domingo, 15 de octubre de 2023

CRÍTICA: "MEGALOMANIAC" (Karim Ouelhaj, 2022)

 

La herencia del Mal

“MEGALOMANIAC” êêê

DIRECTOR: Karim Ouelhaj.

INTÉRPRETES: Eline Schumacher, Benjamin Ramon, Pierre Nisse, Win Willaert, Olivier Picard, Raphaëlle Lubansu, Catherine Jandrain.

GÉNERO: Terror / DURACIÓN: 118 minutos / PAÍS: Bélgica / AÑO: 2022

    Proyectada en el Festival de Sitges de 2022, Megalomaniac se inspira en los pavorosos crímenes del conocido como el Carnicero de Mons, que aterrorizó Bélgica en los años 90. Las víctimas del asesino en serie fueron cinco mujeres que frecuentaban los alrededores de la estación de Mons, y sus restos aparecieron desmembrados en bolsas de basura bien visibles en los arcenes de carreteras. Aunque se barajaron varios sospechosos, el serial killer nunca fue detenido y desapareció sin dejar rastro.

    Dirigida por Karim Ouelhaj, la película toma ese hecho real como punto de partida para narrarnos que el apodado Carnicero de Mons tuvo descendencia, dos vástagos. Un hijo llamado Felix (Benjamin Ramon) que sigue los pasos de su padre y así mantener vivo el legado recreando miméticamente sus horribles crímenes en la misma zona; y una hija, Martha (Eline Schumacher), que probablemente sufra esquizofrenia y que trabaja de limpiadora en un taller donde es constantemente abusada por los trabajadores. Intenta llevar una vida normal, pero finalmente cae en el abismo sangriento de la tradición familiar.

    Tras una escena introductoria en la que asistimos a un doloroso y sanguinolento parto en el que el Carnicero y su hijo mayor dan la bienvenida a un nuevo miembro de la familia, un salto temporal nos sitúa en el presente para presentarnos a los hermanos Felix y Martha, que viven en un sucio y herrumbroso caserón gótico. Vemos al elegante, cadavérico e impenetrable Felix reproducir los asesinatos de su padre, y a su hermana Martha trabajando de limpiadora en una fábrica donde es vejada y violada continuamente por los empleados. Megalomaniac es una película que no gustará a los aficionados al terror mainstream, pero sí a los amantes de las historias extremas con un trasfondo psicológico y nihilista, con firma de autor y un tono de arte y ensayo. Martha se nos muestra introspectiva, sin apenas autoestima, subordinada a su hermano. Sufre terribles pesadillas y un tormento absoluto por los abusos a los que se ve sometida en el trabajo. Necesitada de afecto, de nada le sirven las visitas que recibe de una asistenta social. Su débil equilibrio se resiente cada vez más.

     Karim Ouelhaj nos muestra una exhibición de atrocidades definiendo con trazos bien marcados el perfil de unos personajes abominables, capturando con expresivos primeros planos los rostros de los agresores de Martha, que actúan de forma silente con desprecio a la víctima y total impunidad, y los bestiales crímenes de Felix, perpetrados con una violencia visceral, sin dejar testigos. La afilada y amenazante música compuesta por Gary Momboots y la atmósfera gótica creada por el iluminador François Schmitt dotan a la función de carácter onírico malsano, de fantasía pesadillesca, donde los demonios interiores de Martha están a la altura de una dinastía maldita, que parece existir para explorar nuestros miedos más primarios.

    Megalomaniac es ante todo una película esteticista tan sugerente como repugnante, una sucesión de lienzos del averno donde están representados la degradación y depredación humana, la locura y las más crudas aberraciones. Ouelhaj no se detiene mucho en las sangrientas hazañas de Felix, siempre parece interesarle más Martha, que de víctima pasará a fría vengadora, cansada de las burlas por su sobrepeso y la cosificación y abusos a los que es sometida por unos tipos sin escrúpulos, sentimientos ni alma. Una clara denuncia al patriarcado y el machismo salvaje. Finalmente, Martha, embarazada y acompañada de su hermano Felix, planea la venganza de sus violadores, incluido el cómplice que sólo observa, pero no hace nada para evitar las agresiones, haciéndoles llegar una invitación especial. Y es en ese final con aire de gran guignol, tan desmesurado e irreal cuando percibimos claramente el mensaje de que el Mal nace, se reproduce y jamás muere.


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