuvo una buena acogida crítica, fue nominada al Oscar al Mejor Guión Original y proclamada Mejor Película Extranjera para los críticos de Nueva York y Los Ángeles. En formato road movie, el film no sólo es interesante por su alto contenido sexual, también por su amarga reflexión sobre la fugacidad de toda existencia y lo efímero de la amistad. Alfonso Cuarón filma el mejor trío sexual de la historia elevando a rito iniciático, salvaje y primitivo una fusión que les sirve a los personajes para romper cualquier límite y tabú, y a Luisa en particular (objeto sexual y a la vez directora de orquesta), para liberarse de las pesadas cadenas de un astroso pasado. Una lección de vida que va a marcar, de una forma u otra, a cada uno de ellos.   


domingo, 26 de mayo de 2013

CRÍTICA DE "FAST & FURIOUS 6"

Espectáculo de lujo para horteras poligoneros
FAST & FURIOUS 6 ê
DIRECTOR: JUSTIN LIN.
INTÉRPRETES: VIN DIESEL, PAUL WALKER, DWAYNE JOHNSON, GINA CARANO, MICHELLE RODRÍGUEZ, LUKE EVANS.
GÉNERO: ACCIÓN / EE. UU. / 2013  DURACIÓN: 130 MINUTOS.   


     Mentiría a mis lectores si afirmo que soy fan de la saga Fast & Furious, ninguna de sus entregas me ha dejado ningún poso y las tomo siempre como un pasatiempo olvidable que nunca ocupará el mínimo espacio en los laberínticos meandros de mi saturada memoria. A mí me gustaban las persecuciones automovilísticas en películas magníficas como Bullit, The french conection, Un trabajo en Italia (la de 1969), Mad Max, El diablo sobre ruedas… porque también me interesaban sus historias, estaban protagonizadas por buenos actores y la velocidad era uno de los variados ingredientes que uno podía degustar. También he podido disfrutar de algunas de persecución de coches espléndidas en algunas entregas de los indestructibles James Bond y Jason Bourne.


      FAST & FURIOUS 6 nos cuenta cómo desde que Dom (Vin Diesel, acertado nombre que huele a combustible) y Brian (Paul Walker) robaron 100 millones de dólares a un capo en la entrega número 5 de la saga, los muchachos se dispersaron por el mundo gozando de una envidiable situación económica. Claro que sus antecedentes criminales les impiden pisar territorio norteamericano: un paso y darán con sus huesos, perdón, con sus músculos en la cárcel. Mientras el agente de la DDS Hobbs (Dwayne Johnson) lleva tiempo tras la pista de un grupo de mercenarios y expertos conductores liderados por Owen Shaw (Luke Evans) que al parecer tiene como mano derecha a Letty Ortíz (Michelle Rodríguez), la antigua novia de Dom y a quien daban por muerta en una de las acciones del grupo en el cuarto capítulo de la saga. Ante las dificultades de detener a la banda de mercenarios, Hobbs le pide ayuda a Dom a cambio del perdón para todos ellos. Pero lo que en realidad quiere Dom es saber qué se esconde tras la sorprendente resurrección de Letty.



      Lo repito, tengo asumido que ninguna entrega de Fast & Furious, así llegue la saga hasta el infinito, va a cambiar mi vida. De modo que esta última entrega, al igual que todas las anteriores, asienta sus pilares en un terreno tan trillado como baldío a la hora de extraer de él algo precioso. Lo reiterativo y simple de la propuesta: tipos con pocas neuronas, exceso de testosterona, atiborrados de anabolizantes e incapaces de proferir una frase mínimamente remarcable, pibones exuberantes y bien apretaditas con más curvas que la pista de un Scalextric y coches deportivos zumbando a toda hostia, no son, precisamente, premisas como para dar palmas con las orejas.


       FAST & FURIOUS 6 asaltará la taquilla porque la saga cuenta con un público fiel muy aficionado a estas insustanciales virguerías, y en mi opinión no deberían perderse esta última porque es de las mejores condensando las toneladas de estupideces que han hecho tan popular la franquicia, ya que puestos a subliminar el absurdo, supera cualquier expectativa. Con un rodaje que tuvo una parada en Tenerife, es aún más disparatada, frenética y autoparódica que cualquier entrega anterior: un parque de atracciones para disfrute de horteras poligoneros con los coches tuneados con colores chillones.


