sábado, 17 de mayo de 2014

CRÍTICA DE: "MANIAC" (2012)

Cómo rodar de manera brillante un remake
MANIAC (2012) êêêê
DIRECTOR: FRANCK KHALFOUN.
INTÉRPRETES: ELIJAH WOOD, NORA ARNEZEDER, AMERICA OLIVO, MORGANE SLEMP, LIANE BALABAN.
GÉNERO: TERROR / FRANCIA / 2012  DURACIÓN: 90 MINUTOS.   
     
      Corría el año 1980 cuando William Lustig dirigió Maniac, un relato sórdido y escalofriante rodado en formato semidocumental que se centraba en las andanzas de Frank Zito (Joe Spinell), dueño de una mente fatalmente alterada y castigada por los remordimientos, un tipo vulgar, anodino, incapaz de encontrar su lugar en el mundo ni la estabilidad emocional para llevar una vida normal. Con obsesión por los maniquíes, deambula por la peligrosa calle 42 confundido con el sucio y deprimente paisaje urbano asesinando con su enorme cuchillo a jóvenes hermosas para sustraerles la cabellera que luego lucirán la galería de maniquíes que pueblan su siniestro apartamento. Trasladando la acción a Los Ángeles, Franck Khalfoun (Parking 2, 2007) firma un brillante remake de esta mítica película de culto que dejó una muesca indeleble en la memoria del aficionado, y cuya producción ha sido posible gracias al padrinazgo de Alexandre Aja y Grégory Lavasseur, que además de productores también firman el libreto.


      En esta nueva versión ya no nos encontramos con la corpulencia ni el rostro picado y algo repulsivo del fallecido Joe Spinell, que con gran acierto ha sido sustituido por el cuerpecillo delgado e insignificante de Elijah Wood, al que la profundidad de sus ojos claros aporta un falso halo de serenidad y equilibrio, un rasgo que mutará en frenesí cuando se entrega a los más repugnantes actos criminales. Pero Frank Zito sigue siendo un ser solitario, varado en su inmensa soledad y aislamiento, víctima de sus traumas y con una dolorosa e impotente relación con las mujeres, consecuencia de una relación enfermiza y malsana con su castrante madre, cuya sombra sigue deformando su percepción de la realidad. La influencia de su madre es una machacona e hiriente resonancia en la mente de Frank, presente en tenebrosos y turbadores flash backs que nos devuelven a su infancia y reflejan su insoportable angustia existencial. La cámara subjetiva se nos antoja un recurso eficaz para sumergir al espectador en el laberinto mental de Frank, un gran hallazgo que nos acerca con más piedad que saña a el castigo por sus tremendos pecados. Para Frank, como para Norman Bates, no hay otra salida que el infierno, y el juego de espejos conlleva una lucha entre la consciencia y la inconsciencia, el espejo roto representa el anhelo y la imposibilidad de esa imagen con la que desearía romper. Un film magnífico.

  

2 comentarios:

  1. Claro, amigo Ricard (soy incapaz de escribir un nombre propio en minúscula), yo no perdería la ocasión de verla, pues como digo es un remake a la altura del original. Un film con grandes hallazgos y algunas secuencias verdaderamente perturbadoras.

    Un abrazo

    ResponderEliminar