lunes, 21 de enero de 2013

FOTOGRAMAS EN LA RETINA: "CRASH" (DAVID CRONENBERG, 1996)


       
      En CRASH (que nada tiene que ver con la oscarizada e inferior película del mismo título dirigida por Paul Hagis en 2004), el director canadiense David Cronenberg adapta la novela de culto del escritor británico James G. Ballard, que supuso un escándalo en Cannes y su estreno comercial provocó que muchos espectadores abandonaran las salas. Nos encontramos ante una rara avis que nos cuenta la  historia de James Ballard (James Spader), que sufre un accidente en el que muere el conductor del otro vehículo que viaja con su esposa, la Dra. Hellen Remington (Holly Hunter). A partir del accidente ambos descubren que les excita el dolor tanto propio como ajeno. Ingresados en un hospital conocen al científico Vaughan (Elias Koteas), que les irá introduciendo en un extraño mundo de perversiones sexuales y fetichismo del automóvil, en el que también se involucrará Catherine (Deborah Kara Unger), la bella y lánguida esposa de Ballard.


       El grupo asiste a representaciones de accidentes que costaron la vida a ilustres famosos como James Dean y Jayne Mansfield, y en donde Ballard conoce a Gabrielle (Rosanna Arquette) que a causa de otro accidente tiene enormes cicatrices y se ve obligada a utilizar espectaculares aparatos ortopédicos. Ballard entra así en una nueva fase de su dimensión sexual.  

       Crash, cinta de 1996, es ante todo una película valiente que nos  Introduce sin ambigüedades en las vertientes más oscuras de ciertas patologías sexuales (sadomasoquismo, fetichismo, necrofilia); Humano, demasiado humano el impulso que nos obliga a buscar en los márgenes un escape hacia nuevas emociones, una evasión que ahoga por momentos la plúmbea realidad. El coche como metáfora sexual, símbolo de poder, progreso y libertad, un móvil perfecto para desatar violencia en la impunidad.

      Crash es también una película admonitoria, donde la ciudad es una composición de trazos impersonales sin marea humana, una visión periférica de autopistas y bifurcaciones donde el hombre   no camina, viaja velozmente acoplado a la máquina.

       Sexo y tecnología sobre bocetos del escenario urbano, choques de vehículos que provocan fracturas, lesiones, cicatrices ¡la muerte! Pero también el clímax prohibido en unos personajes dibujados por Cronenberg con precisión, logrando una obra de situaciones menos extremas y más cercanas, en lo físico y lo temporal, de lo que parece. Les dejo con una fugaz perla para que saliven.

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