     
       Pero como lo hortera está de moda (ahí tenemos el ejemplo de el triunfo en la música de engañifas como el pastelazo de Pablo Alborán o los insufribles One Direction) nada mejor que apuntarse a una corriente que dejará secuelas en unas generaciones ya de por sí taradas por un sistema educativo lamentable. Justin Lin engendra un artefacto estrambótico partiendo de un guión demencial al servicio de la mitología cani de los personajes y las set pieces de acción sin límites, en donde a las carreras y persecuciones típicas pone la guinda un tanque que genera un caos brutal en una autopista del archipiélago canario. Tampoco encuentro ninguna química en las relaciones interpersonales de los personajes, en todo caso una cierta tensión homoerótica entre el musculitos calvorota Vin Diesel y el purito anglosajón Paul Walker, algo que se puede hacer extensible a sus respectivas relaciones con sus potentes coches, y eso sí que es una auténtica parafilia.



       FAST & FURIOUS 6, sin excesiva violencia, diálogos vacuos, humor rústico y al ritmo de hip hop, ofrece sus minutos de gloria a cada uno de los miembros importantes del reparto (en ese cupo no entra, claro está, la insulsa Elsa Pataky, utilizada como un hermoso florero) dotando al invento de una impostada familiaridad. Y me lo paso bien con el bestial enfrentamiento entre esas dos machotas malencaradas que responden por los nombres de Gina Carano y Michelle Rodríguez, pero el descojone total llega durante el clímax final, con la superposición de peleas y ese avión que despega desafiando todas las leyes de la física. Lo dicho, lo hortera elevado a categoría de arte. Pero eso ya es viejo ¿no? Ay, Dios, tantas curvas y yo sin freno.

domingo, 19 de mayo de 2013

CRÍTICA DE "EL GRAN GATSBY"


Lujo y oquedad
EL GRAN GATSBY ê
DIRECTOR: BAZ LUHRMANN.
INTÉRPRETES: LEONARDO DICAPRIO, TOBEY MAGUIRE, CAREY MULLIGAN, JOEL EDGERTON, ISLA FISHER.
GÉNERO: DRAMA / AUSTRALIA / 2013  DURACIÓN: 143 MINUTOS.   


     No me gusta nada el cine del australiano Baz Luhrmann. Un cine manierista, estrambótico y estomagante rebosante de tics provenientes del campo publicitario y los videoclips. Todavía recuerdo con hastío su versión de Romeo y Julieta (1996) con una escenografía y unas coreografías que parecían diseñadas por algún hortera en nómina de la MTV. Por no hablar de aquella tontería titulada Moulin Rouge (2001) una nube de serpentina sobre un relato vacío de contenido y una retahíla de números musicales tan cansinos como mal ejecutados. Ahora nos asalta con una nueva adaptación de EL GRAN GATSBY, pero si ya me resultó aburrida en su controlado academicismo e insoportablemente esteticista aquella versión de 1973 dirigida por Jack Clayton (un cineasta infinitamente superior a Luhrmann) que estaba protagonizada por un desubicado Robert Redford, qué les voy a contar de ésta.


      El film sigue los pasos del aspirante a escritor de Nick Carraway (Tobey Maguire) en su viaje desde el Medio Oeste estadounidense hasta Nueva York, allá por el año 1922. Son los locos años veinte con su moral ligera, música de jazz, el auge del contrabando y la Bolsa en vertiginoso ascenso. Nick, que busca su propio sueño americano, vive al lado de un misterioso y vividor millonario, Jay Gatsby (Leonardo DiCaprio), justo al otro lado de la bahía donde viven su prima Daisy (Carey Mulligan) y  su aristocrático y mujeriego marido, Tom Buchanan (Joel Edgerton). Así, Nick, se ve  envuelto en un mundo de lujo y millonarios con sus ilusiones, amores y desengaños. A la vez Nick, que es testigo de ese mundo como partícipe y observador, escribe una historia de amor imposible, de sueños incorruptibles y una gran tragedia.  


