jueves, 9 de junio de 2016

MIS PELÍCULAS FAVORITAS: “DOCE DEL PATIBULO” (1967)

DOCE DEL PATÍBULO
(THE DIRTY DOZEN)
Bélico - USA, 1967 - 140 Minutos.
Director: Robert Aldrich.
Iintérpretes: Lee Marvin, Ernest Borgnine, Robert Ryan, John Cassavetes, Donald Sutherland, Charles Bronson, Telly Savalas.

  
    Una treintena de películas jalonan la irregular -aunque por momentos potente- carrera de Robert Aldrich (Granston, Rhode Island, 1918 - Los Ángeles, 1983) director norteamericano que se inicia durante los años cuarenta como ayudante de dirección de realizadores tan prestigiosos como Jean Renoir, Charles Chaplin, Richard Fleischer y Fred Zinneman entre otros. En 1953 filma The big leaguer, y un año más tarde World for ransom, films bastantes mediocres sin apenas distribución. Pese a esto, 1954 fue un buen año para Aldrich, pues a lo largo del cual realiza dos westerns de éxito al servicio de Burt Lancaster, Apache, un retrato personal sobre el legendario piel roja, y Veracruz, film que cuenta con la presencia de nuestra internacional Sara Montiel acompañando a Gary Cooper y Burt Lancaster. Ese mismo año, además, el realizador crea su propia productora para la que realiza sus mejores obras. Tras una insulsa etapa europea, el éxito de ¿Qué fue de Baby Jane? (1962) le devuelve el crédito, sin embargo, su carrera, que encierra una amplia diversidad de géneros, sigue sufriendo grandes altibajos. Algunos de los títulos más sobresalientes de su filmografía son: El beso mortal (1955), El último atardecer (1961), Canción de cuna para un cadáver (1972), La banda de los Grissom (1971), La venganza de Ulzama (1972).
   
   
   Sinopsis: un comando formado por doce hombres prisioneros de guerra es reclutado por el mando americano para que lleven a cabo una misión casi suicida, asegurándoles que de esta manera obtendrán una revisión favorable de sus penas, contrapartida que les lleva a sopesar los riesgos de la operación. Al final, dispuestos, los doce soldados quedan al mando del pétreo mayor Reisman ( Lee Marvin) quien se pondrá al frente de la peligrosa acción que tendrá lugar tras las líneas enemigas, y que consiste en el asalto a un castillo convertido en centro de reunión de altos mandos nazis situado en la Bretaña francesa.
   
  
     Ésta es una de las películas sobre la Segunda Guerra Mundial que más me han entretenido, un puro espectáculo que desarrolla con gran fuerza visual y narrativa las dos constantes más genuinas de su director: la violencia en tono seco y contundente y la ironía. Con su habitual estilo efectista, Aldrich no tiene ningún problema para engancharnos -amantes o no del género- desde el primer plano, para eso siempre gozó de una prodigiosa habilidad para el ritmo y un excelente sentido de la imagen.

   
    En la tradición y el respeto por los géneros, con tendencia a situar a sus personajes en espacios claustrofóbicos y agobiantes, proclive a utilizar escenarios e interiores amenazantes y con un claro escepticismo hacia todo lo que representa la autoridad, en The dirty dozen el grupo de los doce seleccionados en una prisión militar ofrecen el cuadro perfecto para que el cineasta componga -sobre todo en la primera parte- su retorcido sarcasmo. Rasgo que en determinadas ocasiones es utilizado como un mecanismo de defensa sobre el perfil de unos personajes herméticos, protegidos por una coraza impenetrable, encerrados en sí mismos, sin estridencias, mostrando una vaga, cínica y mordaz visión incluso de las tragedias en que se ven inmersos. Como muestra de ello pude valer la conclusión a la que llega el psicólogo tras haber efectuado un reconocimiento a los prisioneros, deduciendo que para ellos el enemigo no es el ejército alemán, sino el americano.


    La segunda parte de la película recrea el asalto al castillo, acción que se dispone de manera un tanto artificiosa y denota las formas sensacionalistas del autor de El beso mortal, pero también su anticonformismo, pues si la operación puede considerarse un éxito, ya que los oficiales alemanes han muerto, también son muy pocos los miembros del comando que han logrado sobrevivir en medio de un aparatoso baño de sangre. A los que han caído puede que sí les hagan una revisión favorable de sus penas, pero no en este mundo. Lejos de la moraleja que del film se deduce, de su magma ideológico, Aldrich nos enseña que es la guerra el hábitat natural de los asesinos, y que si un ejército pudiera estar compuesto exclusivamente de ellos sería imposible que perdiera alguna guerra. Buena fotografía en metrocolor de Edward Scaife y espléndida interpretación de un John Cassavetes nominado al Oscar al mejor actor secundario, al que acompaña todo un formidable plantel: Charles Bronson, Jim Brown, Telly Savalas -que, por cierto, en la última cena ocupa la misma posición que Judas en el cuadro de Leonardo Da Vinci ¿traicionará al grupo?-, Richard Jaeckel, Donald Sutherland, Ralph Meeker, George Kennedy, Robert Webber.


2 comentarios:

  1. Sin duda, un título muy entretenido y con un mensaje particularmente violento.

    Un abrazo.

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  2. Una de las grandes películas bélicas, de aquellas que me dejaron huella cuando la vi en una reposición veraniega en los años 70 siendo un tierno infante. Aldrich es hoy un director a reivindicar, un eficaz artesano que siempre ponía a sus obras una nota de autor, y aunque "Doce del patíbulo" destila una reflexión moral cuestionable, a mí sólo me interesa la calidad de la película.

    Un abrazo.

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