sábado, 17 de noviembre de 2018

“MILLENNIUM: LO QUE NO TE MATA TE HACE MÁS FUERTE” (Fede Álvarez, 2018)


Una Lisbeth Salander poco atractiva
MILLENNIUM: LO QUE NO TE MATA TE HACE MÁS FUERTEêê
(Fede Álvarez, 2018)
     

   Película de encargo para Fede Álvarez (firmante del remake de Posesión infernal y No respires) en la que encontramos muy poco del talento en sus anteriores obras y que parte de un guión muy flojo y con una protagonista que me resulta muy poco atractiva. Aquí Lisbeth Salander (Claire Foy) y el periodista Mikel Blomkvist (Sverrir Gudnason) se ven atrapados en una red de espías, ciberdelincuentes y funcionarios corruptos del gobierno. En realidad, estamos ante la adaptación de una novela de David Lagercrantz que continúa la saga literaria del fallecido Stieg Larsson.


    Poco podemos salvar de este gélido thriller firmado por el cineasta uruguayo Fede Álvarez que nos presenta a una heroína despojada de todo componente bizarro y de su megnética y tortuosa personalidad. Aquí todo es aflicción fingida y tensión a medio gas en el desarrollo de un argumento que tiene que ver con el control informático de los misiles de todos los países del mundo. Lo cierto es que Salander ha cambiado mucho con respecto a aquella que conocimos encarnada por Noomi Rapace y Rooney Mara, pues ahora se nos muestra más cercana a la figura de James Bond e incluso Jason Bourne que a aquella enigmática heroína de barrio que castiga sin piedad a los hombres que maltratan a las mujeres y ayuda a resolver casos de asesinos en serie. Y es que tratar de salvar al mundo de un desastre nuclear es algo que no encaja dentro del imaginario de los lectores de Larsson y sus adaptaciones cinematográficas. El periodista Blomkvist tiene en la función un papel insustancial y la trama se desarrolla sobre un paisaje glacial  en donde se planifican una serie de secuencias de persecuciones, peleas cuerpo a cuerpo y tiroteos que intentan camuflar las carencias del guión sin conseguirlo. Eliminada la tensión sexual, la sordidez, la atmósfera oscura y la carga de profundidad psicológica, poco hay que rascar en este artefacto sin alma.  


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