      Todavía no entiendo qué es lo que ha pretendido hacer el inefable Luhrmann con esta adaptación de una de las obras fundamentales de la literatura del pasado siglo. EL GRAN GATSBY tiene pinta de ser un artefacto carísimo, un insultante derroche de recursos a disposición de un tipo estrafalario y de muy mal gusto que sirve para enmascarar una soberana estupidez. Un relato de tono kitch extravagante, recargado y en donde la estética ornamental, anacrónica y vintage  se combina con moderneces insustanciales (el formato 3D al servicio de la nada, el hip hop entroncado con el jazz en una fusión imposible y movimientos de cámara tan milimétricos como intrascendentes), una superficialidad absoluta que se traduce en un soso triángulo amoroso.


       Hay muchas formas de violar  un texto literario, ésta es de las que desgarran el esfínter. Un film excéntrico atiborrado de accesorios técnicos que en ningún momento logra captar la hiriente poética y los oscuros conflictos emocionales de la novela, apostando por una puesta en escena artificiosa y una exuberante recreación del Nueva York de los años veinte y sintiéndose incapaz de dotar de intensidad los atormentados avatares de unos personajes abocados a la tragedia.


      Lo que nos queda es una visión anfetamínica de un clásico sobre la que es difícil encontrar un cierto aroma de la inmanente elegancia de Fitgerald. Luhrmann se inclina siempre por la floritura, el barroquismo sintético y las sobreimpresiones para dar cobijo a una galería de personajes cuyo flujo sensual se ve opacado por el obsesivo e irritante gusto por el adorno. DiCaprio y Mulligan hacen lo que pueden para mantener vigorosa la flor de un romance en medio de una catarata de engaños, ambiciones, corruptelas, adicciones, bagatelas y excesos. Lo que parecía una juerga interminable se vio truncada  por el crack del 29, cuando algunos todavía saboreaban los últimos sorbos del champán y las migajas del pastel.


       Pero al director de Australia no le interesa profundizar en los procelosos caminos que culminaron en aquel desastre para mostrar paralelismos con los tiempos actuales; su opción es siempre la de los subrayados inútiles sobre la banalidad de la existencia, vivir el momento en la vorágine y el fulgor de una época irrepetible, donde las emociones y los verdaderos sentimientos, como invariablemente sucede en todos sus films, quedan aplastados por un despliegue de piruetas técnicas, colores y texturas, un envoltorio retórico y empalagoso que no esconde ningún misterio.

lunes, 13 de mayo de 2013

CRÍTICA DE "OBJETIVO: LA CASA BLANCA"


El peso del 11-S sobre la conciencia colectiva norteamericana
OBJETIVO: LA CASA BLANCA êê
DIRECTOR: ANTOINE FUQUA.
INTÉRPRETES: GERARD BUTLER, AARON ECKHART, DYLAN, RICK YUNE, DYLAN MACDERMOTT, MORGAN FREEMAN.
GÉNERO: ACCIÓN / EE. UU. / 2013  DURACIÓN: 119 MINUTOS.   


     Cualquier aficionado sabe que el público potencial de esta película no es el que acude a ver una cinta de Theo Angelopoulos o Manoel de Oliveira. Estamos ante un film de acción pura y dura sin más trascendencia que la trivial evasión, el entretenimiento sin una lógica interna que no sea el burdo proselitismo patriotero. Es, en suma, lo que en España llamamos atinadamente “una americanada”, uno de esos artefactos que como la mediocre Air Force One o la magnífica 1997: Rescate en Nueva York tienen al presidente en apuros de los Estados Unidos como figura omnipresente.


      OBJETIVO: LA CASA BLANCA nos narra cómo a plena luz del día un grupo terroristas norcoreanos liderado por Kang Yeonsak (Rick Yune) asalta la Casa Blanca tomando como rehenes al mismísimo presidente, Benjamin Asher (Aaron Eckhart) y a todo su gabinete. Mientras en los jardines de la residencia presidencial se libre una encarnizada batalla, el antiguo miembro del Servicio Secreto, Mike Banning (Gerald Butler) consigue abrirse camino hacia el asediado edificio gubernamental con el objetivo de proteger y rescatar a Asher, para quien trabajó hasta la muerte accidental de la esposa del presidente, Margaret (Ashley Judd)


      Banning despliega todas sus habilidades y contundencia para conseguir llevar a cabo su misión, que será seguida paso a paso por el presidente en funciones, Alan Trumbull (Morgan Freeman). Cuando Kang comienza a ejecutar rehenes con la amenaza de seguir haciéndolo si no se cumplen sus disparatadas pretensiones, toda la seguridad nacional del país tendrá que confiar en Banning, tanto para salvar al presidente y a su hijo Connor (Finley Jacobsen) como para evitar que los terroristas pongan en marcha su aterrador plan de exterminio.


