miércoles, 4 de enero de 2017

CRÍTICA “LAKE BODOM” (BODOM, Taneli Mustonen, 2016)


"LAKE BODOM" (BODOM)êê


    Este cronista, tan iluso, esperaba que alguien realizara una película aseada sobre los terribles asesinatos del Lago Bodom (Finlandia), que tuvieron lugar la noche del 4 de junio de 1960 cuando cuatro adolescentes  que acampaban a orillas del lago fueron acuchillados por una persona desconocida. De la escabechina sólo hubo un superviviente, que con los años se convirtió en uno de los principales sospechosos, pero posteriormente fue absuelto por un juez. Los aficionados más rockeros como el abajo firmante deberían saber que la banda de death metal Children of Bodom toma su nombre inspirándose en estos salvajes crímenes.


      No tenemos suerte. Ésta última película estrenada sobre tan escalofriante suceso nos llega con la firma del director finlandés Taneli Mustonen, pero el relato apenas guarda ciertos elementos análogos con los hechos reales. Lake Bodom sigue a dos chicos y dos chicas que deciden ir de acampada al Lago Bodom, donde muchos años antes, concretamente en 1960, se produjeron unos atroces asesinatos que aún están por resolver. Pero sus días de descanso se convierten en una pesadilla cuando alguien desconocido amenaza con matarlos a sangre fría en medio del bosque.

   
    Pieza absolutamente mediocre que se encuadra dentro de ese subgénero tan maltratado y saturado del slasher teen, que no aporta ningún elemento novedoso y desprecia la cojonuda historia real para dar forma a una fábula de terror casi infantil. Era difícil que del mediocre libreto pudiera surgir una narración atractiva o coherente. Porque nada resulta creíble ni mucho menos impactante en esta alucinada película en la que los imposibles giros argumentales bordean el ridículo. La cosa podía haber sido mucho peor de no contar con la bella fotografía de Daniel Lindholm, que otorga exuberancia a unos parajes tan extasiantes como inquietantes.


      Se salvan algunas secuencias de acción (escasísimas) que tienen que ver con los asesinatos y la presencia del extraño que aparece repentinamente cuando las dos protagonistas sufren un accidente. Pero como apuntaba, todo resulta inversímil en un artefacto que coge unos mínimos detalles de la masacre ocurrida 56 años atrás y los mete con calzador en una trama que se aparta esencialmente de lo que realmente ocurrió aquella funesta noche. Diálogos planos, personajes simples y estereotipados y tópicos y recursos trilladísimos  hasta que un giro estúpido desorienta al espectador conocedor de la espeluznante matanza del Lago Bodom. A destacar la belleza (y preciosas tetas) de Nelly Hirst-Gee, la banda sonora espectral a cargo de Panu Aaltio y la sublime hermosura de unos paisajes que parecen salidos de un cuento gótico. 



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