sábado, 2 de marzo de 2013

CINCUENTA SOMBRAS DE "O"


      
     Reflexionando sobre el revuelo levantado por esa chorrada pseudoliteraria titulada Cincuenta sombras de Grey, primera entrega de la trilogía erótica firmada por la novelista británica E. L. James, que como mis lectores sabrán narra la relación que entablan una universitaria recién graduada con un joven magnate de los negocios, el tal Grey, y que les lleva a la práctica sexual del bondage, la dominación/sumisión y el sadomasoquismo (BDSM), he llegado a la conclusión de que haría mal recomendando a los millones de lectores de esos mediocres best-sellers las obras del padre fundador de todas esas transgresiones sexuales: El Marqués de Sade, que como escribiera Gore Vidal se convirtió en el pornógrafo genial de un tiempo y un lugar, la Francia prerrevolucionaria, y que con obras como “Justine o los infortunios de la virtud”, “Los 120 días de Sodoma” o “Juliette o las prosperidades del vicio”, se elevó como el Anticristo de la época, un autor, radical, infame y aberrante que traspasó durante su vida, como reflejo de su obra, todos los límites de la perversión. Apollinaire dijo de Sade que “fue el espíritu más libre que jamás ha existido”. Sus obras, rebosantes de sexo extremo, violencia, parafilias y en donde prima el vicio sobre la virtud, le reportó más de media vida de reclusión en fortalezas y manicomios.

     No, Sade es sólo para minorías selectas. Pero tal vez a los lectores de Grey les interese leer Historia de O, la novela de Anne Desclos publicada en 1954 que firmaba con el pseudónimo de Pauline Réage, un texto en el que se basó la película homónima de Just Jaeckin de 1975: O (Corinne Clery) es una hermosa fotógrafa que es llevada por su amante René (Udo Kier) al castillo de Roissy, donde tendrá lugar su entrenamiento  como esclava sexual. Ella acepta por el amor ultraterrenal que siente hacia él, y tras varias semanas abandona el castillo y conoce al hermanastro de René, Sir Stephen (Anthony Steel) con el que comienza una relación de dominación/sumisión a petición de René. Con Sir Stephen se inicia en las relaciones lésbicas hasta que, finalmente, queda marcada como esclava en propiedad de Sir Stephen.   

      Una de las cumbres del soft-core, Historia de O es un film de ritmo pausado, trivial, esteticista y francesísima puesta en escena (léase empalagosamente refinada) para la que el inerme Jaeckin utiliza los mismos recursos golosos que tan buenos resultados le dieron con Emmanuelle, sin forzar nunca la tuerca de las vejaciones extremas y derivando en sofismas jocosos: algunos tibios azotes, morbosidad relamida, humillaciones atenuadas, tormentoso barroquismo que trata de equilibrar el placer y el dolor, simbólicos collares y cadenas de diseño… Y que enmarca el amor real bajo un axioma zarrapastroso: “Si de verdad me quieres serás mi puta y mi esclava y me alzo sobre ti con el poder de ofrecerte”. Si en la elegante prosa de Desclos apreciamos una sugerencia lasciva y hasta enfermiza, en la película todo se resuelve con un formalismo kitch que ni siquiera profundiza en la obsesión sadomasoquista, sin capturar nunca la esencia de la perdición y la dependencia autodestructiva.

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