miércoles, 14 de septiembre de 2016

JESSICA BIEL, UNA MUSA PARA LA ETERNIDAD


    Jessica Biel (Ely, Minnesota, 1982) no es, admitámoslo, una gran actriz. Comprenderán que son –a la vista están- otros los atributos y otros los motivos que la hacen aparecer en esta sección. Jessie, que así la llaman sus familiares y amigos, mide 1´71, es vegetariana y con 14 años debutó en la serie televisiva El séptimo cielo (titulada en nuestro país “Siete en el paraíso”), con la que alcanzaría una gran popularidad,  tanto que la llevó a debutar un año más tarde en la pantalla grande  en el drama dirigido por Víctor Núñez y protagonizado por Peter Fonda El oro de Ulises. La mayor frustración de su incipiente carrera fue no poder conseguir el papel que encarnó Thora Birch en la escarizada película de Sam Mendes American Beauty.


       Para no deprimirse y de paso desechar la imagen dulce e infantilona que le había dado notoriedad en la citada serie televisiva (y que ella cree que fue la causa que le impidió optar al ansiado papel), posó en topless para la revista “Gear”, un suculento reportaje fotográfico del que todavía es posible rescatar algunas instantáneas en la red. De su filmografía, que consta de poco más de una docena de títulos, destacamos su participación en Las reglas del juego (Roger Avary, 2002), su trabajo en el remake de La matanza de Texas filmado por Marcus Nispel en 2003 (fue la presa favorita de esa masa descerebrada llamada Cara de Cuero, un papel con el que bien pudo ganar un concurso de camisetas mojadas), y como partenaire de Edward Norton en El Ilusionista (Neil Burger, 2006).


     Cierto que ha participado en auténticas tonterías como Os declaro marido y marido (Dennis Dugan, 2007), en películas de acción más o menos olvidables como Next (Lee Tamahori, 2007), en alguna comedia resultona como el remake Una familia con clase (Stephan Elliot, 2008), pero también en films curiosos y nada desdeñables, como el drama de historias cruzadas Powder Blue (Thimoty Linh Bui, 2009). Resulta inane su intervención en productos tan prescindibles como Historias de San Valentín (Garry Marshall, 2010), El equipo A (Joe Carnahan, 2010), Noche de fin de año (Garry Marshall, 2011) y Un buen partido (Gabriele Muccino, 2012).


     Algo más aseados me parecieron el drama The Truth About Emanuel (Francesca Gregorini, 2012) y el film de terror de Pascal Laugier El hombre de las sombras (2012). En el año 2012 Jessica también intervino en el fallido remake Desafío total (Len Wiseman) y en el digno drama de corte biográfico Hitchcock (Sacha Gervasi). Me pareció horrible la comedia titulada Un accidente llamado amor (David O. Russell, 2014), un film romántico tan errático como el drama Unidas por la sangre (Diane Bell, 2015). Tengo pendiente de ver porque aún no se ha estrenado el thriller A King of Murder (Andy Goddard, 2016), pero es London: Oscura obsesión (Hunter Richards, 2005) uno de los films que más me gustan entre todos los que ha protagonizado Jessica Biel, un drama en el que la actriz norteamericana brilla junto a Chris Evans y Jason Sthatam.


      Todo es discutible, pero de Jessica se dice que tiene las tetas más perfectas y los ojos más exóticos de Hollywood. Es, en todo caso, una elección muy difícil. Opino que son sus carnosos, deleitables y excitantes labios –sin pizca de botox y por encima de los más voluptuosos de Angelina Jolie y Scarlett Johansson-, lo que más inquietud crea en mis instintos de animal manso y baboso. Fijémonos en que pocas como ella tienen la habilidad de fundir rebeldía con sofisticación, deshinibida, despeinada, con las bragas o culot insinuando sus potentes glúteos y el preciso ángulo de su espalda dejando ver sensitivas tabletitas abdominales. Sí, Jessie  también es de carne y hueso, por eso la queremos. ¡Ojo!, aunque cercana y corpórea, nos mira desde Minnesota. Para ella, estos versos del más maldito entre los malditos poetas españoles, el recientemente fallecido Leopoldo María Panero, su título “Hembra…” (El último hombre, 1984): “Hembra que entre mis muslos callabas / de todos los favores que te prometí / te debo la locura”.   


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