sábado, 26 de mayo de 2018

CRÍTICA: "DEATH WISH" (Eli Roth, 2018)


DEATH WISHêê
(Eli Roth, 2018)
   

   Remake si quieren innecesario (como casi todos) de la seminal película de justicieros protagonizada por Charles Bronson El justiciero de la ciudad (Michael Winner, 1974), que en los años 70 instauró una corriente cinematográfica que actuaba como espejo del descontento de la sociedad ante el auge de la delincuencia y la inoperancia  de la policía y la justicia.


   Death Wish nos presenta al cirujano Paul Kersey (Bruce Willis) que ve cómo su mujer, Lucy (Elisabeth Shue) y su hija, Jordan (Camilla Morrone) son brutalmente atacadas en su casa por unos ladrones. Kersey siempre ha sido un hombre tranquilo, pero ahora siente como una sed de venganza se apodera de él. Con la policía sobresaturada de crímenes, decide tomarse la justicia por su mano y de paso enfrentarse de criminales en la Gran Manzana. Cuando sus acciones captan la atención de los medios, la gente se pregunta si es un ángel guardián o un simple justiciero.


   Películas como ésta levanta ya escasa polvareda (aún hay memos que las tildan de fascistoides) tanto en su ambigua apología de la ley del talión como en su denuncia intrínseca sobre el fervor de los norteamericanos por las armas. Así, Eli Roth no justifica el ojo por ojo de manera taxativa y, por el contrario, hurga en la herida sangrante del negocio de las armas en los Estados Unidos, la facilidad con la que los ciudadanos las adquieren y los miles de tutoriales que circulan por internet sobre el funcionamiento y el mantenimiento de armas y la fabricación de explosivos.


   En esta nueva versión Paul Kersey no es arquitecto sino cirujano, tampoco luce el bigote de Charles Bronson sino la brillante calva de Bruce Willis, cuya plácida vida queda  hecha añicos ante la muerte de su mujer y el estado en que ha quedado su hija tras el ataque sufrido, pero el argumento no varía en su premisa aunque se han modificado las acciones que lleva a cabo el justiciero en su limpieza de delincuentes por distintas zonas de la ciudad. Estamos ante una producción aseada en donde la postura vengativa de Kersey choca con la de su hermano (Vincent D´onofrio) y la del inspector de policía encargado del caso. En Death Wish la violencia es seca y contundente, pero Roth no idea momentos sangrientos y descarnados, da igual porque resulta imposible salir libre de críticas partiendo de un material tan flamígero.

CRÍTICA: "DEADPOOL 2" (David Leitch, 2018)


Una apreciable secuela
DEADPOOL 2êêê
DIRECTOR: DAVID LEITCH.
INTÉRPRETES: RYAN REYNOLDS, JOSH BROLIN, ZAZIE BEETZ, MORENA BACCARIN, JULIAN DENNISON, T. J. MILLER.
GÉNERO: FANTÁSTICO / EE.UU. / 2018 / DURACIÓN: 111 MINUTOS.

    Tras el merecido éxito de la primera entrega Deadpool (Tim Miller, 2016) vuelve el antihéroe de la Marvel con su corrosivo y característico humor dispuesto a compartir la pantalla con uno de los miembros con los que nació. Se trata de Cable, un personaje biónico con la habilidad de viajar en el tiempo. El mutante, medio robot y medio humano, comparte protagonismo con este rebelde bien armado y experto en artes marciales. Por su parte, Wade Wilson (Ryan Reynolds) lucha por cumplir su sueño mientras aprende a arreglárselas después de perder el sentido del gusto.


    El poderoso villano llamado Cable (Josh Brolin) ha secuestrado a un chaval llamado Russell (Julian Dennison). Para salvar al joven, el desvergonzado mutante decide montar un hiper-mega escuadrón al que, por toda la cara, va a llamar X-Force. Este escuadrón está formado por Domino (Zazie Beetz), Estrella Rota (Lewis Tan), Megasonic (Brianna Hildebrand), Zeitgeist (Bill Skargard), Yukio (Shioli Katsuna), Coloso (Stefan Kapicic) y Bedlam (Terry Crews). Con su característica irreverencia, el antihéroe deberá demostrar a Cable que es un héroe y no sólo un payaso.


     Tras la primera entrega, Deadpool 2 se enfrenta a la carencia del factor sorpresa, pero estamos ante un especialista del cine de acción como lo es David Leitch (John Wick: Otro día para matar) y eso se nota en la enérgica expresividad de ese tipo de secuencias a pesar de que el mayor atractivo del invento sigue siendo el jocoso torrente verborréico de su protagonista, que unido a las múltiples referencias a diferentes manifestaciones de la cultura popular y temas de actualidad, hacen de esta secuela un artefacto divertido aunque un escalón por debajo del film seminal.


