lunes, 4 de julio de 2016

CRÍTICA: "INDEPENDENCE DAY: CONTRAATAQUE" (Roland Emmerich, 2016)

    


INDEPENDENCE DAY : CONTRAATAQUE êê
    
    Independence Day (Roland Emmerich, 1996) no es para para este cronista un film reivindicable más allá del gran trabajo técnico de montaje y unos efectos visuales y de sonido espectaculares que resultaron novedosos para la época. Su argumento simplón estaba revestido por un halo de serie B pero con un presupuesto de primera división. Sólo en los Estados Unidos la película llegó a recaudar 300 millones de dólares. Al frente del reparto estaba el socarrón Will Smith, un actor con mucho gancho en aquella década debido al éxito de la serie El príncipe de Bel-Air y de la comedia policíaca Dos policías rebeldes (Michael Bay, 1995).

    
     Como el film seminal dejó en mi poco poso, albergaba pocas esperanzas de que esta secuela dirigida también por el director alemán Roland Emmerich consiguiera por fin atraparme. La historia nos sitúa en la época actual transcurridos veinte años desde la última invasión alienígena y las naciones han desarrollado un programa de defensa global. Tras aquella guerra, el ex presidente Thomas Whitmore (Bill Pullman) sufre pesadillas con los alienígenas y está seguro de que volverán a atacar, alertando a su hija Patricia (Maika Monroe) e incluso a la nueva mandataria estadounidense, Elizabeth Lanford (Sela Ward). Sus temores acaban concretándose y no parece que nada pueda frenar la avanzada y demoledora fuerza de los alienígenas, tan sólo el ingenio de unos pocos valientes como Jake Morrison (Liam Hemsworth) y Dylan Hiller (Jessie T. Usher), el hijo del capitán que salvó hace veinte años a la humanidad, intentarán salvar un planeta que se encuentra al borde de la extinción total.

  
    El cine, como ocurre con la música y otras expresiones artísticas, es un universo lleno de nostálgicos, sólo así se explica la recepción entusiasta de este artefacto por parte de un puñado de críticos que han desdeñado apuestas de ciencia ficción infinitamente superiores estrenadas en las últimas décadas. Independence Day: Contraataque es un blockbuster veraniego para ver y olvidar pergeñado por uno de los máximos destroyers de Hollywood con permiso de Michael Bay, una estrambótica cinta con pésimos diálogos y profusión de efectos visuales que además de anclar la fecha del 4 de julio en la conciencia colectiva de las nuevas generaciones estadounidenses, encadena una serie de chascarrillos infantiles y consignas patrioteras que inflaman el sentimiento del espíritu nacional. No olvida, claro, diseminar algunos guiños a clásicos del género como Encuentros en la tercera fase (Steven Spielberg, 1977) de ahí la prescindible inclusión de la francesa Charlotte Gainsbourg como remedo de aquel ufólogo al que daba vida François Truffaut.

     
    Independence Day: Contraataque está recomendada para los espectadores que les gusta el cine como simple evasión (que no es poco), como entretenimiento y escapismo. Profundizar más carece de sentido en lo que sólo es una verbena disparatada de efectos digitales (abuso de CGI) por donde desfilan una colección de jóvenes y bellos actores en su misión de salvar a la humanidad de la invasión de unas huestes muy agresivas y heavys de alienígenas. Como no podía ser de otro modo, el diseño de producción es impecable, las naves lucen una estética imponente, están dotadas de la más alta tecnología y el ataque de los extraterrestres ya no se produce con aquella antigualla de platillos volantes sino como una especie de amenaza mastodóntica, infinita, total, que avanza lentamente como una plaga. Dibujando un panorama actual astronómicamente más avanzado del que disfrutamos, el contraataque alienígena sólo puede ser contrarrestado gracias a que la población terrestre (renacida tras un clima de trauma universal) que ha sabido aprovechar la tecnología extraterrestre en beneficio propio. Estamos ante un ejemplo de Sci-Fi popular, una fiesta para los sentidos del espectador palomitero: caos, explosiones, destrucción, romance, acción y buenas dosis de valor y patriotismo de andar por casa. De la chatarra argumental, mejor no hablamos. 

2 comentarios:

  1. Calcada a la primera, tiene la ventaja de ir bastante al grano. Por lo demás, es una chorrada relativamente entretenida.

    Un abrazo.

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  2. Claro, un placer culpable teñido de corrosiva nostalgia.

    Un abrazo.

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