jueves, 19 de marzo de 2015

HOMENAJE A TINTO BRASS (Y II)

 EL HOMBRE QUE MIRA  (THE VOYEUR) (1993)


       El cabroncete de Tinto Brass traspasa todo límite de lo prohibido en El hombre que mira contando cómo en un colegio de Roma, un profesor llamado Dodo sufre una depresión y su mujer le acaba dejando por otro. El profesor quiere recuperarla  desesperadamente y comienza a tener fantasías a soñar despierto con ella, convirtiéndose en un mirón y sumergiéndose en un mundo de sexo y fantasías. Un film muy guarro en donde el director italiano se desata y que a pesar de las coartadas pseudointelectuales o de tintes psicológicos, solo logra desarrollar un film de barniz pornográfico, con un guión aberrante, diálogos obscenos aunque con una bella fotografía y sugerentes escenarios. Cinta muy superficial que nos presenta a dos bellísimas actrices, Katarina Vasilissa y Cristina Caravaglia.



CONFESIONES DE TINTO BRASS (FERMO POSTA) (1995)


       El film, tal vez uno de los menos conocidos del director, nos narra la colección de historias reales que representan las fantasías sexuales de la vida cotidiana de muchas mujeres que envían por correspondencia al realizador especialista en cine erótico. Una película floja, representativa de la decadencia a la que se veía abocada la carrera del director. Interpretada por él mismo y por un elenco de macizas actrices eróticas italianas, basa su trama en una serie de cartas, fotos y cintas de vídeo, y Tinto Brass plasma esas confesiones, fantasías y deseos secretos con una carga desinhibida de sensualidad y flagrante lujuria. Atención a la morbosa escena en la playa con las dos parejas follando y observándose.




MONELLA (1998)


       Estamos ante la historia de una joven muy sensual, Lola (Anna Ammirati)que está a punto de casarse con un hombre de costumbres tradicionales que desea que ella llegue virgen al matrimonio, pero ella siente un fuego que la quema por dentro y una gran atracción por el amante de su madre, un hombre experto en cuestiones sexuales. Una sucesión de tórridas escenas teniendo como protagonista a una mujer promiscua/ninfómana, loca por lanzarse a las experiencias sexuales que le ofrece la vida y con un novio bobo, algo que aprovechará para cumplir sus más libidinosos deseos.


TRASGREDIRE (CHEEKY, CARLA BELLA RAGAZZA) (2000)


     Trasgredire es una comedia erótica del año 2000 que nos narra las vicisitudes de Carla (Yuliya Mayarchuk), una joven y despreocupada veneciana que va a Londres para buscar un piso que compartir con su novio, Matteo (Jarno Berardi). Una vez en la capital inglesa, Moira (Francesca Nunzi), una funcionaria del estado, seduce a Carla y ella queda cautivada. Carla decide no decirle nada a Matteo, aunque él sospecha algo y se pone muy celoso al imaginar las aventuras eróticas de Carla. Matteo acabará viajando a Londres para enfrentarse a Carla, cuyas revelaciones le harán despertar.    La película, como casi todas las del cineasta milanés, es un auténtico espantajo narrativo, si bien cuenta con la absoluta trascendencia de que podemos disfrutar de los hermosos, espectaculares, epicúreos, apetitosos cuerpos de sus protagonistas, entre los que sobresale la chispeante y pasional modelo ucraniana Yuliya Mayarchuk en el rol de una mujer enardecida dispuesta a disfrutar de la vida, su atropellada sensualidad, su cuerpo esculpido por las manos de un genial artesano y su desatado instinto animal nos hace volar más allá de los límites de lo imaginable: lírica exquisita para ambientar un relajado soliloquio. 



LAS PERVERSIONES DE LIVIA (SENSO´45, BLACK ANGEL) (2000)


       La película nos traslada a la Italia fascista de los años 40. Una mujer (Anna Galiena) casada con un jerarca local mantiene relaciones con un miembro de las SS. La atracción que siente por el oficial alemán la llevará a introducirse en un mundo clandestino de perversión y juegos eróticos. Al menos aquí nos encontramos con un libreto un poco más elaborado aunque, eso sí, lo que finalmente nos interesa es contemplar desnuda a la gran Anna Galiena (con algunas incursiones en el cine español, como por ejemplo en Jamón, Jamón, La pistola de mi hermano o Cuestión de suerte). Brass, que intenta hacer un grosero homenaje a Senso de Visconti, retorna a su obsesión por los nazis y la Italia fascista de algunas de sus películas setenteras y ochenteras, para firmar un film que resulta más sórdido que erótico, y en donde el tema de la sumisión, las perversiones y el fetichismo de los uniformes se elevan como ingredientes ya muy trillados que ayudan a configurar un molesto tono melodramático.



FALLO¡ (PRIVATE) (2003)


      
       La penúltima película dirigida por Tinto Brass es una cinta sobre seis episodios basados en la sexualidad y el erotismo de una nueva generación de mujeres. Una de las películas más zarrapastrosas del realizador, un relato absolutamente chabacano y soez o deliciosamente pornográfico, según cómo se mire. Lo seguro es que el director italiano impone un erotismo hortera y en demasiadas ocasiones cómico, con escasa fuerza visual y de una sensualidad que se vende muy barata, y en donde destaca la pasarela de mujeres físicamente muy hermosas en situaciones altamente irrisorias.


MON AMOUR (2005)


      Marta (Anna Jimskaia) es una mujer casada que un día conoce a León, un gigoló con quien tiene un encuentro sexual en un museo, la presencia de visitantes hace que los amantes se separen para encontrarse  después en una fiesta donde ella acude con su marido. Terriblemente enamorada de León, se prestará a sus juegos sexuales, incluso a practicar sexo con dos hombres a la vez. Pero la situación se complica cuando el marido de Marta descubre su diario, donde relata sus apasionados encuentros con su amante. Última película dirigida por Tinto Brass, que no creemos que, debido a su avanzada edad, se vuelva a situar detrás de la cámara. En Mon amour late el impulso y la esencia de sus primeros y más logrados trabajos, y tiene su mayor aliciente en el modo de radiografiar la pérdida de la pasión después del matrimonio. Anna Jimskaia está como un queso, y si el film se merece un visionado es debido a su presencia y porque el director se empeña en dar sentido y sofisticación a la puesta en escena.


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