jueves, 17 de marzo de 2016

“FEMME FATALE” (BRIAN DE PALMA, 2002)

UN FASCINANTE THRILLER SEXUAL QUE MERECÍA MÁS APLAUSOS


Con retraso y apenas promocionada se estrenó por estos lares esta magnífica película de Brian de Palma, una cinta que los cinéfilos de verdad recibimos como un dulce bálsamo hartos de la vulgar cartelera adolescente que estaba produciendo erupciones de acné purulento en nuestras ya castigadas y curtidas pieles. Femme Fatale es un thriller sexual protagonizado por la espectacular Rebecca Romijn-Stamos dando oxígeno a Laure, una ladronzuela que junto con sus compinches comete un robo durante el Festival de Cannes, traiciona a sus colegas y huye con el botín. Pasado el tiempo, falsea su identidad y consigue ligarse al embajador de Estados Unidos en Francia y, ¡sorpresa!, se convierte en un personaje admirado de la prensa del corazón. Los problemas vienen cuando un paparazzo (es lo correcto, y no paparazzi), Nicolás (Antonio Banderas) comienza a sospechar de ella y decide investigarla.


    Mi veneración por Brian de Palma viene de lejos; El fantasma del paraíso (1974), un musical inspirado en “El fantasma de la ópera” que visto ahora cabe preguntarse si en verdad el género ha evolucionado desde entonces. Digo que mi admiración viene de lejos y además no se ha visto alterada cuando ha tenido que recurrir a realizar productos meramente alimenticios para ganarse la vida. Y lo afirmo porque muchos hipócritas que ahora le reivindican otrora le machacaron; progresistas acomplejados incapaces de reconocer que la violencia en el cine no sólo es necesaria sino que, como reflejo del mundo real, es una sustancia biológicamente latente y activa. Tipos que sólo sabían repetir la coletilla de que es un simple imitador de Hitchcock y todo su cine es un homenaje al mago del suspense. Faltaba que en Femme Fatale apareciera una ladrona para que la previsible y alarmante simplicidad de estos capullos con orejas que pululan por el páramo más cutre de la cinefilia la compararan con Marnie, la ladrona (1964).


     Surgido de la corriente underground (cine de corte experimental), De Palma es un cineasta con una personalidad magnética y definida, al que torticeramente siempre se le ha acusado de realizar sus películas bajo la inspiración de las de los demás, o lo que es lo mismo, hacer cine sobre cine. Todo esto no impide que hoy en día toda una legión de jóvenes directores confiesen que se cobijan bajo su enorme influjo y tratan de reivindicar su figura. Nada extraño porque nos encontramos ante un director con un dominio magistral de la técnica que hace uso de un extraño artificio visual, con una magnífica puesta en escena y unos giros narrativos perfectamente calculados. Su influencia se deja ver en Tarantino y Amenábar, y su obra es más que nunca motivo de sesudos y sistemáticos estudios.



    Los primeros 40 minutos de esta asombrosa, sofisticada y arriesgada Femme Fatale son prácticamente mudos. La intriga –confusa- evoluciona sobre complicados giros de cámara que alejan su esplendorosa estética del clásico cine noir. El autor declara: “Es la historia de un sueño, una reflexión sobre el destino y la capacidad para cambiarlo”. Para ello, después de la fallida Misión a Marte (2000), vuelve al género que más le gusta y en el que mejor se desenvuelve: el thriller. Ese suspense con libidinosas gotas de erotismo para el que el realizador retoma el arquetipo de mujer cerebral, maquinadora, gélida y bellísima que tanto le atrae, un icono siempre atractivo que elige la víctima, tiende sus redes y disfruta de su hiriente seguridad. Escala que se eleva sobre una doble moral, un cúmulo de falsedades y traiciones. Es, como apuntaba anteriormente, cine para adultos, y todos disfrutamos viendo a la insultantemente preciosa Rebecca Romijn haciendo de zorra, de puta maldita cargada de erotismo, simbolismo y ambigüedad.



    Como no soy un crítico serio y mientras escribo estas líneas estoy mirando un vídeo de la hermosa modelo, me gustan especialmente dos secuencias: la primera es la del tórrido encuentro sexual entre Banderas y la Romijn en el apestoso antro frecuentado por macarras y chuloputas vestidos de cuero negro; la segunda es la magistral y lúbrica escena entre la taimada perra Romijn-Stamos y Rie Rasmussen en el interior de un artificioso lavabo. Ah, cuerpos que se retuercen en mil formas distintas; cruel, lasciva y punzante ensoñación para mi instinto animal, para una mente enferma como la mía.



   Femme Fatale es un excelente film de una belleza sinuosa y contemplativa, algo irregular e imperfecta, pero es que a mí las películas me gustan así y en la cinta encontramos todo De Palma, un universo poético, calculadamente perverso y rebosante de laberintos por los que transitan personalidades escindidas. El director italoamericano nacido en Newark acierta con su propuesta y pega un puñetazo en la mesa del mainstream actual realizando un ejercicio de autoafirmación artística y regresando a su personal leit motiv de la guerra de los sexos. Quien esto firma comparte con el autor la misma atracción/obsesión por la mujer fatal, y aquí se nos ofrece un interesante retrato movido sobre el tema con un personaje sensual y peligroso capaz de manipular a su antojo a hombres y mujeres. En fin, la película cuenta con un sinfín de alicientes: mujer fatal de rompe y rasga, falsas identidades, un robo de guante blanco, sicarios y sexo gráfico. Todo aderezado con la utilización de la pantalla fragmentada tan característica del director, violencia coreográfica con ralentí y una narrativa trastornada. Brian de Palma demostró que a sus 63 años de entonces estaba más vivo que nunca ¡Aprended de los maestros,  cretinos!   




5 comentarios:

  1. Ahí me has dado. A mí me encanta esta película: tiene el robo de joyas más sexy y descarado que he visto en mi vida. Y el plano final (ese reflejo oportunísimo que cambia toda la película) es la bomba.

    Un abrazo, Pedro

    ResponderEliminar
  2. Jajaja, claro, amigo José Ferrán, y la escena del baño que reseño y el bailecito de la preciosa actriz californiana de ascendencia holandesa Rebecca Romijn. Por cierto y como curiosidad, el tipo inquietante al que la bella ladrona dedica el baile en el antro infecto es al actor francés y kickboxer Joe Prestia, el mismo que atacó y violó a Monica Belucci en el subterráneo de "Irreversible", uno de esos esquinados macarras que si te lo encuentras de frente en una calle te cambias de acera.

    Y sí, el final es muy De Palma y el robo está a la altura del sofisticado y glamouroso escenario, el Festival de Cannes.

    Un abrazo, José.

    ResponderEliminar
  3. A mí me parece una película francamente divertida. Es una lástima que De Palma esté actualmente en paro.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. ¡Hombre, amigo Ricard! Andabas desaparecido y pensé estará un poco griposo (joder, qué mal suena, pero engripado o agripado suenan igual de mal). Veo que ya estás en la brecha. Pues, sí que me divirtió mucho esta película e igualmente me divertí en su día imaginando todas las posturas deportivas, profesionales, espontáneas que podría practicar con Rebecca Romijn dentro de las siempre placenteras artes amatorias.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De momento, he podido sortear la gripe, gracias por preocuparte. En realidad, simplemente estaba liado con el trabajo y otras historias. Pero ya estoy de vuelta, al pie del cañon.

      Otro abrazo.

      Eliminar