      Antoine Fuqua, director de la excelente Día de entrenamiento, no ha vuelto a rayar a tanta altura desde entonces, aunque cierto es que nos ha presentado algunos films aseados como El rey Arturo o Los amos de Brooklyn. Con claras resonancias a las pelis de acción de los años 80 y 90 y dos grandes influencias en mente: la citada 1997: Rescate en Nueva York y La Jungla de Cristal, el cineasta nacido en Pittsburgh nos presenta una serie B que con sus limitaciones y sin ánimo de dejar estela cumple sus objetivos sin que ni una sola secuencia quede grabada en las retinas del espectador ni permanezca en la memoria tras abandonar la sala.


      El espíritu de los tiempos indica ahora que los villanos tienen que ser norcoreanos como en otras ocasiones fueron rusos o islamistas, da igual porque el vacío – y la dolorosa impotencia- alojado por los atentados del 11-S en la conciencia colectiva norteamericana, con un meridiano diagnóstico de estrés post-traumático, necesita pocas coartadas para montar un espectáculo patriotero en donde el Mal, como un ente mutante y polifórmico, nunca descansa y hace aflorar a héroes de pacotilla para su aniquilación.


       Las set-pieces de acción están bien rodadas, pero a la función le falta el sarcasmo de un Bruce Willis solo contra el mundo, aquí la bandera de las barras y estrellas sólo sirve para dar cobertura a una angustia emocional que deriva en una estruendosa balasera y explosiones como eructos incontrolables de una nación permanentemente amenazada e incapaces de encontrar respuestas al desolador interrogante ¿por qué nos odian tanto? No lo sé, y a nivel personal puedo decir que los Estados Unidos de América tienen todo lo bueno y todo lo malo que amo y detesto de un país y una sociedad, pero podría exponer algunas respuestas a esa dramática pregunta.


      El anacronismo de la propuesta (que parece una producción de la mítica Menahem Golan y Yoram Globus) no invita demasiado a la reflexión, elevando la figura del héroe rebosante de testosterona como contrapunto ideal de un villano de opereta. Insisto, OBJETIVO: LA CASA BLANCA sólo se salva por su nula trascendencia, por algunas escenas de acción bien planificadas (como el asalto al jardín del edificio gubernamental), por la rigurosa recreación de escenarios y las dosis ruido y de sadismo necesarias para evitar los cambios de postura y la dulce somnolencia. Esta película todavía no ha sido estrenada en los Estados Unidos, es muy probable que cuando lo haga una legión de fantasmas sobrevuelen las salas recordando al público su lacerante indefensión.  

martes, 7 de mayo de 2013

MIS PELÍCULAS FAVORITAS: "VIRIDIANA"


 VIRIDIANA
Drama - España/México, 1961 - 90 Minutos - Blanco y Negro.
DIRECTOR: LUIS BUÑUEL.
INTÉRPRETES: SILVIA PINAL, FERNANDO REY, FRANCISCO RABAL, MARGARITA LOZANO, LOLA GAOS.


    Luis Buñuel (Calanda, Teruel, 1900-México D.F., 1983) es el más internacional -con permiso de Almodóvar y Amenábar- de todos los cineastas españoles, está considerado un monstruo sagrado del Séptimo Arte y uno de sus principales creadores. Tras cursar sus primeros estudios en Zaragoza se traslada a Madrid, en donde logra la licenciatura de Filosofía y Letras, se hospeda en la famosa residencia de estudiantes, allí convive con destacados miembros de la Generación del 27, entre sus amigos más íntimos se encuentra Salvador Dalí y Federico García Lorca. Atraído por el innovador movimiento surrealista francés, al cual se incorpora en París, trabaja como ayudante de dirección de Jean Epstein. 


