domingo, 23 de octubre de 2016

CRÍTICA: "EL CONTABLE" (Gavin O´Connor, 2016)

La doble vida de Christian Wolf
EL CONTABLE êê
Director: Gavin O´Connor.
Intérpretes: Ben Affleck, Anna Kendrick, J.K. Simmons, Jon Bernthal, John Lithgow, Jeffrey Tambor.
Género: Thriller / EEUU / 2016  Duración: 128 MINUTOS.   
      

    Tengo como asignatura pendiente ver la ópera prima de Gavin O´Connor titulada Comfortably Numb (1995) aunque sólo sea porque además es el título de uno de mis temas favoritos de Pink Floyd. Lo cierto es que comencé a interesarme por la carrera de este director a raíz de visionar un film titulado El milagro (2004), que protagonizado por Kurt Russell narra la hazaña conseguida por  un joven jugador y entrenador de hockey sobre hielo. En 2008 O´Connor firma su película más conocida hasta la fecha, Cuestión de honor, que con Edward Norton y Colin Farrell al frente del reparto es un digno drama sobre la corrupción dentro de la policía. Pero la mejor película de este cineasta lleva por título Warrior (2011) un film que está ambientado en el mundo del boxeo, que lamentablemente no se ha estrenado en España y que cuenta con las superlativas actuaciones de Tom Hardy y Joel Edgerton. Una cinta absolutamente recomendable.
     
    
    En formato de thriller laberíntico, El contable sigue a Christian Wolf (Ben Affleck) un contable y genio matemático además de un tipo extremadamente cauto y tranquilo, obsesionado con el orden y con más debilidad por los números que con las personas. Christian lleva una doble vida, pues combina su trabajo en una empresa durante el día con la de asesino implacable durante la noche.
      
    
    Antes de comprar la entrada en la taquilla para ver esta película sería oportuno que el espectador tuviera claro qué es lo que busca, porque ya adelanto que El contable poco tiene que ver con los thrillers protagonizados por Jason Sthatam, que no necesitan ninguna guía para ser comprendidos. El andamiaje de la película, construido a partir de continuos saltos temporales, nos invita a armar un puzzle partiendo de una premisa muy simple: el protagonista, un autista con una inteligencia superior, que hace uso de un extraño código ético y tiene una vida aburrida se transforma cuando cae la noche en un astuto, puntilloso y eficaz asesino, además de blanqueador de fortunas ilegales. Un argumento algo desquiciado, aunque válido… si no estuviera narrado de forma tan confusa.

    
    La explicación no tarda en llegar, Christian padece la enfermedad de Asperger, arrastra terribles traumas de su infancia y fue educado y entrenado por su padre en un centro militar. Así, se trata de justificar su condición de máquina de matar hierática, enérgica e inclemente, pues ha sabido aprovechar todos los recursos que le ofrece el trastorno neurológico que padece y que deriva de una inteligencia suprema y un brutal entrenamiento castrense. Insisto, sería conveniente que el espectador tuviera esto claro porque la película tarda en arrancar y así no se sentirá defraudado si no consigue hilvanar todos los hilos de la trama y las subtramas, que parecen complicar la acción con la aparición de personajes secundarios e imprevisibles giros.

     
    El contable cuenta con muchas papeletas para convertirse en una franquicia al estilo de Jack Reacher o Jason Bourne (ha funcionado muy bien en la taquilla de los Estados Unidos) pero si esto llega a concretarse O´Connor debería cuidar mejor la atmósfera y el guión, dos elementos que acaban penalizando la función e impidiendo que se convierta en una sólida primera piedra. Acompañado de magníficos secundarios (J. K. Simmons, Jeffrey Tambor, John Lithgow, Jon Bernthal) y una Anna Kendrick como el único personaje con el que el personaje logra empatizar, Ben Affleck nos regala una correcta interpretación, y la empresa no era nada fácil cuando de lo que hablamos es de mantener un equilibrio para hacer creíble la historia de un (anti)héroe sumido en el contraste brutal de una doble vida como consecuencia de un pasado tormentoso explicado de manera machacona a través de múltiples flash backs. Gavin O´Connor, que tiene un hijo autista, se equivoca tratando  imprimir trascendencia y misterio al relato, enredando la acción con secuencias y personajes de puro relleno para un artefacto que no pasa de ser puro exploitation, una mezcla entre Rain Man y Jason Bourne, que dibuja de manera deslavazada un personaje que se mueve entre el aislamiento y las místicas laceraciones del samurái y la iconografía pop del superhéroe introspectivo. 

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