domingo, 19 de octubre de 2014

CRÍTICA: "MAGICAL GIRL"

Cine revolucionario, una obra maestra absoluta.
MAGICAL GIRL êêêêê
DIRECTOR: CARLOS VERMUT.
INTÉRPRETES: LUIS BERMEJO, JOSÉ SACRISTÁN, BÁRBARA LENNIE, LUCÍA POLLÁN, ISABEL ELEJALDE.
GÉNERO: DRAMA /ESPAÑA / 2014  DURACIÓN: 127 MINUTOS.    
   

     Tras realizar los cortos Maquetas (2009) y Michiriones (2009), el ilustrador y cineasta Carlos Vermut debuta en el año 2011 con el largo Diamond Flash, un dramático relato en el que una mujer está dispuesta a lo que sea para encontrar a su hija desaparecida, y que al igual que las otras mujeres de la función, está relacionada con un personaje misterioso llamado Diamond Flash que cambiará sus vidas para siempre. El  film pasó desapercibido para gran parte del público pero no así para una selecta crítica especializada que la saludó como una de las películas más inclasificables, turbadoras y sorprendentes de la historia del cine español. Un film lanzado de manera independiente y estrenado on line tras ser su guión rechazado por varias productoras. Costeada por el mismo director, la película fue trendic-topic en España y la más vista en el portal on line Filmin durante dos semanas. Lo que verdaderamente duele es comprobar una vez más el olfato atrofiado de las productoras y la ceguera que demuestran a la hora de captar nuevos talentos, pero esto es España, tal vez el país occidental que más abomina de la cultura con mayúsculas y de los creadores genuinos.


      Tampoco es que Magical Girl, para este cronista junto a La Isla Mínima, la mejor película española de 2014, haya supuesto un derroche de dinero (poco más de medio millón de euros), pero su exhibición en el Festival de Cine Internacional de Toronto, así como el exitazo obtenido en el reciente Festival de San Sebastián alzándose con la Concha de Oro a la Mejor Película y la Concha de Plata al Mejor Director, hará posible que por fin este talentoso director cuente con más medios para poner en marcha sus originales creaciones. El film nos narra la historia de Luis (Luis Bermejo), un profesor de literatura en paro que intentará hacer realidad el último deseo de Alicia (Lucía Pollán), su hija de 12 años que se encuentra enferma de un cáncer terminal: poseer el  vestido oficial de la serie de animación nipona “Magical Girl Yukiko”. El elevado precio del vestido hará que Luis se adentre en una insólita y oscura cadena de chantajes que involucra a Damián (José Sacristán), un profesor retirado con un tormentoso pasado y a Bárbara (Bárbara Lennie), una atractiva joven que sufre trastornos mentales. Los tres acabarán atrapados en una siniestra red en donde lo instintivo y la razón entrarán en conflicto.


      Si hay algo que define el poder hipnótico de esta segunda película de Carlos Vermut (pseudónimo castizo, por cierto) por encima de la sublime e inquietante utilización de los espacios, son las prodigiosas interpretaciones de sus cuatro principales protagonistas, con un soberbio Luis Bermejo que por fin obtiene un papel protagonista a la altura de sus enormes dotes interpretativas, un magistral José Sacristán en el mejor momento de su carrera, una Bárbara Lennie absolutamente turbadora y una sorprendente Lucía Pollán. No estamos ante una película fácil pero sí ante un cine revolucionario, por lo que puede que al espectador dominguero le cueste entrar en una historia en la que un padre sin recursos económicos hará lo imposible por tratar de hacer realidad el último deseo de su hija enferma terminal de Leucemia sin medir las consecuencias que se pueden derivar de su desesperada misión. Pero si uno logra sumergirse en la trama se dará el gustazo de saborear un excéntrico y delicioso cóctel de intriga, drama y comedia negra que en un sentido radial se clausura tal y como se abre, un modo de poner énfasis tonal a un mundo cruel, hermético, absorbente y desasosegante que se va izando como una de las señas de identidad de este indefinible autor. Un microcosmos rebosante de oscura imaginería, melancolía, realismo irritante, languidez, costumbrismo hiriente, violencia latente y moral desvencijada acorde con los sueños rotos y la pegajosa depravación de unos personajes al fin tan humanos en sus osadías, irracionalidad, penurias y patetismo que Vermut se siente animado para escudriñar su insufrible carga de fatalismo y miseria.



   Nadie abandona la sala indemne tras ver Magical Girl, que deja un poso indeleble en  la memoria como señal de su condición de obra de culto eterna, como ejemplo de la importancia de un guión de perfecta sintaxis y caligrafía en donde quedan excelentemente definidos cada personaje y situación. Como en su ópera prima, la trama se hilvana a través de la conversación de dos personajes, y el uso de sinuosas elipsis, movimientos pausados de cámara, el plano fijo que desprende una sensación de perturbadora fisicidad para bucear por los peregrinos recodos, las incógnitas y la abstrusa psicología de unos personajes atrapados en una dimensión existencial caótica y en posesión de enigmas evanescentes, incorpóreos. El espectador más avispado sentirá los ecos del Buñuel más sórdido, sarcástico, delirante e indescifrable, o tal vez encuentre algún punto de unión argumental con La noche de los girasoles (Jorge Sánchez-Cabezudo, 2006), pero la función tiene identidad propia, una peculiaridad rayana en la pureza artística que te hace desear una introspección más severa sobre esa galería de figurantes golpeados por el infortunio que desfilan por la pantalla. Dividida en tres capítulos (Mundo, Demonio y Carne) que vinculan, anudan, entrelazan a unos personajes que dejarán tras de sí un vació esperado víctimas de su egoísmo, innato en los seres humanos que en beneficio propio desprecian toda norma moral, ética, terrenal; el instinto animal imponiéndose sobre la lógica de la razón en un mundo que ya no admite más mártires, y al que uno se aboca como quien salta al vientre oscuro de un abismo a la espera de un sueño mejor. Obra maestra absoluta.

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