     Con dinero prestado de su familia y un guión suyo y de Salvador Dalí rueda el cortometraje surrealista Un perro andaluz (1928), y también con la colaboración de Dalí realiza la provocadora La edad de oro (1930) que causó un verdadero escándalo debido a que algunos consideraban que era un atentado contra la iglesia y las instituciones. En España su primera producción es el mediometraje documental Las Hurdes, tierra sin pan (1932) que fue prohibido por el Gobierno de la República Española. Instalado en México, a donde llega para filmar una versión de La casa de Bernarda Alba -que jamás se realizaría- Buñuel acaba por nacionalizarse. Las obras más sobresalientes de este genial autor son: Los olvidados (1950), El (1952), Nazarín (1958), El ángel exterminador (1962), Diario de una camarera (1963), Simón del desierto (1965), Bella de día (1966), Tristana (1969), El discreto encanto de la burguesía (1972), Ese oscuro objeto del deseo (1977).
   
 
      Como hará en obras posteriores (Tristana, Ese oscuro objeto del deseo) Buñuel da rienda suelta en Viridiana a todas sus obsesiones tanto eróticas como religiosas -constantes temáticas de algunas de sus mejores películas- al contar la historia del hacendado Don Jaime (Fernando Rey), su sobrina, la novicia Viridiana (Silvia Pinal) y Jorge (Francisco Rabal) hijo de Don Jaime. Debido al gran parecido de Viridiana con su tía, fallecida la noche de bodas, su tío la convence para que se vista como ella, también le pide que se case con él, a lo que ésta se niega, y como lo que ella quiere es volver al convento, a Don Jaime, con la ayuda de la criada Ramona (Margarita Lozano) no le queda más remedio que narcotizarla, una vez que despierta y dispuesta a marchar, Viridiana se entera de que su tío se ha suicidado, con remordimientos renuncia a sus hábitos. Otra vez en la finca de su tío, se dedica a proteger y cuidar a los mendigos que tienen como alojamiento la hacienda. Por allí aparece un día Jorge con su amante, éste intenta sacar rentabilidad a la finca, pero pronto surgirá la atracción entre ellos.


     Desde su espíritu provocador y concepción anárquica, Buñuel obtiene con Viridiana unas severas críticas provenientes del Vaticano, desde donde se tacha a la película de blasfema. Al igual que pasaría con otros films suyos -Simón del desierto, La vía láctea- rebosantes de duros y punzantes sarcasmos contra la iglesia, en España la censura la prohíbe y su estreno sólo se produce  tras la muerte del general Franco, por orden del cual es retirada la nacionalidad al cineasta. Pero como se puede comprobar a través de muchas de sus obras: Los olvidados, demoledora denuncia social sobre la delincuencia y el abandono juvenil. El ángel exterminador, crítica implacable sobre ese ogro de mil cabezas que es la burguesía, e incluso Las Hurdes, tierra sin pan, aplastante documento sobre la miseria y el desamparo de mi querida comarca extremeña, soy de los que piensan que lo que realmente planea en toda su filmografía es la búsqueda desesperada e ideológica de Dios, un Dios que no se proyecta sobre lo que ve, y el escepticismo que le brota al mismo tiempo que le enfurece y le causa ironía.   



    
    Con un magnífico guión original del mismo Buñuel y Julio Alejandro, el genio sordo de Calanda crea uno de esos raros universos tan particulares, latentes de mórbido esteticismo, cargado de freaks, beatería y oscurantismo, para concluir en la utopía de la caridad humana, práctica que no sólo se presenta como un objetivo irrealizable, sino que acaba en último término volviéndose contra uno mismo.



         
    La cándida y recogida belleza de la mortificada Viridiana, la obsesiva atracción que muestra por ella su traumatizado tío Don Jaime, la voluntad férrea por conquistar el corazón de su prima del mundano y apuesto señorito Jorge, la servicial criada Ramona, dispuesta a agarrarse al clavo que le asegure su futuro y el de su hija, y todo ese grupo de seres harapientos e indomables que rodean a la protectora Viridiana, configuran un fresco inolvidable, sumamente gráfico y realista de la tradición picaresca española. Esta obra maestra ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes, plena de escenas memorables me gustan especialmente dos; la primera, aquella en que la novicia Viridiana es invitada a ordeñar con sus blancas y sensuales manos una vaca de cuya ubre cuelga un pezón muy parecido a un falo; la segunda, la de la famosa foto con la que Lola Gaos sorprende y fija para la posteridad una imposible Santa Cena.


domingo, 5 de mayo de 2013

CRÍTICA DE "LA GRAN BODA"

Dejad que De Niro se coma la almeja
LA GRAN BODA ê
DIRECTOR: JUSTIN ZACKHAM.
INTÉRPRETES: ROBERT DE NIRO, SUSAN SARANDON, DIANE KEATON, KATHERINE HEIGL, AMANDA SEYFRIED, BEN BARNES.
GÉNERO: COMEDIA / EE. UU. / 2013  DURACIÓN: 90 MINUTOS.    
      
