lunes, 2 de junio de 2014

CRÍTICA DE: "BIG BAD WOLVES"

La película que Tarantino te recomienda
BIG BAD WOLVES êêêê
DIRECTOR: AHARON KESHALES Y NAVOT PAPUSHADO.
INTÉRPRETES: LIOR ASHKENAZI, TZACHI GRAD, ROTEM KEINAN, DON GLICKMAN, NENASHE NOY, DVIR BENEDEK.
GÉNERO: THRILLER / ISRAEL / 2012  DURACIÓN: 110 MINUTOS.   
        

      Puede que no sea demasiado corriente, pero a veces hasta en países tan exóticos, cinematográficamente hablando, como Israel, es posible encontrar algunas perlas que nos hacen abrigar esperanzas de que el cine, como potente lenguaje universal, puede anidar en las mentes más privilegiadas e imaginativas de cualquier rincón del mundo. Es el caso de BIG BAD WOLVES, película dirigida por Aharon Keshales y Navot Papushado presentada en el Festival de Sitges 2013, en donde ganó el Premio al Mejor Director y a la Mejor Banda Sonora. La trama nos presenta una serie de brutales asesinatos de niñas que provocan la convulsión en un pueblo alejado de la metrópoli. Estos duros acontecimientos provocarán que la vida de tres hombres quede entrelazada entre sí para siempre: el padre de la víctima, cuya sed de venganza se hace insufrible observando la ineficacia policial a la hora de resolver el caso; un detective de policía que para investigar el asunto se sitúa al margen de la ley; y un profesor de religión, máximo sospechoso de los asesinatos debido a su relación con las niñas y que primero es detenido y luego liberado a causa de una negligencia policial.
     


      BIG BAD WOLVES es un film que te engancha desde el principio debido a la excelente presentación de unos personajes antitéticos perfilados con una fuerza intempestiva con sólo cuatro pinceladas. Un profesor delgaducho, calvo y con gafitas al que unas pruebas circunstanciales e indicios señalan como sospechoso de unos horribles crímenes y que es apartado del colegio donde imparte clases como medida para aplacar la presión de los padres de las niñas asesinadas. También el policía se verá apartado del servicio debido a las torturas que infligió al sospechoso y que un grupo de chavales grabó en vídeo. Conoceremos también al padre de una de las víctimas que ha sido violada, asesinada y decapitada y que desea saber qué ha hecho el asesino con la cabeza de su hija, otra alma en pena que sigue a esos dos personajes pues el policía está dispuesto a tomarse la justicia por su mano haciendo caso omiso de las órdenes de sus superiores. Todos esos personajes, más la presencia, de otro aún más brutal y extremo, confluirán en el sucio sótano de una casa, donde cada uno de ellos jugará sus cartas para salvar el pellejo.


     Excelente ejercicio cinematográfico con un latido in crescendo que culmina ajustando las tuercas del espectador hasta el paroxismo, BIG BAD WOLVES, con un reparto competente aunque desconocido por estos lares, un tratamiento visceral de la violencia y siniestros toques humorísticos, se eleva como un thriller contundente cercano al torture-porn, y del que es posible extraer una crítica a la policía israelí, a una sociedad tamizada por el fanatismo religioso y la violencia inherente a nuestro mundo. Keshales y Papushado se inventan una aterradora fábula clásica sobre un depredador (el hombre es un lobo para el hombre) que acecha a sus tiernas víctimas en el bosque para violarlas, torturarlas salvajemente y asesinarlas.


      No es extraño que Tarantino la eligiera como una de las mejores películas del pasado año, ya que la cinta cuenta con muchos puntos en común (estéticos, éticos, escénicos y narrativos) con algunas de sus obras, sobre todo con su ópera prima Reservoir Dogs (1992). Pero no hace falta pensar mucho para darse cuenta de que la premisa del film (pedofilia, asesinatos, venganza) es compartida por un sinfín de películas, como la reciente Prisioneros (Denis Villeneuve, 1013), aunque resulten tan alejadas en el fondo y la forma. Pero siendo sincero, la influencia más sospechosa que encuentro es con el film canadiense 7 días (Daniel Grou, 2010) que con un argumento muy similar se me antoja inferior a esta película, que contiene todos los ingredientes para gustar al aficionado a las experiencias perversas: un director que sabe jugar con los alterados estados de ánimo de los personajes, una potente carga de humor macabro, momentos de una violencia intolerable, cierta crítica social al estado de las cosas en Israel, una magnífica banda sonora, un sólido libreto que centra su leit motiv en una venganza con bifurcaciones y giros inesperados y un final decididamente brillante y coherente, con un último plano turbador y tremendamente trágico. Pocas veces la vileza humana ha sido contada con tanto desparpajo.

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