     Como comedia de acción, Deadpool 2 ofrece al espectador grandes alicientes: unos asombrosos efectos visuales, buenos y malos con sus diferentes superpoderes, violencia hiperbólica, socarronería y chistes sobre otros superhéroes como Lobezno, drama, amores celestiales… y el inherente tono autoparódico que confiere a su personaje Ryan Rynolds, que no se toma en serio casi nada, y mucho menos a él mismo. Tal vez la película peque por exceso y en algunos momentos se muestre algo reiterativa, pero es su carácter gamberro e irreverente lo que sigue atrayendo a un público que disfrutará con su mezcla de violencia exacerbada y un humor cáustico y tontorrón.


      En un relato tan esquizoide no siempre se logra la alquimia perfecta, pero convertido en un placer culpable, mi consejo es que el espectador se acomode en la butaca para disfrutar de coreografías de peleas imposibles (individuales y colectivas) que armonizadas por una selección de temas musicales clásicos que son un regalo para los oídos, dotan de ritmo a las aventuras de Wade Wilson y el supergrupo X-Force, que tiene a Domino como uno de sus más sugerentes miembros. Juntos nos regalan una de las más desternillantes escenas saltando en paracaídas. En Deadpool 2 Wade ha perdido belleza y a su único amor, pero sigue transitando por la vida con su innata ironía y un sentido lúdico de la existencia. Algo de agradecer cuando la cruda realidad te obliga a chapotear de ciénaga en ciénaga.

miércoles, 16 de mayo de 2018

CRÍTICA: "REVENGE" (Coralie Fargeat, 2017)


Venganza es mi nombre
REVENGEêêê
DIRECTOR: CORALIE FERGEAT.
INTÉRPRETES: MATILDA LUTZ, KEVIN JANSSENS, VINCENT COLOMBE, GUILLAUME BOUCHÈDE.
GÉNERO: THRILLER / FRANCIA / 2017 / DURACIÓN: 108 MINUTOS.


    Que yo sepa, sólo dos cortometrajes,  Le telegramme (2003)  y Reality + (2014), sirvieron de iniciación para que la directora francesa Coralie Fargeat diera el salto a la dirección de largometrajes con esta sorprendente ópera prima presentada en el pasado Festival de Sitges un éxito aceptable entre la crítica.


    Sin excesiva originalidad en su premisa, Revenge nos presenta a Richard (Kevin Janssens) un adinerado hombre de negocios que va acompañado de su amante, Jen (Matilda Lutz) a una de sus escapadas de caza junto a dos amigos. La hermosa joven no pasa desapercibida para uno de los amigos de Richard que tomando por otra cosa el carácter desenfadado y chispeante de la joven la viola en ausencia de Richard. Cuando regresa Richard le cuenta lo sucedido y como no hace nada, le amenaza con contarle la infidelidad a su esposa. Viendo que todo su mundo puede derrumbarse, Richard y sus amigos intentan deshacerse de ella para siempre. Dejada por muerta en medio del desierto, la chica vuelve a la vida y el juego de caza se convierte en una venganza implacable.


     El cine ya nos ha dado buenos ejemplos de películas dentro de este subgénero conocido como rape & revenge (violación y venganza), entre las más conocidas podemos citar Ángel de venganza (Abel Ferrara, 1981), Desenlace mortal (Bo Arne Vibenius, 1973), Perros de paja (Sam Peckinpah, 1971), la obra maestra de Ingmar Bergman El manantial de la doncella (1960) y la icónica La violencia del sexo (Meir Zarchi, 1978) por citar varios ejemplos. Precisamente con ésta última y reivindicada película comparte muchos puntos en común la cinta de Fargeat, incluso el nombre de la protagonista a la que aquí da oxígeno de manera vibrante una superlativa y hermosa Matilda Lutz. Estamos ante un relato de supervivencia extrema en un medio hostil rodado con un potente look visual, un certero escupitajo sobre los ritos cotidianos de la viscosa e inherente misoginia y auge del empoderamiento femenino que nos presenta el espeluznante retrato de una mujer que lucha por su vida hasta el paroxismo y a la que sólo la venganza mantiene en la lucha.


     Con algunas secuencias sanguinolentas que pueden revolver el estómago a los no iniciados, Revenge abraza el axioma del “ojo por ojo” (precisamente el título de otro film de violación y venganza firmado por John Schlesinger en 1995) para que sin tregua ni perdón la víctima ejecute un acto de justicia implacable. Aconsejo que el espectador esté siempre preparado para suspender la credibilidad no sólo porque resulta inverosímil que la protagonista pueda salir con vida de tan insufrible calvario, igualmente porque algunos trucos están cogidos con pinzas con el único objetivo de hacer evolucionar la acción por serpenteantes territorios.