      Hace mucho tiempo que dejaron de interesarme las comedias. Su previsibilidad, la escasa chispa de los guiones y lo artificial y forzado de las situaciones escenificadas me obligaron a alejarme de un género que en otro tiempo reinaba en las pantallas haciendo gala de una energía y un ingenio difícilmente recuperables. Hoy parece que todo está perdido y reunir un elenco de ilustres momias con un  glorioso pasado no será el camino para resolver la situación.


      Veamos: Con motivo de la boda de su hijo adoptivo, Alejandro (Ben Barnes) con Missy (Amanda Seyfried), Ellie Griffin (Diane Keaton), vuelve a su antiguo hogar diez años después de que su marido, Don (Robert De Niro) la engañara con su mejor amiga, Bebe (Susan Sarandon) con la que vive desde entonces. Pero cuando Alejandro les anuncia que su madre biológica, Madonna (Patricia Rae) asistirá a la boda y que, debido a sus estrictas creencias religiosas, no debe saber que Ellie y Don están divorciados, estos se verán obligados a aparentar que son un matrimonio feliz, obligando a Bebe a controlarse y representar un papel secundario.


      Qué puedo decir de una peli que comienza, literalmente, con Robert De Niro tratando de comerle la almeja a Susan Sarandon. En fin, todos sabemos que desde hace mucho tiempo la labor de De Niro se enmarca dentro del terreno puramente alimenticio, de la supervivencia, pero algún día tendrá que darse cuenta de que su talento para la comedia es prácticamente nulo a pesar de ser uno de los mejores actores de la historia. Y si estamos acostumbrados a ver a Robin Williams y también de vez en cuando a Diane Keaton haciendo el ridículo en películas sonrojantes de tintes humorísticos, nos quedaba por ver a otra gran intérprete, Susan Sarandon, formar parte de esta decadente tendencia que sirve como último refugio para que todos aquellos viejos dinosaurios que un día cambiaron la faz de Hollywood hagan y digan tonterías.   


      Siempre hay otra opción: seleccionar de manera exquisita los papeles y envejecer con dignidad delante de las cámaras, como hace un Jean-Louis Trintignant superlativo  en la magistral Amour de Michael Haneke. La película del debutante Justin Zackham se nos presenta como el remake americano de la francesa Mon Frère Se Marie (Jean Stephane Bron, 2007) y por supuesto consta de todos los tópicos enredos de las películas sobre bodas, que cinematográficamente siempre resulta un evento adecuado para narrar bobadas.


      LA GRAN BODA es una comedia coral que nos habla sobre la necesidad de ser honestos con los sentimientos a pesar de que con ello causemos dolor o frustración a otras personas, actuando como crítica sobre la vacuidad de las falsas apariencias para camuflar una realidad que finalmente se acabará imponiendo. Lo que pasa es que el film está muy mal construido y ninguna situación se nos muestra creíble, pues al mal pulso del director se une unas interpretaciones lamentables de todo el reparto (veteranos y jóvenes). 

     La torpeza del realizador porque comienza descolgándose con una función gamberra repleta de diálogos soeces y situaciones bizarras para ir poco a poco derivando en una clásica comedia familiar en donde las confesiones públicas sobre los secretos de alcoba y los gags sobre el racismo, las preferencias sexuales, las relaciones paternofiliales, la infidelidad y el alcoholismo quedan muy diluidas y sin gracia; y los intérpretes porque con el mínimo esfuerzo intentan dotar de brillo a una situaciones artificiosas derivadas de un guión endeble dibujando unos perfiles verdaderamente histriónicos y enervantes. Un film de muy corto recorrido en el que no encontramos nada nuevo bajo el sol, sólo recomendable para un público de geriátrico en una tarde de domingo donde cansados de jugar al dominó o encajar bolillos las únicas opciones sean ver esta peli o el suicidio.