sábado, 16 de febrero de 2013

CRÍTICA DE "LA JUNGLA, UN BUEN DÍA PARA MORIR"

Un buen día para que la saga muera
LA JUNGLA, UN BUEN DÍA PARA MORIR ê
DIRECTOR: JOHN MOORE.
INTÉRPRETES: BRUCE WILLIS, JAI COURTNEY, SEBASTIAN KOCH, MARY ELIZABETH WINSTEAD, YULIYA SNIGIR.
GÉNERO: ACCIÓN / EE. UU. / 2012  DURACIÓN: 97 MINUTOS.   
      
    
  Quinta entrega de la popular saga protagonizada por Bruce Willis dando de nuevo oxígeno, ya con 57 años, al mítico John McClane, que, por supuesto, siempre se encuentra en el lugar equivocado en el momento equivocado. Siempre he sido fan de la seminal La Jungla de Cristal firmada por John McTiernan en 1988, un potente y entretenido artefacto de acción tan trepidante como desternillante que elevó a su protagonista como indiscutible action hero, convirtiéndole de forma instantánea en una estrella de la pantalla grande. Si aquel film original estará siempre entre las mejores películas de acción de la historia, no me gustaron tanto sus secuelas, que aunque contaban con parte del encanto del original, el efecto sorpresa se había diluido a favor de una mayor pirotecnia.
     
      Bruce Willis ha ido imponiendo década tras década su (anti)héroe analógico en el progresivo desarrollo de la era digital, lo que hace de él un personaje entrañable, capaz de aplicar su cinismo, habilidades y melancolía en un mundo que como el actual le mira con escepticismo. Veamos: John McClane (Bruce Willis) llega a Moscú para interesarse por el paradero de su hijo, Jack McClane (Jai Courtney), con el que mantiene una relación distante desde hace tiempo, pero se queda atónito al descubrir que está en la cárcel y trabaja clandestinamente como agente de la CIA para proteger a Komarok (Sebastian Koch) un delator de la corrupción imperante en el gobierno. Padre e hijo se juegan el cuello en la empresa, viéndose obligados a superar sus diferencias para poner a Komarok a buen recaudo, frustrando una acción potencialmente peligrosa en el lugar más desolado del mundo, Chernobyl.   

      El director irlandés John Moore no es nadie en esto del cine, lo demuestra una vez más con una película que pasará como la peor protagonizada por nuestro icónico personaje. Sus responsables gastan su escaso ingenio en una escena de persecución por las calles de un atestado Moscú, para acabar derivando la trama en el espacio fantasmagórico de la central nuclear de Chernobyl, en donde padre e hijo estarán más preocupados por las ráfagas de disparos y explosiones que por la contaminación radiactiva de tan plomizo y tétrico lugar.
      
      Moore no tiene ningún problema en cagarse en la imagen de aquel viejo y cascadísimo héroe cuyo sarcasmo innato hacía más patética su soledad, un outsider que andaba de vuelta de todo y que con su sucia camiseta imperio afrontaba los problemas con integridad, una pericia que a veces rozaba el absurdo y un humor tan cáustico como desconcertante. LA JUNGLA, UN BUEN DÍA PARA MORIR nos presenta a un McClane más adusto e invulnerable que cede protagonismo al nuevo personaje, su hijo Jack, convirtiendo la función en una budy movie del montón que se descose por las costuras de un guión inconsistente e indigno de un personaje que forma parte del imaginario colectivo.

      Esta quinta entrega vuelve a hacer ondear el espantajo de la Guerra Fría en donde los rusos siempre aparecen como unos villanos caricaturescos, sin carisma y que no aportan ningún peso a la función. Así, sobre los cascotes del Nakatomi Plaza se ha ido construyendo una saga que desde el original sólo ha aportado acción hiperbólica y narrativa hipertrofiada, los chascarrillos y latiguillos que suelta McClane se hacen cada vez más repetitivos (joder con el “Estoy de vacaciones”), nada extraño en una trama monótona y desfasada como la que el film nos propone, y aunque Willis se imponga de nuevo como lo único salvable del invento (junto a la lozana belleza  de Yuliya Snigir, de la que ya tendrán noticias mis lectores en el próximo número) el espectador percibe pronto la nula química que desprende la relación paternofilial como motor de una espectáculo en el que a nadie le importa el destino de los personajes, y que sólo es un encadenado de set pieces que escupen fuego y plomo. No hay en la cinta matices ni segundas lecturas, no hay nada en esta película por lo que pueda ser recordada… salvo su acertado título: Hoy es un buen día para que la saga muera. 


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