lunes, 15 de septiembre de 2014

CRÍTICA DE: "EL HOMBRE MÁS BUSCADO"

Último testamento de un genio
EL HOMBRE MÁS BUSCADO êêê
DIRECTOR: ANTON CORBIJN.
INTÉRPRETES: PHILIP SEYMOUR HOFFMAN, WILLEM DAFOE, GRIGORY DOBRYGIN, RACHEL MCADAMS, ROBIN RIGHT, DANIEL BRÜHL.
GÉNERO: ESPIONAJE / EE. UU. / 2014  DURACIÓN: 121 MINUTOS.    

     El director holandés Anton Corbijn, prestigioso fotógrafo y director de vídeos musicales para bandas como Joy Division, Depeche Mode, Nirvana, U2 y Metallica entre otros, no sorprendió en exceso cuando eligió para debutar un relato biográfico sobre uno de los músicos más malditos, torturados y lúcidamente trágicos del panorama musical del pasado siglo, Ian Curtis, frotman de la banda Joy Division. Con Control (2007) que estaba basado en el libro “Touching from a Distance”, escrito por la viuda de Curtis, no sólo logró una excelente crónica sobre los últimos años del recordado ídolo británico de la era post-punk, también una severa introspección sobre el carácter sombrío del artista, una personalidad inestable atrapada en una vida de insatisfacciones e incapaz de cumplir con las exigencias que su nuevo estatus de estrella en ciernes y su familia le reclamaban. Corbijn bajó mucho el listón en su segunda película, El Americano (2010), un thriller protagonizado por George Clooney sobre un asesino a sueldo que tras cometer un error en su último trabajo se refugia en un pueblecito italiano a la espera de realizar una última misión, y que sin tildar la función de despreciable, es cierto que el realizador quedó hipnotizado  por el encanto del protagonista olvidándose de otorgar vida al relato.   


      Pero si hay algo que Anton Corbijn hace maravillosamente, seguramente debido a su experiencia y talento como fotógrafo, es la creación de atmósferas, signo inequívoco de un excelente esteta hechizado por la imagen y convencido de que esa estilización influye de manera realista en el aspecto escénico y narrativo de la historia. Veamos: Un joven ruso, Issa Karpov (Grigory Dobrygin) consigue llegar a Hamburgo desde Turquía. Lleva encima una importante cantidad de dinero, se declara musulmán devoto y presenta signos espeluznantes de haber sido torturado. Espías de tres países dedicados a la lucha antiterrorista están convencidos de que han localizado a un terrorista islámico. Una abogada idealista, Annabel Richter (Rachel McAdams), defensora de los derechos civiles, y un polémico banquero, Tommy Brue (Willem Dafoe) son los únicos que conocen la verdadera identidad del joven que dice ser checheno. Algo que también acabará conociendo Günther Bachmann (Philip Seymour Hoffman), el agente antiterrorista alemán que sigue sus pasos.


      El oleaje chocando contra el dique del puerto de Hamburgo, uno de los más importantes de Europa y ciudad donde Mohamed Atta planificó los atentados del 11-S, se nos aparece como el primer plano de un film basado en la novela homónima de John Le Carré. Un plano que sirve de introducción premonitoria a una trama con fuerzas en constante conflicto e intereses cruzados. Un argumento sofisticado que, sin embargo, expone con nitidez un crisol donde confluyen una serie de personajes en los que apenas se detiene el director: un ricachón islamista del que se sospecha que puede estar financiando a células terroristas, un fugitivo checheno que llega a la ciudad alemana para reclamar asilo y el dinero de la herencia que su padre tiene a buen recaudo en un banco, el banquero que guarda esa herencia y una abogada de los derechos civiles. Y en medio de todos ellos, la omnipresente y magnética figura de Philip Seymour Hoffman, agente antiterrorista alemán que al mando de su equipo se nos muestra como un lobo solitario, un tipo individualista de mirada insomne, hastiado y de aspecto un tanto astroso, siempre con un cigarrillo colgando de los labios y una petaca de whisky en el bolsillo. La figura oronda del llorado intérprete se eleva como el mayor estímulo para darle una oportunidad a una película muy atractiva en los sugerentes escenarios de un Hamburgo húmedo y brumoso, por donde deambulan con poco recato redes de espías, servicios secretos y de inteligencia y soplones, casi todos abrumados por la mala conciencia, el fatalismo y la impunidad.



       Y es que cualquier sospechoso con trazas de talibán puede convertirse en una víctima inocente que engrosará la larga lista de terribles daños colaterales derivados de los traumas y paranoias del 11-S para, en palabras de la supervisora estadounidense a la que da vida Robin Wright, “hacer del mundo un lugar más seguro. Aunque todo el reparto cumple sin muchas alharacas dando oxígeno a personajes de perfiles muy  desdibujados, las hipnóticas apariciones de Hoffman en una función carente de acción pero no de suspense, se elevan como la síntesis perfecta de un trabajo asqueroso que te consume y agota, un retrato poderoso de un ser obsesivo y respiración pesada que se patea un Hamburgo gris y cutre, con esos tugurios en donde se sirve alcohol barato y en donde el alma se debate en una atroz lucha interior. EL HOMBRE MÁS BUSCADO pasaría inadvertida de no contar con la presencia cautivadora del actor fallecido hace unos meses, y el espectador amante de las grandes interpretaciones lo entenderá llegado el sorprendente clímax final, siendo partícipe de su derrota y dolor, de la amarga sensación de desencanto e impotencia de un hombre íntegro preocupado por hacer bien su trabajo y que desesperado sentirá la hiel del engaño y la traición. La lacerante excitación de sentirse un simple peón en un mundo de urgencias e intereses bastardos.

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