jueves, 12 de junio de 2014

CRÍTICA DE: "WOLF"

Nihilismo atronador
WOLF êêêê
DIRECTOR: JIM TAIHUTTU.
INTÉRPRETES: MARWAN KENZARI, JACOB DERWIG, NASRDIN DCHAR, RAYMOND THIRY, CAHIT ÖLMEZ.
GÉNERO: THRILLER / HOLANDA / 2014  DURACIÓN: 121 MINUTOS.   
     
      Todavía es posible encontrar en ese cajón (de)sastre en el que se ha convertido la producción y distribución cinematográficas, algunas películas que nadie ve y con las que ir rumiando ante el descontento de las carteleras. Es el caso de WOLF (Jim Taihuttu, 2013), que si en nuestro país la conoce alguien es porque fue presentada en la última edición del Festival de San Sebastián, y que nos narra la vida de Majid (Marwan Kenzari), un joven y talentoso deportista árabe de kick boxing que sobrevive en los suburbios de una ciudad holandesa y que poco a poco se va labrando una reputación. La vida con sus padres es tensa, pues ha pasado una temporada en la cárcel por pequeños delitos, y que tiene encuentros casuales con su ex novia, Tessa (Bo Maerten). Majid sobrevive cometiendo pequeños hurtos y trapicheos, pero un día, el propietario de un gimnasio lo toma bajo su protección, y el jefe de una banda criminal, Hakan (Cahit Ölmez) se fija en él y se interesa por sus habilidades en el ring. Majid empieza a no tener claro lo que quiere y acaba metiéndose en un callejón sin salida.


      No he visto el anterior trabajo del DJ, guionista, productor y director Jim Taihuttu titulado Rabat (2011), aunque gente de la que me fío me cuenta que es un drama solvente en formato de road movie, pero desde luego esta nueva apuesta me ha resultado sumamente atractiva y gratificante. WOLF, que se nos presenta como una estimulante fusión entre Toro Salvaje (Martin Scorsese, 1980) y El Odio (Mathieu Kassovitz, 1995), sigue a un personaje magnético caminando siempre por un alambre, un tipo visceral que con su sola presencia intimida y tensiona un ambiente suburbial ya de por sí proclive a las sorpresas desagradables, un hombre al que su fuerza física convierte en poderoso sin tener en cuenta nunca la medida racional de sus acciones y decisiones, un lobo primitivo, irreflexivo y solitario al que su inviolable individualismo le hace moverse sin miedo por un lugar lleno de trampas (la desolación de esa especie de cárceles construidas en los suburbios de la ciudad), y al que una furia intempestiva, fruto de su desarraigo social, la desconfianza y el entorno donde ha crecido, le genera un problema tras otro hasta la encrucijada fatal. Rodada en refinado y portentoso blanco y negro, Taihuttu ha firmado un potente relato que no se olvida fácilmente, carente de todo dogma moral y un nihilismo atronador, y aunque nos enseña también el reverso sensible de su protagonista, jamás nos deja abandonar sus inquietantes y sórdidos dominios.  



     Película muy recomendable, una brisa de aire fresco ante tanta tontería insustancial, un ejercicio cinematográfico plenamente convincente que contiene la fisicidad, el escalofrío y la pulsión de la vida misma, con sus conflictos étnicos, generacionales y culturales. Por sus acciones, se hace difícil empatizar con el protagonista, y sin embargo Taihuttu lo consigue cuando poco a poco va acorralando a ese lobo salvaje que demuestra una terquedad incomprensible, una personalidad inexpugnable y una valentía sin límites, bien haciendo frente a la mafia (el crímen a otra escala)  o a las fuerzas de la ley. WOLF es un thriller urbano oscuro y absorbente que nos presenta a una nueva generación de delincuentes con muy poco que ganar y nada que perder, sus armas y sus límites. Majid lo tiene todo para triunfar en el cuadrilátero pero su desazón vital le carcome, quiere a su familia pero nunca lo demuestra, ama a sus chica pero no logra transmitir la sensibilidad y estabilidad para lograr retenerla a su lado, sabe que no hay futuro y la violencia es un mecanismo de defensa, el único recurso ante  la negra perspectiva. Su final  áspero y devastador cae como un martillo pilón sobre la conciencia de un mundo ajeno a los sufrimientos íntimos.


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