      Dejando de lado esas inconsistencias, estaremos de acuerdo en que la escena de la violación la despacha la directora francesa con tres brochazos y sin el más mínimo regodeo (nada que ver con la salvaje explicitud de, por ejemplo, Irreversible), tal vez la única señal que nos podría llegar a indicar que detrás de la cámara se encuentra una mujer. La acción de Revenge transcurre en un paraje desértico indeterminado, desolado paisaje en donde asistiremos a un ritual de peyote que resultará esencial en la resurrección de nuestra heroína, una escena que lleva implícito un humor cáustico y un aura de misticismo y fantasía. 


    La función, además de resultar entretenida, se eleva como una denuncia contra el machismo que carcome todo el tejido social, y nos seduce por su ritmo vertiginoso que apenas concede un respiro al espectador, que verá cómo un acto sobrehumano de supervivencia el renacer de la protagonista, que pasará de ser una simple carnaza a cazadora. Revenge se impone como una hiriente y descarnada fábula sobre los resortes sociales y psicológicos de ese repugnante machismo que toma a las mujeres bellas como objetos sexuales descerebrados, coartada moral que sirve también para desarrollar un subversivo, musculoso y desgarrador thriller de acción pura y dura. 


miércoles, 9 de mayo de 2018

CRÍTICA: "12 VALIENTES" (Nicolai Fuglsig, 2018)


Un film bélico trufado de western
12 VALIENTESêê
DIRECTOR: NICOLAI FUGLSIG.
INTÉRPRETES: CHRIS HEMSWORTH, MICHAEL SHANNON, MICHAEL PEÑA, ELSA PATAKY, TREVANTE RHODES.
GÉNERO: BÉLICO / EE.UU. / 2018 / DURACIÓN: 130 MINUTOS.
    

   Nada sé del director Nicolai Fuglsig, y si ha dirigido algo más no se ha llegado a estrenar por estos lares, creo que ésta es su ópera prima. El caso es que basándose en el libro de no ficción “Soldados de caballería  de Doug Stanton, la acción nos sitúa en el año 2001, poco después de los atentados del 11-S, cuando un equipo de élite de las Fuerzas Especiales, en colaboración con la CIA y operativos de la Fuerza Aérea, unen sus fuerzas con la Alianza del Norte de Afganistán para derrotar a los talibanes gobernantes del país.

    
   Se trata de un cuerpo de élite entrenado tanto para ser guerrilleros  como diplomáticos en tiempos de guerra. Tras conseguir introducirse en secreto en el país, este grupo de hombres encabezados por Mitch Nelson (Chris Hensworth) es el encargado de poner en práctica una peligrosa misión. En las escarpadas montañas, deberán convencer al general Dostum (David Nagahban) de la Alianza del Norte, para unir fuerzas y combatir juntos a los talibanes y a Al Qaeda. En esta arriesgada batalla no necesitarán tanques, pues será una batalla a caballo.

   
    Con sólo decir que estamos ante una producción Jerry Bruckheimer, los aficionados más cinéfilos y sobre todo cinéfagos ya saben a qué atenerse. Nada que tenga que ver con las realistas y amargas incursiones de Kathryn Bigelow (En tierra hostil, La noche más oscura) y más cercana a los ritos patrioteros de El francotirador, 12 valientes narra la primera incursión  de soldados estadounidenses en suelo afgano tras los atentados del 11-S que marcaron con fuego y sangre un alarmante nuevo orden mundial. Fuglsig nos presenta una balada de patriotas representados por los 12 valientes del título, cuya misión fue la de orientar los bombardeos aéreos integrándose en las filas del general Dostum de la Alianza del Norte.

    
  Rodada siguiendo las claves genéricas del western y luciendo el diseño de producción que se le supone a este tipo de producciones, 12 valientes contiene unas secuencias de acción bien rodadas que, por supuesto, sirven de panegírico para los primeros héroes que pisaron tierras afganas y libraron una desigual batalla con los talibanes y Al Qaeda. Un film bélico a la antigua usanza que no cae en la obscenidad panfletaria (las intenciones son nobles) pero plagado de clichés inverosímiles (el coraje y la valentía de los soldados estadounidenses, su increíble pericia y puntería, su solidaridad suicida… en contraposición con el retrato paródico de los talibanes) debido al carácter tribal de la aventura que, eso sí, supieron aprovechar las luchas fratricidas de las distintas etnias.

