martes, 5 de septiembre de 2017

“SUPERVIXENS” (Russ Meyer, 1975)

  


 Cuando Russ Meyer rodó Supervixens tenía ya detrás una amplia filmografía. Sin embargo, junto con Motor Psycho (1965), Faster, Pussycat! Kill! Kill! (1965) y El valle de los placeres (1971) que es su mejor film, estamos ante una de las muestras más aseadas de su cine, que no sé yo si quiere decir mucho de un autor que consagró su carrera al cine Nudie, término que define a unas historias de guiones simples, desnudos de mujeres con grandes atributos y sexo procaz aunque ligero, todo ello armado con tropezones de violencia.

    
   En Supervixens, el gran erotómano nos presenta a Clint (Charles Pitts) un tipo que trabaja de mecánico en una estación de servicio y que tiene un gran atractivo para las mujres. Casado con la tempestuosa y celosa SuperÁngel (Shari Eubank) su relación se basa en una espiral de discusiones y peleas. Tras el asesinato de SuperÁngel, todas las sospechas se centran en él, que emprende una loca huida por el desierto. Un itinerario en el que se ve acosado por lozanas mujeres con un inagotable apetito sexual.

  
  De nuevo el hombre orquesta (el film lo escribe, fotografía, edita, produce y dirige el propio Meyer), antiguo fotógrafo de Playboy y amante de las grandes pechugas, escribe uno de sus guiones minimalistas para regalarnos una cinta inclasificable y rebosante de frases lapidarias. Estamos ante un ejemplo de erotismo retro, agreste y polvoriento, en donde se fusiona la broma, la picardía y lo grotesco, como bien observamos en esas aceleradas escenas de sexo y en el incesante desfile de mujeres neumáticas que aún conservan un poderoso magnetismo… y su capacidad humorística.


  Transitando un batiburrillo de géneros (comedia, erotismo, drama, road movie…), todo en la función resulta hiperbólico y en ocasiones hasta gore y bizarro. El reparto de figurantes carece de la más mínima dote interpretativa, pero quién necesita ese don en una desenfrenada road movie en donde el protagonista se ve perseguido por un policía psicópata y a cada paso que da se encuentra con una fauna de lo más variopinta.


  Se trata al fin de que el mecánico fugitivo e inocente utilice su herramienta para hacer una buena puesta a punto a extensa galería de mujeres exuberantes que le acosan, todas ellas poseedoras de unas enormes glándulas mamarias. A señalar la retahíla de frases divertidas y chabacanas, el violento asesinato en la bañera, la pareja afroamericana practicando sexo en la carretera y la escena de la picadura de la serpiente. Curioso film de culto. 

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