viernes, 31 de octubre de 2014

CRÍTICA: "CAMINANDO ENTRE LAS TUMBAS"

El detective analógico
CAMINANDO ENTRE LAS TUMBAS êêê
DIRECTOR: SCOTT FRANK.
INTÉRPRETES: LIAM NEESON, DAN STEVENS, MARINA SQUERCIATI, SEBASTIAN ROCHÉ, BOY HOLBROOK, DAVID HARBOUR.
GÉNERO: THRILLER /EE. UU. / 2014  DURACIÓN: 114MINUTOS.    


     Hace unos años tuve la oportunidad de ver una película independiente titulada Lookout (2007), film dirigido por un tal Scott Frank y que supuso su ópera prima. Supe de él que había trabajado sobre todo de guionista y dirigido algunos capítulos para series de televisión, y me interesé porque su nombre me sonaba de algunos títulos de crédito pero no era capaz de relacionarlo con ningún título. Fue entonces cuando apareció su nombre como guionista de la magnífica Minority Report (Steven Spielberg, 2002), e incluso había obtenido una nominación como Mejor Guionista por el libreto de la resultona Un romance peligroso (Steven Soderbergh, 1998). El caso es que Lookout resultó un entretenido thriller protagonizado por Joseph Gordon-Levitt dando vida a una joven estrella del deporte estudiantil que tras sufrir un accidente es reclutado por una banda de delincuentes, que supuso el reconocimiento para Frank en el Independent Spirit Awards en donde se alzó con el Premio a la Mejor Ópera Prima.
      El caso es que han pasado siete años desde aquel debut y su segundo largometraje no me ha decepcionado. Caminando entre las tumbas sigue a Matt Scudder (Liam Neeson), un ex policía de Nueva York que trabaja como detective sin licencia. Cuando un traficante de heroína, Kenny Kristo (Dan Stevens) requiere sus servicios para dar caza a los tipos que secuestraron y asesinaron brutalmente a su esposa, descubrirá que no es la primera vez que esos hombres han cometido esa clase de crímenes. Es entonces cuando decide recorrer las calles de Nueva York para investigar el caso antes de que esos asesinos sin corazón ni conciencia vuelvan a matar.
      Caminando entre las tumbas es una adaptación del best-seller homónimo del escritor norteamericano Lawrence Block, una oportunidad de ver otra vez a Liam Neeson como un implacable action hero a pesar de sus 62 años cumplidos, y es que la veteranía le está sentando muy bien al actor norirlandés que, eso sí, aquí encarna a un vengador más pausado y humano, un detective analógico, a la vieja usanza, un tipo solitario afectado por un pasado borrascoso debido a su afición por la botella. El detective Matt Scudder es un viejo conocido del aficionado a la novela negra o policíaca, pero en el cine sólo había tenido una aparición interpretado por Jeff Bridges en la espléndida película de Hall Ashby Ocho millones de maneras de morir (1986), aunque a partir de ahora y dependiendo del éxito de esta cinta iniciará una nueva saga. Estamos ante un thriller muy negro y tenebroso que no ahorra momentos de truculencia sórdida y atroz, un film de densa atmósfera en donde la ternura del detective hacía un joven indigente negro que quiere ser su ayudante contrasta con los salvajes asesinatos investigados (las esposas de varios narcotraficantes son secuestradas, asesinadas y descuartizadas y sus restos repartidos por diferentes zonas de Nueva York), y en donde la pericia y el instinto del detective irán marcando las pautas de una investigación con giros y retruécanos en un contexto suburbano que enaltece la intriga.
   Tengo la impresión, y esto es algo que se repite muy a menudo, que una pequeña poda le hubiera sentado fantástico a la función, pero sin ser demasiado quisquillosos, Scott Frank nos ofrece un sólido relato noir que con las constantes del cine de serie B confieren un tono pulp a la acción y un halo de antihéroe a un protagonista marcado por los oscuros designios de la existencia y que intentará redimirse de su pasado. Con un competente reparto de secundarios, nada carece de interés y las subtramas enriquecen el relato  sin convertirse en rémoras de la esencia narrativa, que serpentea por las calles de una Nueva York amenazadora y de look muy setentero. La trama, surgida de un guión sencillo y sin grandes lagunas, no aporta demasiados elementos novedosos, y más allá del magnetismo de Liam Neeson, se ha cuidado convenientemente a unos villanos sin que parezcan figuras de opereta, unos asesinos que recorren la ciudad en furgoneta y que se muestran creíbles en sus inexistentes límites morales y su fría e irónica perversidad. Caminando entre las tumbas es una película digna que te engancha desde la inicial secuencia precréditos y mantiene la tensión hasta el frenético clímax final, un film clásico de detectives barnizado con una violencia sádica que ofrece a nuestro hastiado antihéroe, sin mucho que perder, el ansiado oxígeno de la expiación. 

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