    
     Sin ir nunca más allá del cine de pura evasión, la película gustará al aficionado al género, pues Fuglsig firma una serie B repleta de lugares comunes y con un protagonista muy atractivo, y no me refiero solamente al aspecto físico, pues Chris Hemsworth da oxígeno a un capitán que a su valentía une una fina inteligencia y una verborrea que ajusta la sintaxis con una precisa convicción y coherencia. Acompañado por competentes secundarios (Michael Shanon, Michael Peña, Elsa Pataky), sobre su personaje pivota toda la película para mostrarnos a un héroe carismático y distinto. 12 valientes no ofrece ninguna sesuda reflexión sobre los horrores de la guerra, pero lanza una pesimista mirada sobre la solución de tan complejo conflicto.

miércoles, 2 de mayo de 2018

"BASADA EN HECHOS REALES" (Roman Polanski, 2017)


Las musas abandonan a Polanski
BASADA EN HECHOS REALESêê
(Roman Polanski, 2017)
     

    El maestro Polanski está perdiendo el favor de las musas, nada extraño en un director que cuenta ya con 84 años y que aunque conserve esencias de su contrastado talento lo mejor de su vida como creador lo ha entregado ya. Al autor franco-polaco le falta frescura, esa chispa que le hizo alcanzar momentos sublimes a la altura de su admirado Hitchcock para convertirse en uno de los mejores cineastas de la historia. No me gustó nada la teatral La Venus de las pieles (2013) una de sus películas más aburridas, y tampoco me ha convencido ésta Basada en hechos reales, otro film menor para olvido que sigue a Delphine (Emmanuelle Signer) una atormentada novelista de éxito con el pánico al folio en blanco. Un día conoce a Elle (Eva Green), una atractiva, inteligente y cautivadora joven que comprende a Delphine mejor que nadie. Pronto se convierte en su confidente y le abre las puertas de su casa y de su vida. Pero, ¿quién es Elle en realidad y qué pretende? Ha llegado para dar un nuevo impulso a la vida de Delphine o para arrebatársela.


      No sé muy bien qué nos ha querido contar el director de Repulsión en este abstruso relato sobre la pérdida de la inspiración y el bloqueo creativo, pues la función no resulta nada novedosa en su premisa argumental ni cuenta con un planteamiento ingenioso. Basada en hechos reales es un film que puede servir de espejo para el estado creativo del director; confusa, errática, insuficiente, con personajes nada magnéticos. Con un libreto escrito junto a Olivier Assayas que adapta la novela de Delphine DeVigan, Polanski juega con sus dos protagonistas (la escritora de éxito que perdió la gracia de las musas y su fan fatal) situándolas en espacios claustrofóbicos no por ello menos cotidianos, y así asistimos a una verdadera vampirización por parte de la joven admiradora que poco a poco irá succionando la vida de su idolatrada escritora hasta dejarla exhausta y casi agonizante, ocupando su lugar e impidiéndola escribir. 


   Con ciertas analogías con Misery (Rob Reiner, 1990) e incluso con la última película aseada del director, El escritor (2010), Polanski firma un film noir mediocre, que aunque rodado con su personal estilo y pulcritud (salvo esas risibles secuencias oníricas) se nos antoja rebosante de tropos y no aporta nada a este maravilloso arte llamado cine.

"LE FIDELE" (Michael R. Roskam, 2017)


Olvidable polar
EL FIEL êê
(Michel R. Roskam, 2017)
  

   Me gustó el debut del director belga Michael R. Roskam con Bullhead (2011), que contando con el protagonismo del que parece su actor fetiche Matthias Schoernaerts se eleva como un oscuro thriller criminal que además es un sugerente dibujo de personajes. Da el salto a Hollywood con La entrega (2014), de nuevo un drama criminal que supuso el último film del malogrado James Galdonfini y el protagonismo de Tom Hardy en el papel de un solitario camarero que se ve envuelto en una conspiración criminal.

  
   En su tercer largometraje, Roskam nos narra la historia de Gino/Gigi (Matthias Schoernaerts) un delincuente de altos vuelos, y Bibi (Adèle Exarchopoulos) una joven piloto de coches de carrera. Un día se conocen en el circuito y el amor surge a primera vista. Él parece un chico normal y corriente, pero esconde un secreto que puede poner en peligro su vida y la de los que le rodean. Juntos tendrán que hacer frente a su turbulenta historia y luchar contra el destino, la razón y contra sus propios miedos para salvar su amor.

   
    Historia de amor fou que al parecer está inspirada en la vida de una pandilla de atracadores que operaron en los años 90, y que aparentemente vivían de una manera normal pero que cometieron atracos haciendo uso de una violencia extrema. El fiel quiere ser una reinterpretación  de los códigos genéricos, estilísticos y narrativos de films clásicos como Al final de la escapada, un paseo por el boulevard de los sueños rotos, las huidas hacia delante suicidas, los amores imposibles y las vidas marcadas por el fatalismo.    También un canto a la amistad ciega que te impide romper lazos a pesar de estar convencido de que tu destino está marcado y pronto se apagará la luz de tu estrella.